martes, 23 de julio de 2024

"Mujer" y "trabajadora": una intersección ineludible

El final inconcluso de El Capital se interrumpe con una pregunta cuya respuesta no llegó el autor a desarrollar: ¿Qué es una clase?

El término tiene una definición tan amplia que ampara multitud de clasificaciones, siempre excluyentes de los elementos extraños a ella. El diccionario da dos acepciones:

1. nombre femenino
Conjunto de elementos con caracteres comunes.
Similar: género, especie, familia, orden, tipo, raza, casta, categoría...

2. nombre femenino
Conjunto de personas del mismo grado, calidad u oficio.
"La clase de los trabajadores."

La segunda restringe el concepto a grupos humanos, las "clases sociales", y es obvio que es la que consideraba Marx y la que nos interesa aquí.

Clase burguesa, clase obrera, pero también se habla de clase médica, clase política, clase empresarial, clase funcionarial, clase forense... ¿Hablaremos de "clase femenina"?

Podemos y debemos, desde luego. Siguiendo la definición no hay duda de que las mujeres constituyen una clase, al ser un conjunto de personas agrupables en la misma categoría. El feminismo ve en la mujer ese carácter de clase y demanda para ella la igualdad de derechos y oportunidades con el varón, restringida o directamente negada en casi todas las sociedades a lo largo de la Historia. Hay un paralelismo evidente entre las reivindicaciones de la clase trabajadora y las planteadas por las feministas.

El movimiento sufragista comenzó reivindicando derechos políticos, en primer lugar el derecho al voto. Aunque estaba implícita en los principios de la Revolución Francesa, la igualdad pregonada, de una forma que hoy nos puede sorprender, no se extendía a las mujeres (tampoco a la mayoría de la población masculina), del mismo modo que la Constitución proclamada en Estados Unidos no consideraba en la práctica que los esclavos fueran "hombres" al declarar que "todos los hombres nacen libres e iguales".

Como la igualdad de derechos políticos no se extendía a los ámbitos social y económico, las reivindicaciones de las clases subalternas se ampliaron pronto a estos espacios. Así surgió un potente movimiento obrero. Tuvo que pelear por su derecho al voto, impedido por el sufragio censitario, pero desde luego no se limitó a exigir ese reconocimiento.

Tampoco el feminismo pudo conformarse con la igualdad de derechos políticos, y fue en el seno del movimiento proletario donde, además de plantearse la igualdad entre los trabajadores de ambos sexos, se desarrolló un feminismo que iba más allá del sufragismo. La clase obrera femenina también exigía sus derechos.

Formalmente, en muchos países las mujeres han logrado emanciparse políticamente. Pueden elegir y ser elegidas, ocupar puestos antes reservados a los varones. Sigue habiendo de todos modos una brecha cuantitativa aunque cualitativamente no la haya. 

Hoy se llega a reivindicar la igualdad varón-mujer incluso en sectores privilegiados, si las mujeres son aún minoría en ellos. Se reclama la paridad hasta en los consejos de administración de las grandes empresas. Pero esta "igualdad estratificada" desvirtúa la situación real del conjunto de las mujeres, porque soslaya la desigualdad radical entre unas y otras, enmascarada por esa igualdad encerrada en los márgenes de cada nivel socioeconómico.

Que una mujer pueda presidir un gobierno o un consejo de administración no es un logro feminista si sus prácticas no cambian las de los varones más reaccionarios. Margaret Thatcher supuso más un freno que un avance.

Pertenecer a distintos colectivos puede crear conflictos cuando la defensa de uno de ellos distrae la atención de los otros. Poco deberían importar a la mujer trabajadora el feminismo empresarial o el nobiliario mientras se mantenga la desigualdad entre las mujeres ricas y ociosas y las trabajadoras pobres.

El concepto clave de "mujer trabajadora" no puede estar reservado para las que trabajan a cambio de un salario, sino que abarca a todas las que se ocupan del mantenimiento y el cuidado en el ámbito familiar. El patriarcado es mucho más antiguo que el capitalismo y ya ignoraba el trabajo doméstico. El capitalismo, preocupado exclusivamente por la obtención directa de plusvalía, ignora y desprecia lo que existe fuera de los circuitos mercantiles. Esta consideración como "no productivos" de los trabajos no mercantilizados cala tan hondo que he oído decir a un amigo que los servicios de salud no eran producción. Quedó algo perplejo cuando le pregunté si el negocio sanitario era productivo...

¿Y dónde dejamos a aquellas mujeres cuya orientación sexual las incluye en el colectivo LGTBIQ+? Pueden ser también obreras. No hay contradicción en incluirlas en ambos grupos si eso no desvía la atención de los problemas y demandas del otro lado.

Recordemos los roces que produjo la llamada "Ley Trans" para no dejarnos arrastrar a polémicas inútiles y perjudiciales. Eso sí, denunciemos las maniobras que pretenden diluir el significado de clase (obrera) que nunca debe abandonar el Día de la Mujer TRABAJADORA.

Manifestación por el 8M, en Pamplona. EUROPA PRESS/Eduardo Sanz

El 8M no es el día de todas las mujeres

05/03/2024

En el torbellino de noticias, consignas, cobertura mediática y manifestaciones que inundan las calles cada 8 de marzo (y no solo, hay que sumar la previa y la resaca) se han ido perdiendo los dos elementos esenciales que vertebraban este día. Porque el 8M no es el día -ni nunca ha sido- de la diversidad sexual, ni el día contra el genocidio, ni el día de pelear contra la monogamia, ni el día de los drag queens y, sin embargo, todo lo anterior, son ejemplos de carteles donde el "8M" es el denominador común. Se ha perdido de forma fulminante y en muy pocos años, que el día 8 de marzo es el día internacional de la mujer trabajadora. Primero se perdió el "trabajadora" y, poquitos años después, ha desaparecido incluso la palabra "mujer", no solo de esas cartelerías, sino de los discursos y agendas que se dicen "feministas".

Fue precisamente con el auge del feminismo que desapareció la palabra "trabajadora" del 8M. No sé si porque somos hijas de nuestro tiempo... un tiempo profundamente individualista, neoliberal y superficial, o porque (y quizás justamente por eso) hemos caído en la trampa capitalista de avergonzarnos de nuestra clase social, o incluso peor: de no creernos siquiera que pertenezcamos a ella. Quizás una mezcla de todo lo anterior, sumado a que de los años 80 en adelante somos, sin duda, generaciones que han perdido la paciencia. Contaba Bruno Patino en La civilización de la memoria de pez cómo Google se alegraba de haber sido capaz de medir el tiempo de atención que tiene la generación Milenial (precisamente quienes hemos nacido entre el 80 y el 95 aprox) antes de pasar a otra cosa. El número de segundos, digamos, que somos capaces de prestar atención a algo antes de aburrirnos y pasar a otra cosa. Son 9. Nueve segundos.

Con estos mimbres, no es de extrañar que las generaciones a partir de nosotras/os, necesiten más que nunca y que nadie que nos lo expliquen todo con eslóganes rápidos, y si no es así... casi mejor que no nos lo expliquen porque ya se pasó el tiempo de atender el asunto que fuera. Yo misma tengo que pelearme contra mi impaciencia, no hablo de oídas. Yo misma he notado cómo el mundo digital ha reducido mi capacidad de concentración y de atención. Por otra parte, también he notado cómo alejarme del mundo digital sana esa impaciencia. Por supuesto, no del todo. No creo que pueda ser capaz de volver a como eran las cosas antes, porque no se trata solo de mí, sino de la sociedad. La sociedad entera está contaminada del estrés, de la impaciencia, del cabreo que provocan las dos anteriores, están impregnadas de la polaridad y las luchas ideológicas. En definitiva, que en la era de las prisas, el odio por si acaso, de la autoexigencia, la explotación y la autoexplotación, en la época del "no puedo estar ni 5 minutos sin producir antes de que me entre la culpa o una crisis existencial", el 8M es solo uno de los símbolos y luchas políticas y de reivindicación que han caído junto a muchas otras, como el 25N. Igual que ocurre con el 8M, al ser un día relacionado con las mujeres, poco a poco han ido metiéndose sectores de todo tipo a parasitar, incluido el drag queen, ¡de nuevo!, que no es nada personal, pero no se puede olvidar que es uno de esos espacios donde las mujeres no pueden entrar, porque no tiene gracia cuando nos pintamos, nos ponemos plataformas y pelucas largas, ya se espera que hagamos todas esas cosas por nacer mujeres. Entonces la gracia (a quien se la haga) está en que lo hagan precisamente los nacidos hombres como parodia a las nacidas mujeres.

Creo que este es el primer año en el que no he visto ningún cartel, flyer o póster sobre el 8M (y puede que haya sido el año que más se hayan hecho) con la palabra "trabajadora". El año pasado alguno quedaba, este año, literalmente ninguno. Como ejercicio, pueden intentarlo ustedes, busquen "trabajadora". En unos años, les invitaré a que busquen "mujer", aunque ya habrán notado que también está desapareciendo. Es como que una vez que ya hemos satisfecho a la patronal en particular y al sistema en general, estamos decididas a convertirnos en ser también serviles al sistema patriarcal. Que no es que no lo seamos, ojo, que lo somos, pero se suponía que la lucha feminista peleaba contra eso, que era el pilar que nos quedaba. La feminista es, además, una lucha sólida, apuntalada, explicada de cabo a rabo, estudiada y analizada por mujeres de todos los puntos del mundo a lo largo de nada menos que 3 siglos... derramando muchas veces su propia sangre por el camino para que nos llegara y siguiéramos el relevo. Y, en un abrir y cerrar los ojos, el opresor no está claro y la oprimida mucho menos. La opresión ha perdido su significado, la realidad material no tiene importancia y desentrañar quién es cada uno en la jerarquía sexual del sistema patriarcal te dicen que es tan difícil que habría que coger un microscopio para analizarnos.

Como ven, ni el capitalismo ni el patriarcado necesitan de microscopios para distinguirnos, la realidad ocurre de manera paralela a la inventiva de quienes hablan de "trabajadoras sexual" para no decir "mujeres explotadas sexualmente", de quienes hablan de "gestación subrogada" para que no veas las granjas de mujeres en países pobres, todas embarazadas del semen de señores de países más ricos, de quienes dicen que "el género no es binario" para que no te des cuenta de que quienes mueren por diagnósticos tardíos en las urgencias de los hospitales por no tener cuerpos de hombres son las mujeres, usen los pronombres que usen.

El Día Internacional de la Mujer Trabajadora, el 8M, debería servir como un faro de lucha y resistencia para las mujeres trabajadoras, y aquí entramos todas las que si no trabajamos, no comemos. Es decir, el 8M no es el día de Ana Botín, no es el día de Ana Obregón, ni el día de las Carmen Lomana, las Marta Ortega, las María Pombo, las Dulceidas o las Tamara Falcó, ni de ninguna mujer con menos pompa y seguidores pero que viva de las rentas de los 20 pisos que le dejó su abuelo, ni de ninguna "empresaria" cuyo capital le llegó de una herencia de su padre. El día 8M es el día de las mujeres que si no trabajan, no comen. El 8M es el día de las trabajadoras de Mercadona, que hacen fila en las clínicas de fisioterapia en sus días libres. El 8M es el día de las limpiadoras del hogar, que trabajan en negro partiéndose el lomo, de las que hacen camas en los hoteles y limpian el WC para que otros se lo encuentren impoluto. El 8M también es el día de las que no consiguen ahorrar ni 100 euros, y de las que necesitan 100 euros más para llegar a fin de mes. El 8M también es el día de las abogadas de oficio, de las becarias, de las informáticas, de las dependientas de los centros comerciales.

Y, aunque el capitalismo las desprecie, también es el día de las que están limpiando la casa y la ropa de su marido y criaturas, la que plancha, ventila, baldea, sacude el polvo. La que empuja el carro y carga bolsas, la que valora qué pan compra a qué precio, la que se exprime los sesos y el cuerpo para llegar a las extraescolares, al zapatero, al Día y al banco por una comisión que nunca le debieron cobrar. La que no cotiza en la Seguridad Social ni cobra nada del sistema cuando es ella, precisamente, la que está alimentando, criando y educando a los futuros explotados por el sistema capitalista. Porque si no fuera por la labor que ellas hacen, el sistema se iría a pique. El sistema necesita soldaditos, y las mujeres le entregamos a los nuestros después de mucho dolor, mucho esfuerzo y mucha pasta puesta encima. Porque las mujeres de la clase trabajadora no tenemos hijos o hijas ricas, y también estas niñas/os serán mañana las protagonistas de los futuros 8M, si es que conseguimos que este día sobreviva.

Es obvio que la esencia revolucionaria de muchas fechas y reivindicaciones está quedando en un mar de ambigüedades y celebraciones descafeinadas, en un saco en el que todo cabe, para que nada destaque. Es algo que le hemos gritado durante la última década precisamente a Albert Rivera primero y Abascal después: la violencia contra las mujeres no puede ser mezclada en el saco de "todas las violencias importan". Decir eso es querer diluir el motivo y el foco de por qué ocurre. Ahora aplaudimos discursos similares solo porque vienen de personas que se dicen a sí mismas de otra ideología. Y volvemos al discurso de los 9 segundos: si X dice Y, se resuelve en Z y paso al siguiente asunto.

El 8M lleva unos años ya por esta senda despolitizada, y ahora parece más una fiesta donde ir después de nuestra jornada de trabajo (os acordáis de cuando hicimos huelga, ah, qué jóvenes éramos) para poder consumir (hola?) una coca-cola (pa más INRI) con nuestros amigos, que ellos también necesitan hacer sus chistecitos a cuenta de este día y un público. Por más que las mujeres feministas y de izquierdas intentamos reapropiarnos de lo que es nuestro, de lo que creamos nosotras, ni el capital ni el patriarcado van a soltar este hueso. Ni muchos otros con los que ya se han hecho.

Cuando veáis a las mujeres ricas y explotadoras, a aquellas que se benefician de las mismas estructuras de poder que oprimen a las de su mismo sexo en fábricas, oficinas y hogares, recordad que por muy morado que se ponga el fular o el logo de Instagram, el 8M no es su día, es el vuestro.

Y recordad también que ni el día de la diversidad sexual (25 de junio), ni el día LGTBIQ+ (28 de junio), ni el día del poliamor (21 de junio), ni el día internacional drag (16 de julio) tendrán espacio o tiempo (y así debe ser) para las reclamaciones de las mujeres. Valoremos la posibilidad de que, por una vez, seamos capaces de luchar por nosotras mismas, y solo por nosotras mismas. Porque no estamos bien, amigas, no estamos nada bien, y nadie, nadie en absoluto, cederá un ápice de sus días y de su agenda por nosotras. Mirad a vuestro alrededor, es fácil darse cuenta de que estamos solas. 

viernes, 19 de julio de 2024

De la percepción a la ideología, pasando por la re-presentación

La percepción, a través de los sentidos, es la fuente de toda información. Pero la interpretación de lo percibido requiere una experiencia que se va adquiriendo a lo largo del tiempo. Mucha de esta experiencia es directa, aprendida desde la infancia. Primero es el dominio del cuerpo, e inmediatamente el manejo de las cosas que rodean al niño. A partir de ahí es determinante el nexo con los otros miembros de la sociedad. Buena prueba es la adquisición del lenguaje, que es siempre el de la comunidad propia.

Esta relación de la experiencia con el lenguaje pasa por la conceptualización, que pone nombre a todo lo que pasa a la conciencia, tanto a entes, actos o relaciones como a las  agrupaciones más o menos arbitrarias que los clasifican y ordenan.

Algunas de estas experiencias son inmediatas, pero la inmensa mayoría no es directa. En nuestra vida consciente solo hay percepción inmediata de un número limitado de situaciones objetivas, porque más del setenta por ciento de nuestro conocimiento del mundo tiene carácter mediato. Lo adquirimos en la familia o en la escuela, y actualmente procede en gran parte de la televisión, internet y la prensa, así que nuestra percepción del mundo está mediada por el lenguaje y las imágenes que nos llegan de la televisión y de toda clase de dispositivos móviles.

Un primer paso en la percepción es la representación de lo percibido, que incluye ya alguna interpretación, mediada por experiencias ajenas no siempre fidedignas. En el acto nominativo que acompaña a la elaboración del concepto hay siempre un componente de representación. Por eso, entre los nombres y los objetos o situaciones objetivas nominadas nunca hay absoluta y completa coincidencia. 

Alonso Quijano transfigurado en Don Quijote percibía molinos y se representaba gigantes. La representación suplantaba por completo a la percepción. Es el caso extremo de las alucinaciones. 

Pero eso nos ocurre a todos, aunque no en esa medida tan exagerada. Son muchas las veces que en una configuración casual nos representamos figuras inexistentes. ¿Cuántas veces, conduciendo un vehículo, creemos ver un objeto en la calzada cuando lo que hay es la perspectiva de una frenada? Los terrores nocturnos de los niños les hacen imaginar horribles fantasmas en las sombras de la habitación.

Nunca hay plena coincidencia entre el ejemplo o modelo y nuestra nominación. Pero en el ámbito de la ideología política la representación suplanta a veces casi por completo a la percepción. La magia del lenguaje hace posible que nuestra representación del mundo, distinta del ser del mundo, se imponga como ideología dominante a gran parte de la poblaciónLos conceptos pueden suplantar la percepción mediante una falsa representación. En este mundo tan complejo es difícil luchar con éxito en el plano de la ideología.

El paso de la ideología a la ciencia es un laborioso proceso de depuración de las representaciones, con una corrección continua que adecúa la percepción directa del mundo corpóreo y construye paulatinamente la representación del mundo físico mediante mediciones y conceptos.

La representación es la fase intermedia que va desde la percepción a los conceptos, pero estos median a su vez a la percepción, permitiéndonos captar las esencias, las conexiones internas y la visión de conjunto de las cosas. La representación, puerta de salida de la percepción hacia el concepto, conduce de lo particular hacia lo universal, así que es una función cognitiva básica y decisiva en la actividad nerviosa superior del ser humano.

Todo concepto está compuesto de muchas determinaciones, mantiene interrelaciones con otros conceptos y experimenta transiciones hacia otros. En un mundo cambiante, una representación no actualizada puede suplantar completamente a la percepción y no reflejar los aspectos nuevos sino un mundo ya inexistente.

Hay personas conceptualmente muy ricas; otras no lo son tanto y difícilmente captarán las esencias y obtendrán una correcta visión de conjunto de las cosas. Serán presa fácil para quienes no están interesados de que la tengan. Cuando Margaret Thatcher afirmaba que "no existe la sociedad, solo los individuos", pretendía interesadamente borrar el concepto mismo de aquello que precisamente gobernaba, cerrando esa "puerta de salida" de lo particular a lo universal.

Francisco Umpiérrez desarrolla estas ideas en un artículo que copio a continuación. Deja en él un ejemplo paradigmático de cómo obtener una representación correcta que supere la atomización presente en la percepción inmediata:

En El Capital de Karl Marx la representación también es una función cognitiva decisiva para conceptualizar el mundo mercantil. Les pongo un ejemplo. Para probar que el trabajo que constituye la sustancia de los valores de las mercancías es trabajo humano igual, Marx se expresa en los siguientes términos: “Toda la fuerza de trabajo de la sociedad que se representa en los valores del mundo de las mercancías rige aquí como una sola y la misma fuerza de trabajo humana, aunque conste de innumerables fuerzas de trabajo individuales”. Es decir, bajo el punto de vista de la percepción, la fuerza de trabajo de la sociedad consta de innumerables fuerzas de trabajo individuales diferenciadas, mientras que bajo el punto de vista de la representación rige como una sola y misma fuerza de trabajo.

Superar la percepción inmediata mediante una correcta conceptualización permite también superar la ideología, entendida como "falsa conciencia", en el caso de los incrementos irracionales de los alquileres, cuya única justificación es la renta del suelo, lo que nos traslada a un escenario medieval. No sólo nos retrotraen al feudalismo tributario, sino que convierten los centros urbanos en el equivalente de los castillos señoriales, expulsando a sus habitantes originales a unas periferias que también acaban siendo propiedad de los "fondos buitres".

No es el primero en caracterizar la sociedad que se nos viene encima como "neofeudal": la idea está también presente en el vídeo Neofeudalismo: el G7 apoya que BlackRock compre la infraestructura mundial para enriquecerse aún más. Este es su desarrollo minutado:

0:00 Desigualdad global
0:56 Cumbre del G7 en Italia
1:57 CEO de BlackRock invitado a la cumbre del G7
2:32 ¿Qué es BlackRock?
4:45 PGI: la alternativa corporativa de EE. UU. a la Franja y la Ruta de China
7:50 Larry Fink, director ejecutivo de BlackRock, habla en la cumbre del G7
8:44 Fondos buitre de Wall Street
10:51 BlackRock compra infraestructura
14:40 BlackRock compra los aeropuertos de Malasia
15:34 Los veteranos de BlackRock dirigen el Tesoro de Biden
16:00 El CEO de Blackstone financia la campaña de Trump
17:53 Las empresas de inversión compran casas.
18:40 BlackRock gestiona el fondo de Bitcoin más grande del mundo
19:58 Privatización de infraestructura.
23:34 WEF: "No poseerás nada. Y serás feliz"
25:56 Propiedad de vivienda bajo el socialismo versus el capitalismo
26:17 Corrección: más del 90%* (me equivoqué)
26:21 Propiedad de vivienda bajo el socialismo versus el capitalismo
28:38 Foro Económico Mundial
29:33 El rendimiento del capital supera el crecimiento económico
31:20 Otro

Seamos cuidadosos al buscar las fuentes conceptuales, más allá de

Sigue el artículo de Umpiérrez:

Don Quijote se enfrenta a los molinos de viento. / El Correo EFE










(Con pequeña alusión a la ideología política y a los alquileres)

“Cuando el mundo comenzó a existir, no había nombre alguno. Para quebrar, pues, la indestructible muralla de la no existencia, es preciso despertar a la nada”. 

Viaje al Oeste. Las aventuras del rey mono. Autor anónimo.

Al igual que los nombres fueron uno de los grandes saltos en el nacimiento y evolución de la humanidad, de igual modo sigue desempeñando en la actualidad una función decisiva en nuestra vida consciente. Necesitamos ponerle nombres a las cosas y a las personas y a toda clase de entes, actos y relaciones. Es una condición indispensable para poder comunicarnos con los demás y que sepan de qué les estamos hablando. También es la principal fuerza propulsora de la representación. De hecho, en toda nominación, en todo acto nominativo, refiérase o lo que se refiera, siempre hay una componente de representación. De ahí que entre nombre y objeto o situación objetiva nominada nunca haya absoluta y completa coincidencia. Y en ocasiones, lo que le ocurría a Alonso Quijano cuando estaba transfigurado en Don Quijote, no hay correspondencia alguna entre la nominación y la situación objetiva nominada. En este caso la representación suplanta por completo a la percepción. Pero eso nos ocurre a todos, aunque no en esa medida tan exagerada. Nunca hay plena coincidencia entre el ejemplo o modelo y nuestra nominación. Siempre hay un componente de representación. (Recuerdo al lector que en la percepción el objeto viene dado, mientras que en la representación el objeto lo pone el sujeto. Así en el caso de Don Quijote percibía un molino de viento y se lo representaba como un gigante, percibía una venta y se lo representaba como un castillo. En el caso de Don Quijote el objeto representado era pura fantasía. No siempre cuando alguien se representa una cosa que no corresponde con el ser del objeto percibido debe ser necesariamente un objeto fantástico ni deber haber disparidad absoluta con el objeto representado).

La representación en la ideología política

En el ámbito de la ideología política, por boca de los creadores de opinión y los propios parlamentarios, se lleva a cabo multitud de actos nominativos donde en ocasiones la representación suplanta casi por completo a la percepción. Esto lo hace mucho Isabel Díaz Ayuso. La consecuencia es que los seguidores del PP se hacen con una representación del mundo que no coincide con el ser del mundo. No digo con ello que esto no ocurra también en ocasiones en las filas de la izquierda reformista y de la izquierda radical. Es en parte la magia del lenguaje y el engaño del lenguaje: crea la posibilidad de que nuestra representación del mundo, siendo distinta al ser del mundo, se imponga como ideología dominante entre una buena parte de la población. Pero ¿por qué puede ocurrir esto? Porque en nuestra vida consciente solo podemos tener una percepción inmediata de un número muy limitado de situaciones objetivas. Más del setenta por ciento de nuestro conocimiento del mundo tiene carácter mediato, esto es, lo obtenemos por medio de la televisión, internet y la prensa escrita. De manera que nuestra percepción del mundo, en muy buena parte, está mediada por el lenguaje y las imágenes televisivas y de todas clases de dispositivos móviles. De ahí que yo me incline a denominar percepción mental a toda percepción que no es inmediata. Y ahí está el secreto de por qué una persona puede tener una percepción falsa del mundo: porque su percepción es mental, porque su percepción depende de las imágenes y del lenguaje que nos proporcionan los otros. En este caso la representación se impone sobre la percepción y la suplanta. Y como lo que se afirma no es un disparate, puesto que del hecho del que se habla, por ejemplo, de la corrupción económica, es común, la representación falseadora circula con muchos grados de verosimilitud. Resulta cómico que Díaz Ayuso se presente como defensora de la libertad y señale a “los comunistas”, los militantes de Sumar y Podemos, como la fuerza política que quiere privar a los españoles y españolas de su libertad. Esto es posible porque por medio de los conceptos se puede suplantar la percepción por medio de la representación. No otra cosa es en este caso mentir: suplantar la percepción por la representación por medio de los conceptos. Este es el mundo tan complejo en el que nos ha tocado vivir y por eso se vuelve tan difícil luchar con éxito en el plano de la ideología. (Recuerdo igualmente al lector, de acuerdo con la epistemología de Karl Marx, que los conceptos también se pueden elaborar con representaciones. Y en ocasiones las representaciones, como ocurrió con Einstein en la elaboración de la relatividad espacial, pueden coincidir plenamente con las percepciones).

La representación en la ciencia

La representación es uno de las funciones principales de la actividad psicológica superior. La cuestión es que con la representación en el ámbito de la ciencia se intenta reflejar el ser del mundo y no camuflarlo. La representación nos da a conocer situaciones objetivas que en ningún caso puede darnos la percepción. La física cuántica no sería posible sin representación. Así, por ejemplo, Wolfgang Smith, en su obra El enigma cuántico, distingue el mundo corpóreo del mundo físico. El mundo corpóreo es el mundo del que tenemos una percepción directa, mientras que el mundo físico es el mundo que construyen los físicos mediante mediciones y conceptos. De ahí que el mundo físico sea cognoscible no en el ámbito de la percepción, sino en el de la representación. No en vano Wolfgang Smith define la percepción como “sensación catalizadora de un acto inteligente”. En El Capital de Karl Marx la representación también es una función cognitiva decisiva para conceptualizar el mundo mercantil. Les pongo un ejemplo. Para probar que el trabajo que constituye la sustancia de los valores de las mercancías es trabajo humano igual, Marx se expresa en los siguientes términos: “Toda la fuerza de trabajo de la sociedad que se representa en los valores del mundo de las mercancías rige aquí como una sola y la misma fuerza de trabajo humana, aunque conste de innumerables fuerzas de trabajo individuales”. Es decir, bajo el punto de vista de la percepción, la fuerza de trabajo de la sociedad consta de innumerables fuerzas de trabajo individuales diferenciadas, mientras que bajo el punto de vista de la representación rige como una sola y misma fuerza de trabajo. Hay que saber que la representación es la fase intermedia entre percepción y concepto. La representación es la puerta de salida de la percepción hacia el concepto, de la particularidad hacia la universalidad. De manera que es una función cognitiva básica y decisiva en la actividad nerviosa superior del ser humano.

La mediación de la percepción por los conceptos

La percepción, sobre todo en los adultos, está mediada por los conceptos. Los conceptos, en este caso siguiendo a Mao Zedong, nos permiten captar las esencias, las conexiones internas y la visión de conjunto de las cosas. Pero hay personas que son conceptualmente muy ricas y otras que no lo son tanto. También sucede que todo concepto está compuesto de muchas determinaciones, que mantiene interrelaciones con otros conceptos y que experimenta transiciones hacia otros conceptos. Por lo tanto, en toda nominación está presente no solo la percepción, sino también las representaciones y los conceptos. Puede que una persona disponga de pocos conceptos y de aquellos de los que dispone conozca una parte muy pequeña de sus determinaciones. Si ese es el caso, en el acto de nominación hay poca o pobre coincidencia entre el contenido significativo de la palabra que funciona como nombre y el contenido del objeto o situación objetiva nominada. También ocurre que el mundo cambia, esto es, cambian todos los entes en su naturaleza, en su forma y en su posición. De manera que si no tenemos en cuenta los cambios que se producen en el mundo, a la hora de nominar no reflejaremos los aspectos nuevos del mundo, sino un mundo inexistente. En este caso, la representación suplanta por completo a la percepción. Tal vez ahora podamos comprender mejor de lo que nos advierte el autor de Viaje al Oeste: ¿Cómo superar la indestructible muralla de la no existencia? Hablamos no de la existencia en sí, sino de la existencia en relación con la conciencia. Hablamos de si la conciencia, mediante sus actos de nominación, capta la existencia en su ser y en su esencia. Podríamos afirmar de modo general que superamos la indestructible muralla de la no existencia y despertamos o movilizamos a la nada, cuando en nuestros actos de nominación los conceptos desempeñan el papel estelar, en parte como conjunción de percepciones y representaciones, y en parte, como medio para captar la esencia y las conexiones internas y obtener una visión de conjunto de la parte del mundo en la que nuestra mente esté ocupada.


Hablemos de los incrementos irracionales de los alquileres en las grandes ciudades. Hablemos de una de las esencias principales de esta existencia. Cuando los alquileres suben de forma imparable hasta límites irracionales, esto implica que una gran parte del alquiler es renta del suelo. De manera que una buena parte del alquiler que se paga no está reponiendo el interés ni el capital invertido en la construcción de la vivienda, sino sencillamente pagando a su propietario una renta por ser propietario. Esto es un rasgo de feudalismo en el desarrollado capitalismo. Como la renta del suelo no es más que un resultado social, un fruto histórico, un resultado de los esfuerzos de muchas generaciones en la creación de la ciudad, un fruto de las grandes obras de infraestructuras y servicios creadas por el Estado, dicha renta del suelo debería ser requisada por completo por el Estado. Los mercados, y esta experiencia es accesible al conocimiento de todo el mundo, deben ser intervenidos. No solo la pandemia lo puso así de manifiesto, también lo hizo la guerra en Ucrania, como lo pone igualmente de manifiesto la movilización de los agricultores. En un mundo cada vez más globalizado, el Estado tiene que ser cada vez más fuerte y debe intervenir con total determinación en el mercado. Y no sucederá, circunstancia de la que nos advierten los idealistas neoliberales, que perderemos la libertad, todo lo contrario, ganaremos la libertad, sobre todo los más desposeídos. Desde Hegel sabemos que la garantía para que haya libertad objetiva es el Estado, que no es más que la objetivación de la sociedad en una entidad dotada de muchas funciones, que se asegura de ese modo la defensa del interés común, del interés de la mayoría, frente a los intereses limitados y mezquinos de las minorías. Por lo tanto, solo con el conocimiento de esta esencia superaremos el indestructible mundo de la no existencia y habremos despertado a la nada, a la parálisis mental, a la inacción.

Hablemos ahora del mismo problema, pero desde el ámbito de la percepción. El incremento desproporcionado de los alquileres está expulsando de las grandes ciudades a las personas con poco poder adquisitivo. Progresivamente las grandes ciudades, en especial su centro, se convertirán en un lugar habitado por personas con grandes y medianos ingresos. Se convertirán, aunque no aparentemente, sí funcionalmente, en castillos. Nos retrotraerán a aspectos propios del régimen feudal. Los grandes fondos de inversión, que cada vez se apropian de más y más viviendas, son uno de los principales causantes de este cambio económico social. Si deseamos que el mundo sea más feliz y más libre, debería impedirse que los fondos de inversión acumulen tanta masa monetaria. No deberían ostentar un poder económico superior al producto interior bruto de la media de los países miembros de la Unión Europa. Su libertad económica, al concentrar tanto poder de compra, expropia en la práctica a la mayoría de la población de la tierra. Es el imperio arrasador de la propiedad privada que prohíbe en los hechos el movimiento libre de las personas dentro del territorio de la Unión Europea. También la falta de regulación e intervención en el alquiler vacacional es otros de los causantes de este nuevo feudalismo.


Despidámonos con un concepto revolucionario y esperanzador sobre el futuro de las sociedades humanas de la mano de Karl Marx, contenido en su obra magna El Capital: “Desde el punto de vista de una formación económica superior de la sociedad, la propiedad privada de los individuos sobre la tierra parecerá algo tan absurdo como la propiedad privada de una persona sobre otra. Ni siquiera una sociedad entera, ni una nación, ni todas las sociedades que coexistan al mismo tiempo, son propietarias de la tierra. Solo son sus poseedores, sus usufructuarias, y como boni patres familias tienen que dejársela mejoradas a las generaciones futuras”. Poderosas palabras llenas de verdad. Hay que tener una visión de la evolución de la humanidad a lo largo de muchos siglos. Hoy día nos parece absurdo la propiedad privada de una persona sobre otras, circunstancia que parecía normal en la época esclavista, pues del mismo modo desde la visión de una formación económica superior la propiedad privada sobre la tierra debe parecer igualmente absurda. Algunos, tal vez muchos, nos llamarán utópicos. Sin embargo, quienes nos llaman utópicos, creen en Dios y en el reino de los cielos, un mundo donde no hay ricos ni pobres y donde nadie es propietario privado de bien alguno. Luego, ¿por qué esas personas que creen en ese mundo feliz del más allá no pueden concebir un mundo más feliz en el más acá? Respuesta sencilla: porque en la práctica, aunque se proclamen cristianos y defensores de la caridad y de la igualdad de todos los seres humanos ante Dios, son personas éticamente malas, están más cerca de Lucifer que de Dios. Son detestables impíos.

viernes, 5 de julio de 2024

Por qué se derechiza la clase obrera europea (y III)

Aunque la Historia nunca termina, aquí termina la historia esbozada en las partes  I  y  II  de esta serie.

Intereses inmediatos de grupos de trabajadores, coincidentes con las intenciones de un capital europeo que se bate en retirada entre los BRICS y la potencia norteamericana (para la que Europa juega siempre un papel subalterno), excitan los sentimientos racistas y xenófobos, también antifeministas en muchas ocasiones, negacionistas del cambio climático o de la crisis energética (y de materias primas).

Los partidos de la derecha tradicional, herederos de otros tiempos de bonanza y rivalidad con el socialismo, tardan en adaptarse a la nueva situación. La extrema derecha "sin complejos" les come terreno, y tienden cada vez más a aceptar sus mismos postulados. La nueva y peligrosa alianza que se aproxima no se da ya entre liberales y socialdemócratas, sino entre derecha y extrema derecha.

Las enajenadas masas de trabajadores, en el mejor de los casos, pasan de la política ("todos son iguales..."). Peor aún, muchos se acercan a quienes presumen de defenderlos frente a los inmigrantes, advenedizos que compiten por los escasos puestos de trabajo.

Presentar como puestos de trabajo aceptables los de la industria armamentística ha servido para poner nuestra industria naval, por ejemplo, al servicio de la exportación inaceptable de buques de guerra a países también inaceptables. Difícil explicárselo a quienes se ha despojado previamente del concepto obsoleto de "internacionalismo". Difícil convencer a los trabajadores de las fábricas de armas que constituyen uno de los negocios más florecientes en España.

La manipulación y encanallamiento de los medios de distracción masiva y el agotamiento laboral harán que muchos prefieran ver un partido de fútbol a desplazarse para votar.

¿Puede extrañarnos a estas alturas que movilice más gente un concierto de rock que las protestas contra la barbarie israelí en Palestina?











Por qué se derechiza la clase obrera europea (y III)

Pedro Andrés González
29/06/2024

En la primera colaboración concluíamos que la derechización de Europa nos remitía a la derechización de su clase obrera. En la segunda, abordábamos el esqueleto de nuestro análisis destacando las categorías que nos permitirían entender este fenómeno, yendo de lo concreto a lo abstracto. Finalmente, desde lo abstracto a lo concreto, nos aproximamos de manera comprensiva a la derechización de la clase obrera europea.

La acumulación mundial de capital se caracteriza, en el momento actual, por el enfrentamiento, más o menos velado (guerras, aranceles, sanciones) entre dos grandes bloques, uno que avanza (BRIC’s) y otro que retrocede (USA-Europa). En esta alianza en retroceso, el capital europeo es la parte débil, teniendo un papel auxiliar y subsidiario, con menos acceso autónomo a mercados y a recursos, que en última instancia debe a su menor capacidad para competir en el mercado mundial por su menor productividad en las ramas en que se ha especializado dada la división internacional del trabajo. Esto se expresa en el bajo crecimiento del capital europeo y en la situación de estancamiento desde hace años.

Esta debilidad, en el ámbito internacional, donde se juega la distribución del plusvalor mundial, reclama incrementar la producción de plusvalor en el interior de la UE. Cuestión que condicionará el tipo de políticas que se impulsen desde la Unión Europea e incluso desde los propios gobiernos integrantes de la misma. La situación bélica no solo agrava la subordinación al capital americano sino que además acentúa el carácter restrictivo de las políticas comunitarias, acaparando presupuesto y reorientándolas hacia lo militar.

Además, la acumulación europea de capital se desarrolla a través de sectores avanzados, maduros y en retroceso. De hecho la UE tiene que favorecer la innovación tecnológica en unos sectores (aeronáutica, hardware), dar ayudas para el mantenimiento del empleo en otros (automoción) y garantizar la viabilidad de las explotaciones en sectores que no son competitivos a nivel internacional (agrícola y ganadero, por ejemplo). Ante la diversidad de la situación de los capitales, por sectores y países, la UE ha de atender necesidades diversas e implementar políticas distintas según este fraccionamiento del capital.

De esta manera, las instituciones de la Unión Europea, la superestructura (jurídica, política e ideológica) que representa políticamente al capital europeo en su totalidad, desplegarán una legislación, presupuestos y medidas que favorezcan la mayor explotación de la fuerza de trabajo europea para aumentar la mencionada extracción de plusvalor, a la vez que atiende a los intereses de los distintos tipos del capital europeo en el marco de los requerimientos belicistas.

Estas políticas en que se concreta el tipo de intervención pública europea pasan, en definitiva, por menos derechos humanos, menos derechos sociales y menos compromisos medioambientales, que se deciden en las instituciones europeas. Por tanto, el capital europeo actual reclama un parón de la agenda social tradicional europea. Antes que la Comisión Europea lance estas políticas (restrictivas en lo social y expansivas en lo bélico) con destino a los distintos países, han de pasar en mayor o menor medida por la eurocámara, donde los partidos votan las diversas leyes, planes, presupuestos y políticas.

Pero no todos los partidos sirven para aprobar las medidas restrictivas y los recortes presupuestarios que reclama, en el contexto de guerra, el aumento de la explotación de la fuerza de trabajo europea. Aquellos partidos en cuyos programas se combinan en mayor o menor medida el liberalismo económico (individualización, liberalización, privatización, recortes laborales y sociales) y el regulacionismo ciudadano (restricciones a las libertades y derechos civiles y humanos, recortes presupuestarios) (ver Apuntes sobre Derecha e Izquierda en criticonomia.blogspot.com), están en mejores condiciones de representar esta necesidad del capital europeo. Esto tiene como expresión la derechización del arco europarlamentario, incluyendo a la propia izquierda empezando por la más moderada (socialdemocracia), fenómeno que no es reciente, como puede comprobarse en el gráfico que muestra el reparto de los escaños del Europarlamento desde 2014.

Evolución de la derecha vs izquierda en el Europarlamento. Pedro Andrés González











Hasta ahora la gran coalición de centro ha venido siendo un instrumento útil en la medida que liberales y sobre todo socialdemócratas han ido cediendo en favor de una agenda más cercana a la derecha (neoliberal). Actualmente, aunque tampoco es algo novedoso, una manifestación de que el imperativo del capital reclama acelerar el proceso, es el auge de la extrema derecha que permitirá avanzar de manera más amplia y más rápido de lo que hemos venido teniendo (un ejemplo, el pacto sobre migración que es visto por muchas organizaciones como un retroceso ha tardado en aprobarse más de cuatro años, y otro tanto las regulaciones medioambientales recientes).

Las distintas políticas puestas en marcha por las instituciones europeas, los debates entre partidos para aprobarlas, la configuración de los diversos grupos europarlamentarios, las elecciones europeas y las luchas partidarias en el marco electoral son otras tantas formas en que se desenvuelve la lucha de clases que caracteriza a la sociedad capitalista europea. Enfrentamiento entre clases que se desarrolla, pues, en diversos ámbitos territoriales (europeo y nacional), y se establece entre las distintas fracciones de las clases en liza, la burguesía y el proletariado europeos.

Esta lucha europea de clases manifiesta la diversidad de necesidades e intereses de las clases sociales y sus segmentos. Al punto que, en el caso de los partidos, que expresan dichas necesidades e intereses, se configuran cada vez en mayor medida, como veremos, en organizaciones políticas interclasistas, porque así se presentan en lo inmediato esos intereses y necesidades.

Tomemos el caso de la clase obrera. La segmentación de la clase obrera que tiene que ver con la tipología de la fuerza de trabajo (sexo, edad, formación, cualificación, nacionalidad, entre otras), con las características del capital que la emplea (avanzado, estancado o en retroceso) y, en última instancia, con la materialidad del proceso de producción (el uso de tecnologías como robotización, automatización, digitalización).

"La enajenación de la conciencia libre de la clase obrera es un resultado del fetichismo de la mercancía que ya descubriera Karl Marx. No es nuevo, pero menos cuenta se le echa en el quehacer político cotidiano"

Estos segmentos introducen necesidades e intereses específicos junto a los generales (los que afectan a todos los vendedores de fuerza de trabajo). En determinados momentos, estos intereses específicos cobran más relevancia que los generales, acentuando la división dentro de la propia clase, y permitiendo que la representación política de dicho segmento sea ostentada por partidos o corrientes ideológicas que, ausentes anteriormente, ahora ponen foco en esa especificidad. Por ejemplo el feminismo, la inmigración o el ecologismo, que siendo aspectos abanderados por la izquierda y a los que la derecha se ha ido sumando de manera ralentizada y moderadamente, son percibidos de manera distinta por los diversos segmentos de la clase obrera.

Más concretamente, la oposición al feminismo y a la inmigración en algunos sectores de la clase obrera tiene que ver con la competencia en el mercado laboral, cuestión que se agudiza más en las ramas productivas estancadas y en retroceso, así como en las cualificaciones donde es más efectiva tal competencia (en el caso de los inmigrantes los puestos menos cualificados y en el de las féminas se va transversalizando por el avance de las mujeres en su formación). La respuesta política de la conciencia enajenada es la restriccion de derechos hacia dichos colectivos. Pero, lo mejor es que esta expresión de sus intereses inmediatos puede coincidir con los intereses no tan inmediatos de fracciones del capital, que solo pueden sobrevivir sobreexplotando la fuerza de trabajo para lo que requieren pagar bajos salarios, que cuelan mejor cuando la fuerza de trabajo está desprotegida, aislada o es ilegal.

Como se ve, la enajenación en el capital (en su capital, el que lo emplea) y en la mercancía (su mercancía, la fuerza de trabajo), va adquiriendo matices que se expresan políticamente en lo inmediato de manera diversa y a veces convergente con sectores de la clase antagónica que, en esto, hace causa común.

Otro ejemplo lo proporcionan los asalariados de renta alta acorde con la situación de su capital, su cualificación y su formación. Estos, como la burguesía, ven en el Estado social (o en los aspectos sociales del Estado, servicios públicos de masa) un enemigo dispuesto a expropiarlos a base de impuestos. Además, igual que la burguesía, no necesitan estos servicios públicos (sanidad, educación, pensiones, prestaciones por desempleo) desarrollados (ampliamente extendidos) porque ellos acceden a la modalidad privada de los mismos: aseguradoras sanitarias, educación concertada o privada, fondos de pensiones y bajadas de la fiscalidad. Los partidos de la derecha expresan mejor estas necesidades e intereses que los de la izquierda (hasta ahora).

Podríamos seguir con otros fragmentos del obrero colectivo y con otros asuntos que se sitúan en un primer plano; en esta última cuestión tiene mucho que decir la función enajenante de los medios de comunicación (campañas “informativas” contra la okupación que atemorizan a los propietarios de viviendas, que destacan los efectos fiscales de la inflación, mencionan rasgos nacionales o raciales de los delincuentes cuando son extranjeros, o influencers que discuten la idoneidad de las mujeres para ser bomberos, entre otras muchas portadas), pero lo dejamos para otro momento.

Un último caso concreto de segmento de clase obrera, éste muy vinculado a la desafección electoral (abstención) o al voto a la derecha en su modalidad extrema, es el de los integrantes del ejército laboral de reserva (población parada) o empleados en sectores en retroceso, cuya fuerza de trabajo no requiere excesiva cualificación y pueden ser sustituidos con facilidad por fuerza de trabajo inmigrante. En este caso, la conciencia enajenada en la mercancía pasa por defender la compraventa de la fuerza de trabajo de manera insolidaria y excluyente, tendiendo a votar a quienes les prometan acabar con la culpable competencia foránea. Sobre todo en esta capa, y alimentado por el discurso antipolítico (la política no vale para nada, son todos iguales, solo quieren llenarse los bolsillos), otro mecanismo enajenante, muchos preferirán seguir a su equipo favorito a perder su precioso tiempo votando.

Por supuesto, a medida que se asciende en concreción, van entrando en juego más determinantes de la conciencia: la historia y las experiencias laborales, vecinales, familiares, pueden resaltar aspectos o difuminar otros. Entramos así en el fantasmagórico mundo de la particular forma de la conciencia libre enajenada en el capital, la conciencia individual.

La conciencia libre enajenada (libertad subsumida en la enajenación) que produce la relación social general (capital), en este caso sobre la clase obrera y en las circunstancias actuales (el papel del capital europeo en la acumulación mundial de capital), en ausencia de operadores sobre la producción de dicha conciencia (experiencias, discursos y teorías desenajenantes), nos permite entender la acción política de ésta y su forma electoral en la actualidad.

La enajenación de la conciencia libre de la clase obrera es un resultado del fetichismo de la mercancía que ya descubriera Karl Marx. No es nuevo, pero menos cuenta se le echa, en el quehacer político cotidiano (y en su correspondiente organización).

Si tuviésemos que resumir lo dicho, de manera apretada, la derechización de Europa es la expresión de la acción política de las clases sociales, particularmente de la clase obrera europea (por acción u omisión, de sus fracciones más influyentes), como resultado de su enajenación en el capital europeo que, a falta de iniciativas desenajenantes, la lleva a apoyar a los partidos que mejor representan las políticas (civiles y sociales) que el capital europeo reclama como respuesta inmediata a su debilidad en el marco de la competencia internacional de capitales. Otra cosa es ver las salidas que una organización de la clase obrera, con el propósito de superar la subordinación de las personas al capital, se pudiera plantear para operar sobre la producción de la conciencia enajenada de la clase obrera. Pero esto será en otro momento.

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Pedro Andrés González Ruiz es licenciado en Ciencias Económicas.

jueves, 4 de julio de 2024

Por qué Europa ha girado a la derecha (II)

En la primera parte de esta serie pudimos constatar como un hecho probado que el ascenso de la extrema derecha en Europa se producía sobre todo por la desafección de gran parte de la clase obrera hacia los partidos que tradicionalmente la han representado, con un peligroso deslizamiento hacia la extrema derecha de los más insatisfechos. La segunda parte indaga en las razones de la disgregación del interés común de los asalariados en diversos intereses de grupo frecuentemente contrapuestos.

La derecha y sobre todo la extrema derecha aprovecha la contraposición entre unos y otros grupos poniendo en primer plano la competencia entre ellos, que se une a la que el ejército de reserva que forman los parados provoca entre los que compiten por los mismos puestos de trabajo. La insolidaridad se alimenta así tanto a nivel individual como grupal.

Como la clase obrera está inmersa en un proceso productivo dirigido por el capital, su propia supervivencia está ligada a la de las empresas que utilizan su fuerza de trabajo. Estas a su vez compiten entre sí, a expensas del plusvalor que obtienen de sus asalariados. A escala mundial, los flujos de capital se dirigen a distintos países y a distintos sectores, en busca de optimizar beneficios. Todo este entramado de intereses contrapuestos, unido a la diversidad de posiciones laborales dentro de la misma empresa, dificultan la acción común.

Esta acción común se expresa en dos niveles, el sindical y el político. En la lucha sindical se disputan las condiciones inmediatas de trabajo. Para la lucha política la organización pasa necesariamente por partidos que expresen sus intereses. En ellos se ven representadas las diversas fracciones de la clase obrera. Compiten electoralmente por situar a sus representantes en las instituciones políticas, en las que la disputa se concreta en leyes, planes y presupuestos, todos los cuales benefician en mayor o menor medida a unas u otras fracciones de la clase obrera y de la burguesía.

Cuando un trabajador vota (o se abstiene) actúa políticamente. Podemos pensar que lo hace simplemente por que le da la gana. ¿Sigue a su conciencia individual, o a una conciencia de clase? En todo caso habrá que explicar las condiciones materiales determinantes de su decisión.

Y estas condiciones materiales nos llevan al motor de todos los procesos económicos: la incesante acumulación del capital. Esa sed por el crecimiento constante determina los conflictos entre bloques económicos, entre países y entre ramas productivas, pero también entre empleadores y empleados y en el seno de la clase trabajadora.

Quedan por concretar las causas de la actuación electoral de la clase obrera, que no es una elección caótica sino la síntesis de múltiples determinaciones.

Malagón


Por qué Europa ha girado a la derecha (II)

Habíamos quedado en que la derechización de la Unión Europea nos remitía a la derechización de la clase obrera (ver criticonomia.blogspot.com), que es el fenómeno al que nos queremos aproximar en lo que sigue.

Para ello, procedemos mediante el análisis (separación) y la abstracción (quitar determinaciones) para obtener las categorías explicativas. Este será el cometido en la exposición que sigue.

Cualquier miembro de la clase obrera actúa políticamente cuando realiza una elección, ya sea esta abstenerse o votar (a un partido de la derecha o de la izquierda). Así considerado, se trata de un sujeto que lleva a cabo una acción política (electoral) y nos preguntamos por lo que le mueve. Respondiéndonos que su conciencia individual. Por tanto, para entender su acción hay que mirar su conciencia.

Esta conciencia individual, que da pie a distintas acciones (abstención, voto a la izquierda o voto a la derecha), tiene muchos determinantes, pero el principal -en nuestra opinión- es la conciencia de clase obrera. Tal conciencia obrera se presenta bajo diversas modalidades, hemos de detenernos en esto. En cualquier caso, la conciencia obrera es un atributo del ser obrero, por lo que hemos de preguntarnos por la clase obrera y su fragmentación.

La clase obrera o asalariada, integrada por el conjunto de personas que venden su fuerza de trabajo, se nos aparece fragmentada, según la modalidad de fuerza de trabajo que personifica. Nos preguntamos por esta diversidad, que es la forma de su unidad. Efectivamente, la fuerza de trabajo presenta diversas características según formación, cualificación, sexo, edad, etc. Además de ser empleada, la clase obrera reproduce su fuerza de trabajo (habita, consume, descansa, …). En definitiva, las condiciones materiales y sociales que rodean el consumo y la reproducción de la fuerza de trabajo están presentes en la segmentación de la clase obrera. 

Entre los integrantes de la clase obrera se establece una relación de competitividad por la venta de la fuerza de trabajo y que, en ausencia de una relación de solidaridad (sindicato), va a determinar la venta de su fuerza de trabajo por debajo de su valor dada la sobrepoblación obrera que genera el capital (parados).

"Si nos paramos en la conciencia individual, alguien podría pensar que los obreros votan así porque les da la gana; o si nos paramos en la conciencia de clase tenemos que la conciencia, en abstracto, determina la acción política sin explicarnos tal conciencia"

La clase obrera no existe sola, sino junto a sus empleadores, los que le compran la fuerza de trabajo, la clase capitalista o burguesía. Estos, en cuanto propietarios de los medios de producción, deciden en lo inmediato qué, cuánto y cómo producir, con el objetivo de obtener más valor (plus valor) del que adelantaron (salario). Para ello deben explotar a la fuerza de trabajo que contratan, o sea haciendo que esta genere más valor del que finalmente cobra. Tanto en la compraventa de la fuerza de trabajo, acordando el salario, como en el uso de dicha fuerza, lo que gana uno lo pierde el otro. O sea, burgueses y asalariados, mantienen una relación antagónica, la lucha de clases.

Esta lucha se expresa de diversas formas, una es la sindical donde se disputan las condiciones inmediatas de trabajo (salario, jornada, entre otras) y otra es la jurídico-política que obliga a intervenir a las instituciones (jueces, gobiernos, u otros). Ambas formas presuponen que la clase obrera se organiza en sindicatos o partidos, que expresan sus intereses y en los que las diversas fracciones de la clase obrera se ve representada, por lo que hemos de detenernos en la diversidad de partidos (y como caso extremo la dicotomía derecha e izquierda).

Estos partidos compiten electoralmente por situar sus representantes en las instituciones políticas, caso del Parlamento Europeo. Allí, se establece una lucha institucional, donde la disputa adopta la forma de medidas, políticas, planes, legislaciones y presupuestos, que benefician en mayor o menor medida a unas u otras fracciones de la clase obrera y de la burguesía (también con su fraccionamiento). Las instituciones de la UE representan políticamente al capital europeo en su totalidad.

Al mirar esta lucha de clases, al margen de sus formas concretas (sindical, judicial, institucional, política, pongamos por caso) vemos que es la manera en que las clases establecen la relación de capital, la compraventa de la fuerza de trabajo. Y que el movimiento de esta relación nos remite a la acumulación de capital, que a su vez nos lleva al proceso capitalista de producción, al proceso de valorización en cuya materialidad (proceso de trabajo) hay que buscar los atributos que el capital necesita y, por tanto, la diversidad de fuerzas de trabajo demandadas por el capital. A su vez, el proceso de producción nos hace mirar el capital, el dinero, el valor y la mercancía (todo esto y lo anterior está en Marx).

Tomando la acumulación europea de capital podemos ver las distintas formas y fracciones del capital europeo, con necesidades comunes y específicas. Particularmente, hay capitales europeos más avanzados que se expanden, otros en fase de maduración que se estancan y capitales más atrasados que se reducen. Este distinto grado de desarrollo tiene que ver con las características propias de los capitales (tecnología, productividad) y con su inserción en el mercado mundial (especialización). Allí el capital europeo compite con capitales de otros bloques económicos, actualmente EE. UU. y BRICS; junto a la lucha por los mercados se produce la lucha por los recursos, abriendo el abanico de posibilidades que nos muestra la geopolítica mundial (tratados, acuerdos comerciales, aranceles, sanciones, guerras, entre otros).

En la exposición anterior nos hemos remontado desde lo más concreto (acción electoral) hasta lo más abstracto (acumulación mundial de capital), destacando las categorías que nos sirvan para explicarnos aquella realidad. Es importante no pararse antes de llegar al final porque ello da pie a la naturalización de la categoría, a una reproducción mental parcial o superficial del fenómeno (ideológica) y a la mutilación de su conocimiento.

Así, por ejemplo, si nos paramos en la conciencia individual, alguien podría pensar que los obreros votan así porque les da la gana; o si nos paramos en la conciencia de clase tenemos que la conciencia, en abstracto, determina la acción política sin explicarnos tal conciencia (condiciones materiales en que es producida), con lo que no solo incurriríamos en una abstracción sino también en una idealización. De igual manera, si nos detenemos en la clase social, en el partido político, en las instituciones políticas, o en el capital europeo sin llegar al capital mundial.

Ahora nos queda retornar al concreto (acción electoral de los miembros de la clase obrera), pero ya no como representación caótica de la realidad, sino como un concreto pensado, síntesis de múltiples determinaciones.

Pero esto quedará para la siguiente entrega.

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Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

martes, 2 de julio de 2024

Por qué Europa ha girado a la derecha (I)

Cuando recorro las calles de mi ciudad me da por pensar que muchos de los transeúntes con los que me cruzo son votantes de la derecha. Lo más preocupante es que esa derecha cada vez se desliza más hacia peligrosas posiciones radicales, y que cada vez son más los votantes arrastrados a esas posiciones. No es una broma, porque los activistas de esos grupos radicales de derechas se están haciendo muy agresivos y el ciudadano que no quiere líos con ellos procura, por lo que le pueda ocurrir, no hacerse notar. Se hacen así con facilidad dueños de la escena pública. ¿Qué puede ocurrir si se instalan en el poder con mayoría absoluta?

Un artículo de la escritora Azahara Palomeque titulado: ¿Y si tu vecino es un nazi? recoge de su experiencia estadounidense las formas en que los violentos de vocación fascista mantienen acobardados a muchos ciudadanos pacíficos, temerosos de ser señalados como pertenecientes a algunas de las minorías a las que odian y sobre las que ejercen sin miramientos una violencia brutal. No es pues ninguna broma el clima que siembran estos bárbaros, punta de lanza de los poderes a los que sirven, como hemos visto en otros tiempos históricos y vemos crecer ahora mismo.

El hecho indudable es que, como vimos en las elecciones europeas y ahora más claramente aún en las francesas, cada vez son más los votantes a los que esto no asusta porque se sienten fuera de peligro, o que simpatizan claramente con la exclusión de quienes consideran sus competidores en la lucha por la supervivencia. Los discursos de odio, desgraciadamente, calan.

Cada vez hay más, y lo más inquietante es que el fascismo, lejos de asustarlos, empieza a anidar entre los trabajadores europeos, como señala, desde la crítica marxista de la economía política, el economista Pedro Andrés González Ruiz en una serie de tres artículos. No se trata de escandalizarse, sino de comprender las causas objetivas del fenómeno.

En el primer artículo, aparecido en infolibre y en rebelión, investiga el peso del voto de derecha en las distintas clases sociales. Después de constatar el hecho de la derechización obrera, en los siguientes examina las causas probables.


Por qué Europa ha girado a la derecha (I)


Fuentes: Rebelión












Los resultados de las recientes elecciones europeas ponen de manifiesto el giro hacia la derecha en la Unión Europea (UE), nos proponemos aproximarnos a este fenómeno desde la perspectiva de la Crítica de la Economía Política (CEP).

Por si todavía alguien tiene dudas de que la ciudadanía europea ha votado mayoritariamente a la derecha, cuestión esta menos novedosa que se viene produciendo de manera tradicional, y que ha incrementado su apoyo a las opciones políticas conservadoras y retrógradas (derecha), veamos brevemente los resultados.

La participación ascendió, en el ámbito europeo, al 51,1%. Puede parecer poco, pero es el máximo de los últimos 20 años, suponiendo un crecimiento respecto de 2019 (50,7%) y 2014 (42,6%). Por tanto, la abstención fue del 48,9 por ciento.

https://results.elections.europa.eu/es/participacion/













En cuanto a resultados electorales bajo la dicotomía izquierda/derecha. En la parte de la izquierda europea las votaciones han dado los siguientes resultados: socialdemócratas obtienen 135 eurodiputados perdiendo 19; los verdes sacan 53 y reducen en 21, respecto del anterior Europarlamento; y la izquierda cuenta con 36 por lo que disminuye en 5. En total la izquierda europea obtiene 224 (31%) dejándose en el camino 45 escaños.

Por su lado, la derecha, que son el resto de partidos, ha obtenido 496 parlamentarios de un total de 720, o sea casi el 70 por ciento. Por insistir en la derechización de la ciudadanía europea, veamos sus tendencias: los liberales obtienen 79 y pierden 29; el partido popular saca 189 y gana 7. En cuanto a la extrema derecha, según una investigación del diario Público, más de 40 partidos en los 27 países que han votado, suponen 192 europarlamentarios, casi el 27 por ciento, con un crecimiento de 52 sillones. El resto, unos 36 eurodiputados, pertenecen a partidos difíciles de ubicar, o que se autoubiquen en la dicotomía derecha-izquierda (caso de los 5 estrellas italianos que están en los no inscritos junto a Junts, por ejemplo), pero son pocos y alteraría en menos de 5 puntos el análisis.

Una vez aclarado lo que entendemos por derechización de Europa o de la ciudadanía europea, encaremos este fenómeno e intentemos explicárnoslo. Para ello usaremos las herramientas que nos procura la CEP procediendo conforme a las indicaciones de Karl Marx en el prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política. De otra manera, ya sabemos lo que ha hecho la ciudadanía europea, ahora tratemos de saber qué han hecho las clases sociales de la UE.

Bajo nuestro punto de vista, ello pasa por reproducir en el pensamiento este fenómeno concreto (derechización de la UE) poniendo en juego una serie de categorías: capital, instituciones políticas, clases sociales, lucha de clases, conciencia de clase, acción política, sujeto político, entre otras.

Pero, antes sinteticemos a través de un cuadro el comportamiento de las clases europeas en las recientes elecciones. Las cifras que se exponen son porcentajes respecto del total del electorado. La tabla presenta en las columnas a las clases sociales, y en las filas las acciones políticas que ha realizado el conjunto de los miembros de cada clase (abstención, votar a la derecha o votar a la izquierda).










En la confección de este cuadro hemos tenido en cuenta los siguientes datos: según el Parlamento Europeo la participación ha sido del 51 por ciento y la abstención del 49 por ciento; el porcentaje de ciudadanos que ha votado a la izquierda (socialdemócratas, verdes y la izquierda), teniendo en cuenta los 224 (31% de escaños) que ha sacado, asciende al 16 por ciento; mientras que el porcentaje de ciudadanos que votó a partidos adscritos a euro grupos de la derecha (el resto), sabiendo que obtuvieron 496 asientos (69%), ha sido el 35 por ciento. Esto queda reflejado en la última columna de la tabla.

"El comportamiento electoral de la clase obrera sale como resultado de restar el comportamiento capitalista al ciudadano. De los 80 miembros de la clase obrera que hay en cada 100 ciudadanos europeos deciden abstenerse 39, votan a la derecha 26 y votan a la izquierda 15"

Ahora veamos cómo se ha comportado cada clase social. Partimos de un reparto de la ciudadanía europea entre las clases sociales del 80 por ciento para la clase obrera y el 20 por ciento para la clase capitalista (ver criticonomia.blogspot.com). Esto se expresa en la última fila de la tabla.

Suponemos que la participación electoral es similar en ambas clases, es decir del 51 por ciento; y, en cuanto a la propensión al voto de la clase capitalista, que el 90 por ciento vota a la derecha mientras el 10 por ciento vota a la izquierda; la columna tercera nos muestra el comportamiento electoral de la clase capitalista/burguesa. Es decir, de 20 capitalistas por cada 100 ciudadanos europeos, 10 se abstienen, 9 votan a la derecha y 1 vota a la izquierda. El comportamiento electoral de la clase obrera sale como resultado de restar el comportamiento capitalista al ciudadano; o sea, de los 80 miembros de la clase obrera que hay en cada 100 ciudadanos europeos, deciden abstenerse 39, votan a la derecha 26 y votan a la izquierda 15, tal como se refleja en la segunda columna de la tabla. Desde este punto de vista, la derechización de Europa tiene que ver con la derechización de su clase obrera, del conjunto de sus personas asalariadas. Así que hemos de interrogarnos por esto último, pero esto será en la próxima entrega.

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Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.