martes, 31 de mayo de 2011

Ligazón. Auto para siluetas

 
 
RAMÓN Mª DEL
VALLE-INCLÁN

Ligazón
Auto para siluetas

De Retablo de la Avaricia, la Lujuria y la Muerte
Espasa Calpe, Madrid, 1961, 7ª ed., 1996.
 

DRAMATIS PERSONAE

LA VENTERA
LA RAPOSA
LA MOZUELA
EL AFILADOR
UN BULTO DE MANTA Y RETACO


Claro de luna. El ventorrillo calca el recuadro luminoso de
su puerta, en la tiniebla de un emparrado. A la vera del tapial
la luna se espeja en las aguas del dornil donde abrevan las
yuntas. Sobre la puerta iluminada se perfila la sombra de una
mozuela. Mira al campillo de céspedes, radiados con una
estrella de senderos. Pegada al tapiado, por el hilo que
proyectan las tejas, una sombra —báculo y manto— discierne
con trencos compases su tenue relieve. La sombra raposa
conquiere a LA MOZUELA
LA RAPOSA ¡Para todos derramas tu sal! Tú me dirás que para todos tienes.
LA MOZUELA ¡Qué ventolera!
LA RAPOSA Si por miramiento te lo callas, yo me asigno el texto, que con la verdad no condeno mi alma.
LA MOZUELA ¡Tía, deje esos belenes!
LA RAPOSA Podías ser más orgullosa. ¿Tú no te miras al espejo?
LA MOZUELA Cuando voy a la fuente.
LA RAPOSA ¿Y el espejillo de tu alcoba, nada te dice cuando de noche te acuestas?
LA MOZUELA No me veo con el sueño.
LA RAPOSA ¡Qué pico tienes! Mira, sácame una copa de resolio.
LA MOZUELA ¿Grande o pequeña?
LA RAPOSA Si me la mides a conciencia, dámela mediana. ¿Por dónde para tu madre?
LA MOZUELA Dentro se halla.
LA RAPOSA Ahora me veo con ella. No me saques la copa. ¡Tu madre, si le da la tentación, es capaz de convidarme! ¡Ven! Pongámonos en el claro de luna. ¡Ven! ¡Vas a pasmar con una gargantilla de aljófares y corales!
LA RAPOSA se palpa la faltriquera, y en los haces de la luna
abre un estuche: Suspende la gargantilla en el garfio de los
dedos, y la juega, buscándole las luces.
LA MOZUELA ¡Sí que es maja!
LA RAPOSA Venida de Oporto. ¡A ver cómo te cae!
LA MOZUELA De noche no luce.
LA RAPOSA Te la quedas, y haces el cotejo de día.
LA MOZUELA Pueden robármela.
LA RAPOSA Duermes con ella.
LA MOZUELA Y provocaba al ladrón para que me degollase.
LA RAPOSA Deja que te la prenda. ¡Sí que te da realce! ¡Lástima no tener un espejillo, para que puedas mirarte!
LA MOZUELA Lo que miro, tía, es la encubierta que usted trae. Guárdese la gargantilla, que dogal se me vuelve en la garganta.
LA RAPOSA Ten cabeza y no hables sin discernimiento. ¡Hoy eres una rosa!... ¡Mañana, unas viruelas, una alferecía, un humor, un aire ético, en último resultado, los años, te dejan marchita! ¡Ten cabeza! ¡Puedes lucir como una reina! ¡No son iguales todos los días! Hoy te acude la proporción de un hombre que te llena la mano de oro, mañana no la tienes.
LA MOZUELA ¿Para qué me quiere ese hombre? ¿Para amiga, y que donde se canse me deje? ¡No estoy para tirarme!
LA RAPOSA ¡Muy cotorra eres! ¡Tirarte! ¡Sedas vestirías! Quédate la sarta y no hagas desprecio.
LA MOZUELA Sí que lo hago.
LA RAPOSA ¡Estoy atontada con la soberbia que muestras! ¡Pues tu madre te ha dado mejor enseñanza! ¡Al miramiento que ella tiene nunca aprobaría esa correspondencia para un hombre de prendas! ¡Hija, tú no gobiernas con la cabeza! Voy a verme con tu madre. Ella tiene otra experiencia y sabe lo que suponen trabajos y penas.
LA MOZUELA El caso que usted maquina no hay madre en el mundo que lo resuelva sin contar con su hija.
LA RAPOSA Tu madre sabe lo que más te conviene.
LA MOZUELA ¿De negarme yo, qué puede mi madre? ¿Qué puede? ¿Meterme el cortejo en la alcoba? ¡Dormiré con las tijeras ocultas bajo la almohada!
LA RAPOSA ¡Loqueas! Tú estás encandilada por alguno que no te merece. ¡Amor tienes, y con tales desvaríos bien lo descubres! Mira, niña, amor es sujeto muy pasajero.
LA MOZUELA ¡Para mí el aire!
LA RAPOSA se mete por la puerta del ventorro, con galgueo
trenqueleante, apoyada en el báculo. LA MOZUELA, en señal de
menosprecio, canta sobre el umbral. Ladran remotos canes, y la
sombra de un mozo afilador se proyecta sobre la estrella de los
caminos luneros.
CANTA LA MOZUELA
¡Me dijo, me dijo,
que fuese su amiga!
Yo le jice, jice,
le jice la jiga.
EL AFILADOR ¡Afilar tijeras y navajas! ¿Mocita, quieres que te limpie de orín las tijeras? ¡Te las pondré de plata!
LA MOZUELA ¿Qué vas a llevarme?
EL AFILADOR Con un abrazo me dejas contento.
LA MOZUELA ¿Vives de esas pagas?
EL AFILADOR ¿Cuáles mejores?
LA MOZUELA ¿Y qué haces con quien te rehúsa el tal estipendio?
EL AFILADOR Cambiarlo a perronas.
LA MOZUELA Pues saca la cuenta, y me afilas las tijeras.
EL AFILADOR Sal al claro de luna para bien verte, y te diré los miles que supone en moneda el precio propuesto.
LA MOZUELA ¿Por mi cara has de sacar la cuenta? ¡La tengo más fea que un tito!
EL AFILADOR La luna no dice eso.
LA MOZUELA ¡Es muy engañosa la luna!
EL AFILADOR ¡Hacéis pareja!
LA MOZUELA ¡Nunca hasta el momento me has visto, y tacha me pones!
EL AFILADOR Sin haberte nunca visto, me eres conocida.
LA MOZUELA Otro tanto me acontece.
EL AFILADOR Vengan las tijeras, mocita.
LA MOZUELA Tómalas, y lúcete, tunante.
EL AFILADOR Van a quedarte de plata.
LA MOZUELA Sácales buenos filos y asegúralas del eje.
EL AFILADOR ¡Te las dejaré como para la Reina de España!
LA MOZUELA Lúcete y aun te convido a una copa de anisete.
En el claro de luna gira su sombra la rueda del mozo
afilador: Saca chispas de la piedra el acero. LA MOZUELA,
alertada y nocturna, sobre el vano luminoso de la puerta, hace
saltar en la palma de la mano, una moneda negra.
EL AFILADOR Mocita, guárdate la perrona. Y pues rehúsas el abrazo, me caminaré sin paga.
LA MOZUELA ¡Qué tuno eres!
EL AFILADOR Tunería del camino, que conduce a esta puerta. ¡Mirando al tu garbo, qué otra me resta sino camelarte!
LA MOZUELA Prosero.
EL AFILADOR ¡Tan majas, mocita, voy a ponerte las tijeras, que no tendrás alma para negarme el premio!
LA MOZUELA ¡Ni lo sueñes!
EL AFILADOR Pues guárdate la moneda. Me beberé en tu compañía la copa de anisete.
EL AFILADOR, sobre la rodilla del calzón, sacaba el último
brillo a las tijeras: Las hacía jugar cortando un raro de luna:
Tornaba a pasarlas por la pernera.
LA MOZUELA Que no me queden muy recias.
EL AFILADOR Para partir en el aire un cabello te han quedado, niña.
LA MOZUELA ¿Dirás qué te adeudo?
EL AFILADOR Lo hablado.
LA MOZUELA Pues voy a sacarte la copa de anisete. ¿O tienes preferencia por otra bebida?
EL AFILADOR La más de tu gusto.
LA MOZUELA ¡Buen peine eres! ¡Mira que pasan púas por esta puerta! ¡Pues a todos ganas!
EL AFILADOR ¿Y ese mérito, no te obliga a una recompensa?
LA MOZUELA Te bebes la copa, tomas soleta y, cuando acabes la vuelta del mundo, te daré respuesta.
EL AFILADOR Esa rueda que tan deforme te pintas, la corro yo en menos de un credo.
LA MOZUELA ¡Ni que tuvieras las botas de siete leguas!
EL AFILADOR Para esos viajes me suspendo del rabo de un amigo.
LA MOZUELA ¡Buenas amistades tienes!
LA MOZUELA ha desaparecido del vano luminoso: Llega su voz
del adentro. EL AFILADOR espera, ya cargado con la araña de su
artilugio: Proyecta la rueda su círculo negro en el cruce
barcino de las tres sendas. Garbeando el talle, con la copa en
alto, ahora salía del ventorro LA MOZUELA.
EL AFILADOR Niña, si quieres que beba, antes tú mojarás el pico.
LA MOZUELA Ya lo he mojado.
EL AFILADOR Que yo lo vea.
LA MOZUELA Te daré ese gusto.
LA MOZUELA moja los labios en la copa y se la ofrece al tuno
que levanta la quimera de su tabanque en el claro lunero.
EL AFILADOR Me beberé tus secretos.
LA MOZUELA Por hoy no los tengo.
EL AFILADOR Los de mañana.
LA MOZUELA Prosero, más que prosero.
EL AFILADOR Hasta la vuelta, niña.
Se aleja. El negro trebejo, sobre los hombros del errante,
perfila su rueda con rara sugestión de enigmas y, azares: Bajo
el cielo de estrellas, en el rezo susurrante de la noche aldeana,
se desvanece. Salen a la penumbra lunaria del emparrado, la
dueña y la tía maulona, dos sombras calamocanas con leria
tartajosa, esguinces y vaivenes.
LA RAPOSA ¡Tolondrean las estrellas, comadre! ¡Este relajo de vida hay que alegrarlo!
LA VENTERA Del lobo un pelo.
LA RAPOSA ¡Comadre, qué buena se conserva!
LA VENTERA Más es el aparente.
LA RAPOSA ¡Comadre, la llevo en el alma!
LA VENTERA ¡Comadre, pídame la vida!
LA RAPOSA Memoria la pido.
LA VENTERA ¡Si soy olvidadiza, me muera!
LA RAPOSA ¡Turulú! Vaya previniendo una empanada para el alboroque.
LA VENTERA ¡Empanada de chicharrones y blanco de Rueda!
LA RAPOSA ¡Cafelito y anisete!
LA VENTERA Un cocimiento de salvia es mejor para el flato.
LA RAPOSA ¡El cafelito no me lo niegue, comadre!
LA VENTERA ¡Comadre, que la ocasión llegue!
LA RAPOSA Usted esté terne para zurrar cordobanes, a usted corresponde ese ministerio. Comadre, si olvida que mis pasos van a llenarle la casa, le quiebro la suerte.
LA VENTERA Tengo un cuerno en el tejado.
LA RAPOSA De poco vale.
LA VENTERA ¡A tuertas no se ponga conmigo, comadre!
LA RAPOSA ¡Turulú! A tuertas y a derechas.
LA VENTERA Por las buenas, cuanto se tercie.
LA RAPOSA ¡Y por las malas! ¡Mi fada es muy negra!
LA VENTERA ¡Comadre, somos de un arte!
LA RAPOSA ¿Usted es volandista?
LA VENTERA A las doce del sábado monto en la escoba, y por los cielos. ¡Arcos de sol! ¡Arcos de luna!
LA RAPOSA ¡Está usted amonada!
LA VENTERA Amonada porque le saco ventaja.
LA RAPOSA ¡A mí todas las noches me visita el Trasgo!
LA VENTERA ¡Usted lo sueña!
LA RAPOSA ¡Tan verdad como su retaleo! Comadre, ¿cuál es mi camino? La luna me ciega.
LA VENTERA La noche todo lo atolondra.
LA RAPOSA Por aquel estrellón me guío.
LA VENTERA Comadre, mandado me deja.
LA RAPOSA Te llevo en el alma, hermana.
LA VENTERA Hermana, pídeme la vida.
LA COMADRE -báculo y manto- se pierde en la noche de
estrellas. Remotos ladran los perros. Sentada en el borde del
dornajo, trémulo de brillos, se ajena con despectiva canturia LA
MOZUELA. La madre aspa los brazos.
CANTA LA MOZUELA
Por verme, por verme,
por verme la liga,
me dijo, me dijo
de hacerme su amiga.
LA VENTERA ¿Cuál fue el consejo que te dio la comadre?
LA MOZUELA ¿Cuál mi respuesta?
LA VENTERA ¿Por qué no has recibido el presente?
LA MOZUELA No me apetecen las tales ferias.
LA VENTERA ¡Ahí estás para tirarte!
LA MOZUELA Por lo mesmo.
LA VENTERA ¡No te azorres! ¿Es tirarte pagar con ¡¡grado un fino rendimiento, y no lo es ponerte pico a pico con cada uno que va y viene?
LA MOZUELA Con ello nada pierdo.
LA VENTERA ¿Y con tomar una prenda de estima, vendrás a decir que te echas por tierra? ¡Así me muera, si sabes tú lo que es miramiento!
LA MOZUELA ¡Usted me lo enseña!
LA VENTERA Deja los descaros y ten seso.
LA MOZUELA Lo mío es mío.
LA VENTERA Tú nada tienes.
LA MOZUELA Tengo mi cuerpo.
LA VENTERA Ni ese es tuyo.
LA MOZUELA Habrá de verse.
LA VENTERA ¡Y tanto! La gargantilla de tus desprecios, mírala aquí. ¡Aljófares y corales!
LA MOZUELA ¡Ay, mi madre! ¡Usted con poco riega!
LA VENTERA Por tu bien miro. ¿Dónde esperas una igual conveniencia? ¿Dónde la esperas? Tú estás ignorante de cuanto representa un amigo que no mira la plata. Si escuchas a tu madre, puedes verte con capitales.
LA MOZUELA ¡No me camela ese punto, porque se venga saltando el oro en la palma de la mano!
LA VENTERA ¡Negra de alma, ni por ti miras, ni por la vejez de quien se ha visto en tantos empeños para criarte! ¡Mira por tu madre, ya que por ti no mires, escarrilada!
LA MOZUELA ¡No se remonte, que está por demás! Una gargantilla de aljófares, para quien tanto tiene, nada representa. De perderme, que sea en carroza y para salir de cuidados. Con una gargantilla aún no ciego, y antes me doy a un gusto mío, para perderme.
LA VENTERA ¡Libertina! ¡Relajada! ¡Deshonesta!
LA MOZUELA ¡Con todo ello!
LA VENTERA No me hables renuente, gran pervertida, porque te desuello. ¡Bribona, más que bribona! ¿Dónde podías esperar una mayor suerte?
LA MOZUELA ¡Suerte, con un punto que cambia como la veleta!
LA VENTERA Para fijar a esos hombres es el arte de las mujeres.
LA MOZUELA ¿Y cuando que me faltase tal arte, quién me reparaba? Esa avería a mí no me acontece.
LA VENTERA Irás por donde tu madre te ordene.
LA MOZUELA ¡Mi cuerpo es mío!
LA VENTERA ¡Mala ralea, así pospones tu buena ventura! ¡Así la repeles!
LA MOZUELA Si ese cortejo usted me lo mete en la alcoba, se encontrará lo que deba encontrarse.
LA VENTERA ¡A lo menos recibe sus dones y tenle parrafeo por la ventana! Ponte la gargantilla para que si le ocurre aparecerse esta noche te la vea puesta, y no me busques el genio.
LA MOZUELA Si le apetece mi garbo, que vaya y que venga y que se cabree.
Metíase la madre zaguán adentro, y en el pretil del dornajo
quedaba la hija cantando. Lenta se oscurecía la luna con.
errantes lutos. La sombra ahuyentada de un perro blanco, cruzó
el campillo. Quedaba, todo de la noche, el cantar, abolida la
figura de LA MOZUELA, en la nucturna tiniebla. Los pasos del
mozo afilador eran sobre el lindero del campillo abismado de
ecos.
CANTA LA MOZUELA
¡Sobre un pie la vuelta
de los mundos doy!
¡Cuando paso, quedo,
cuando quedo, voy!
EL AFILADOR ¡Me acoges con buen ensalmo!
LA MOZUELA ¿Ya hiciste la rueda del mundo?
EL AFILADOR De cabo a cabo.
LA MOZUELA ¿Por el aire sería?
EL AFILADOR ¡Claramente que por el aire!
CANTA LA MOZUELA
¡Cuando paso, quedo,
cuando quedo, voy!
EL AFILADOR ¿Niña, te has revestido de sirena y cantas de noche para atraer a los caminantes?
LA MOZUELA ¿Te parece a ti eso?
EL AFILADOR ¡Acaso!
LA MOZUELA ¿Y lamentarías que sirena fuese?
EL AFILADOR Lo lamentaría, que has de tener muy ricas piernas, y las sirenas por los bajos no usan calcetas.
LA MOZUELA ¿Estás cerciorado?
EL AFILADOR Tal cuentan.
LA MOZUELA Pues entonces no debo ser sirena.
EL AFILADOR Eso se gana el que te lleve.
LA MOZUELA No soy sirena, pero, sin serlo, en estas aguas del dornil, desde que te fuiste, he visto todos tus pasos reflejados.
EL AFILADOR ¿Sin faltar uno solo de sus tropiezos?
LA MOZUELA ¡Ni uno solo!
EL AFILADOR ¿Y también me lees en la idea?
LA MOZUELA Ahí me detengo.
EL AFILADOR ¿Dónde, recordándote, me senté a fumar un cigarro? ¿Dónde ha sido? ¡Niña, si me lo aciertas, bruja te proclamo!
LA MOZUELA En la primera de las puentes estuviste recordándome.
EL AFILADOR ¡Cierto! Allí estuve recordándote, apoyado en el pretil, tan desconocido en la corriente con la lumbre del cigarro en la boca.
LA MOZUELA Y te digo más: Un susto pasaste.
EL AFILADOR ¡Cierto!
LA MOZUELA Te salió un can y en el hombro te clavó los colmillos. Mírate en el hombro la ropa rasgada.
EL AFILADOR ¡Eso te dio luces!
LA MOZUELA ¡Lo que son destinos! ¡Ya no esperaba volver a verte! Tenlo, mozo, por concierto de las estrellas.
EL AFILADOR ¡Y del rabioso que me salió al camino!
Volaba un nublo sobre la luna, y en el morado tenebrario
de la parra, a canto del tapial, borraban su bulto, los bultos del
AFILADOR y LA MOZUELA. Las voces abrían círculos alternos en el
vaho de tinieblas.
LA MOZUELA Todo dimana de aquello.
EL AFILADOR ¿Adónde te hallas? ¿Adónde estás, que no te veo?
LA MOZUELA A tu vera estoy.
EL AFILADOR Ni verte ni palparte.
LA MOZUELA Me puse un anillo encantado. Cuando de primeras pasaste, un abrazo me pediste. Ven a tomarlo. ¿Qué dudas? ¿Por qué te reniegas?
EL AFILADOR ¡Niña, se ha revestido en ti la serpiente!
LA MOZUELA ¡Antes sirena!... ¡Ahora, serpiente! ¿Qué seré luego?
EL AFILADOR Mi perdición, si lo deseas. El Diablo ha maquinado este enredo para contárselo a la otra gachí, que me aguarda vestida y compuesta.
LA MOZUELA Recomiéndale el secreto a Patillas.
EL AFILADOR Tío Mengue, te llamo a capítulo. De lo que entre esta niña y un servidor se pase, boca callada, o te rompo un cuerno.
LA MOZUELA Eres ocurrente.
LA VOZ DE LA MADRE ¡Deja el cotorreo! ¡Sé más mirada! ¡Métete al adentro! Arrima la puerta, sin echar el fecho, aún pudiera esta noche venir alguno. ¿Tú me oyes?
LA MOZUELA ¡Ay, mi madre, no renueve la gresca pasada!
LA VENTERA Éntrate a las apriesas, si no buscas verme salir con una escoba.
EL AFILADOR ¡Buen trato te da la vieja!
LA MOZUELA Quiere perderme con un judío de mucha plata.
EL AFILADOR ¡Y no falto de gusto!
LA MOZUELA Pues lo que más viene procurando, no lo encontrará... Tiene otro delante... Espérame, que te hablaré por la ventana.
EL AFILADOR ¿Tú eres contraria?
LA MOZUELA-Mi flor no la doy por dinero.
EL AFILADOR ¡Olé!
LA MOZUELA Lo que deba llevarse, se llevará. ¡Más, no! Aún te hablaré por la ventana. ¡Espérame!
En el vano luminoso de la puerta destaca por negro,
enarbolando una escoba, la tía ventorrillera. El mozo afilador
se disimula en la sombra.
CANTA LA MOZUELA
¡Me muero de risa!
¡De risa me muero!
¡Tengo la camisa
con un agujero!
LA VENTERA ¡Esta noche te majo, gran rebelde!
LA MOZUELA ¡Poco sacará de ponerme negra!
LA VENTERA ¡Métete al adentro, y no me condenes! ¿Dónde se ha sumido el tunante con quien tenías parrafeo? ¡Ya sé que estás oyéndome, negro de los caminos! ¿Qué se te ha perdido en esta puerta? ¿Callas? Si nada se te ha perdido, toma soleta. Métete al adentro, relajada. Pon el fecho. Si alguno viene, ya pulsará. Yo estaré alerta.
Se oye correr el cerrojo. La madre y la hija disputan tras de
la puerta. El bulto del mozo afilador se despega sigiloso del
tapiado. Maja la escoba, grita la vieja, llora LA MOZUELA. El
mozo afilador escucha, con la rueda al hombro. La disputa se
aleja, se apaga, se encrespa, se extingue. Perdura el lloriqueo
de LA MOZUELA: Enjugándose los ojos, sale a la ventana.
LA MOZUELA ¿Has oído a la vieja?
EL AFILADOR Alguna palabra me ha sonado.
LA MOZUELA ¿Y qué conjetura sacaste?
EL AFILADOR Que busca dinero.
LA MOZUELA ¿Quieres tornarme para ti?
EL AFILADOR ¡No me pongas el agua a la boca si no he de catarla!
LA MOZUELA ¡Responde!
EL AFILADOR ¡No me encandiles, que desvanezco!
LA MOZUELA ¡Tú serás el primero que me tenga!
EL AFILADOR ¿A qué me ciegas?
LA MOZUELA ¿Ciegas por tan poco?
EL AFILADOR ¡Canela eres!
LA MOZUELA Descúbrete el hombro, y muéstrame la sangre que te mana.
EL AFILADOR Mírala
LA MOZUELA ¡Llega!
EL AFILADOR ¿Qué quieres?
LA MOZUELA ¡Bebértela quiero!
EL AFILADOR ¡Por Cristo, que bruja aparentas!
LA MOZUELA ¡Y lo soy! Beberé tu sangre y tú beberás la mía.
EL AFILADOR ¡Vaya un sacramento! Perdona, niña, si me relajo, pero ya estoy con soguilla.
LA MOZUELA ¿Casado eres?
EL AFILADOR Los Dichos tengo tomados en Santa María de Todo el Mundo.
LA MOZUELA ¿No te hallas capaz para beber mi sangre y darme a beber la tuya?
EL AFILADOR La cabeza, niña, me has mareado.
LA MOZUELA ¿Sabes lo que es una ligazón?
EL AFILADOR Algo se me alcanza.
LA MOZUELA ¿Y estás propicio?
EL AFILADOR Para cuanto ordenes.
LA MOZUELA, con gesto cruel, que le crispa los labios y la
aguza los ojos, se clava las tijeras en la mano y oprime la boca
del mozo con la palma ensangrentada.
LA MOZUELA ¡Besa! ¡Muerde! ¡Ligazón te hago!
EL AFILADOR ¡Vaya un arte de enamorar el tuyo!
LA MOZUELA Descúbrete el hombro: ¡Me cumple beberte la sangre!
EL AFILADOR ¿Profesas de bruja?
LA MOZUELA ¡De bruja con Paulina!
EL AFILADOR ¡Pues no me arredro!
LA MOZUELA Pues entra a deshacerme la cama.
El errante se descuelga la rueda, y mete la zanca por el
ventano. Apaga la luz en la alcoba LA MOZUELA. Un bulto jaque,
de manta y retaco, cruza el campillo y pulsa en la puerta.
Rechina el cerrojo. Se entorna la hoja, y el bulto se cuela furtivo
por el hueco. Agorina un blanco mastín sobre el campillo de
céspedes. Cruza LA MOZUELA por el claro del ventano. Levanta el
brazo. Quiebra el rayo de luna con el brillo de las tijeras.
Tumulto de sombras. Un grito, y el golpe de un cuerpo en tierra.
Tenso silencio. Por el hueco del ventano, cuatro brazos
descuelgan el pelele de un hombre con las tijeras clavadas en
el pecho. Ladran los perros de la aldea.


 
Poco puedo añadir a los comentarios que aparecen, en la nota a pie de página que acompaña al texto del ejercicio (*), sobre la caracterización lingüística del personaje expresionista. Muy pocos rasgos definen a un personaje deforme (esperpéntico), pero cargado de significado moral, mejor que la acumulación de informaciones de la estética realista.
En el caso de Valle-Inclán, haría una observación sobre el carácter unificador de estas caracterizaciones. La supuesta dignidad de muchos de ellos se contamina por la proximidad de otros, presentados como auténtica escoria. Sólo la dignidad moral de algunos, como Max Estrella en Luces de Bohemia o el Pedro Gailo (y la misma Mari-Gaila, despojada la palabra moral del estrecho sentido habitual) en Divinas Palabras, los eleva sobre el montón de caracterizaciones condenadas a encarnar ideas casi siempre miserables.
Aparecen así, en montón, nombres comunes con valor de propios, apodos ridículos, animales que a veces son personas y otras son de verdad, que hasta hablan; y otros personajes que son apuntes rápidos, como este “bulto de manta y retaco”, bastante para señalar a un contrabandista o a un bandolero.
En Luces de Bohemia, “el Ministro de la Gobernación” pierde todo el lustre de su cargo, colocado en la lista junto a “Dieguito, Secretario de Su Excelencia”. La serie variopinta de los jóvenes modernistas, luego descritos como un “conjunto deshilado” (“unos son largos, tristes y flacos, otros vivaces, chaparros y carillenos”). O “Pitito, capitán de los équites municipales”, que pierde toda la respetabilidad que pudiera serle concedida como jefe de la guardia montada.
Disfruto mucho con el teatro de Valle-Inclán, y no es poca parte de ese placer la caracterización de los personajes, esas imágenes de un solo trazo que los colocan en su sitio con solo nombrarlos. Renuncio a seguir con más ejemplos de esta y otras obras, porque si empiezo no termino sin comentar la lista entera: Pica Lagartos, el Rey de Portugal, Don Gargarabete, el Marqués Lechuguino, Don Trinito, Don Friolera...

Espero quedar fuera de la lista

 Juan José Guirado
31 de Mayo de 2003
_______________________
(*) He perdido esos comentarios.
Este comentario remataba el curso de Teoría de la Literatura. Por la precipitación de aquel final de temporada (hoy hace exactamente ocho años), me limité a señalar las notas expresionistas de Valle. Ahora me detendría más en cada personaje. En su manera de pensar, que el lenguaje (sólo el lenguaje) diferencia de su manera de sentir.
Es extraño (claro que a mí me extraña y sorprende casi todo, ¡a estas alturas!), es extraño, digo, el poder de evocación de un personaje vivo que tiene el supuesto pelele en el esperpento. En el teatro de Valle parece fácil infundir sentimientos a estos títeres bosquejados (sean sentimientos nobles, o innobles como los que dan nombre al Retablo).
El genio de Valle Inclán no pudo dejar de percibir cómo los sentimientos más complejos, en los que cristaliza toda la experiencia vital, deben ser contados de un plumazo, para que de un plumazo sean recibidos (recreados) en la mente de un espectador que, seguramente, ya los ha vivido (los de los buenos y los de los malos) con parecida complejidad. El espectador es a un tiempo la mozuela y su mezquina madre, y la alcahueta, y el afilador. Incluso el bulto de manta y retaco.
De este modo, por reflexión, un instante explica la eternidad.

Grecia. No puede ser de otra manera

Miren Etxezarreta, en Público, habla de la salida hacia el desastre que le ofrecen (nos ofrecen) los poderes financieros y la Unión Europea:
Grecia está peor que hace un año. Y la única solución que se les presenta es tomar más de la misma medicina, pues aunque indican que la UE plantea el nuevo rescate con condiciones menos duras, es probable que si proporciona los fondos necesarios imponga otras exigencias.


Termina el artículo:

Porque el caso de Grecia es el ejemplo de lo que puede suceder en los demás países de la UE con problemas. Ni Irlanda, ni Portugal, ni España (aunque esta no ha sido rescatada, por lo menos todavía) podrán resolver sus problemas financieros con estas medidas y, sobre todo, no podrán recuperar su actividad económica ni mejorar su sistema productivo ni, todavía menos, generar empleo. Fiar la recuperación sólo al aumento de las exportaciones es una quimera. ¿Cómo se relanzará, entonces, la actividad económica?

El problema de fondo es que las medidas no van dirigidas a estos propósitos. Las prioridades son otras: una y principal, dedicar recursos al pago de la deuda (o más bien de sus intereses). Los grandes bancos europeos –alemanes, franceses, holandeses y hasta españoles– constituyen los acreedores principales de estos países periféricos y quieren cobrar sus préstamos y a ello se subordinan las otras finalidades posibles y deseables.

Y la segunda
, se trata de lograr una recuperación de los beneficios de las grandes empresas, industriales y financieras, aunque sea a un nivel más bajo de actividad económica y mucho más bajo de empleo. No olvidemos que en el capitalismo el objetivo primordial de la economía no es producir ni generar empleo sino proporcionar beneficios. Si estos se obtienen a un nivel más bajo de actividad, no es demasiado grave. El ejemplo de la banca europea, obteniendo beneficios a pesar de todos los problemas, corrobora nuestra hipótesis, y evoluciones de grandes grupos como Telefónica la sustentan. El relanzamiento de la actividad y la recuperación del empleo, si se produce –y hasta los agentes más vinculados al poder económico y político señalan que serán muy, muy lentas–, será a pesar de estas políticas. No sólo Grecia lo muestra, sino que la evolución de España apunta claramente en la misma dirección: con mucha suerte quizá se crezca alguna décima en los dos próximos años, pero hay cinco millones de parados, uno de cada dos jóvenes no tiene empleo, los ingresos de los trabajadores disminuyen y la demanda está totalmente congelada (excepto una ligera mejora en las exportaciones)… pero los bancos y las grandes empresas están recuperando sus beneficios, sus dirigentes mejoran sus ingresos, la presión fiscal disminuye para los más poderosos. El capital está saliendo de su crisis. Una vez más, la estrategia que se presenta como salida de la crisis sigue siendo la de deprimir las condiciones de vida de los trabajadores para recuperar los beneficios. Y el deterioro tiene todas las trazas de no estar asociado a una coyuntura de la que se saldrá rápidamente, sino de ser permanente, estructural.

Con las medidas que se han impuesto con el argumento de la deuda las poblaciones no saldrán de la crisis. Y esto es muy grave. No sólo porque ellas están pagando con un fuerte y permanente deterioro de su situación las consecuencias de los remedios que se nos han prescrito, sino porque la medicina es equivocada y la economía de ninguna manera se va a recuperar con ella. Grecia y España lo demuestran. No vale que dentro de algún tiempo se lamenten como errores de política económica. No son errores, son opciones estratégicas que rescatan los intereses de los poderosos a costa de las clases populares.

Miren Etxezarreta es catedrática emérita de Economía Aplicada de la UAB

Mikel Casal

lunes, 30 de mayo de 2011

Otro urbanismo (I)


En gran parte de Europa el planeamiento es, y lo ha sido siempre, una actividad materializada en suelo público. Las administraciones, estatales o locales, deciden usos, grados de ocupación, volúmenes y ordenanzas a aplicar; la urbanización es potestad comunitaria. Aunque después pueda cederse a particulares la titularidad perpetua, o sólo el uso temporal.

Hay así capacidad para actuar según las necesidades sobre un suelo que ya era propio, o que se compra o expropia según sea preciso. Un crecimiento moderado no desbordará la capacidad de gestión.

En los años 50 había en España expectativas de desarrollo que a la fuerza iban a requerir ordenamiento. También había buenos urbanistas, que previeron correctamente la necesidad de suelo. Pero faltaba capacidad económica, en un país tan arruinado, para poner en práctica políticas públicas de actuación, y ante todo no había voluntad política para enfrentarse al interés de quienes lo poseían.

La única forma de obtener terrenos era dar contrapartidas que estimularan a los propietarios; darles la oportunidad de obtener grandes plusvalías. Aunque el poder de decidir usos y aprovechamientos lo mantenía la administración, el proceso urbanizador se consolidaba como actividad privada.

Al conservar el poder decisorio, la administración tendría fuerza para exigir la cesión obligatoria de suelo, imprescindible para viales, equipamiento y lo que se llamó sistemas generales. La filosofía subyacente era que la cesión rescataba las plusvalías obtenidas por el agente urbanizador dándolas a la colectividad. Pero si el rescate hubiera sido completo, ¿qué interés tendría un agente movido por el afán de lucro en colaborar?

A partir de aquella Ley del Suelo de 1956 se elaboraron procedimientos para el reparto justo de beneficios y cargas entre los propietarios. Lógicamente quedaban al margen de ese justo propósito los no propietarios. Un propietario tenía más justicia si tenía más suelo.

Lo que siguió mostró lo ingenuo de creer en el justo reparto en las condiciones reales del mercado. Quien tiene mucho suelo se hace siempre con el control del proceso. Y quien tiene mucho capital encuentra el modo de adquirir, con discreción, suelo a bajo precio a propietarios menores desconocedores de una información que él suele tener. Así se hace con el negocio. El reparto de cargas desplaza además a los insolventes.

La facilidad de enriquecerse más del que ya era rico es enorme. No hablemos de la capacidad corruptora, bien demostrada al sobornar a encargados de la gestión de los planes, urbanistas o ayuntamientos. Se supone que los casos descubiertos son sólo una parte de los habidos.

Se inició así el proceso de desarrollo urbano más devastador que ha conocido la historia, con resultados a la vista.

Los mejores suelos agrícolas, perdidos; las costas, destrozadas; bosques talados; ocupación de barrancos y zonas inundables, que han provocado luego daños previsibles. Las disfunciones causadas hacen después necesarias grandes obras de infraestructura.

Los causantes de esos problemas no tienen que responder de ellos. Tuvieron además la bendición de las autoridades y se les consideró creadores de riqueza.

Ahora, lo peor del sistema urbanístico implantado es la dificultad para financiar actuaciones correctoras, que se hacen necesarias para remendar nuestras estropeadas ciudades. Porque según este modelo la financiación se logra mediante más desarrollos especulativos, que dejarán a los ayuntamientos solamente una parte de las plusvalías obtenidas por los promotores. Esa gente que sigue teniendo la sartén por el mango.

El sistema, más pronto que tarde, tiene que colapsar. Hay que tomar conciencia antes de que el daño sea mayor, y atreverse a lanzar propuestas lúcidas y radicales, lejos de este desarrollismo faraónico, que cura los problemas creando otros.

Propuestas que obligatoriamente han de apuntar al corazón de este modo de producción capitalista, motor que, además de otras muchas cosas, ha producido también estas difíciles ciudades.

Juan José Guirado
Diario de Ferrol
ant. 2007


Eso que llaman “democracia”

Esto lo retransmito por la gran cantidad de datos contrastados que hacen evidente lo que algunos consumados avestruces no quieren ver.

Pascual Serrano. Rebelión


Tras conocer los resultados de las elecciones del pasado 22 de mayo, las eufóricas huestes del PP clamaban que aquello era democracia y no lo de la Puerta del Sol. Su argumento era que ellos esgrimían votos de ciudadanos, mientras que los manifestantes no poseían mayor legitimidad que la de cada uno de ellos. Pero si ahora estamos en la calle es porque no nos dejan usar las urnas de forma democrática: la ley electoral es injusta, los elegidos toman decisiones que no responden al deseo de la mayoría social y no cumplen los compromisos con los que llegaron al poder. 

El 74% de los españoles manifestó en una estudio de la aseguradora AXA que no era partidario de que se aumentara la edad de la jubilación 1 y la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas mostró que el 80% de los españoles estaba en contra de ampliar la edad de jubilación 2 . Sin embargo, la primera votación del Parlamento español donde se plantearon reformas en la dirección de aumentar esa edad sólo tuvo los votos en contra de nueve diputados de un total de 340 3 . Igualmente, Gobierno, sindicatos y patronal firmaron un acuerdo económico y social que, entre otras medidas, permitía la reforma del sistema de pensiones y las políticas activas de empleo 4 . Es evidente que no representaban el sentir de la mayoría de los ciudadanos españoles. 

La votación sobre la participación española en el ataque a Libia en marzo de 2011 contó prácticamente con el apoyo de todos los diputados, 336. Sin embargo, los sondeos de opinión mostraban que el apoyo de los ciudadanos españoles era del 53,1% frente al 36,6% que la rechazaba 5 . Incluso un periodista nada sospechoso de antisistema como Luis del Olmo destacó “el divorcio entre la voz de la calle y la disciplina de voto en el hemiciclo” 6 .

Una encuesta mostró que el 73 por ciento de los españoles respondió afirmativamente a la pregunta “¿piensa que la instalación de una central nuclear en su país es un riesgo para usted y su familia?” 7 . A pesar de ello, España cuenta con ocho reactores nucleares en activo, lógicamente gracias al apoyo de diferentes legislaciones

En las elecciones generales españolas de 2008 a Izquierda Unida, con el 3’8 de los votos, le correspondió sólo el 0’50 % de los escaños. Con doscientos mil votos menos, CiU consiguió cinco veces más diputados que IU. Coalición Canaria con menos de la décima parte de votos que la coalición de izquierdas, logró la misma cantidad de diputados. La circunscripción electoral provincial provocó que 745.008 votos de Izquierda Unida no sirvieran para nada porque fueron restos provinciales que no se tradujeron en representación parlamentaria.

Cuando se pregunta a los ciudadanos queda en evidencia que las posiciones de gobiernos y parlamentos no responden al deseo de la mayoría de los ciudadanos. Por supuesto eso no sucede en España, aquí no se nos ha consultado ni una sola de las medidas aplicadas contra la crisis. Sucedió en el referéndum de Islandia, donde más del noventa por ciento de la población rechazó una ley aprobada en su parlamento el año anterior sobre el pago con dinero público de las deudas a Reino Unido y Holanda por la quiebra de un banco privado islandés 8 . Un año después, volvieron a decir otra vez “No”, en contra del criterio de la mayoría de su clase política, sobre si se aprobaba o no, devolver a Reino Unido y Holanda 4.000 millones de euros por la bancarrota de una de sus entidades financieras 9 . En Eslovenia, el parlamento aprobó una reforma laboral, y la presión popular logró un referéndum, ¿qué creen que ha pasado? Pues que un 82% la rechazó 10 . Si las milicias del PP que bramaban en Génova reivindican su legitimidad tras las urnas, nosotros también. Que nos pregunten en referéndum si queremos que se aumente la edad de jubilación, si queremos que se congelen las pensiones, si queremos que el dinero público se destine a los bancos en crisis, si queremos que ante el impago de la hipoteca el banco se quede con la vivienda y mucho más, si queremos que los políticos procesados por corrupción puedan ser candidatos. Entonces quizás empezaremos a creer en esto que llaman “democracia”. 

Entrevista a Eduardo Galeano

Entrevista en Barcelona sobre el movimiento indignado. Dejemos que hable él...

Algunas palabras sobre el 15 M

Esta corta nota, de ayer mismo, de Francisco Umpiérrez Sánchez tal vez pueda echar un jarro de agua fría sobre quien aún confunda el pesimismo de la inteligencia con el de la voluntad. Extraigo sus dos últimos párrafos y subrayo lo que para mí resulta esencial. Si no se tiene en cuenta, tanto el movimiento de los indignados como la izquierda no podrán conectarse para sobrevivir. Como es eso lo que me interesa, dejo a un lado pequeñas-grandes matizaciones para que las haga cada cual...

Lo que debe saber este movimiento es que sin poder político no hay nada que hacer. Y no habrá continuidad ni será el germen de nada si no se constituye en una fuerza política. Las vanguardias de la izquierda radical no deberían entrometerse en este movimiento y tratar de convencerlos de que defiendan consignas radicales. La conciencia de la mayoría de los jóvenes que han protestado es reformista, no revolucionaria. Y este nivel de conciencia hay que respetarlo. Si las vanguardias de la izquierda radical empiezan a colar sus consignas y su modo de proceder, el movimiento social de los indignados desaparecerá y las vanguardias quedarán como siempre: aisladas y predicando en el desierto.

La lección que deben extraer las vanguardias de la izquierda radical de este movimiento es muy sencilla: tienen que salir del aislamiento y conquistar poder político. No se pueden ofrecer alternativas de futuro a los jóvenes indignados si se carece de poder político. Repito: lo esencial para los jóvenes movilizados no es el movimiento en sí, sino que quieren trabajo y un futuro digno. No debemos ver más de lo que hay. No nos alimentemos de esperanzas y de sueños. Los indignados constituyen de momento un movimiento débil y representan una conciencia muy poco desarrollada.

La Primavera Árabe de 2011

De este largo artículo de Samir Amin en Rebelión, cuya lectura recomiendo a quien tenga tiempo y ganas de saber, destaco un par de párrafos que contienen ideas sencillas e interesantes:

Samir Amin. XXVIII Semana de Filosofía. Pontevedra
(...)

Una última palabra con respecto a la «corrupción». El discurso dominante del «régimen de transición» enfatiza su denuncia asociada con amenazas de persecución judicial (ya veremos cómo será en realidad). Ese discurso ciertamente es bien recibido, particularmente por la fracción, sin duda la más amplia, de la opinión ingenua. Pero se guarda de analizar las razones profundas y de explicar que la «corrupción» (presentada como una desviación moral, un tipo de discurso moralista estadounidense) es un componente orgánico necesario en la formación de la burguesía. No sólo en el caso de Egipto y en los países del Sur en general, se trata de la formación de una burguesía compradora cuya asociación con los poderes del Estado constituye el único medio de emerger. Sostengo que en el estado capitalista de los monopolios generalizados la corrupción se convierte en un elemento constitutivo orgánico de la reproducción del modelo de acumulación: la retención de la renta de los monopolios exige la complicidad activa del Estado. El discurso ideológico (el virus liberal) proclama «nada de Estado» mientras que su práctica es «el Estado al servicio de los monopolios». 

(...)

Las «primaveras» de los pueblos árabes, como las que conocieron los pueblos de América Latina desde hace dos decenios, lo que denomino la segunda ola del despertar de los pueblos del Sur –la primera se desplegó en el siglo XX hasta la contraofensiva del capitalismo/imperialismo neoliberal- reviste formas diversas que van desde las explosiones dirigidas contra las autocracias que precisamente acompañaron el despliegue neoliberal hasta la revisión del orden internacional por parte de los «países emergentes». Así pues, estas primaveras coinciden con «el otoño del capitalismo», el declive del capitalismo de los monopolios generalizados, globalizados y «financiarizados». Los movimientos parten, como los del siglo anterior, de la reconquista de la independencia de los pueblos y los Estados de las periferias del sistema, que recuperan la iniciativa en la transformación del mundo. Por lo tanto son, ante todo, movimientos antiimperialistas y además, sólo potencialmente, anticapitalistas. Si esos movimientos llegan a converger con el otro despertar necesario, el de los trabajadores de los centros imperialistas, podría dibujarse a escala mundial una perspectiva auténticamente socialista de toda la humanidad. Pero eso no está inscrito de ninguna forma en el avance como una «necesidad de la historia». El declive del capitalismo puede abrir el camino a la larga transición al socialismo como puede comprometer a la humanidad en la vía de la barbarie generalizada. El proyecto del control militar del planeta por parte de las fuerzas armadas de Estados Unidos y sus aliados subalternos de la OTAN, que sigue en marcha, el declive de la democracia en los países del centro imperialista o el rechazo retrógrado de la democracia en los países revolucionarios del Sur (que toma la forma de ilusiones para los religiosos «fundamentalistas» que proponen el Islam, el hinduismo y el budismo políticos), operan junto a esa perspectiva abominable. Así, la lucha por una democratización laica toma una dimensión decisiva en el momento actual, que opone la perspectiva de la emancipación de los pueblos a la de la barbarie generalizada.

domingo, 29 de mayo de 2011

La jubilación de Merkel

Juan Francisco Martín Seco. Público


La canciller alemana está dispuesta a torpedear la Unión Monetaria. “Es importante –manifestó el otro día– que en países como Grecia, España y Portugal los trabajadores no puedan jubilarse antes que en Alemania”. Si la señora Merkel piensa que ese es el problema, lo tiene muy fácil, tan sólo debe adelantar la edad de jubilación de los alemanes. Pero es que, además, falta a la verdad. De acuerdo con las estadísticas de la Unión Europea, la jubilación efectiva en el país germano se produce a los 62 años por término medio, mientras que en España alcanza los 62,1. Según la OCDE, en 2009 los españoles trabajaron, de media, 1.653 horas anuales frente a las 1.389 de los alemanes, un 19% más. Españoles, portugueses y griegos estarían muy contentos de armonizar las vacaciones y la jubilación con los alemanes, pero seguramente añadirían que por qué quedarse ahí: armonicemos todo lo demás, salarios, pensiones, ayudas a la familia y un largo etcétera. Con toda probabilidad se apuntarían a una Unión Monetaria construida con los mismos parámetros empleados en su día para la unificación alemana.

La señora Merkel se expresa como si Alemania fuese la pagana y los países del sur de Europa las sanguijuelas. Pero hasta ahora, en los planes de rescate, Alemania no ha puesto en términos relativos un centavo más que el resto de los países. El Gobierno español debería quejarse con mucho más motivo, ya que en proporción aporta lo mismo, pero el rescate que se está llevando a cabo es el de los bancos alemanes. Merkel reprocha a otros países su excesivo déficit. Lo cierto, sin embargo, es que su endeudamiento público se ha incrementado en mayor medida que el de otros países como España, y si su déficit no lo ha hecho ha sido únicamente porque Eurostat le permite no contabilizar como tal las ayudas a la banca. Desde el SPD se ha tildado a la canciller alemana de populista. Más bien habría que afirmar que sus planteamientos comienzan a tener cierto tufo racista –lo que, tratándose de Alemania, es muy peligroso–; quizá eso explique por qué no hace referencia a Francia o a Finlandia, cuando son los ciudadanos de dichos países los que gozan de más días de vacaciones y se jubilan antes.


La indignación como derecho

Diana Moreno. Cronicas del otro lado del espejo.















Los trajeron al mundo, los peinaron y los alimentaron. 

Dijeron: haremos de ellos la generación más formada de la Historia. Les dieron carreras, másters, postgrados; les hicieron políglotas; les llevaron a los lugares del mundo que nunca conocieron sus abuelos; les quitaron la necesidad de todo trabajo que generara sudor. Les dieron un billetito de paga para sus ocios de fin de semana. 

Los metieron en un mundo confuso. De felicidades sin precio. De signos políticos difusos. De partidos que pronuncian un trabalenguas ideológico mientras asesores y sloganeros a sueldo se desviven por manosear la percepción del ciudadano hasta que la credibilidad sea absoluta. 

Les dieron Internet y botellones. Les cambiaron los telediarios por canales telerrealidad 24 horas. 

Y, así, les hicieron pasar por la crisis como por una película de Spielberg. Les mostraron televisadas a las víctimas pero nunca a los culpables. No les incitaron a cuestionarse el sistema que mantenía a millones de hombres como ellos mismos en la pobreza desde tiempos inmemoriales, de modo que ellos sólo protestaban cuando la aguja era en su propia carne. No les enseñaron a divisar el lejano inicio de una larga lista de estafas que culminó en la crisis. 

Les dijeron: no tenéis trabajo, ni tenéis dinero, ni tenéis pareja, ni tenéis casa, ni tenéis futuro. Les llamaron “generación perdida”, para darle al asunto un toque de drama apocalíptico. 

No les enseñaron a luchar. 

Pero les pusieron en la calle, y, sin aviso, la tomaron. Y en la calle se comenzaron a dar cuenta de su repentino y grandilocuente papel protagonista. Inundaron Sol, y otras plazas de otras muchas ciudades. Lanzaban sus dardos de forma obtusa; a los banqueros, a los políticos, al bipartidismo; a los líderes empresariales o eclesiásticos, o allá donde la cosa apestase a poder. 

No tenían soluciones claras; no tenían esperanzas nítidas. Porque nunca les habían enseñado a buscar soluciones. Sólo tenían el derecho a expresar la indignación. No sabían tanto como los analistas políticos y los expertos económicos; simplemente, querían un cambio rápido. O, lo que es lo mismo, una revolución. 

Y por fin, en aquel mundo de falsas satisfacciones, la indignación trajo la única lucha verídica.

No son los mercados financieros

Vicenç Navarro. Público
 
Mikel Jaso


Se está generalizando un entendimiento de la realidad que nos rodea que asume que los estados han perdido su capacidad de decisión, teniendo estos que actuar según los dictados de los mercados financieros. Esta percepción va acompañada de una narrativa en la que las categorías de poder como poder de clase y lucha de clase han quedado totalmente sustituidas por el “poder de los mercados que determina lo que ocurre en cada Estado”, incluido el español. Como escribía un articulista en uno de los rotativos de mayor difusión del país, “el capital ya no se personifica en la burguesía”. Según tal postura, esta burguesía ha sido substituida por unas élites financieras que no son propietarias de nada excepto de la capacidad de producir papeles que ni siquiera son dinero, pero de los que derivan montañas de dinero. Y que a pesar de haber causado la crisis continúan recibiendo ayudas públicas del Estado (pagadas por todos nosotros con los impuestos) que les permiten continuar con sus prácticas especulativas y no productivas que empeoran la situación.


De ellos se deduce que la burguesía ha perdido también su poder, haciendo incluso irrelevante el análisis de clases. La estructura social se convierte así en ricos y pobres, con la mayoría definida como clase media, nuevas categorías de estructura social agrupadas dentro de estados, cuya capacidad de decisión queda determinada por los mercados financieros. Es importante subrayar que los propios gobiernos –para justificar sus altamente impopulares políticas públicas– apelan al mismo argumento indicando que no hay otra alternativa que seguir los dictados de tales mercados.


Esta lectura de la realidad, sin embargo, es errónea, y es fácil demostrarlo. En primer lugar, las políticas que el Estado español está imponiendo a la población (flexibilización del mercado de trabajo con mayores facilidades otorgadas al empresario para que despida al trabajador, recortes del gasto y empleo público, disminución de salarios, retraso de la edad de jubilación, y congelación de las pensiones, entre otras medidas) son intervenciones públicas que la supuestamente desaparecida burguesía española ha deseado desde hace muchos años. A la luz de estos datos, indicar que la burguesía ha desaparecido o que no tiene impacto sobre el Estado me parece un error. Como diría Lope de Vega, “nunca los muertos estuvieron tan vivos”. Esta burguesía, tanto la burguesía financiera como la industrial, tienen intereses distintos y otros coincidentes. Y entre estos últimos está el utilizar “la presión de los mercados financieros” como excusa para llevar a cabo lo que siempre han deseado. Naturalmente que la burguesía española (y sus componentes en los distintos pueblos y naciones de España) es ayudada por la burguesía de los estados miembros de la UE, cuyos instrumentos políticos controlan las instituciones de la UE.


Pero los agentes externos no son los que determinan lo que ocurre en España. Condicionan y facilitan, pero no determinan. La atención a lo externo diluye la importancia de lo interno, que es lo determinante. La clase dominante española (término ausente en la narrativa hegemónica) es la que influencia al Estado español. Y parte de su poder ha sido transmitir el mensaje de que no hay alternativa a las políticas que se están siguiendo en respuesta a los agentes externos, los mercados financieros. Y predeciblemente, los medios de mayor difusión juegan un papel clave en la promoción de este mensaje.


Pero no es cierto que no haya alternativas. Sólo un ejemplo. El déficit del Estado podría reducirse, en lugar de recortar el gasto y empleo público, mediante el aumento de los impuestos, alternativa que ni siquiera es considerada por los dos partidos mayoritarios o debatida en los mayores medios. Los partidos a su izquierda han propuesto alternativas creíbles y factibles basadas en los cálculos de los propios inspectores de Hacienda del Ministerio de Hacienda que han indicado que, revirtiendo las ventajas fiscales que se han hecho en los últimos quince años (y que han favorecido a los grupos más pudientes de la población) podrían haberse obtenido 35.000 millones de euros, sin afectar a la carga impositiva de la mayoría de la población, consiguiendo más dinero que el que se ahorra mediante recortes sociales, tales como la congelación de las pensiones y/o el recorte del empleo público. Es más, si España tuviera la misma política fiscal progresiva que Suecia, el Estado (tanto central, autonómico, como municipal) conseguiría 200.000 millones de euros más de los que obtiene. El hecho de que estas alternativas no entren en el debate político responde a la marginación y discriminación sistemática que los medios de mayor difusión ejercen hacia tales fuerzas políticas. En realidad, la escasa diversidad ideológica de los medios en España es uno de los problemas mayores que tiene la democracia española. Otro es la Ley Electoral que margina al segundo partido de la izquierda (IU), debilitando con ello a toda la izquierda.


Hay una lucha de clases en España en la que la burguesía –la clase dominante en España– gana en bases diarias. Decía el financiero estadounidense Warren Buffett: “Esto es la lucha de clases, y la mía, la de los ricos, la está ganando”. El señor Botín (burguesía financiera) y el señor Martín Villa y el señor Amancio Ortega (burguesía industrial y servicios) podrían decir lo mismo en España. Todas las empresas del Ibex (excepto tres) han continuado teniendo beneficios, de los cuales los más importantes, pero no los únicos, han sido los de los bancos. Mientras, la clase trabajadora está pagando la crisis que los primeros crearon. Un síntoma del poder de la clase dominante es que nadie habla ni de clases, ni de lucha de clases, considerando tales categorías como anticuadas, en las que incluso se llega a la conclusión de que la burguesía ha desaparecido.

Vicenç Navarro es catedrático de Políticas Públicas. Universitat Pompeu Fabra