miércoles, 4 de mayo de 2011

Una metáfora para entender la crisis del capitalismo financiarizado

Yves Smith, reconocido analista económico norteamericano, en Naked Capitalism.

Yves Smith ilustró estupendamente la naturaleza de la actual crisis del capitalismo financiarizado y el consiguiente modelo de crecimiento de los últimos 30 años, fundado en salarios reales estancados y en crecientes niveles de endeudamiento que nutrían burbujas de activos más y más grandes. Y lo hizo con la iluminadora metáfora que reproducimos a continuación.  


Supongamos que una empresa de biotecnología creara un tipo maravilloso de cultivo, la más asombrosa creación de toda la historia de la agricultura. Da mas calorías por hectárea que cualquier otra planta, nutricionalmente es en extremo completo y puede plantarse y cosecharse con harto menos maquinaria y equipo que cualquier otra cosa conocida hasta ahora. Es sabrosa y puede prepararse de muchas maneras. También es dulce, de modo que puede usarse como substituto barato del azúcar y de los jarabes con alto contenido de fructosa derivados del grano. Llamémoslo Cultivo-X.

El Cultivo-X viene a añadirse como nuevo elemento a la pirámide alimenticia y es aceptada por nutricionistas y autoridades públicas sanitarias en todo el mundo. Resulta, además, que el Cultivo-X es también –¡maravíllense!—un afrodisíaco y un estimulante, de modo que contribuye a aumentar la libido de la población y el volumen de la oferta alimentaria y la población mundial crece a tasas superiores.

Las ventas del Cultivo-X se disparan, desplazando a la agricultura tradicional. Una buena parte de las tierras de cultivos tradicionales pasan ahora a producir Cultivo-X. El Cultivo-X es tan eficiente, que parte de las tierras agrícolas se apartan de la producción y se destinan a otros usos: vivienda, grandes centros comerciales, parques… Aunque algunas empresas agrícolas anticuadas todavía subsisten, se reduce drásticamente su volumen y muchos de sus proveedores desaparecen.

Veinte años después de la difusión del Cultivo-X, los médicos descubren que la diabetes y algunos achaques hormonales nuevos están creciendo a ritmos explosivos. Y resulta que esas tasas están muy correlacionadas con los niveles de consumo de Cultivo-X en la alimentación de las personas. Un consumo prolongado de grandes cantidades de Cultivo-X afecta a la glándula pituitaria, que controla casi todas las demás glándulas en el cuerpo y en el páncreas.

Nos enfrentamos a una crisis sanitaria, y no hay vuelta atrás. Resultaría muy difícil y muy costoso volver a poner a producir las antiguas tierras de labor ahora destinadas a otros usos. Algunos tipos de equipo agrícola necesarios para la producción tradicional ya no se fabrican. Y con una población mucho más numerosa que antes, se necesitarían muchas más tierras que antes. La población mundial se ha hecho dependiente de las calorías producidas por el Cultivo-X, de modo que prescindir inmediatamente de él significa la muerte por hambre de no pocos. Pero lo mismo ocurrirá si se persevera en el consumo de su toxicidad. Limitarse simplemente a esperar que las gentes se abstengan de su consumo no ofrece perspectivas demasiado prometedoras: los efectos afrodisíacos y estimulantes del Cultivo-X lo han hecho adictivo.

Las economías avanzadas han quedado atrapadas en la tecnología de la deuda, la cual, como el Cultivo-X, es formadora de hábitos y resulta muy arduo librarse de ella a causa de su bajo precio y al hecho de que otras prácticas han caído entretanto parcialmente en desuso (por ejemplo, la utilización de crédito barato al instante ha desplazado al crédito con evaluaciones de los ingresos y hasta del carácter del solicitante y las opiniones sobre él de su vecino, no menos que sobre la solvencia de la empresa en que trabajaba). Lo cierto es que la actual tecnología de la deuda resulta en una pérdida de información, vía desincentivos al trabajo debidamente concienzudo y diligente del prestamista (¿por qué molestarte, si vas a vender enseguida los títulos de deuda?) y al control del crédito a lo largo de la vida del préstamo. Y los llamados fijos ahora propuestos son inviables. La propuesta de Obama de que el originador del crédito retenga al menos un 5% del mismo y, por lo mismo, rebaje sus honorarios no es lo bastante alta como para alterar la conducta de los agentes económicos.  Pero un nivel lo suficientemente alto como para que el originador del crédito sintiera el impacto de una mala decisión socavaría las eficiencias de costes que hicieron tan popular enseguida la titulización. No hay decisiones mejores disponibles que no pasen por la reducción del préstamo y unos tipos de interés más elevados. Un resultado deseable, a fin de cuentas, pero, como ocurre con la situación creada por el Cultivo-X, nadie parece dispuesto a aceptar el hecho de que unas prácticas más saludables resultarán en una deuda mucho más costosa y mucho menos accesible. Las autoridades prefieren creer que, de uno u otro modo, pueden conservar el pastel y, al propio tiempo, comérselo.

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