miércoles, 17 de abril de 2024

El marco mental del enemigo

Empezaré este comentario con una cita que apea de su pedestal las pretensiones y los humos de los creyentes en destinos manifiestos, los haya dispuesto "Dios" o lo haga "Naturaleza"; dicho esto en recuerdo de Spinoza y su identificación panteísta, (o tal vez prudentemente atea).

El paleontólogo Francesc Gascó Lluna es autor del libro Paleontología pop, lecciones desde el pasado. Leo en la página 124:

La realidad es aterradora: no nos hemos ganado estar aquí, ni hemos sido una tendencia del mundo natural. Somos el resultado de una carambola tras otra. Pero llevamos siglos reconfortándonos en la idea de que éramos especiales: primero, seres cuasi divinos, creados a imagen de seres superiores; después, la culminación y perfección última de la evolución. Pero lo cierto es que no somos más que unos simios viviendo en nuestro instante del tiempo geológico, como otras tantas especies. Y como todas las especies, nuestros días están contados. No hay más que echar un vistazo al registro fósil para aprender que nada es para siempre, que la vida se acaba.

Si la ciencia echa por tierra cualquier orgullosa predestinación y nos recuerda la finitud de nuestra estancia por aquí, lo que no deberíamos hacer es acelerar esa extinción que sabemos inevitable. Nuestra vida particular procuramos que dure, aunque haya quien acelere su final más o menos voluntariamente. ¿Por qué no preservamos igualmente nuestra presencia colectiva?

Son los marcos en que estamos situados los que dirigen casi siempre nuestra conducta. Nos adaptamos a ellos y es muy difícil salir de su dominio. Por algo hay actualmente tanta obesidad mórbida y tantas adicciones, aunque casi todos sepamos lo que nos hace daño.

Se trata ante todo de marcos mentales. Son la horma que altera nuestra percepción de la realidad y nos aferra a permanecer en ellos.

Los experimentos mentales de Albert Einstein superaron y reformularon los marcos de la física clásica. Aprendamos de él. Este es uno de sus consejos, hallado aquí:

Uno de los dichos más recordados del científico fue "no podemos resolver un problema si razonamos de la misma manera en la que razonamos para crearlo", por lo que el físico siempre buscaba nuevas perspectivas para agilizar sus capacidades de resolución. 

Razonamos dentro de marcos dados. Las religiones y las ideologías tienen una sólida base social, apoyada en los intereses de quienes las han impuesto y aceptada sin más por la mayoría. Otras ideas se abren paso penosamente, más o menos reprimidas según el peligro que las clases dominantes perciban en ellas, el consenso que logren para combatirlas o la fuerza real de que dispongan para hacerlo.

Los marcos falsos son difíciles de mover. Lo expresa a la perfección la Ley de Brandolini:

«La cantidad de energía necesaria para refutar tonterías es un orden de magnitud mayor que la necesaria para producirlas»

Es más fácil engañar a la gente que desengañarla. No es agradable reconocer que se ha pecado de crédulo; equivale un poco a sentirse tonto. Además, el proceso de refutar las falacias y los bulos es arduo y difícil:

La desfachatez y la ignorancia pueden hacer una pregunta en tres líneas, cuya respuesta costará saber e ingenio, treinta páginas. Cuando esto se haya hecho, la misma pregunta se volverá a hacer triunfalmente al año siguiente, como si nunca se hubiera escrito nada sobre el tema. Y como a la gente en general, por una u otra razón, le gustan más las objeciones cortas que las respuestas largas, en este modo de disputa (si se le puede llamar así) las probabilidades deben estar siempre en nuestra contra; y debemos contentarnos con aquellos para nuestros amigos que tienen honestidad y erudición, candor y paciencia, para estudiar ambos lados de la cuestión.

Si falacias y bulos, además, nos alivian de preocupaciones ofreciendo soluciones falsas a problemas verdaderos, el desengaño se hace aún más difícil.

En la ardua tarea de escapar de estos marcos engañosos hay que abandonar las fantasías y prestar, una vez más, oídos a la ciencia.

Antonio Turiel es un científico. No es un político que parta de posiciones preconcebidas. Sus conclusiones se basan en un conocimiento avalado por el de miles y miles de otros científicos. Frente a los negacionismos, algunos expresos y la mayoría tácitos, que buscan soluciones técnicas y casi siempre fantásticas a problemas sistémicos. 

Y esas conclusiones son claras:

Hay que repetir y profundizar una y otra vez en la explicación de qué es lo que pasa, por culpa de la abrumadora sordina mediática sobre la verdadera dimensión de la crisis biofísica de nuestra civilización. 
Todo el trabajo previo, todo el trabajo que he hecho en estos 14 años de divulgación, se resume en que no hay ninguna manera técnica de mantener el capitalismo. No es posible, físicamente, seguir con el mismo sistema socioeconómico. Faltarán recursos, faltará energía, y los problemas ambientales y el Cambio Climático en particular ya están causando desastres en cascada que afectan a la "normal" ejecución del sistema económico. Solo cabe esperar fallos y más fallos, cada vez más concatenados y al final en cascada, hasta que en la práctica el capitalismo, tal y como lo entendemos hoy en día, haya desaparecido de una manera u otra, bien porque haya evolucionado hacia un sistema democrático o más probablemente– autoritario que sí que nos mantenga dentro de los límites biofísicos del planeta, bien porque la civilización colapse (y en el caso extremo la especie humana se extinga). 
"Entonces, ¿cuáles son las soluciones?" 
No hay solución posible dentro del capitalismo. Simplemente, no la hay. El cambio que necesitamos es cultural, es social, es económico, es político y es radical, ya que se necesita ir a la raíz del problema. Necesitamos salir del marco mental del enemigo, y empezar a pensar por nosotros mismos, a ser libres, a respirar. 
Durante estos meses yo sigo hablando con representantes de muchas empresas muy diferentes, todas ellas en el sector productivo. Todas ellas son conscientes de la gravedad del momento. De hecho, para todas ellas (dicho por los propios directivos con los que he conversado) la clave ahora mismo no está en el crecimiento, sino en la supervivencia. No tienen claro si podrán sobrevivir, están buscando desesperadamente métodos y maneras, de todo tipo, para sobrevivir. 
Entonces, si la industria tiene claro que la batalla es otra, ¿a quién le interesa este solucionismo impuesto a grito pelado de los industrialistas, el mismo que nos está arrastrando al foso? 
El solucionismo solo le interesa al poder financiero, puesto que en un mundo postcapitalista no tiene futuro. El sector financiero es el único que no acepta ni aceptará nunca que el mundo ha cambiado, porque aceptarlo significa aceptar que su negocio se ha terminado. 
Los industrialistas, con su solucionismo machacón, están hablando solo en representación del poder financiero. Es al único al cual realmente representan.

Esto lo ha publicado en su blog el pasado miércoles. Os dejo con él:







miércoles, 10 de abril de 2024

El marco mental del enemigo


Queridos lectores:

"Entonces, ¿cuáles son las soluciones?"

Ésta es la pregunta frecuente que oigo al finalizar cualquier acto en el que participo.

Una pregunta muy lógica en el marco mental que nos movemos, y que por tanto es muy repetida. En cualquiera de estos actos empleamos, aún, una cantidad increíble de tiempo en hacer el diagnóstico de la situación, y queda siempre poco margen de tiempo para hablar sobre el qué hacer. Pero no hay remedio: hay que repetir y profundizar una y otra vez en la explicación de qué es lo que pasa, por culpa de la abrumadora sordina mediática sobre la verdadera dimensión de la crisis biofísica de nuestra civilización (la policrisis como a veces se dice, fruto del choque repetido y obstinado contra los límites biofísicos del planeta). Porque la gente no sabe lo que está pasando en realidad. Ven que las cosas no funcionan, que no van bien, pero no entienden. Más aún: hay tal cantidad de basura comunicativa, de cachivaches (des)informativos, que resulta tan difícil avanzar en la discusión como lo es moverse en medio del desván de la abuela: a cada paso, alguien te saca una "noticia" que leyó o escuchó (a veces hace ya años, pero nunca fueron desmentidas), cáscaras vacías que siempre envejecen muy mal pero que continúan ocupando espacio en la discusión: que si grafeno, que si fusión, que si torio, que si combustibles sintéticos, que si hidrógeno verde, que si metanol, que si baterías de sodio, que si litio-fosfato, que si geotermia, que si undimotriz... Y en medio de ese espeso follaje de medias verdades y clamorosas mentiras, yo me encomiendo a nuestro patrono, San Brandolini, y voy paciente pero penosamente abriéndome camino con el machete de los datos y el análisis técnico. Y así, cuando por fin y ya sin tiempo llegamos a la claridad de comprender la situación, es cuando llega la pregunta de marras.

"Entonces, ¿cuáles son las soluciones?"

Esta frase es, en realidad, una falacia más, pero de un tipo diferente a las anteriores. Y es que si bien las anteriores se pueden refutar desde un punto de vista técnico, con argumentos científicos y datos contrastados, en este caso el problema es conceptual. Es una pregunta mal formulada porque parte de un marco conceptual erróneo.

El marco conceptual del enemigo.

Porque, después de una farragosa discusión técnica, sobre cuestiones técnicas, contrastando datos del mundo real, se plantea el "¿y entonces qué?" como si la respuesta debiera darse en el mismo plano conceptual, es decir, en el técnico.

Pero eso es una falacia.

Todo el trabajo previo, todo el trabajo que he hecho en estos 14 años de divulgación, se resume en que no hay ninguna manera técnica de mantener el capitalismo. No es posible, físicamente, seguir con el mismo sistema socioeconómico. Faltarán recursos, faltará energía, y los problemas ambientales y el Cambio Climático en particular ya están causando desastres en cascada que afectan a la "normal" ejecución del sistema económico. Solo cabe esperar fallos y más fallos, cada vez más concatenados y al final en cascada, hasta que en la práctica el capitalismo, tal y como lo entendemos hoy en día, haya desaparecido de una manera u otra, bien porque haya evolucionado hacia un sistema democrático o más probablementeautoritario que sí que nos mantenga dentro de los límites biofísicos del planeta, bien porque la civilización colapse (y en el caso extremo la especie humana se extinga).

"Entonces, ¿cuáles son las soluciones?"

Esa pregunta contiene, implícita, la idea de que se den soluciones técnicas para mantener el sistema tal cual. Al formular esa pregunta de esta manera, se da por hecho que hay que mantener el capitalismo y solo se acepta escuchar sobre desarrollos científicos y tecnológicos

Llevamos atascados en este punto literalmente décadas. Hace 50 años que sabemos que no hay soluciones científico-técnicas que permitan mantener el capitalismo, pero llevamos 50 años poniendo todo el peso de la discusión en las soluciones científico-técnicas. Es la doctrina del solucionismo.

Es el marco mental del enemigo.

Pensamos con el marco mental del enemigo, lo cual imposibilita encontrar ninguna solución. Los industrialistas (de los que ya hablamos hace unas semanas), esas personas que piensan que el único modelo de transición energética posible es uno basado en instalaciones de energía renovable a escala industrial para producir energía a escala industrial con el objetivo único y declarado de mantener la actual civilización industrial a la misma escala de hoy en día, no aceptan que pueda haber ningún otro marco de discusión. Continuamente vociferan y porfían que éste es el único marco de discusión, y que quienes se salen de él son catastrofistas, colapsistas o, en el mejor de los casos, políticamente ingenuos. Mientras tanto, como ya comentamos, avanzamos con paso firme hacia otro shock de precios en el petróleo y posiblemente en el gas natural, mientras que la repetición de curtailments y precios cero o negativos no solo en España sino en toda Europa evidencian que el modelo de Renovable Eléctrica Industrial (REI) está fracasando, con el lógico nerviosismo generalizado, ataques mutuos entre diversos generadores de electricidad, y larguísimas y aburridísimas (aparte de técnicamente endebles) explicaciones por parte de presuntos gurús energéticos sobre por qué esto no es un problema y que hay un futuro brillante para el REI (y no será porque no se hubiese avisado, yo mismo en el Parlament de Catalunya en septiembre de 2022 en un rato que las honorables personas que me oían pudieron dejar de mirar sus móviles).

Por si esto fuera poco, la crisis ambiental sigue su curso. El desbalance radiativo del planeta llega a los 2 vatios por metro cuadrado, un valor extraordinariamente elevado (la última glaciación terminó por un desbalance, temporal, cuatro veces menor). La AMOC podría colapsar. Innumerables ecosistemas en todo el mundo podrían desaparecer. Los plásticos y otras sustancias tóxicas entran en nuestro torrente sanguíneo. El agua dulce escasea. La sequía es un fenómeno global que pone en peligro alimentario a millones de personas. Problemas todos ellos que el REI no solo no ayuda a resolver, sino que los agrava (incluyendo la presunta reducción de emisiones de CO2). Problemas que no admiten ningún tipo de aplazamiento

"Entonces, ¿cuáles son las soluciones?"

Solo hay una.

Salir del marco mental del enemigo.

No hay solución posible dentro del capitalismo. Simplemente, no la hay.

El crecimiento económico es incompatible con la preservación ambientalLo dice la propia Agencia Europea del Medio Ambiente, que es un organismo dependiente de la Comisión Europea.

No hay ninguna negociación posible con el capitalismo. Lo único que podemos discutir es su finalización, si es que queremos tener un futuro.

Hay soluciones, pero no son de carácter técnico. Eso no quiere decir que la ciencia, la técnica y el desarrollo tecnológico no sean útiles. Lo son; más aún, son parte imprescindible de la solución. Pero fuera de un marco capitalista.

Los industrialistas continúan haciendo ruido una y otra vez para evitar que nos paremos y nos demos cuenta de que el problema está mal planteado. Que el problema no se podrá resolver con más tecnología, sino con más cultura, más sociedad, más personas verdaderamente humanas. El solucionismo nos distrae de la discusión real.

Durante estos meses yo sigo hablando con representantes de muchas empresas muy diferentes, todas ellas en el sector productivo. Todas ellas son conscientes de la gravedad del momento. De hecho, para todas ellas (dicho por los propios directivos con los que he conversado) la clave ahora mismo no está en el crecimiento, sino en la supervivencia. No tienen claro si podrán sobrevivir, están buscando desesperadamente métodos y maneras, de todo tipo, para sobrevivir.

Entonces, si la industria tiene claro que la batalla es otra, ¿a quién le interesa este solucionismo impuesto a grito pelado de los industrialistas, el mismo que nos está arrastrando al foso?

El solucionismo solo le interesa al poder financiero, puesto que en un mundo postcapitalista no tiene futuro. El sector financiero es el único que no acepta ni aceptará nunca que el mundo ha cambiado, porque aceptarlo significa aceptar que su negocio se ha terminado.

Los industrialistas, con su solucionismo machacón, están hablando solo en representación del poder financiero. Es al único al cual realmente representan.

Mientras, en el mundo real, el cambio que más desesperadamente necesitamos es social y es cultural. Da vergüenza ajena ver personas que dicen venir del ámbito de las ciencias sociales claudicando a las exigencias del industrialismo, aceptando que el momento no está "políticamente maduro" para abandonar el capitalismo (en una muestra más de insultante y condescendiente paternalismo).

Pues no. El cambio que necesitamos es cultural, es social, es económico, es político y es radical, ya que se necesita ir a la raíz del problema. Necesitamos salir del marco mental del enemigo, y empezar a pensar por nosotros mismos, a ser libres, a respirar.

Y a éstos que no se ven capaces de abandonar el marco mental del enemigo les diría que si no van a ayudar, que se aparten y no estorben si es que su ego se lo permite.

Salu2. AMT 


P.Data: Quizá habrán notado que, a pesar de mi promesa de escribir más durante este 2024, el ritmo de publicación de posts continua siendo bastante ralo. Pero en realidad sí que estoy cumpliendo mi promesa, solo que no estoy escribiendo aquí: continúo preparando mi próximo libro, de título provisional "El futuro de Europa", que debería entregar en un par de meses (por cierto, el libro intenta dar respuesta al solucionismo que se plantea en este post, centrándome sobre todo en la cuestión técnica). Así que discúlpenme que me prodigue menos por aquí y permanezcan en sintonía.

domingo, 7 de abril de 2024

Contra cualquier negacionismo climático o energético, la verdad contrastada.

Viento Sur










La doble preocupación por el cambio climático y la crisis energética y el encontronazo entre estos problemas, coincidentes en el tiempo, está ocasionando una enorme cantidad de artículos más o menos tecnocientíficos que prometen soluciones mágicas, desde nuevas fuentes inagotables para obtener energía "limpia" hasta técnicas de distribución que optimicen su aprovechamiento.

Lejos de estas ensoñaciones, la revista de debate político y teórico del PCE, Nuestra Bandera, se viene ocupando de ambos problemas desde una postura crítica. Al menos tres números han publicado artículos demostrativos de cómo este partido se plantea el futuro, ajeno al entusiasmo desarrollista que alguna vez abrazó la izquierda.

En el número 244, "Ante la crisis ecosocial, una alternativa anticapitalista, ecologista y feminista" (para el que también preparé un texto), Jorge Riechmann exponía crudamente Capitalismo verde: no (tampoco como "Green New Deal") sino ecosocialismo (descalzo). Más adelante, el número 251, "Socialismo verde: respuestas urgentes ante la crisis" (también aquí colaboré), lo iniciaba Eva García Sempere con su artículo ¿Quién teme al decrecimiento? Podéis imaginar quién es ese "quién".

Ahora llega el número 262, "Reflexiones críticas en torno a la transición energética".

Estas son algunas de las ideas clave que contiene:

  • Una parte del pensamiento y el proyecto de la izquierda ha sido y es crecentista, pero no ha sido así en todo tiempo y lugar. La presión del medio capitalista la obligó a una competencia brutal para evitar su fracaso ante un sistema que no se detiene ante nada.
  • La visión ecológica y el concepto de metabolismo social aparece pronto en la obra de Marx, conocedor de los avances científicos de la época, ante los experimentos de Liebig sobre el metabolismo de las plantas y los factores limitantes de su crecimiento.
  • Si todos los sistemas de la naturaleza se hallan en un equilibrio no siempre estable, son los organismos vivos los que de forma incesante están sometidos a una dinámica de consumo de recursos y eliminación de residuos; subsisten mientras funciona ese metabolismo. Los ecosistemas, como sistemas de organismos vivos, funcionan transformándose, siempre en riesgo de colapsar.
  • Aunque un ecosistema colapse en su interacción permanente con otros, el conjunto se mantiene como un ecosistema global que contiene a todos los demás.
  • Tres sujetos metabólicos podemos encontrar en la obra de Marx. En primer lugar, el más amplio metabolismo planetario, basado en la capacidad terrestre para captar y aprovechar la energía solar transformándola en materia orgánica, materia viva. Dentro de él se sitúa el metabolismo antropológico, social, que transforma la naturaleza en productos con valor de uso. Por último aparece un metabolismo socialcapitalista, cuando el anterior muta, y el dinero, como equivalente universal, es el que se reproduce constantemente, creciendo sin cesar alimentado por el trabajo humano y el de la naturaleza.
  • Mientras los intercambios ecosistémicos "funcionan", se mantiene su equilibrio, pero el último metabolismo, el que sustituye lo útil por lo rentable, es incapaz de detenerse salvo en momentos de crisis destructivas, tras los que rebrota corregido y aumentado hasta que lo detengan definitivamente los límites planetarios, pues inevitablemente se halla inmerso en los metabolismos precedentes.
  • De ahí la contingencia histórica del capitalismo, que ha roto la relación necesaria y transhistórica entre el metabolismo planetario y el antropológico.
  • Ninguna tecnociencia puede superar esta realidad. Siendo el intercambio energético la base de todos los metabolismos, el sistema capitalista intenta optimizarlo, pero no puede lograr que esa optimización se aproveche para reducir los insumos de energía; antes al contrario, los alimenta sin cesar.

Brevemente comentaré alguno de los textos contenidos en la revista, y una nota final sobre un artículo muy reciente sobre la nueva panacea: el hidrógeno.

Jorge Riechmann se extiende sobre energía, transiciones ecosociales y modos de vida. Además de la crudeza con que describe el futuro que nos espera si permanecemos en esta dinámica, deja claro que el mayor problema no es la falta de recursos, sino el exceso de expectativas.

No se trata solo de que los más poderosos se apropien de la mayor parte del pastel, sino que en los países más ricos es la mayoría la que vive ya por encima de lo sostenible, y es muy difícil renunciar a las comodidades adquiridas. Claro que esto no debería llevar a los trabajadores de nuestro mundo rico a sentirse del lado de quienes los explotan, pero el hecho es que arrastra a muchos a tolerar las tramas ecocidas y genocidas de la derecha, siquiera sea por omisión, y aún a otros a apoyarlas.

Con el señuelo de los puestos de trabajo que se crean (no se cuentan los que al tiempo se dejan de crear) se mantienen y amplían las industrias de guerra, las fábricas de armas que se exportan a putrefactas satrapías, la industria naval que fabrica barcos de guerra para los golfos jeques... del Golfo.

Caracteriza a los metabolismos la apropiación de recursos fuera del organismo y su expulsión al exterior. Lo mismo ocurre con nuestras sociedades. Extraer los recursos y externalizar los problemas alimenta a un ser vivo, pero es también la base de la ganancia extraordinaria de una empresa, de un país, de una clase social. La gentrificación expulsa de los barrios ricos a los anteriores habitantes molestos; los inmigrantes indigestibles son expulsados, los residuos materiales se exportan, al tiempo que se atrae a los potentados a nuestras ciudades, y contra lo que pueda parecer, a los inmigrantes (mejor si son irregulares, porque tienen menos derechos y son más fácilmente explotables), mientras los mercados obligan a los países a producir lo que otros consumirán, aunque sea claramente superfluo.

En el artículo se incluye una cita de Manuel Sacristán, que en una conferencia suya de 1979 decía:

Todo el pensamiento de izquierda probablemente debería hacerse mucho más naturalista de lo que fue. Seguramente recordaréis que [Bertrand] Russell encontraba como principal defecto de la obra de Marx su escasa atención a las ciencias de la naturaleza. El reproche es, en parte, injusto. En parte se debe a que Russell, aunque fue muy longevo, no podía leerlo todo y, desde luego, a Marx no lo leyó y se le nota. Se le nota bastante en las críticas a Marx que no lo ha leído. Pero de todas maneras tiene su punto acertado.

Lo que Russell desconoce es que eso era casi programa de trabajo de Marx. Los que recuerden las primeras páginas de La ideología alemana tal vez tengan presente que en las primeras páginas dice allí:  «La base de todo es la Naturaleza. Lo que pasa es que no me voy a ocupar de ella porque tengo otras cosas que hacer». Punto a parte, y se pone a tratar de otra cosa, pero después de haber dejado dicho al principio que el estudio más fundamental es el cosmológico, incluso para la especie, está hablando de la especie.

Bien es verdad que eso poco se ha rellenado en su tradición. Y lo mismo vale para los anarquistas, dicho sea de paso. En los comienzos, eran mucho más sensibles a los temas cosmológicos. Si alguien ha repasado bibliotecas anarquistas del siglo pasado, notará la eficacia y el entusiasmo admirables con que difundieron buena ciencia de divulgación. Los anarquistas, no los neoanarquistas más frecuentes ahora o por lo menos más visibles, sino los de finales del XIX han hecho un trabajo de educación científica del proletariado de la época admirable. Difundiendo, por ejemplo, la Astronomía de Reclus, a Flammarion, a los grandes materialistas del XVIII y del XIX. Luego, tanto entre anarquistas como entre marxistas, eso ha perdido vigor...

Vigor que ahora estamos obligados a recuperar.

Otro artículo de interés es el introductorio, del profesor de la Universidad Complutense Alberto Coronel Tarancón, titulado precisamente El marxismo decrecentista y la teoría de los metabolismos de Marx, en el que hallo la descripción precisa de los tres sujetos metabólicos antes comentados:

En la obra de Marx es posible diferenciar, al menos, tres sujetos metabólicos en cuyas tensiones descubre la contradicción entre la capacidad de regeneración de la Tierra y el crecimiento capitalista:

  1. El metabolismo planetario, que Marx denomina «el metabolismo universal de la naturaleza», en referencia a la capacidad de la Tierra para transformar la radiación solar en materia orgánica en la base de las cadenas tróficas (aquí la referencia es el debate Liebig-Moleschott).
  2. El metabolismo antropológico entre la humanidad y la naturaleza, o metabolismo social, mediado, como vimos en la cita anterior, por el proceso de trabajo consistente en la transformación de la naturaleza en productos con valor de uso (Marx, 2017a, p.239).
  3. El metabolismo socialcapitalista, entendido como mutación del metabolismo antropológico tras la irrupción y la generalización del modo de producción capitalista en el capitalismo industrial del siglo XIX, y dentro del cual el dinero aparece instituido como equivalente universal que rompe la relación directa entre el ser humano y los medios de reproducción de la vida (Saito, 2017, p.45).

Mientras que la relación entre el metabolismo planetario y el antropológico es necesaria y transhistórica, su mutación en el metabolismo antropológico-capitalista es contingente e histórica, pues, cuando el trabajo metabólico del ser humano queda subsumido por las dinámicas reproductivas del capital, el producto del proceso de trabajo ya no es lo útil (el valor de uso), sino lo rentable (el plusvalor), lo cual activa la orientación al crecimiento ilimitado que no existía en los metabolismos precapitalistas.

Dentro de este esquema triangular, la contradicción capital-trabajo y capital-naturaleza son simultáneas y tangenciales, no paralelas. Cuando crece el proceso de trabajo capitalista aumenta el volumen de sustancias naturales que son metabolizadas por el trabajo humano. Esto agrava la extralimitación productiva, que comienza a consumir y generar residuos por encima de la capacidad regeneradora de la Tierra. Con todo, la teoría de los metabolismos de Marx es más compleja que esto. Lo realmente ambicioso de la teoría metabólica de Marx, como descubrió Saito, fue intentar describir el ciclo metabólico del capital teniendo en cuenta las formas sociales que se implican en ella.

Para los buscadores rigurosos, las citas de Marx y Saito son:

Marx, K. (2017a): El capital. crítica de la economía política. Pedro Scaron y Diana Castro (trads.) Barcelona. Siglo XXI.

Saito, K. (2017): Karl Marx's Ecosocialism: Capital, Nature, and the unfinished critique of Political Economy. NYU Press. Traducción al castellano de Javiera Moncada, 2022: La naturaleza contra el capital: El ecosocialismo de Karl Marx. Barcelona: Bellaterra).

Por último, sobre los engaños de la anestesia tecnocientífica, hago una breve referencia a la aportación de un compañero de fatigas universitarias y políticas, Manoel da Costa, que en colaboración con Irene Calvé Saborit escribe, no sin ironía, Autoconsumo y comunidades energéticas: ¿energía del futuro? (con música y letra).

Frente a un sistema eléctrico interconectado (SEI), del que las grandes compañías tienen el control, se ha planteado la posibilidad de crear comunidades energéticas autosuficientes.

Defienden algunos que la generación descentralizada, con comunidades energéticas autónomas, podría contribuir a la lucha contra el cambio climático, al tiempo que supondría una "democratización de la energía", potenciando lo común y la solidaridad; que disminuiría el poder del "oligopolio eléctrico" y contribuiría a disminuir el coste de "la luz".

Sobre la generación centralizada y las redes de transporte, simplificando mucho la exposición, diremos que hay límites físicos, como la velocidad de la luz, que dificultan la transmisión de energía eléctrica a larga distancia. La red resuelve carencias locales al tiempo que se complica su propio funcionamiento. Soluciones y problemas crecen a la par.

Hay razones para pensar que la electricidad no es la forma más sostenible de aprovechar los recursos energéticos. De hecho, cada proceso de transformación energética implica pérdidas, y siempre será mejor aprovechar las energías naturales del modo más directo.

De estas cuestiones entre muchas otras se ocupa Antonio Turiel en su blog The Oil Crash. De dos clases son los límites de las energías renovables. Por una parte los derivados de las dificultades técnicas que conlleva la complejidad, y de las que no se libra su portabilidad. Por otra, la baja densidad energética en comparación con las fuentes más contaminantes o más peligrosas, además de agotables, como los combustibles fósiles o la energía nuclear.

El autoconsumo y las comunidades energéticas descentralizadas no se libran de estas limitaciones. Las grandes compañías también aprovecharán las oportunidades que les ofrece su control sobre la disponibilidad tecnológica.

Conviene recordar que en este sistema económico globalizadocualquier optimización de un recurso nunca ha reducido su consumo, sino facilitado su expansión.

Tras analizar los planes que se proponen para esta optimización y que son aplaudidos con las orejas, el artículo nos baja del Olimpo:

Esperamos que lo expuesto a lo largo de estas páginas haya servido para formar nuestro propio criterio acerca de la vigencia o n de los cuatro principales argumentos a favor de la generación descentralizada y, en base a estos criterios, cuáles son las respuestas a las siguientes preguntas:

  • ¿Cuál es la utilidad real del sistema de generación distribuida en la lucha contra el cambio climático?
  • El sistema de neneración descentralizada (GD) ¿realmente representa una «democratización» de la energía, potencia lo común y la solidaridad? 
  • ¿La GD lucha contra el «oligopolio eléctrico» o forma parte de su estrategia de negocio?
  • ¿La GD representa una disminución del coste de «la luz»? En ese caso ¿cuál es el principal beneficiario de ese menor coste?

¿Con esto queremos decir que estamos en contra de la generación distribuida? Por supuesto que no, porque no estamos, en principio, contra cualquier tecnología que tenga como propósito mejorar las condiciones de vida de los seres humanos. Estamos frontalmente en contra del «modelo de negocio» que representa y que se quiere ocultar bajo el paraguas de ese ecologismo que consiste en pintar de verde las cosas para que parezcan otras, y estamos claramente a favor de las soluciones solidarias con los más desfavorecidos.

Finaliza así el artículo:

Vertebrando todo lo expuesto, los modelos de generación más o menos distribuida, el autoconsumo y las comunidades energéticas, podemos encontrar, en definitiva, fundamentalmente tres corrientes de pensamiento, tres concepciones de la sociedad: una continuista y dos que pretenden cambiarla. 

Una que podríamos denominar corriente libertaria, en la que partiendo de la base de que el Estado es la forma de opresión de una clase sobre otra clase, plantea la autoorganización de la sociedad para la construcción de un sistema alternativo de generación, sin transporte ni operación, que se supone más «barato» para los consumidores. Evidenciados, tras las primeras experiencias, los problemas de no estar conectados al SEI (sistema eléctrico interconectado), pretenden obtener de su enemigo natural unas condiciones favorables para su actividad. 

Y last but not least, nuestra corriente de pensamiento: la corriente comunista, en la que, partiendo de la consideración de la energía como un derecho, planteamos como parte de una solución global el control estatal del SEI actual para adaptarlo a un sistema garantista y planificado, para lo cual es necesario ir avanzando hacia la nacionalización de la generación, el transporte, la operación del sistema, la distribución y la comercialización de la energía eléctrica. 

¿Quiere plantearse con esto que debemos estar en contra de todos los intentos de autoorganización de la sociedad para intentar paliar los efectos de las subidas? ¡En absoluto! El mercado no es sabio, pero sí que es astuto y sabe que, si mata a los esclavos de hambre, en poco tiempo ya no tendrá a quién explotar, y que, si nosotros queremos dar una alternativa a ese mercado, tendremos que ser más rápidos de pensamiento y acción, evitando las recetas y aplicando en toda ocasión el aguzado bisturí del pensamiento científico.

Las comunidades no pueden aislarse unas de otras, su forzosa coordinación es una necesidad, so pena de sustituir la lucha entre individuos por el enfrentamiento entre ellas, aunque pretendan ser muy democráticas ad internum. Esta idea es lo que expresa el no siempre bien entendido concepto de centralismo democrático, que implica obligaciones.

El propio Manoel da Costa me envía un interesante enlace sobre la cuestión que nos ocupa:

¡El Hidrógeno geológico nos salvará!

De nuevo, otro órgano del PCE se ocupa de un tema que tantos quieren ocultar para tranquilizarnos y anestesiarnos,  en un camino sin salida hacia el desastre, denunciando las falsas soluciones.

lunes, 18 de marzo de 2024

La tauromaquia como pretexto

En aquellos tiempos de ruidosa fanfarria para unos y obligada mudez para los demás, la sofocada lucha de clases buscaba desahogos, siquiera imaginarios, por vías que era difícil reprimir. Hemos visto que el humor, blanco o negro, era una. Pero había otras más.

En el fútbol, por ejemplo, se manifestaban filias y fobias que tenían que ver con asociar a algunos equipos con el poder y a otros con los sojuzgados. Las simpatías que más allá de Cataluña suscitaba el Barcelona partían con frecuencia de considerar al Real Madrid como "el equipo del gobierno". El Sevilla era "el equipo de los señoritos", mientras el Betis representaba al pueblo sometido. De ahí aquel grito numantino: "¡viva er Beti manque pierda!".

En mi pueblo se daba un caso paradigmático de alineación (y también alienación, claro está) en el ámbito taurino. Había en Écija dos novilleros que apuntaban maneras. Uno era Jaime Ostos, al que todos conocemos, aunque solo sea por la prensa rosa. El otro, que no tuvo tanta suerte (parece que fallaba justo en la suerte suprema) y al que pocos recuerdan hoy, se llamaba Bartolomé Jiménez Torres. Llegó a tomar la alternativa y se mantuvo algunos años en cartel. Incluso le dedicaron un pasodoble. Hasta que tuvo que abandonar y terminó su trayectoria como simple banderillero.

21-09-1954. Alternativa de Bartolomé Jiménez Torres











Por aquellos años el pueblo dividió apasionadamente sus simpatías entre los dos. Jaime pertenecía a una familia de cierto abolengo, aunque él no fuera de los más notables. Bartolo, en cambio, era un hombre del pueblo. 

"Bartolistas" y "Jaimistas" eran algo así, en un pueblo donde había un solo equipo de fútbol, como el equivalente local de los "sevillistas" y "béticos", que también los había. La inquina contra Jaime, que además mostraba cierta soberbia, la viví de cerca siendo muy niño.

Mi familia no era precisamente rica, pero en aquel tiempo de pobreza no era difícil a los menos pobres tener servicio doméstico. Los criados se llaman así porque en las sociedades antiguas bastaba criarlos y alimentarlos desde niños para que sirvieran a sus señores de por vida. No era tan feudal el mundo de los señoritos como antes había sido el de los señorotes, pero la paga de las niñeras no debía ser muy elevada, porque en casa las había y nos sacaban de paseo por las tardes a mí, mi hermana y mis primos; y recalábamos en "El Salón".

El Salón en 1940














Así se llamaba popularmente a la Plaza de España, el antiguo foro de la vieja Astigi. Era entonces un entorno precioso, con palmeras y naranjos, quiosco de música y unos bancos de piedra forrados de azulejos, entorno maltratado por los munícipes que vinieron después, aunque debo reconocer que las obras permitieron descubrir parte importante del pasado romano. Sentadas en aquellos bancos, las niñeras cantaban y las niñas bailaban sevillanas.

Me acuerdo de algunas letras alusivas a la pugna toreril. Decía una de ellas:

Bartolo gana
porque lleva a la novia
'vestía' de grana

y Jaime pierde
porque lleva a la novia
'vestía' de verde

No alcanzo a saber si lo "grana" era lo "rojo" que entonces estaba proscrito, aunque quizá solo fuera un color más taurófilo que político. El grana y el oro son colores taurinos, asociados también a "la roja y gualda". Para la bandera sí valía el nombre, como para el fútbol, aunque en un famoso partido URSS-España la selección tuvo que vestirse de azul. En cuanto al gualda, fue el senador Camilo José Cela quien expulsó este arcaico nombre de la Constitución.

Otras letras de aquellas sevillanas eran mucho más ofensivas, como la que decía:

Por ahí viene Jaime
con las orejas 'caías".
Parece un perro pachón
cuando va de cacería

La inquina popular contra el torero llegó al límite cuando, tras una gran bronca en una corrida, se quitó las zapatillas, les sacudió el polvo y nunca más volvió a torear en el pueblo.

He tomado prestadas las imágenes de Écija en el recuerdo, una colección que contiene nada menos que quinientas fotografías, muchas de las cuales servirán a un ojo crítico para entender el clima de toda una época. La ciudad siempre ha sido un enclave eclesiástico y señorial, llena de iglesias y palacios. El ambiente santurrón y militarote de la posguerra se refleja aquí en desfiles militares, procesiones, homenajes a vecinos ilustres, normalmente afectos al régimen, y visitantes ilustres. Visitas ministeriales, como la de Fraga Iribarne, y la famosa de Franco, quien en su discurso ritual desde el ayuntamiento empezó saludando, no a todos los españoles como acostumbraba, sino a los "ecijanos y andaluces todos". En una de las fotografías (331) puede leerse, y encima por triplicado, la famosa pancarta adoratriz: Franco, 54.000 ecijanos queremos oír tu voz". Ni que fuera Frank Sinatra.

Inmersos en la vorágine continuamente renovada de imágenes y noticias, las nuevas generaciones parecen haber perdido la memoria. El estímulo constantemente renovado de las pantallas ha borrado en una o dos generaciones canciones infantiles que perduraron durante siglos. Los juegos de internet han acabado con juegos muy antiguos. Me pregunto cuántos niños de hoy conocen el aro, si juegan a las bolas, a las chapas, al trompo, a la tanga (que al menos en mi pueblo no tenía que ver con el bikini). Aunque el patinete eléctrico haya vuelto a poner de moda el patín de mi infancia. ¿Cuántos de ellos siguen vivos, cuántas canciones infantiles y juegos manuales y verbales?

Podéis pensar que son añoranzas de viejo, pero es preocupante la desintegración mental que producen tantos estímulos continuamente renovados. La memoria a corto plazo dura apenas unos segundos, pero es de enorme utilidad si podemos utilizarla para articular una memoria de trabajo. A las nuevas generaciones les cuesta mucho controlar ese pulso rápido. En realidad nos pasa un poco a todos, porque hemos perdido la paciencia:

...de los años 80 en adelante somos, sin duda, generaciones que han perdido la paciencia. Contaba Bruno Patino en La civilización de la memoria de pez cómo Google se alegraba de haber sido capaz de medir el tiempo de atención que tiene la generación Milenial (precisamente quienes hemos nacido entre el 80 y el 95 aproximadamente) antes de pasar a otra cosa. El número de segundos, digamos, que somos capaces de prestar atención a algo antes de aburrirnos y pasar a otra cosa. Son 9. Nueve segundos.

Nueve segundos incompatibles con la capacidad de retención, necesaria para utilizar de modo coherente y continuado una memoria de trabajo que sea útil para llenar la necesaria memoria a largo plazo.

La memoria a largo plazo de los más jóvenes está hecha unos zorros. Quienes recordamos tiempos ya pasados no somos del todo conscientes de que la juventud actual no tiene ni idea de una historia que les parece prehistoria. Una parte de la población, además, cree que refrescar la memoria histórica fomenta el enfrentamiento e impide "cerrar viejas heridas".

Para complementar la anécdota taurina volveré un momento sobre otros recuerdos de mi infancia ecijana.

Tendría yo siete años cuando mi familia se mudó de casa y de barrio, y por estar más cerca me mandaron a un colegio de salesianos. Lo pasé allí muy mal, así que al año siguiente volví a la escuela pública, que estaba en la otra punta de la ciudad. En aquella escuela de la Calle Comedias me relacioné con niños de variadas clases sociales, y con algunos entablé una amistad que duró años, pese al alejamiento posterior.

También tuve allí otros maestros, buenos maestros, que me supieron orientar sin la presión psicológica que empleaban mucho los curas.

Recuerdo que hasta la ropa de los niños distinguía su clase social. Lo que más abundaba eran unas chaquetas de punto de color indefinido que llamaban "saquitos".

En la Semana Santa y en las procesiones desfilaban los niños del Frente de Juventudes, con sus camisas azules y su aspecto proletario, tocando cornetas y tambores. Por otro lado lo hacían los salesianos, con otros uniformes de niños más ricos, y que además tenían una banda de gaitas que había creado un profesor gallego del que no tengo malos recuerdos. Yo me sentía más identificado con los primeros; entonces, la Falange era para mí algo popular y "proletario", tal como se disfrazaban de populares los fascismos de la época.

La impresión de vivir en un pueblo de graves contrastes sociales era tan evidente que cuando mi familia se trasladó a Madrid poco tiempo después (tenía yo diez años) me ocurrió un caso que voy a contar.

Fui de visita con mi tío Gonzalo a casa de unos amigos suyos, un piso muy señorial de la calle Doce de Octubre. En un momento dado aquellos amables señores, a los que recuerdo con cariño y con los que estuve luego muchas veces, me preguntaron qué podía contar de mi pueblo, y no se me ocurrió otra cosa que soltar:

Pues que los pobres son muy pobres y los ricos son muy ricos.

No puedo recordar si aquello les pareció bien o mal. Seguramente les hizo gracia viniendo de un niño bastante inocente, pero sí recuerdo lo que me dijo mi tío cuando volvíamos a casa:

No debiste decir aquello, porque estos señores son terratenientes...

miércoles, 13 de marzo de 2024

Tres toques de atención

Ya no es solo que tengamos una guerra en Europa, "la primera en décadas", nos dicen, olvidando las que alentaron en Yugoslavia, y en las que participaron de muy buen grado países de la Unión Europea; bajo la batuta otánica, no lo olvidemos, de nuestro admirado Javier Solana.

Es que nuevamente se está alentando a que participemos en ella. Emmanuel Macron ya ha lanzado un globo sonda, es de suponer que como avanzadilla a la que otros, de momento, no se suman. Nada más claro que decir que "la intervención puede ser necesaria para evitar que Rusia gane la guerra".

El clima prebélico es tan claro que ya se especula con que España podría participar, y en tal caso no bastaría con nuestro ejército profesional. La prensa ya insinúa una posible vuelta al servicio militar obligatorio si la carne de cañón profesional no es suficiente. La constitución nunca lo ha impedido, y la propia ley que acabó con la mili obligatoria deja abierta la puerta a "casos excepcionales" en que se podría movilizar a la población civil. Véase como muestra este artículo: ¿Puede volver la mili a España?

No son únicamente motivos geopolíticos los que pueden llevarnos a una militarización aún mayor de nuestras sociedades. Es que en tiempos de crisis la economía de guerra permite tomar medidas imposibles para un capitalismo de libre oferta y demanda. Una demanda artificial de productos bélicos que hay que renovar continuamente, con una obsolescencia más que programada de materiales a destruir o desechar, y la propia destrucción que dará en su momento oportunidades de negocio para reconstruir lo que nunca debió ser destruido, unida a una feroz disciplina laboral, y a la dinamización de otros sectores productivos, son una tabla de salvación para inversores que ya no disponían de otros nichos de inversión.

Sobre esta peliaguda cuestión son varios los artículos que están denunciando el reforzamiento de la industria militar como motor de una economía que se estanca. Con la avidez de los capitalistas por el beneficio inmediato, olvidan que esta vez la remontada de la economía sería efímera, y que ya no quedarán recursos para reconstruirla en su estado anterior, como sucedió en otras guerras de las que salió fortalecida e incrementada.

Dejo aquí tres textos sobre este tema tan preocupante, mientras la ciudad alegre y confiada se deja pasivamente arrastrar y continúa con su vida habitual, salvo allí donde la guerra es ya un hecho (la obra de Benavente se estrenó en mitad de la Primera Guerra Mundial).

En el primer escrito, del día once de este mes, Pere Brunet, investigador del Centre Delàs experto en la relación entre militarismo y crisis ambiental, denuncia precisamente el negocio de la guerra y la ceguera medioambiental de sus promotores. En situaciones dramáticas aparecen grandes oportunidades de lucro para quienes carezcan de escrúpulos. Lo vemos ahora mismo con la crisis de las mascarillas.

En otro artículo, del día nueve, Juan Antonio Sanz explica el proceso de escalada bélica que padecemos, y se muestra muy preocupado por el posible desenlace que nadie parece desear (¿o algunos que se consideran a salvo tal vez sí...?).

Por último, fechado el día siete (yo también voy para atrás este día trece...) selecciono un comentario, elegido por su oportunidad entre VEINTIDÓS TEXTOS DE JORGE RIECHMANN CON LOS QUE PEDALEAR HACIA EL ECOSOCIALISMO seleccionados por Raúl Garrobo Robles. Todos dignos de mención y análisis profundo, en esta ocasión el más pertinente es el que se pregunta: 

Si una economía de guerra puede movilizar las voluntades y recursos con los que transformar el marco sociocultural humano, ¿cuánto mejor no será acudir a una planificación económica ecosocialista y evitarnos la guerra?

Siguen los análisis sobre el actual capitalismo en crisis y esa economía de guerra al acecho:

De 1992 a 2024: armas y retos

PERE BRUNET
11/03/2024










Estamos en una encrucijada. Parece que Europa se prepara para un escenario de guerra, armándose y aumentado presupuestos militares.

En estos momentos convulsos, tal vez nos convenga un poco de aire fresco. Retrocedamos a 1992. Habían pasado sólo tres años desde la caída del muro de Berlín. Este año, 1.700 científicos independientes, entre ellos 104 premios Nobel en disciplinas de ciencias, escribieron una Advertencia a la humanidad. Nos urgían a reducir la destrucción ambiental y a abordar un gran cambio en nuestra gestión de la Tierra y la vida, declarando que "el éxito en este esfuerzo global requerirá una gran reducción de la violencia y la guerra. Los recursos que ahora se dedican a la preparación y conducción de la guerra... serán muy necesarios para las nuevas tareas y deberían desviarse hacia los nuevos desafíos". Eran años de optimismo. En junio de 1991, Mikhail Gorbachev había pronunciado la "Conferencia Nobel" en Oslo, en la que habló extensa y profundamente sobre la necesidad de que la paz prevaleciera sobre cualquier otra condición, expresando su confianza en el que la solidaridad y el cambio serían aceptados por el mundo entero para hacer frente a los desafíos globales. Como explica Federico Mayor Zaragoza, Gorbachev planteó el desarme a Ronald Reagan, incluyendo la terminación de la carrera de armamentos y de las ojivas nucleares. Gorbachev decía: "vivimos en un mismo planeta. Europa es nuestra casa común; una casa, y no un campo de batalla".

A pesar de las advertencias, nuestros dirigentes no han querido entender la extrema gravedad de los retos a los que nos enfrontamos. A pesar de los muchos recordatorios (como el de 15.364 científicos de 184 países en 2017, a los 25 años del primer aviso), los políticos no saben afrontar la crisis ambiental que nos viene encima y que nos irá destruyendo con sequías, epidemias y todo tipo de cambios climáticos. Con el único motivo de adorar al dios del negocio neocapitalista, nos han abocado a treinta años de retroceso. Ni se ha querido desmilitarizar, ni se han desviado recursos militares tal como pedían los científicos (el gasto militar mundial ha aumentado un 69% entre 1992 y 2022 según SIPRI) ni se ha abordado la reducción de emisiones de efecto invernadero, con un aumento del CO2 en la atmósfera que ha pasado de las 356 ppm a las 418 ppm.

Las guerras nos hablan de supuestas fronteras mientras destruyen pueblos y vidas; pero desde 1945 ya no acaban en victorias. Los grandes retos de la humanidad son en cambio globales y transfronterizos. ¿Despertaremos algún día del letargo militarista para exigir soluciones reales para las personas actuales y venideras? ¿Quién se aprovecha y quién gana, en este rearme europeo? Antoni Bassas hace poco citaba a Warren Buffet ("Es mi clase, la clase rica, la que hace la guerra y la estamos ganando") y continuaba planteando si se trata de la misma clase que cree que realizar una guerra en Rusia puede ser un buen negocio (para ellos, no para los peones de ajedrez).

Según el instituto SIPRI, 14 de los 20 primeros países productores y exportadores de armas del mundo pertenecen a la OTAN. Entre todos ellos venden el 78% de las armas mundiales. España es el octavo exportador a nivel mundial de unas armas que acaban en todos los conflictos bélicos del planeta, avivando su crueldad y empeorando las condiciones de vida de la población civil.

La caldera de la Tierra está hirviendo, mientras los políticos desoyen las continuadas advertencias que llegan desde la ciencia y de los pueblos. Estamos destrozando la vida en el planeta, la de las nuevas generaciones y la de nuestros nietos. Pero nuestros dirigentes sólo saben seguir los dictados de los grandes negociantes de la destrucción criminal.

Si vis pacem, para verbum. Si queremos paz, debemos denunciar a los traficantes de las guerras y las armas. Si queremos la Paz, debemos olvidar las armas, escuchar, empatizar y exigir el alto al fuego y la negociación en todos los conflictos armados. Europa tiene una gran oportunidad. La de distanciarse de las opciones bélicas para ofrecer soluciones diplomáticas y modelos geopolíticos sustentados en los grandes retos actuales del mundo y basados en sus objetivos fundacionales de contribuir a la paz y a la solidaridad y del respeto mutuo entre los pueblos.

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La guerra de Ucrania entra en una nueva fase marcada por el rearme europeo y la escalada de tensión entre Bruselas y Moscú

La adhesión de Suecia a la OTAN, el rearme de la UE y la sugerencia de enviar tropas europeas a Ucrania marcan un hito en la guerra y disparan la tensión con Rusia. 

09/03/2024

Tropas ucranianas realizan maniobras en Bajmut, cerca de Donetsk, a 8 de marzo de 2024












Rusia y Occidente mueven sus piezas en el tablero bélico de Ucrania para una larga confrontación que consolida la nueva Guerra Fría entre los dos contendientes, sin excluir un eventual choque armado y directo sobre suelo ucraniano.

La entrada de Suecia en la OTAN esta semana, después de que recientemente lo hiciera Finlandia, el nuevo plan de defensa europea que apuesta abiertamente por la carrera armamentística y la propuesta francesa de desplegar tropas occidentales en Ucrania, que poco a poco gana adeptos, marcan la nueva realidad militarista de Europa y complican mucho los intentos, como el que acaba de plantear Turquía, de abrir una mesa de negociaciones antes de que sea demasiado tarde.

La Unión Europea, hasta ahora un proyecto de paulatina integración política, económica, social, cultural y de derechos compartidos, ha aprovechado un momento crítico, la guerra de Ucrania, para hacer del componente militar el principal pilar de cohesión de los Veintisiete.

El primer pretexto lo ofrecieron la invasión rusa de Ucrania y el decidido apoyo a este país, con dinero y armas. Ahora, ya no hay medias tintas y la apuesta es por una Europa fuerte militarmente, que supedite incluso la economía a la defensa, y con el peligro ruso como elemento cohesionador.

La Europa de los misiles se impone a la Europa social

La preeminencia de halcones de la derecha más recalcitrante al frente del timón europeo, como la actual presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, facilita esta transición hacia la Europa de los misiles y la economía de guerra. Esta semana, Von der Leyen propuso destinar 1.500 millones de euros del presupuesto de la UE durante el periodo 2025-2027 para convertir la industria militar europea en uno de los motores de la nueva Europa con su propia personalidad en materia de seguridad.

Esta visión cuenta con el respaldo de la mayor parte de los socios, que no ven mal que la fabricación de armas abandere la política y la economía europeas. Han visto los pingües beneficios que las empresas armamentísticas estadounidenses han obtenido en Irak y ahora en Ucrania, y no quieren quedarse atrás.

Uno de los objetivos es que, para 2030, el 50% de las compras de armas de la UE sea a fabricantes europeos y que el 40% de las compras puedan ser conjuntas. Para el año 2035, el 60% del armamento debería ser ya europeo. El equipo de Von der Leyen considera que la industria europea de defensa podría alcanzar pronto a la estadounidense, que gracias a la guerra de Ucrania ha visto cómo los clientes europeos acaparaban el 63% de sus ventas de armas.

Una senda que pasa por la economía de guerra

La hoja de ruta de la militarización europea pasa por la llamada Estrategia Industrial Europea de Defensa (EDIS) y el Programa Europeo Industrial de Defensa (EDIP), claves del nuevo plan estratégico que se está pergeñando en Bruselas en un momento que debería ser poco propicio, dados los reveses ucranianos ante Rusia. Sin embargo, adquiere todo su sentido cuando se entiende que la guerra fue, precisamente, solo un pretexto para la carrera de armamento.

Además de hacer partícipes de este rearme a las grandes empresas europeas del sector, se promueve que las pymes puedan también beneficiarse. Este espaldarazo al militarismo se completa con la posibilidad de que la Comisión Europea pueda declarar el estado de crisis en caso de que se necesite potenciar esa producción militar por algún riesgo o razón determinada. De facto, esta es la economía de guerra defendida por la conservadora Von der Leyen y admitida incluso por los gobiernos de izquierda europeos.

La incorporación de Suecia a la OTAN impulsará estos planes de militarización y, junto con la anterior incorporación de Finlandia, ofrecerá un mayor protagonismo al norte de Europa en la estrategia comunitaria de disuasión y defensa.

Maniobras de la OTAN junto al Ártico ruso

Como muestra de esta nueva apuesta militarista, la OTAN está embarcada en unas maniobras hasta el 14 de marzo en la península escandinava. Unos 20.000 soldados de 13 países toman parte en estos ejercicios en Noruega, Suecia y Finlandia, coordinados como una advertencia sin tapujos hacia Rusia: puede que Moscú esté ganando la batalla de Ucrania, pero la confrontación entre Occidente y Rusia tiene eventuales escenarios mucho más amplios.

El secretario del Consejo de Seguridad Ruso, Nikolái Pátrushev, uno de los hombres fuertes del presidente Vladímir Putin, ha calificado este importante ejercicio militar de la OTAN como "un ensayo para un enfrentamiento armado con Rusia".

Pátrushev es uno de los hombres fuertes de Putin y uno de los que podrían considerarse en primera línea para su eventual sucesión llegado el momento. Momento que aún tardará en producirse, pues Putin se dispone a revalidar su mandato en los comicios presidenciales que Rusia celebra entre el 15 y el 17 de marzo. El actual presidente ruso lleva en el poder desde hace 24 años y su aparente intención es permanecer en él hasta 2036, si gana éstos y los próximos comicios. Su retención férrea y autoritaria de las riendas del Kremlin apunta a que podría lograrlo, salvo que ocurra un cataclismo en Rusia.

Pátrushev acusó precisamente a Occidente de estar buscando esa hecatombe geopolítica en Rusia, "una derrota estratégica" de manos de su apoyo con armas y medios financieros a Ucrania. "Al continuar brindando asistencia militar y técnico-militar a gran escala, Occidente en realidad está participando en el conflicto armado", explicó Pátrushev esta semana.

EEUU amenaza con una guerra si Ucrania cae ante Rusia

El político ruso tuvo también palabras de advertencia contra la propuesta disfrazada de sugerencia del presidente francés, Emmanuel Macron, para llevar en un futuro tropas europeas a Ucrania. Aunque después el propio Palacio del Eliseo matizó que no serían para participar en combate, sino de apoyo logístico y para mantenimiento de equipo, nadie se creyó que la intención de París no sea tratar de compensar de alguna forma la falta de soldados que afronta el Ejército ucraniano y que podría ser crítica de cara al próximo año, si la guerra continúa.

Sobre esa propuesta de enviar soldados europeos a Ucrania, pronunciada por Macron tras la Conferencia de Seguridad de París de fines de febrero pasado, Pátrushev ha sido conciso: "Los países occidentales tienen la intención de hacer todo lo necesario para impedir que Rusia gane en Ucrania".

Y sobre la posibilidad de una derrota, dada la incapacidad de Ucrania para recuperar el territorio conquistado por los rusos, se manifestó esta semana el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin. El político estadounidense indicó que si Ucrania cae ante Rusia, Putin no se detendrá en las fronteras ucranianas o rusas con Europa. "Francamente, si Ucrania cae, realmente es posible que la OTAN entre en lucha con Rusia", agregó.

Francia busca el apoyo báltico y polaco al envío de tropas a Ucrania

Los países bálticos son los que menos impedimentos han puesto a la sugerencia francesa de enviar tropas a Ucrania, pues en esas capitales nórdicas la creencia en una eventual agresión rusa es muy elevada. Alemania es el país más receloso de la idea de Francia y su excesiva confianza de que la entrada de fuerzas europeas, sean combatientes o no, en territorio ucraniano no conducirá a una conflagración directa entre la OTAN y Rusia.

Y para sondear tal posibilidad, sin considerar los gravísimos peligros que entraña, el ministro de Exteriores francés, Stéphane Séjourné, se reunió este viernes en Lituania con sus homólogos bálticos. El ministro galo mencionó el desminado como una de las tareas que podrían acometer las tropas extranjeras en Ucrania, obviando la realidad de que en cualquier conflagración los zapadores son parte inherente de un ejército, son objetivo prioritario del enemigo y tienen una capacidad de combate muy alta.

"No corresponde a Rusia decirnos cómo debemos ayudar a Ucrania en los próximos meses o años", insistió Séjourné en una reunión presidida por el ministro de Asuntos Exteriores lituano, Gabrielius Landsbergis, y a la que asistió el jefe de la diplomacia ucraniana, Dmytro Kuleba. El ministro ucraniano azuzó el fuego y animó a sus colegas europeos a despachar a Ucrania "misiones de entrenamiento militar" para formar sobre el terreno a los soldados ucranianos.

Polonia, que en un principio se alineó con la prudencia alemana ante el despropósito estratégico francés, parece que ande ya considerando todas las posibilidades. "La presencia de fuerzas de la OTAN en Ucrania no es impensable", dijo el ministro de Asuntos Exteriores polaco, Radosław Sikorski, este viernes.

Turquía se ofrece para organizar una conferencia de paz

En todo este desaguisado de amenazas y propuestas estrambóticas, como la de ver marchar a los zapadores europeos delante de los tanques Leopard conducidos por ucranianos, mientras los artilleros rusos tratan, seguramente, de no herirlos para no provocar una Tercera Guerra Mundial, destaca la iniciativa de Turquía.

Tras reunirse esta semana con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, el presidente Recep Tayyip Erdogan propuso organizar en Turquía una conferencia de paz para preparar una mesa de negociaciones entre Moscú y Kiev.

El Gobierno de Ankara ya tiene la experiencia de haber intermediado entre rusos y ucranianos en los primeros meses de la guerra, aunque ese diálogo fue frustrado por Reino Unido y Estados Unidos. Turquía también ayudó a concretar en julio pasado un acuerdo con Moscú para exportar el cereal ucraniano por el mar Negro.

La propuesta turca no tiene en estos momentos muchas posibilidades de prosperar. Sin embargo, dada la capacidad de Erdogan para moverse entre los rusos y los ucranianos sin ofender ni a unos ni a otros, posiblemente sea ésta la apuesta de paz más pragmática desde el principio de la guerra, al menos sin la ambigüedad de otras propuestas, como la del presidente chino, Xi Jinping.

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Y aquí la gran pregunta de Jorge Riechmann:

Si una economía de guerra puede movilizar las voluntades y recursos con los que transformar el marco sociocultural humano, ¿cuánto mejor no será acudir a una planificación económica ecosocialista y evitarnos la guerra?

«Desde hace ya algunos años, autores hondamente preocupados por la magnitud y la velocidad de la transformación socioeconómica que sería necesaria para evitar despeñarnos en un abismo civilizatorio señalan que no podemos seguir pensando en términos de business as usual dentro del capitalismo, y que por ello sería necesario ir a una "economía de guerra". Así, por ejemplo, Lester R. Brown y sus colaboradores/as del Earth Policy Institute, quienes piden una movilización como en tiempos de guerra para salvar el clima: "Recortar las emisiones netas de CO2 un 80 por ciento para 2020 para estabilizar el clima implicará una movilización de recursos y una rotunda reestructuración de la economía global. La entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial ofrece un ejemplo inspirador en cuanto a una rápida movilización. El 6 de enero de 1942, transcurrido un mes desde el bombardeo de Pearl Harbor, el presidente Franklin D. Roosevelt utilizó su discurso del Estado de la Unión para anunciar los objetivos de producción de armas del país. [...] Desde principios de 1942 hasta el final de 1944, prácticamente no se produjeron coches en Estados Unidos. En vez de ello, la mayor concentración de poder industrial del mundo en ese momento ―la industria automovilística estadounidense― fue aprovechada para conseguir los objetivos de producción de armas de Roosevelt". [...] En el caso español, Antonio Turiel [...] calcula que sustituir los aproximadamente 6 exajulios de energía primaria usada anualmente en España por fuentes renovables implicaría instalar un terawatio eléctrico [...], de modo que las necesidades de capital de esta transformación se elevarían a 4'12 billones de dólares: tres veces el PIB de España. Si se adoptase una "economía de guerra" que permitiese destinar el 10 por ciento del PIB cada año para sufragar esa transición hacia uno de los rasgos básicos de una sociedad sostenible (un sistema energético sostenible), y suponiendo que el territorio nacional pudiese proporcionar toda esa energía renovable [...], se necesitarían 32 años para completar la transformación [...]. El propio Turiel comenta: "es evidente que, en el marco de un sistema de economía de mercado, el capital privado no acometerá una inversión tan grandiosa y de tan dudosa o nula rentabilidad". Lo que uno se pregunta es: si se reconoce que respetar las exigencias de rentabilidad de los capitales privados es incompatible con la preservación de una biosfera habitable, ¿por qué no hablar a las claras de ecosocialismo, en lugar de emplear el eufemismo "economía de guerra"? Nunca la necesidad objetiva de ecosocialismo fue tan grande como hoy, cuando nos asomamos al abismo de un colapso civilizatorio... Pero, al mismo tiempo, parecen lejísimas de madurar las condiciones subjetivas para avanzar hacia una sociedad así, después de tres decenios de neoliberalismo-neoconservadurismo y del fracaso del experimento pseudosocialista de la URSS y sus países satélites. Tal es la tragedia que caracteriza a nuestro tiempo»; [pp. 150-152].