martes, 3 de mayo de 2011

Doble rasero y cinismo mediático

Las Damas de Blanco (Cuba) y las Madres de Soacha (Colombia). Vídeo de José Manzaneda, basado en un texto de Azalea Robles

El vídeo:

cubainformacion.tv

El texto:

A las Madres de Soacha y a la lucha popular colombiana:

A las Madres de Soacha el ejército de Colombia asesinó a sus hijos, disfrazó sus cadáveres y los hizo pasar por guerrilleros. Es lo que se conoce como “falsos positivos”. Se han denunciado cerca de 3.000 asesinatos de este tipo.

Las Damas de Blanco son las esposas de unas decenas de opositores políticos cubanos, hoy todos ya en libertad, que fueron condenados en el año 2003 por recibir fondos y trabajar a las órdenes del gobierno de EEUU, con el fin de cambiar el orden constitucional de Cuba. Algo que es un delito grave en cualquier país del mundo.

Las Madres de Soacha apenas interesan a los medios de comunicación colombianos e internacionales. Las Damas de Blanco, sin embargo, tienen una enorme cobertura mediática, y cuentan con la colaboración de la prensa extranjera acreditada en Cuba, con la que pactan previamente cada una de sus apariciones públicas.

Las Madres de Soacha no reciben dinero por sus acciones de protesta, y tienen como único apoyo el de personas y organizaciones solidarias. Las Damas de Blanco son financiadas por el gobierno de EEUU, es decir, por la superpotencia que ha impuesto un bloqueo económico sobre su propio pueblo.

Las Madres de Soacha son víctimas directas del terrorismo de estado. Las Damas de Blanco son financiadas y apoyadas públicamente por terroristas de Miami de la talla de Santiago Álvarez y Luis Posada Carriles.

Las Damas de Blanco son halagadas y defendidas por los gobiernos y parlamentos de las principales potencias, como EEUU y la Unión Europea. Las Madres de Soacha son absolutamente ignoradas por dichas potencias, aliadas del régimen colombiano.

Las Madres de Soacha, muchas de ellas, son sobrevivientes del terror de estado y de las masacres de los grupos paramilitares. Las Damas de Blanco, son, a lo sumo, sobrevivientes de los abucheos de una gran parte del pueblo cubano, que repudia verbalmente en las calles su colaboración con el gobierno de EEUU.

Las Madres de Soacha han criado a sus hijos e hijas milagrosamente: solas, sin ayuda del estado, sin guarderías infantiles, viviendo en casas de madera, plástico y zinc. Las Damas de Blanco han criado a sus hijos contando con horarios laborales decentes y círculos infantiles estatales, y residen en modestas pero salubres viviendas.

Las Madres de Soacha viven en zonas a las que apenas llega el transporte público, y cada día caminan kilómetros para ir a trabajar a casas de ricos, como “empleadas de hogar”, a cambio de míseros salarios. Las Damas de Blanco, en su mayoría, han preferido abandonar sus empleos para dedicarse profesionalmente a organizar sus shows mediáticos.

Las Madres de Soacha son víctimas del régimen colombiano, responsable, por complicidad con los grupos paramilitares, del desplazamiento de sus tierras de 4 millones y medio de personas, para beneficio de multinacionales petroleras y mineras. Las Damas de Blanco tratan de derribar a un gobierno que, precisamente, nacionalizó las multinacionales norteamericanas e impone hoy reglas de juego soberanas a las inversiones foráneas.

Las Damas de Blanco son convertidas una y otra vez en noticia. Si son retiradas de la vía pública, sin violencia, sin porras ni instrumentos de represión, los grandes medios hablan de “la brutalidad de policía cubana”. Las Madres de Soacha han sufrido la verdadera brutalidad en estado puro, el asesinato de sus hijos inocentes, ante el desinterés de los medios. 

Las Damas de Blanco son apoyadas por intelectuales y artistas del Primer Mundo, algunos incluso autocalificados “de izquierdas”. Las Madres de Soacha, para estos intelectuales, como para muchos medios, ni existen.

Muchas de las Madres de Soacha están amenazadas de muerte y deben esconderse. Testigos y denunciantes de “falsos positivos” en Colombia ya han sido asesinados. Las Damas de Blanco hablan y hablan de represión, pero jamás han sido amenazadas de muerte, ni sus familiares torturados, o desaparecidos, o asesinados.

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