domingo, 19 de mayo de 2013

El arte urgente de la supervivencia

El curso de la historia sitúa en cada momento en primer plano los problemas más acuciantes, mientras aplaza (en el mejor de los casos) u olvida por completo (en el peor) otros igualmente importantes, pero de efectos menos inminentes.

Con esto tiene que ver la ideología. El pensamiento dominante en un grupo social se adapta (sin olvidar la influencia de su propio pasado) a su necesidad urgente, y atiende ante todo a una u otra contradicción, según lo que mejor percibe.

Así se explica que tantas veces se produzcan debates estériles. Pasado el tiempo, se tiene una mejor visión de conjunto y se integran posiciones que parecían divergentes.

Pero en el momento en que el debate está vivo, es difícil esa integración, y quienes compartimos ambas visiones tenemos la sensación de correr simultáneamente en direcciones distintas.

Trataré de exponer brevemente dos tradiciones que por diferente vía han llegado a compartir el anhelo de superar el capitalismo.

En un primer tiempo, la respuesta, urgentemente necesaria, a las intolerables condiciones de vida de los trabajadores dio lugar al movimiento obrero, primer frente de batalla contra el capital.

Fue mucho después cuando se manifestó otro frente anticapitalista basado en los daños que este sistema productivo causa a la naturaleza y con ella a la humanidad. Y este movimiento "verde" tardó en identificar al agente causante. Desligado de la tradición marxista e ignorante de la existencia de una bastante ignorada visión ecologista en Marx, tardó en identificarse como ecosocialista, y aún así, procedente de otras luchas y otra cultura, mantuvo grandes recelos hacia el movimiento obrero, que a su vez suele compartir con el capitalismo una visión desarrollista de las fuerzas productivas. En parte por algunos intereses inmediatos respecto al puesto de trabajo y en parte como resultado ideológico de la mística que engendró la inevitable emulación productivista de los países del socialismo real.

El capitalismo engendra dos clases de contradicciones. La primera en la óptica marxista clásica ("la contradicción fundamental del capitalismo") se da entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Pero esta contradiccion precisa complementarse con el reconocimiento de una segunda contradicción, entre las fuerzas (y las relaciones) productivas y las condiciones de producción (1).

Harto conocido: la primera “genera crisis de superproducción, mediante las cuales las fuerzas productivas y las relaciones de producción son restructuradas hacia una socialización cada vez mayor de las fuerzas productivas”, engendra un movimiento obrero que constituye “una barrera social para la acumulación de capital” y se erige en agente de una transición al socialismo. “Esto último no está garantizado de antemano, pero […] se considera imaginable por los efectos desmaterializables de la crisis capitalista, así como por el carácter cada vez más socializado de la propia producción capitalista”

La segunda “es diferente, aunque análoga, con respecto de la primera en su tendencia a generar crisis, a engendrar un movimiento social que funciona como una barrera para la acumulación de capital, y a requerir la restructuración (la provisión de) las condiciones de producción en la dirección de una mayor socialización […] pueden existir dos caminos distintos hacia el socialismo: mediante el movimiento obrero, arraigado en la primera contradicción, y a través de los movimientos ambientalistas (y otros movimientos sociales), arraigados en la segunda contradicción del capitalismo” (2).

Tiempo es ya de que ambas tradiciones confluyan. El arte urgente de la supervivencia lo exige.



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(1) De acuerdo con Marx, existen tres condiciones de producción: 
  • primero, la fuerza de trabajo humana, o lo que Marx llamó "las condiciones personales de producción"; 
  • segundo, el ambiente, o lo que Marx llamó "las condiciones naturales o externas de producción"; 
  • y por último, la infraestructura urbana (podemos agregar el "espacio"), o lo que Marx llamó "las condiciones generales, comunitarias, de producción". 
El capitalismo sostenible requeriría que las tres condiciones estuvieran disponibles en el momento y en el lugar correctos, en las cantidades y con la calidad correctas, y con los precios ficticios correctos.

(2) El arte urgente de la supervivencia, artículo de Eduardo Montes de Oca en Rebelión

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