martes, 31 de enero de 2023

Una barrera invisible

El pasado sábado 28, el PSOE de Pontevedra presentaba su candidatura a la alcaldía, inaugurando así la (¿pre?)campaña para las elecciones municipales, a cuatro meses del evento. Invitado por una buena amiga, asistí.

A Praza da Ferrería era el lugar elegido para la presentación. El día era frío y ventoso. Un sol radiante ayudaba a calentar el ambiente, pero desde el norte avanzaban nubes, y si se cubría el cielo nos íbamos a helar. Sin embargo, aquellas nubes que parecían arrolladoras nunca llegaron a tapar el sol.

Allí estaba la plana mayor del partido, con alguna ausencia más o menos previsible. La multitud de personalidades repetía el inevitable guion protocolario, tan parecido al de otros mítines electorales que podrían incrustarse en una película de Berlanga. Antes de que hablaran sabías lo que iban a decir, pero ¿qué otra cosa iban a hacer, sino someterse a la liturgia democrática?

Más preocupado por el frío que por la consabida retórica de tantos alcaldes y otros cargos públicos, atendía al avance inmóvil de las nubes. Cuando una oleada amenazante se desgajaba de la masa compacta que la seguía, de forma casi imperceptible se iba disolviendo en el azul impoluto hasta desaparecer. Una barrera invisible, en realidad una ligera pérdida de altura y el consiguiente ascenso térmico sobre el punto de rocío frenaban el en apariencia incontenible avance.

Por fin tocó el turno al alcaldable que debía cerrar el acto. Para mi gusto fue un buen discurso. Dejó claro que el actual alcalde y su partido se apropiaban del protagonismo que en sus correspondientes parcelas ejercían los concelleiros socialistas, muchos allí presentes. Eclipse parecido al que los mismos socialistas practican en el gobierno central, cuando muchas de las políticas de que alardean les vienen impuestas por la presión de sus socios de coalición, y bastantes las desarrollan asesores y cargos de esos otros partidos.

Dedicó la parte más interesante y mejor trabada a denunciar la actual gestión económica, carente de intervenciones públicas que vayan más allá del embellecimiento urbano, privatizadora de servicios y con muy pobres políticas sociales. Se ha hecho del modelo de ciudad el principal argumento electoral, pero ese modelo, un acierto que nos hace tan cómoda la vida a los habitantes del centro, es ya compartido por muchas otras urbes, y cada vez es menos distintivo. No se puede fiar el avance de la comarca a un turismo que llega, admira y pasa. Que probablemente tiene los días contados. La ola innovadora que presuntamente salvaría a una ciudad sin otro atractivo que su belleza y comodidad se va frenando sin remedio, y hacen falta otras políticas, como la atracción de industrias innovadoras, compitiendo en esto, hay que recordarlo, con todas las demás ciudades.

Si la ola urbanística está agotada (aunque yo veo muchas grúas levantando nuevos edificios como si no pasara nada), ¿qué podemos esperar de esta otra ola "digital-verde-sostenible-innovadora" con que los aspirantes a gobernarnos dan esperanzas y siembran ilusión? Como ocurre con los frentes nubosos que avanzan oleada tras oleada para disolverse sin que casi nos demos cuenta de lo que ha ocurrido, una barrera, no tan invisible, se alza frente a las proyecciones de futuro que elección tras elección nos proponen prácticamente todos los partidos. Porque el que diga otra cosa, quien se salga del modelo, "no sale en la foto", como decía con su habitual descaro aquel mordaz vicepresidente socialista.

No es solamente "el modelo de ciudad" la única nube que se disuelve en el aire. Las inconcretas nubes alternativas que se lanzan para sustituirlas también serán disueltas por esa barrera que fingimos invisible porque casi nadie la quiere ver.

El escritor Sergio Andrés Cabello ha escrito el libro La España en la que nunca pasa nada, ese país intermedio entre la «España vaciada» y la «España metropolitana». Nuestra ciudad entra de lleno en esta categoría de ciudades medias, y sería bueno que sus futuros munícipes tomaran nota de lo que José Manuel Mariscal Cifuentes escribe en la reseña del libro publicada en el número 257 de Nuestra Bandera:

EcoExploratorio












"Entre las postales bucólicas del rural y las oficinas cristalinas de los barrios financieros de Madrid o Barcelona está la realidad. Ciudades medias y pequeñas que son las que han articulado en buena medida el territorio de nuestro país. Ciudades que absorbieron una parte importante del éxodo rural al calor de una industria que, aunque débil, constituía una oportunidad de trabajo y futuro para las gentes de sus comarcas y que hoy ha desaparecido. Estas ciudades, tal y como señala Esteban Hernández en el magnífico texto que prologa el libro, se han venido sumando al curso de los acontecimientos mucho antes de intervenir en ellos para modificarlos. Todas estas ciudades, en una especie de pensamiento mágico, han aplicado las mismas recetas (sálvese quien pueda) para tratar de incorporarse a la modernidad: poner guapo su casco histórico para los turistas; buscar un arquitecto de renombre para construir un centro de arte contemporáneo o una ciudad  de la justicia o un palacio de congresos o un aeropuerto, aunque sea de avionetas; organizar el enésimo festival de música indie; colocar con letras bien grandes el nombre de la ciudad en alguna de las rotondas de su entrada; construir un polígono industrial con suelo gratis o instalar un co-working o un «nido de empresas»; en fin, todo sea por generar un «entorno atractivo para el emprendimiento». Pero la industria se fue y los sueños de grandeza de muchas de estas ciudades se han frustrado por el camino. A las ciudades medias les ha sucedido, y esta es una tesis fuerte de Sergio Andrés, algo parecido a lo que ha pasado con las capas medias aspiracionales. Para lograr-el-éxito-en-un-entorno-competitivo recurrieron a las mismas recetas que pasaban por hacer de la ciudad una marca, construir un signo de distinción con respecto a las demás: da igual que la distinción pase por poner más bombillas que nadie en Navidad o por tener el estadio de fútbol más molón. El caso es que, al final, esas ciudades se parecen mucho entre ellas. Las calles de la ciudad en la que vives están repletas de locales cerrados con el cartel de «se vende» frente a las mismas tiendas de las mismas franquicias de las mismas marcas. En la ciudad en la que vives tienes que coger el coche para ir al cine, o al pediatra, o al colegio. En la ciudad en la que vives hay una élite local en franca decadencia que se siente amenazada por la globalización y que confunde sus intereses con los del conjunto de la ciudad."

sábado, 28 de enero de 2023

El decrecimiento es imparable

El Gran Descenso: presente y futuro de la crisis energética, se titulaba la conferencia que Antonio Turiel y Antonio Aretxabala compartieron el pasado día seis de este mes. Turiel piensa que el decrecimiento es imparable y conduce a una época de gran inestabilidad económica, al competir por los recursos las grandes potencias. “La escasez de energía y falta de materias primas nos aboca a una época como el fin del Imperio Romano”, dice. Denuncia la política de Transición Energética que prefieren y conducen las élites económicas, técnicamente incapaz de mantener nuestro actual nivel de vida. Sobre las "soluciones verdes" propuestas es muy crítico: "Los parques eólicos son polígonos industriales en montañas, los parques solares el infierno en el campo en verano".

Una puntualización me parece pertinente: cuando afirma que "el comunismo no es la solución, porque es un sistema fracasado", utiliza el significado que sobre el término se ha impuesto, con toda la intención, para que sirva de barrera ideológica. Ya lo habían observado los redactores del Manifiesto Comunista. Habrá que decir que el comunismo no es lo que existe o ha existido nunca en los así llamados "estados comunistas". Ni siquiera se han acercado remotamente tales sistemas políticos a esa situación ideal, que al fin y al cabo es a la que, sin llamarla así, aspira el entrevistado. Nunca esos países se han autodenominado con este término.

Tiene sin embargo toda la razón cuando, aceptada la definición impuesta desde fuera, recuerda que se trató de sistemas productivistas, émulos del capitalismo al que han pretendido alcanzar y "superar". Y su fracaso es paralelo, por ello, al del capitalismo propiamente dicho.

Otra puntualización: es bienintencionado decir que "no es un problema de izquierdas o derechas", pero no olvidemos que los grandes defensores de no hacer cambios radicales que perjudiquen los intereses inmediatos del gran capital son los partidos de derechas. Y quiero recordar que si cuando presentó Sánchez la Agenda España 2050 fue muy criticado porque decía muchas 'barbaridades' en plan de que no podremos comer tanta carne, viajar tanto, cambiar de móvil, ni tanta ropa y no podremos consumir de todo... se trataba de un "tiro por elevación", porque los "tímidos expertos" que lo pidieron estaban en el "ala izquierda" de la coalición, en el Ministerio de Consumo, y él tuvo que improvisar por peteneras hablando de las delicias de un "chuletón insuperable".

Que las fronteras de la lucha de clases estén desdibujadas no significa que ésta desaparezca, porque nunca ha dejado de estar presente a lo largo de la Historia, por lo menos desde el Neolítico.

Entrevista conducida por Jesús María López de Uribe

Antonio Turiel, físico leonés del Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona.

Antonio Turiel Martínez (León, 1970) es físico y trabaja en el Instituto de Ciencias del Mar del CSIC en Barcelona. Autor del libro Petrocalipsis: Crisis energética global y cómo (no) la vamos a solucionar, mantiene el blog The Oil Crash desde hace más de diez años y es uno de los mayores expertos en decrecimiento de España. Justo a finales de año acaba de publicar otros dos libros: uno sobre los problemas energéticos que estamos padeciendo, Sin Energía. Pequeña guía para el gran descenso; y otro, junto a Juan Bordera, titulado El otoño de la civilización: textos para una revolución inevitable. Este viernes 6 de enero dará una charla en el auditorio de la sede leonesa de la Fundación Sierra Pambley, a las 19 horas, sobre 'El Gran Descenso', que se podrá seguir por internet. 
Sus previsiones sobre el futuro de los combustibles sólidos y sus críticas a la política planteada para la Transición Energética son cada vez más escuchadas y es requerido en todo tipo de entrevistas para explicar cómo va a ser el futuro de la humanidad, recomendando dirigir nuestros esfuerzos a una economía local y sostenible y advirtiendo que el Turismo se acaba. “Estamos en un momento muy similar a la caída del Imperio Romano y es muy probable que vivamos guerras crepusculares que Europa no tiene posibilidad alguna de ganar”, vaticina, para asegurar a continuación: “Si nos preparamos bien, podremos pilotar mejor lo que viene; pero no lo estamos haciendo”.

 

En tu blog 'The Oil Crash' hablas desde hace más de diez años del Decrecimiento. ¿Qué es este concepto?

Es, digamos, la disminución del metabolismo de la Sociedad; es decir, que hay un descenso del consumo de energía y materiales, de la producción en general y en última instancia se puede interpretar como un descenso económico tal y como se mide la Economía hoy en día, que es por el valor monetario de todos los bienes y servicios que se producen. Es inevitable. Va a haber una escasez, sí o sí, de la disponibilidad de energía y materiales que viene marcada por procesos geológicos y termodinámicos. No podemos escogerlo, pero sí pilotar el proceso causando el menor mal posible y mantener una sociedad en equilibrio, estacionaria, que pueda ser funcional. Eso o no hacer nada y dejar proceso desorganizado, caótico, que acaba generando mucho más mal y que incluso puede llegar al colapso de la civilización y de las poblaciones humanas en determinados lugares del planeta; esperemos que no en todos.

¿Y por qué titulaste el blog así, qué es lo que cuentas en él, aparte de que hay que trabajar en una economía del decrecimiento?

The Oil Crash, la traducción más acertada es justo el título de mi primer libro, que es Petrocalipsis. ¿Qué pasa cuando tú no haces una adaptación y dejas que las cosas evolucionen a su libre albedrío como está pasando ahora? Pues que te encuentras con un desastre, una situación en la que problemas que tienen su origen en la escasez creciente de petróleo, que es la principal fuente de energía del mundo, hacen que cada vez sea todo más disfuncional y en última esencia la Sociedad acaba colapsando. De lo que va mi blog es de los problemas que causa la disminución de la disponibilidad de energía. Es un manual de por qué colapsaremos si no hacemos nada, también con las renovables tal y como se conciben, y por qué es necesario hacer un cambio de rumbo para llegar a la Estación de Decrecimiento pilotado. Ahora estamos en la fase en la que empieza a ser notoria la escasez de petróleo, sobre todo del diésel que es bastante fuerte ahora mismo. Esto produce un efecto de retroalimentación en cascada que hace que haya escasez de productos que al final repercute en la propia extracción de las materias primas y aumentará la falta de gas, carbón, uranio. Estamos ahora mismo en la fase del nudo.

¿Y qué fase es esa?

Ya ha sido la fase de presentación, ahora estamos en el nudo de la Historia. La 'Gran Escasez', que es como denominamos a este fenómeno, empieza a ser evidente. Y también es un proceso, va a haber vaivenes: momentos en que se va a aliviar un poco, y otros en los que se va a volver a agravar. Y será curioso, porque cuando haya mejoras será porque algunos países hayan colapsado o algunas industrias hayan cerrado y entonces habrá caído la demanda y para los que sobrevivan habrá más, teniendo en cuenta que en el conjunto cada vez habrá menos. Y esto los economistas empezarán a decir que “mira, no había ningún problema, estos se resuelve y tal”, cuando tú verás que la producción simplemente va bajando, va bajando y lo que pasa es que hay menos gente sentada a la mesa y por eso tocan a más. En cuanto a la evolución futura, si no se hace nada, esto mejor no va a ir. El proceso de descenso energético no tiene por qué ser rápido, si se pilota correctamente se puede alargar durante muchas décadas: no nos quedaremos de repente sin petróleo sino que irá decreciendo. Lo comparo con la situación de una persona a la que le están bajando el sueldo: te van quitando un 5% cada año y no es que no cobres, pero cada vez te va costando más llegar a final de mes. Tenemos décadas por delante para adaptarnos a una situación que no a a ser de abundancia, pero lo que sí está claro es que tenemos que empezar a ponernos las pilas ya. No hay tiempo para relajarnos porque cada año vamos a disponer de menos.

¿Si cada vez hay menos, vamos a un nivel de inestabilidad enorme? Acabas de decir que que hay países que van a colapsar. ¿Vamos a una época de guerras otra vez?

Sí, no hay ninguna duda y además me consta de primera mano que a nivel de la Comisión Europea se ha discutido la posibilidad de utilizar la Guerra como una manera de asegurarse el suministro de recursos hacia Europa y, fundamentalmente están pensando en el Norte de África y el África Central. Sí.

Precisamente el Magreb es donde tenemos el problema del gas ahora...

Sí, Argelia está en el punto de mira. Eso está claro. También está Nigeria, Malí, Níger... o sea, Francia tiene una gran tradición de meterse en estas historias y Europa contempla seriamente la posibilidad de utilizar la Manu Militari para asegurar sus recursos.

Pero eso es colonialismo como en el siglo XIX ¿Otra vez nos vamos a meter los españoles en el Rif justo ahora que acabamos de celebrar el centenario del Desastre de Annual?

Sí. Sí. Sí y sí. Este es un riesgo real y sí, además, te puedo decir que una parte de los psicópatas que nos gobiernan piensan realmente en esto.

¿Entonces en cuánto tiempo podría volver España a meterse en una guerra abierta?

No lo sé. Depende de lo desesperados que estemos. A ver. Si ahora se desencadenara un conflicto bélico entre Marruecos y Argelia, pues Europa puede tener la tentación de meter las narices. Ojo, Argelia tiene un ejército potente. Entonces tampoco pueden hacerse las cosas de cualquier manera; pero en un momento determinado por ejemplo, si después de unos años de inestabilidad estallara una guerra allí pues yo estoy seguro de que Francia, España e Italia apoyarían a uno de los bandos “para restaurar la democracia” y, de paso el flujo de gas hacia nuestros países. Yo no sé cuánto puede tardar una guerra porque va a depender mucho del grado de desesperación en el que estemos inmersos, pero lo que sí te puedo decir es que no se descarta. De aquí al 2030, como habrá un descenso muy importante de energía y materias primas, es fácil que caigamos a la mitad de lo que tenemos ahora en Europa y yo creo que antes de llegar a esto se va a plantear ya intentar hacerse con recursos naturales por vía de la fuerza. Lo veo casi inevitable, de no ser que comprendamos que no tiene ningún sentido porque es dar una patada al balón para conseguir que avance dos o tres metros. Aquí la actitud de la población, de la ciudadanía es muy importante, que comprendan que no pueden apoyar este tipo de veleidades y este tipo de aventurismo que en el fondo es peor que el colonialismo del siglo XIX, ya que entonces era el momento en el que ascendíamos. Éste es el de la desesperada, el ir a rebañar las migajas que quedan y además con escasez de materias y energía cada vez más grande. Realmente serían guerras crepusculares cada vez más patéticas y con mucha pérdida de vidas humanas. No serán al estilo conocido y no tendremos ninguna posibilidad de ganar... pero eso no quiere decir que no las vayamos a librar.

O sea, que con esta falta de suministro energético y la competición por las materias primas en base a guerras que no podemos ganar nos podemos ver como en una especie de ‘Caída del Imperio Romano’ otra vez...

¡Claro! Es que nuestra situación se parece mucho a la decadencia y caída del Imperio Romano. Nos creemos que tenemos una capacidad y una fuerza militar y un vigor que no tenemos. Somos senescentes. Pero lo vamos a intentar con nuestros ejércitos confiando mucho en la tecnología y demás, pero que al final no va a funcionar. Y puede pasar, si las campañas militares van mal, que se planteen hacer levas forzosas y entonces que la Sociedad acabe reaccionando y pueda haber colapsos de los Estados europeos. Es que vamos a un panorama realmente terrible. Todo por no darse cuenta de que esto no va a ningún lado. Incluso si tú consigues llevar a cabo una campaña militar exitosa, alargaría la situación tres, cuatro o cinco años más. No vas a ganar mucho, y lo que puedes perder es muchísimo más. Pero por desgracia este es el tipo de ideas que se están planteando. Y además hay que tener en cuenta que no somos el único actor del tablero. ¡Ni siquiera el más importante! Mira lo que ha hecho Rusia en Ucrania y hay que ver qué van a hacer China, los Estados Unidos, India... y algunas potencias emergentes en otros lugares del mundo. Vamos a ver qué pasa.

¿La guerra de Ucrania es parte de esta decadencia energética? Porque lo que ha pasado con los combustibles y la factura de la electricidad y el gas parece tener relación directa...

Europa está en este momento en una situación crítica. Es mucho peor de lo que mucha gente se imagina. El corte de suministro del gas proveniente de Rusia, que antes de la guerra en Ucrania representaba el 40% de lo que se consumía en la Unión Europea, no puede ser cubierto de forma completa con cualquier posible combinación de otros proveedores. Y eso incluye el propio gas ruso que China nos reexporta por buques metaneros. El anuncio el pasado mes de julio de un recorte de un 15% del consumo de gas por los países de la UE (reducido al 7% en el caso de España) no es ni de lejos suficiente para cubrir 'necesidades' del Viejo Continente. Pongo entre comillas necesidades porque éstas implican el consumo de la potente industria europea, que en la actual situación lo más probable es que acabe colapsando de manera más o menos completa, y en ese caso la demanda de gas de la UE caerá en picado, al mismo ritmo que aumenta el desempleo y la miseria.

¿Y cómo vamos a salir los europeos del conflicto iniciado por Putin? Se prevé un invierno de restricciones. ¿Racionamiento?

La escasez de diésel ya está empezando a hacer mella en Europa. En la actualidad, falta casi el 25% del consumo de diésel de Europa, el cual se está cubriendo con las reservas estratégicas de algunos estados: Austria, Croacia, Suiza, Alemania y Francia por culpa de las huelgas en las refinerías de Total. Pero las reservas estratégicas están ahí, se supone, para cubrir las necesidades delante de problemas puntuales, limitados en el tiempo. Las autoridades de todos esos países asumen que sus problemas son pasajeros, coyunturales, por la guerra de Ucrania. Lamentablemente, no lo son del todo, hay una fuerte componente estructural. Y vaciar las reservas estatales no es la mejor manera de comenzar el inevitable racionamiento que acecha en el horizonte, y que ya se ha producido con el gas en países como Austria y Croacia, el cual solo puede retrasar una crisis tan fuerte que haga bajar temporalmente el consumo.

¿Esa competencia por los recursos está aumentando los precios? ¿La inflación que sufrimos es puntual como dicen los políticos o se va a quedar muchos años?

El problema de la inflación está asociado a los precios y el problema del precio cuando empieza la carestía es que es una variable que no tiene un comportamiento lineal. Esto lo explico desde el principio del blog. Tienes un momento en que no hay suficiente oferta para la demanda, en que hay empresas, incluso países, que entran en proceso de bancarrota, dejan de consumir, cae la demanda, y al final el precio baja. Pero como la oferta va a seguir cayendo porque estamos en un proceso de declive inevitable, el precio se va a volver a disparar. El comportamiento del precio en estos primeros momentos de la escasez va a ser muy volátil, con subidas y bajadas muy fuertes. Y además, de hecho, seguramente se va a pasar más tiempo en precios bajos que en altos, porque los procesos de recuperación de la demanda destruida son mucho más lentos que la destrucción, que suele ser rápida. Es mucho más fácil destruir que construir. Lo que vamos a tener en general son picos de inflación, pero lo más importante y significativo no va a ser tanto cuál va ser la inflación de los bienes como cuál es el poder adquisitivo de las familias. Estos procesos de destrucción económica, generan más paro y disminuyen la renta disponible.

¿Y cómo puede afrontar España esta situación? ¿Nos vamos a una estanflación crónica o qué va a pasar aquí?

Nos vamos a una estanflación crónica, sí. Es que esto es inevitable. Mientras no abandonemos este sistema económico será crónica y, además, agravándose. Habrá momentos en los que estaremos muy jodidos, en los que habrá interrupción total en el suministro de algunas cosas. Y claro, si te interrumpen el gas no puedes mantener la red eléctrica en marcha. Así de simple. Si es el suministro del petróleo, imagínate. Al final es que tienes un problema de que tienes que empezar a racionar y en última instancia prohibir el movimiento de vehículos porque llega un momento en que no los puedes mantener en marcha. Si lo que te falta es el acero, esto afecta a la construcción y a lo que sea. Si no hay un cambio de paradigma, si no hay una comprensión de que es un tema profundo, estructural, lo que vamos a hacer es sufrir ciclos. Pero lo peor de todo es que, como habrá momentos de mejora relativa, yo estoy seguro de que van a ser saludados por los economistas de guardia como “mira, ya está, ya hemos solucionado el problema. Vamos a mejor y vamos a ir a tres trimestres seguidos de crecimiento”... y a lo mejor es verdad, igual mejora... para luego venir otro hostión. Esto no tiene ningún remedio, es estructural: la escasez de materias primas va a ser creciente en los próximos años. Progresivo en principio, habrá algunos momentos en que acelerará, otros en que parece que calmará, pero no va a ir a mejor.

¿Qué opinas entonces de la estrategia de España con la Transición Ecológica?

No es para empezar propiamente una estrategia española. Es sobre todo europea y en menor sentido mundial. El modelo de Transición que se está planteando está centrado en el gran proyecto de producción de energía renovable porque la idea es intentar mantener grandes centros de producción y distribución con la idea de mantener un modelo de consumo centralizado en unos pocos sitios donde se fabrica todo básicamente, y mantener todo el tejido industrial que se basa en combustibles fósiles de la misma manera. El problema que tiene este modelo es que depende de la extracción de muchos materiales que no están aquí, es muy intensivo energéticamente, requiere de combustibles fósiles para su despliegue, instalación y mantenimiento, y en última instancia produce un tipo de energía que no es tan fácil de aprovechar que es la eléctrica. O sea, que en general, mal.

¿Pero es un camino que no tiene vuelta atrás, no?

No queda más remedio que hacer la Transición Energética, pero la cuestión es que este no es el modelo adecuado, es inviable. Lo que pasa es que es el modelo que prefieren las élites económicas porque en principio les permite mantener el sistema actual. O eso es lo que ellos piensan, porque en el fondo se equivocan. Técnicamente no funciona y esto es lo peor de todo: se están tomando decisiones muy mal guiadas. Un ejemplo es lo que tiene que ver lo que se está planteando y la pregunta que me hacen sin parar desde hace semanas del Gran Apagón, que tiene una conexión: este modelo de energías renovables a gran escala genera inestabilidades en la red. Y este es el problema final que hay detrás del riesgo de un gran apagón. Es un modelo en el que no sabemos cómo aprovechar la energía por una parte, porque está basado en la electricidad que no es tan fácil de aprovechar y por más que se quiera vender que es fácil hacerlo usando baterías o hidrógeno no es verdad ya que son tecnologías que tienen sus limitaciones y están muy lejos de poder hacer lo mismo que se hacía antes. Además la instalación masiva de sistemas renovables a una escala grande genera inestabilidades que te pueden destruir la red eléctrica. Este modelo tiene los pies de barro. Es intentar forzar un tipo de energía, que se podría aprovechar de otra manera más local y sostenible generando riqueza local, para convertirlo en lo que no es. Y es aquí donde vienen los problemas: nos puede llevar a colapsar, no funciona. Lo peor de todo es que con mucha prepotencia y grandilocuencia se defiende y no se admite ninguna crítica cuando técnicamente este modelo es una filfa. Se miente muchísimo con el tema dando a entender que son medioambientalmente respetuosos cuando son instalaciones de carácter industrial: se tienen que hacer vías de acceso y de evacuación de la electricidad haciendo un gran destrozo. Además uno de los problemas curiosos que tendremos los próximos años es que nos podemos encontrar que van a instalar los materiales más sencillos, las bases de hormigón y el acero, y cuando quieran acabar de montar el aerogenerador no van a poder porque faltarán por la escasez los otros materiales que se requieren y van a quebrar antes, dejando las montañas destrozadas, pero sin poder producir energía. Con lo cual generas un enorme daño ecológico y ambiental sin tener ni siquiera el retorno de la electricidad que decían que iban a producir. Es justo lo contrario de lo que se dice. Toda esta gente que se llena la boca diciendo que esto es lo que hay que hacer son unos mentirosos y lo saben.

En España no tenemos independencia energética. ¿Debería plantearse el gobierno una moratoria para las centrales nucleares o incluso una moratoria, o planificar la construcción de alguna?

¿Para qué? Las centrales nucleares, primero, no sirven para estabilizar la producción eléctrica porque ellas funcionan con un régimen de base, fijo; no son 'regulables' que se dice. Para empezar no sirven para garantizar la estabilidad de la red con la potencia de base, que no es el problema principal que tenemos. El segundo punto evidentemente son muy caras y lleva mucho tiempo su construcción. El tercer punto, que es el fundamental, es que no hay uranio. Hemos tocado máximo de uranio y la definición es muy marcada, se tocó en 2016 y la producción ha caído un 20%, ahora las centrales nucleares del mundo consumen un veinte por ciento de cabezas atómicas desmanteladas y las minas no dan ni siquiera el total de todo lo que consumen y hasta la propia asociación nuclear internacional nos muestra que la previsión es que la producción de uranio caiga hasta el 2040 y entonces sea la cuarta parte de lo que es ahora mismo. El uranio no tiene ningún futuro. La fusión nuclear lo mismo. Además también hay un detalle que es importante también para entender. Le damos un montón de importancia a la energía nuclear y hoy representa el 4,4% de toda la energía primaria que se consume en el mundo. No puede ser que a una fuente tan absolutamente marginal se le dé tanta importancia. Esto no va a ningún lado.

¿Entonces la fusión nuclear que estamos esperando todos no es la salvación?

Olvídate. No tiene ningún sentido. Piensa que incluso con los planes de la oficina internacional Fusion for Energy que está construyendo el ITER, el primero de tres reactores. Éste es el proto-demo y son cincuenta años a partir de ahora. Es un proyecto que, como tal, es muy interesante... pero no se puede dar por hecho que va a tener éxito. Y eso no son unos plazos verdes, el problema es que la crisis energética ya está aquí y no tenemos tiempo. Y además, todo esto se orienta a la producción de electricidad y, aunque la electricidad está muy bien es solamente el 20% de todo lo que consumimos. Necesitamos saber qué hacemos con el otro 80% y eso es lo que no es fácil; y es donde se quieren meter los coches eléctricos y las baterías, pero no tenemos litio suficiente, y luego el hidrógeno con todas las pérdidas que tiene y el neocolonialismo que plantea que tendrá consecuencias poco agradables en el futuro.

¿Entonces cuál es el futuro cercano en lo económico con las consecuencias de este decrecimiento?

Pues una recesión económica de la hostia. Sin salir del paradigma económico actual, a lo que vamos es a una recesión económica de grandes magnitudes y a un problema de inestabilidad social creciente. No hay ninguna duda. Es muy triste pero es lo que hay. Hasta que no entendamos que hay que hacer cambios mucho más profundos, lo que está claro es que lo que vamos a una gran crisis económica con muchos problemas sociales añadidos.

¿Y cuál es la solución, qué libros e intelectuales recomiendas que tendríamos que estudiar para prepararnos y acostumbrarnos al Decrecimiento?

A ver. Referentes a nivel intelectual tiene bastante fama dentro de España Carlos Taibo, que lo que pasa es que tiene una orientación anarquista y esto no es evidentemente del gusto de todo el mundo y tal. A mí me interesa más los referentes que son de las escuelas económicas de alternativa como la Economía Ecológica como Joan Martínez Alier y todo el grupo que tienen en Barcelona. Hay dos autores que trabajaron con él que son Mario Giampietro y Giorgos Tsallis, extranjeros pero que trabajan en España y son referentes a nivel de la teoría política-económica del decrecimiento en nuestro país. Luego hay más gente como Xuan Ramón Roldán en Galicia y gente más interesante desde el punto de vista político, aunque no coincido al cien por cien con sus planteamientos, Emilio Santiago Muiño, que es un buen amigo y una persona siempre interesante de leer, que está en Madrid que discute mucho las posibilidades de transición y demás.

¿Qué tiene que hacer un ciudadano normal para acostumbrarse a este decrecimiento, a una economía de este tipo, cómo sería esa economía?

Yo creo que el problema más grave no es tanto la propia Economía, una vez se llega a un estado estacionario, como el propio proceso de descenso, que puede ser muy destructivo. La primera cosa clave que puede hacer la gente es no endeudarse, porque va a tener problemas en un mundo en decrecimiento y contracción económica en el que cada vez genera menos riqueza con lo que será mucho más difícil devolver las deudas. La segunda, es tener una cierta flexibilidad teniendo en cuenta en que a mucha gente le va a costar mucho mantener su empleo o lo va a tener en unas condiciones muy precarias y que en un momento dado puede ser importante decidir que se debe cambiar de actividad y hacer otra cosa diferente. En general, en el largo plazo lo que va a ser necesario es recuperar ocupación de proximidad, básicamente se tiene que hacer todo mucho más local, más resiliente utilizando materiales y fuentes de energía lo más cercanas posible y no pensar en grandes desplazamientos sino vivir más en el territorio donde se habita y con el producto local incidiendo fundamentalmente al principio, que será lo más complicado, en alimentos de proximidad y en la calidad del suministro del agua que es el otro gran problema que vamos a tener. En general prepararse para lo que viene, y adaptarse a las expectativas: tenemos que comprender que no vamos a tener dos coches ni una segunda residencia ni vamos a poder veranear a Cancún, sino que más bien tendremos una vida más sencilla y frugal, encontrando algún tipo de ocupación más o menos necesaria, útil e importante a nivel de su comunidad en la que hay que basarse más. No nos olvidemos que con el descenso energético y el descalabro económico generalizado el otro problema que tendremos es que habrá un clima cambiante en el que cada vez será más difícil hacer las cosas, con lo cual también contar con la comunidad, no ser tan individualistas, también es importante.

¿Lo que estás diciendo es que España tiene un problemón porque el Turismo se va a acabar?

Eso está claro. El turismo tiene los días contados. Pero además la digitalización y la globalización están sentenciadas. Esa es la otra, todo este proceso está condenado a sufrir un retroceso del copón. Y efectivamente, hay una serie de sectores que son tremendamente vulnerables y que van a ir poco a poco, o no tan poco a poco desapareciendo; y el Turismo es uno de ellos, claro. No deja de ser un gasto discreccional que tienen las familias si tienen renta disponible, y como justamente lo que va a pasar es que ésta va a disminuir puede llegar a desaparecer de manera muy rápida. Y esto es tremendamente problemático sobre todo para sitios como Cataluña o Baleares, donde será mortal. Lo que hay que hacer es aprovechar estos años para realizar un proceso de adaptación a una situación futura en la que no vas a tenerlo. Y ya sé que es el 14% del PIB, y el 11% de la ocupación, pero... es lo que hay.

¿Vale, muy bien, hablas con las administraciones... pero los políticos que tenemos en este país, en Europa, el mundo, te escuchan algo y dicen que sí y luego qué narices están haciendo? ¿Cuál es su planteamiento real?

Te diré que escuchan más de lo que parece. Nosotros tuvimos un proyecto Europeo, que se llama Medeas, para diseñar un modelo de transición energética que integraba todos estos problemas. A ese nivel lo entienden y comprenden muy bien, y me consta de primera mano. El problema es que no se le puede dar una respuesta dentro del sistema económico convencional y todo el mundo lo que ha hecho es “vamos a esperar a ver si se produce un milagro”, a ver si llega una revolución tecnológica que nos saque de este atolladero que evite que se hagan cambios más estructurales, que es lo que nadie quiere hacer. Y todas estas huidas hacia adelante, que si el coche eléctrico, que si el hidrógeno y todas estas historias en el fondo lo que representan son intentos de no cambiar el paradigma. A nivel de España hay una cierta comprensión del problema, no al nivel de la Comisión Europea, pero hay figuras relevantes en la política española que lo entienden muy bien. La cuestión acaba siendo siempre la misma: no se le puede dar una respuesta políticamente aceptable a esto. Si mañana sale Pedro Sánchez y dice que la única solución que tiene España es el decrecimiento, eso es su suicidio político. Por ese motivo, una de las cosas que creo que se debería hacer es un gran pacto de Estado, que se hablase a nivel de los distintos partidos políticos, al menos los dos grandes PP y PSOE, que se discutiese con seriedad, sin alharacas, de una manera razonable y que se comprendiese que es un problema que no tiene orientación de izquierdas y derechas, y que se entienda que hay que preparar una serie de estrategias para adaptarse a una situación que es sobrevenida y que es inevitable. Estamos muy lejos de eso, y eso me preocupa. Hay que hacer cambios muy rápidos y no los vamos a hacer. Fíjate que cuando presentó Sánchez la Agenda España 2050 fue muy criticado porque decía muchas 'barbaridades' en plan de que no podremos comer tanta carne, viajar tanto, cambiar de móvil, ni tanta ropa y no podremos consumir de todo... y yo tengo que decir que se lo pidieron a unos expertos que fueron bastante tímidos. Para mí ese escenario es España 2030. Y ya se les tiraron al cuello por presentar eso... imagínate que te dicen que es dentro de diez años y peor de lo que ponía ahí. Es muy difícil políticamente de manejar. Por eso es necesario un pacto de Estado.

¿Entonces, vamos a un populismo, fascismo o comunismo por narices porque la gente va a tener complicado trabajar con la tecnología y va a haber un paro tremendo y habrá que darles de comer?

Comunismo no. Es un sistema fracasado, que al final también es productivista: se basa en el extractivismo y al final tampoco funciona. Y además el fracaso de la Unión Soviética en particular, que es el paradigma del hundimiento del comunismo en buena medida es porque ellos tuvieron problemas para su propio abastecimiento de petróleo. Allí se vio cómo chocaron con los límites. No es la solución y en particular además yo tengo una repugnancia natural hacia todos los sistemas políticos en los que no se respete la libertad de opinión y la democracia. Desde luego no es una vía que queramos transitar, pero es que además está demostrado que no es la solución en tanto que no se abandone la idea del productivismo. También te puedo decir que el capitalismo puede evolucionar hacia otra cosa en el que ya no necesite el crecimiento y eso podría ser viable. No se pone en cuestión la propiedad privada y el libre mercado, estas cosas pueden existir, lo que no puede es un crecimiento económico ilimitado en un planeta finito. En cualquier caso lo que hace falta no es tanto un sistema comunista pero sí uno en que la satisfacción de las necesidades más básicas se consiga a través de medios locales. Respecto al tema del ascenso de los populismos y los fascismos, del signo que sean, esto es uno de los grandes riesgos. Es algo que ya se ha discutido a nivel académico, que una posible solución al tema que se nos plantea es el 'ecofascismo', que implanta una serie de medidas que nos obligan a adaptarnos a estos límites, que restringe el acceso a los bienes materiales, en el que solamente una élite puede disfrutar de una cantidad mayor y lo que se hace al final es imponerlo por la fuerza, represiva. Esto es muy fácil y probable, porque es lo que pasa siempre: ante problemas complicados, la gente tiende a aceptar respuestas simples.

jueves, 26 de enero de 2023

La naturaleza contra el capital

Como otras muchas reseñas, la tomo del blog arrezafe.

De forma recurrente, y creo que sobran razones, me vengo ocupando de este tema. La única objeción, si queréis, la encuentro en aquella frase de Platero y yo: "el canto del grillo, de tanto sonar, se ha perdido".

En enero de 2013 fue una reivindicación del Marx ecologista, y nuevamente, en marzo de 2015, Marx y la fractura en el metabolismo universal de la naturaleza. Si entonces comentaba al hilo de la obra de John Bellamy Foster, ahora el motivo es la publicación de un libro de Kohei Saito.

Es característico del pensamiento religioso sacralizar los textos canónicos, convertidos en artículos de fe. Del primer al último párrafo de la Biblia o el Corán, todo entra en el paquete que debe ser creído como un todo inamovible. Sin embargo, un espíritu crítico observará que esos textos tienen una cronología y una historia, que registran una evolución, a veces de siglos, y que pueden interpretarse y reinterpretarse una y otra vez. Quien lo haga libremente, sin temores y prejuicios, observará en ellos tremendas contradicciones, aunque precisamente ellas sirven a los exégetas para acomodar el mensaje al momento y el auditorio justos.

Trasladar esta dinámica (mejor, esta "extática") a una corriente de pensamiento que se pretenda crítica es un profundo error. Que sin embargo se comete a menudo, acomodándola a los intereses del momento y del lugar.

El pensamiento de un filósofo o un científico vive más que él, no queda cristalizado y encerrado en unos textos sagrados; se despliega y desarrolla, si sobrevive a su desaparición física. Pero no solo es un desarrollo post mortem: a lo largo de su vida estuvo sujeto a evolución. Solo los textos inspirados por la deidad carecen de temporalidad y surgen como un todo construido de una vez desde la cabeza de Zeus.

Los escritos de Marx siempre se ajustaron a lo que fue conociendo a lo largo de su estudiosa vida, e igual que los exégetas religiosos eligen a su gusto y conveniencia los textos que le sirven para ensalzar (o denostar) una religión, los "religiosos" marxistas o antimarxistas tienen un vasto espacio en su inmensa obra para la manipulación interesada.

Así, es una repetida idea la de considerar a este autor como un apóstol del productivismo a ultranza. Profundo error. En primer lugar, porque analizar una realidad no significa aplaudirla con entusiasmo. Por otra parte, se ignora de forma interesada la evolución de un pensador que, sin renunciar nunca a sus principios y metas, los enriqueció continuamente con las aportaciones de la ciencia de su tiempo, que a su vez seguía desarrollándose a lo largo de su vida. Como esta tuvo su inexorable final, también hay una tendencia a no ir más allá, porque el santo de nuestra devoción no vivió para continuar la labor.

La trayectoria intelectual de Marx es un sólido punto de apoyo para el ecologismo. La idea de aplicar el concepto ecológico de "metabolismo" a la naturaleza entera y a la sociedad le debe mucho.

Os dejo con esta reseña:



Salvador López Arnal

Una reseña ajustada a la importancia de este libro deslumbrante e imprescindible (el título en castellano traduce el de la original edición alemana; el subtítulo, en cambio, es el título original de la edición inglesa en la Monthly Review Press) necesitaría una revista entera. Lo esencial en este espacio del que disponemos: estamos ante uno de los grandes ensayos de la tradición marxista de estas últimas décadas. Para leer, anotar, releer, comentar y estudiar en seminarios. No hay muchos marxistas en el mundo que conozcan la obra de Marx (y de Engels) con la profundidad y registros que muestra Saito desde la primera página del libro, una obra que tiene su origen en la tesis doctoral escrita en alemán que presentó en la Universidad Humboldt de Berlín y que contiene ideas tan destacadas como la siguiente: «A diferencia de la difundida crítica de que Marx es un partidario ciego de la dominación absoluta de la naturaleza, su visión de la sociedad futura exige una interacción cuidadosa y sostenible con la naturaleza basada en un claro reconocimiento de sus límites».

Un apunte sobre el autor, injustamente poco conocido en nuestro país: Kohei Saito (nació en 1987, no hay error en la fecha) es doctor en Filosofía por la citada universidad berlinesa y actualmente es profesor asociado de economía política en la Universidad de la ciudad de Osaka. Está trabajando en la edición de las obras completas de Marx y Engels, Marx-Engels-Gesamtausgabe (MEGA) volumen IV/18, que incluye la serie de cuadernos científicos naturales de Marx.

Recientemente ha publicado en Japón (se está traduciendo al inglés) un libro sobre el «comunismo del decrecimiento» democrático. Un auténtico bestseller. La editorial ha vendido medio millón de ejemplares (Muy recientemente se ha publicado en castellano y en catalán).

La naturaleza contra el capital consta de una Introducción, dos partes -

1. Ecología y economía. 

2. La ecología de Marx y la Marx-Engels-Gesamtausgabe, con tres capítulos cada una: 

1. La enajenación de la naturaleza como el surgimiento de lo moderno. 

2. El metabolismo de la economía política. 

3. El capital como una teoría del metabolismo. 

4. Liebig y El capital. 

5. ¿Los fertilizantes contra la agricultura del robo? 

6. La ecología de Marx después de 1868, y una conclusión. 

No se ha incluido, lamentablemente, un índice nominal, la única pega de una edición perfecta.

Saito ha tenido la gentileza de escribir un prefacio para la edición en castellano. Con sus palabras: «Esta traducción al castellano es uno de esos maravillosos ejemplos que se suman a otras traducciones en coreano, portugués y francés, y agradezco profundamente la decisión de Bellaterra Edicions de publicarlo, así como el ahínco y la dedicación de la traductora, Javiera Mondaca».

Sin avanzar apenas nada, sin destripar nada, recojo algunas ideas para abrir el apetito del lector:

1. Saito apunta que, inicialmente, Marx no fue necesariamente «ecológico» y que a veces parecía más bien un pensador productivista. Ciertamente «solo después de un largo y arduo proceso de desarrollar la sofisticación de su propia economía política, durante el cual estudió con seriedad diversos campos de las ciencias naturales, Marx se volvió totalmente consciente de la necesidad de abordar el problema del desastre ambiental como una limitación impuesta al proceso de valoración del capital.» Según Saito y en expresión mejorable, Marx corrigió gradualmente su visión optimista de la dominación humana de la naturaleza «después de su ruptura con la filosofía en 1845». 

2. Los cuadernos marxianos, que Saito conoce y ha trabajado en profundidad, son esenciales para entender su crítica ecológica al capitalismo. «El examen cuidadoso de los cuadernos de extractos de Marx no es un trabajo “filológico” menor y ese análisis nos llevará a dimensiones desconocidas de su crítica. Es demasiado pronto para “olvidar a Marx” como declaró provocativamente Immler. Al final de este estudio, suena más convincente el imperativo opuesto: “¡Marx vive!”». Los cuadernos de ciencias naturales que serán publicados por primera vez en MEGA2 «permitirán que los estudiosos tracen el surgimiento y desarrollo de la crítica ecológica de Marx al capitalismo de una manera más precisa y vívida, desentrañando diversos aspectos desconocidos de su proyecto asombrosamente abarcador de El capital.» 

3. La naturaleza contra el capital aspira a una reconstrucción más sistemática y completa de la crítica ecológica de Marx al capitalismo que la realizada anteriormente con el objetivo de refutar los persistentes malentendidos de la ecología de Marx y demostrar su gran importancia teórica. En contra de otras interpretaciones, marxistas o no, Saito sostiene que Marx no trató los asuntos ecológicos de manera esporádica y marginal. 

4. El autor muestra y enfatiza que las posiciones de Marx en el ámbito ecológico mantienen una clara continuidad con su crítica de la economía política. 

5. En su proceso de estudio y profundización, «Marx se alejó conscientemente de cualquier forma de prometeísmo ingenuo y llegó a considerar las crisis ecológicas como la contradicción fundamental del modo de producción capitalista». 

6. Desde el punto de vista de Saito, el concepto clave en este contexto es metabolismo (Stoffwechsel) que le permite una interpretación sistemática de la ecología de Marx. 

7. Para Saito no es solo que un motivo ecológico ya sea central en los cuadernos de Marx de 1844 (los Manuscritos económico y filosóficos), su tesis es más penetrante: «no es posible comprender al alcance total de su crítica de la economía política si se ignora su dimensión ecológica». 

8. De este modo, la ecología de Marx, señala Saito, no solo constituye un elemento inmanente de su sistema económico y de su visión emancipadora del socialismo «sino que también nos entrega uno de los andamiajes metodológicos más útiles para investigar las crisis ecológicas como la contradicción central del actual sistema histórico de producción y reproducción social. Esta “preciada herencia” de la teoría de Marx solo puede entenderse completamente con su ecología».

Aunque el estudio está centrado en la obra de Marx, Saito no se olvida de señalar su coincidencia con Engels también este punto.

Un pequeño matiz: Saito usa en ocasiones expresiones como la siguiente «tras la ruptura de Marx con la filosofía en 1845», para referirse al inicio de sus estudios económicos. Quizás hubiera sido más ajustado hablar de ruptura con tal o cual corriente filosófica, no con la filosofía. El autor de El capital nunca dejó de ser un filósofo.

En 2018, Natur gegen Kapital, La naturaleza contra el capital, ganó el Deutscher Memorial Prize, el premio alemán más importante de estudios marxistas. Con todo merecimiento.

Los «mercados de futuro», la prospectiva de Saito: «la crisis ecológica no podrá fin al régimen del capital. Es probable que el capital continúe acumulando incluso si la crisis se profundiza al punto de destruir todo el planeta y producir globalmente una masa de refugiados ambientales y un supuesto “proletariado ambiental” cuya condición existencia –y no simplemente sus condiciones de trabajo– será severamente degradada a causa de la acumulación capitalista». La gente rica sobrevivirá, prosigue Saito, y «el capitalismo de desastre continuará acumulando riqueza a través de la doctrina del shock, mientras que las pobres y futuras generaciones se volverán mucho más vulnerables al desastre ambiental, aunque son muchos menos responsables de la crisis». Esta es la razón, señala, por la que «la justicia ambiental claramente incluye un componente de lucha de clases y el proletariado ambiental necesita surgir como un sujeto revolucionario para proteger su salud, comunidad y ambiente contra el empeoramiento de la crisis económica y ecológica.»

 

martes, 24 de enero de 2023

Improductividad

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Pero esa obsesión por mantenerse ocupados, y superarse, y no perder tiempo, es lo que más entiendo, y más igual me da...

Entiendo el afán por ser productivos, y por aprovechar el tiempo, y por no hacer el tonto. En realidad, lo entiendo todo. Viene cualquiera, me cuenta algo absurdo, o ridículo, o imposible, y yo lo entiendo. Después me da igual, que es lo importante. El otro día, en un cóctel, alguien me dijo que a lo mejor escribía la tercera parte del Quijote, pero sin don Quijote, y también lo entendí. Pero esa obsesión por mantenerse ocupados, y superarse, y no perder tiempo, es lo que más entiendo, y más igual me da. Hace diez años, acudí a una exposición sobre Juan Carlos Onetti, de cuya muerte pronto se cumplirán 30 años, y entre los objetos personales del escritor expuestos había una tarjeta de visita. Al distinguir en la parte inferior su teléfono fijo, no me resistí a anotarlo. ¿Para qué? Para nada, lógicamente. Pero hace cuatro años, con ganas de hacer realmente algo improductivo, decidí marcar el número, y esperar. No sabía qué pretendía; tal vez confirmar que la línea había sido dada de baja. Pero de pronto, dio tono. Me puse nerviosísimo. Qué iba a decir si descolgaban: «¿Hola, ¿está Onetti?». No cogió nadie. Una vez al año vuelvo a llamar. Nunca responden. La improductividad es máxima. Pero, ¿y la belleza?

sábado, 21 de enero de 2023

Hablemos de cine

Artículo publicado el pasado viernes 20 de enero en Pontevedra Viva.

Ahora  recuerdo que en Madrid había un cine de barrio al que llamaban "El Palacio de las Pipas". ¿Por qué sería?

(Después, Berlanga lo rescató y dignificó).


Una de las primeras cosas que aprenden los niños en la escuela es a callarse. Callarse forma parte del currículum oculto, un conjunto de aprendizajes no planificados que los más listos interiorizan enseguida. Una lección de vida: más importante que ser bueno es parecerlo. De esta forma, los que aprenden a callarse se aseguran horas de tranquilidad y vuelo libre. También se conoce como "saber estar", y una vez en secundaria, suele desaprenderse con gran facilidad. Es como el reflejo de la prensión plantar; se esfuma en pocos meses.

La libertad puede estar bien en teoría. No es que esté en contra de la libertad de expresión pero estoy más a favor de callarse. El otro día fui a una misa. Reconozco que me fascina ir, seguramente porque no he abusado de ella -con la cerveza me pasa lo contrario y en cambio me encanta-. En una misa todo es estímulo positivo, hasta el aire que tienes por encima forma parte de la escenografía. La gente lo sabe y por eso se calla. Dice mi padre que es la obra más representada y la menos aplaudida. Me parece una observación brillante. Yo haría otra más mate, la veo como una sesión de sentadillas pero en lento. La gente se comporta y sólo abre la boca para decir cosas al unísono como "levantemos el corazón, lo tenemos levantado hacia el Señor". En misa hay que estar en silencio y escuchar, si no escuchásemos no oiríamos semejantes genialidades. Al ser profesora, adoro el silencio.

Tal vez estoy acostumbrada al silencio, no por dar clase, sino por ir a los conciertos de la Filarmónica; un remanso de paz en el que se extrema la cortesía, donde no hay colas porque la gente deja pasar (aunque lentamente: pase usted - no por favor, pase usted - insisto, pase), un océano sosegado de blanca testuz que si se mueve es sólo para saludar en leve e inclinado cabeceo.

El público de la Filarmónica intenta no hacer ruido. Digo intenta porque no siempre lo consigue. Ocasionalmente hay alguien que aplaude "entre canción y canción". Eso en un concierto no va así, hay que saber cuándo aplaudir, porque a la primera palmada ya te han hecho "ch" por toda la platea.

Tampoco entiendo por qué todo el mundo lleva los caramelos de eucalipto en su propio envoltorio. Dicho sea de paso, los caramelos de eucalipto sólo se llevan a los conciertos de la Filarmónica. Por si te da la tos. Yo suelo recomendar en primer lugar que en un concierto no te dé la tos, a mí me ha sucedido y no es un paseo por el arcoiris, más bien es un Vía Crucis, un camino al calvario y no se pasa bien. En segundo lugar, es dificilísimo abrir un caramelo en la oscuridad. Yo pienso que si abres un caramelo, tiene que ser como quitarte una tirita; mejor que sea rápido porque nada, ni el plumífero más mullido, suaviza su plástico movimiento. En tercer lugar, no es que el caramelo no mitigue la tos, es que el ruido del envoltorio no mitiga el ruido de la tos, ni el del más chirriante Shostakovich, ni la risa de cien hienas. Entre abrir el caramelo y la tos, mejor toser.

Pero hablemos de cine, que es a lo que yo venía. El cine es otra cosa. Te puedes expresar y a nadie le va a parecer mal que te rías con los gags. Todos hemos ido desde niños y ya hay un entrenamiento, un consenso social.

Ibas al cine a la primera sesión, la de las seis, porque era un ritual que controlabas perfectamente y el cine era hogar. Ahora se dice zona de confort. La cosa cursaba de esta guisa: ya ibas con prisa, en términos futbolísticos acelerabas en los aledaños y vibrabas en los prolegómenos, hacías cola lineal desde la calle y si llovía hacías cola acordeón en el vestíbulo; comprabas un ticket cochambroso, que yo creo que ya estaba usado, corrías a por las que juzgabas las mejores butacas (no había, la que no tenía agujeros tenía rota la tabla), cantabas las canciones de compañías autotélicas como Movierecord y Distel, que según he leído desapareció ante la evolución negativa del mercado publicitario -vaya ojo- y te sabías de memoria el anuncio de Asador Criollo. Llorabas con Bamby y con ET. Llevaste a tu hermano al Victoria a que viera todas las emisiones de El Oso para poder llorar a gusto. Lo mismo que cuando pusieron la de Hombres G en el Gonviz.

La gente fumaba pero con estilo, haciendo aros, que vistos a contraluz ya eran en sí muy cinematográficos. Los que no fumábamos hacíamos globos con el chicle, que ahora está mal visto pero en aquel momento molabas y el grado de molar era directamente proporcional al tamaño del globo y al estruendo de su explosión. A esa hora ibas al cine, no a ver una película.

La primera sesión era muy divertida porque volaban cosas, pero cuando en primero de BUP nos aficionamos a comentar las películas al salir, había que enterarse de qué pasaba, así que cambiamos al horario de mayores. A esa hora ya ibas a analizar, no a ver la película.

A la de las seis sólo volví una vez, cuando pusieron El Rey Escorpión en el cine Rías Bajas (hoy lo llaman Rías Baixas) en Sangenjo (hoy lo llaman Sangenjo), así que ya sabía a lo que iba: a sufrir. No porque estuviera trufada de anacronismos, sino porque me entró la crisis de la mitad de la vida. Si algo aprendí fue que la sesión de las seis y las de la noche son cosas bien distintas. O lo eran.

Vas al cine porque pretendes mantener el romanticismo, y porque racionalmente piensas que se van a dar las condiciones pertinentes para ver una buena peli. Si el cine de antes era bueno, el moderno es mejor, más high-tech, te crees a los mandos de una nave espacial. Tú llegas con esa ilusión porque siempre te han dicho que es el entorno ideal: la oscuridad que te abstrae, el sonido que te envuelve, la pantalla que te cerca, que te ciñe. Por algo te dicen que no te sientes en la primera fila.

Esa pantalla desmedida merece comentario aparte porque es un latifundio que abarca todo el campo de la visión humana, incluida la periférica. Es un dispositivo perfectamente diseñado para romper cuellos, que como te sientes muy cerca ya puedes rotar el globo ocular 270 grados y verás antes tu oreja que al de al lado. Pienso que del tamaño de esa pantalla venía el título de "Qué grande es el Cine", aquel programa que cuatro insomnes recordarán, en el que otros cuatro expertos (con éstos salen ocho de audiencia, calcule usted el share) envueltos en densa humareda diseccionaban reiteradamente a John Huston y a John Ford.

Volviendo a la emoción creada en una sala de cine: ahí están el impecable e ingenieril escalonamiento de las gradas, las superficies tapizadas que amortiguan el sonido ambiente y las butacas rojo Scorsese que dejan de percibirse en condiciones de poca luz. Casi respiras el cuidado diseño destinado a conseguir esa atmósfera cuando descubres que se te ha sentado delante Tkachenko, que el sonido ambiente no se amortigua y que lo que menos va a molestar son las butacas.

Aún así, sigues yendo al cine porque te basas en el método ensayo-error-error. Crees que esta vez has elegido bien la película, la fecha y la hora. Has elegido hasta el asiento. Eres público agradecido, y además hace tanto tiempo que no vas que se te ha olvidado el porqué. Pues allá que nos fuimos.

Nada más llegar me tocó el premio gordo. Porque que te toque una señora al lado en el cine no es como que te toque una señora al lado en la peluquería. En la peluquería te aporta información, en cambio la señora del cine suele hincar el codo con saña en el reposabrazos, que debería llamarse el reposabrazo porque sólo cabe uno, y no es el tuyo. La sororidad también va de eso: un ratito tú y otro yo.

Nos llamó la atención una pareja que entró con cubos de palomitas. Más que cubos eran los pilares de la Tierra. Me recordaron, en su equilibrio inestable, las columnas salomónicas del Baldaquino de San Pedro, con su ascenso helicoidal. Es asombrosa la cantidad de palomitas que puede ingerir una sola persona en dos horas. ¿Qué pasa con toda esa materia, se evapora una vez dentro del organismo?

Quedaba sitio al otro lado, y decidimos mover los abrigos. Las roturas de la barrera del sonido, de los tímpanos y de las córneas sucedieron a la vez. Los trailers son un género en sí mismo, porque al tener que resumir una peli se eligen las escenas más vertiginosas y trepidantes, las cuales pueden resultar perjudiciales para la salud. De hecho ha habido menos desprendimientos de retina por traumatismo en montaña rusa que por culpa de algunos trailers. Luego está el hecho de que te las pongan a un volumen por encima de tus posibilidades. Y aún así, no importa, una vez roto el tímpano ya entra lo que sea, es cuestión de aguantarlo un minuto heroico. Minuto en el cual se sentó una pareja del otro lado, así que los abrigos fueron trasferidos a los respaldos de abajo.

Se hizo la oscuridad, pero no el silencio. ¿Recordáis la tuneladora que compró Gallardón cuando se propuso horadar las montañas para ver los alrededores de Madrid? Aquello tenía menos potencia que el poder masticador de los trituradores de palomitas. Que todavía no sé qué sádico popularizó su consumo, porque podría haber elegido cualquier otro snack. Unos fideos cocidos, por ejemplo, o unas croquetas, que a todos nos gustan.

Como la primera escena era en el bosque, uno podía imaginarse que los ruidos eran ardillas royendo nueces; o que estaban moliendo piedras. No se conocen los límites de la capacidad de adaptación del cerebro humano. Luego llegó más gente, y ahí entendí por qué ya no hay acomodador en las salas de cine: porque la gente se acomoda sola. Sola y con calma, como la Santa Compaña, con la linternita buscando el número de asiento; con un seis y un cuatro... aquí nos sentamos. Justo delante. De golpe cobró sentido la frase "los árboles no dejan ver el bosque". Y así, tuvimos que volver a ponernos los abrigos.

El filme transcurrió entre opiniones, spoilers y politonos. Aquello más que el cine parecía la rueda de prensa de una folclórica. Sólo te dabas cuenta de que era el cine por el fragor de bolsas de patatas, cremalleras e interminables sorbidos del aire del final del vaso, que no se crean ni se destruyen, sólo se transforman.

Dicen que la película era muy buena, no lo pongo en duda. Tampoco pondría la mano en el fuego. De todo esto, aparte de la sordera, de la tortícolis y de la cefalea tensional, pude extraer varios aprendizajes. Uno, que las diez son las nuevas seis; dos, que los adultos de hoy son los niños de ayer; tres, que "Enjoy the Silence" no era una canción sino un refrán; cuatro, que el dolor no tiene memoria y por eso aún hay familias numerosas; y cinco, que esa gente de la sala es la misma que usa mal el intermitente en las rotondas, pero eso es harina de otro costal y tal vez dé para otra peli. Sigues yendo al cine igual que sigues yendo en coche.

Llegué al fin. Quizás esperabas leer algo sobre cine y no este pergeño, y en cualquier caso siento que me haya quedado una cosa tan larga. Yo nunca aprendí a callarme. Si después de cuatro horas has llegado hasta aquí, habrías sido capaz de llegar al coloquio de las tres de aquel programa de la dos, y puedes considerarte una inmensa minoría. No hay créditos. Y no habrá secuelas. Espero.

Marta Guirado Aramburu

viernes, 20 de enero de 2023

Sin palabras (mías)

Texto ¿Ética sin egoísmos de grupo? de Jorge Riechmann

Ilustración de Miguel Brieva

Desbrozar la realidad en la jungla informativa

Sucinto pero documentado análisis de Atilio Borón sobre la guerra que libran en Ucrania la OTAN y Rusia.

Como una prueba más de la eterna guerra de información parcializada (eterna, desde luego, porque se remonta a la noche de los tiempos), obsérvese la única nota, "Polémica", que Wikipedia añade a su escueta biografía.

jueves, 19 de enero de 2023

¿Por qué es tan polémico Pedro Baños?

Acaba de publicar su último libro, La encrucijada mundial. El plan del libro y sus primeras páginas los podéis descargar aquí.

El coronel Pedro Baños es un personaje incómodo. Su independencia de criterio respecto a la línea oficial a la que estamos encadenados impidió a Pedro Sánchez nombrarlo en 2018 director del Departamento de Seguridad Nacional. La polémica sobre su presunta rusofilia ocupa en Wikipedia una sorprendente extensión, demostrativa de que también ahí se libra la "guerra en las mentes" de que hablaba este militar en la extensa charla que mantuvo en San Roque. Sobre esta guerra (des)informativa es buena prueba la denuncia que en 2008 sufrió Rebelión, la página de información alternativa en español más leída del mundo, con lectores en más de cincuenta países, al ser incluida en la lista negra de spam de Wikipedia, acusándola de antisemitismo.

A veces puede ganarse una guerra sin disparar un tiro. La propaganda es decisiva en las democracias liberales e inclina a la manipulación. Pero no se puede abusar de burdas noticias falsas y mentiras "de piernas cortas". Aunque en ocasiones les dé tiempo a ganar las elecciones, eso no siempre funciona, como se pudo comprobar el 15M.

Hay técnicas más eficaces. La primera es la insistencia, aquello de que "una mentira mil veces repetida se convierte en verdad"; para eso se necesita monopolizar la información. Es más sutil enseñar sólo parte de la verdad, ocultando lo que no interesa que se sepa, sin mentir abiertamente. Otra técnica es la sobreinformación, que lanza oleadas de "mosquitos estériles" para frenar la infección indeseada. En general, recurren a una mezcla hábil de todas ellas.

Por eso la charla comenzaba avisando sobre estas formas de ganar los corazones y las mentes. Lo primero es ganarse los sentimientos, que condicionan seriamente a la razón, porque somos esclavos de las emociones, sean buenas o malas. Poned en cuarentena lo que os emocione mucho. Las grandes agencias, que no llegan a media docena, son la fuente de casi todas las noticias que llegan a los únicos medios a que accede la mayoría.

Estamos en guerra, somos un país beligerante. Aunque no tengamos soldados en los frentes, nuestro armamento está allí, y las tropas no muy lejos. Es lógico que esta guerra se libre de lleno en el terreno de la información, convertida de lleno en propaganda de guerra.

Fijaos bien y notaréis que no hay escenas de combate, pero sí de destrucción, todas a un solo lado de los frentes. Parece que al otro no lo bombardean. Muchas veces queda la duda de quién ha causado el destrozo. Abundan escenas "de interés humano", con protagonistas que vemos de cerca y que parecen formar parte de un guión cinematográfico, y no cabe duda de que el montaje juega un papel importante en la presentación de la noticia.

No es únicamente en la información oficial donde se libra esta lucha. Las redes sociales juegan ahora un papel fundamental, porque dan un toque de espontaneidad a los mensajes. Sin duda presentan opiniones ampliamente compartidas. Sin embargo, hay técnicas de diseminación de opiniones que logran dar la sensación de ser mayoritarias, y finalmente pueden llegar a serlo. Tendemos a interiorizar y transmitir lo que creemos que cree mucha gente.

Muchos desconocen la existencia de la NAFO, "Organización de Colegas del Atlántico Norte", grupo dedicado a "contrarrestar la propaganda rusa y la desinformación sobre la guerra de Ucrania". Es casi seguro que al otro lado de los frentes se emplearán técnicas semejantes, pero nosotros estamos en este.

Es fácil notar que la interacción en las redes sociales adquiere con facilidad el carácter de una lucha visceral cuerpo a cuerpo. La dopamina se libera a raudales. Se une este rasgo propio del combate al conocimiento que tienen del perfil de cada uno de nosotros quienes las controlan. Así nos reconducen a relacionarnos en grupos cerrados, que si no son relevantes permanecen como guetos aislados. En otro caso, se "infectan" con mensajes masivos en contra de la línea del grupo. Es una dinámica de la que cuesta salir.

En efecto, estamos en guerra, pero ¿por qué?

El coronel Baños lo explicaba, alejado de planteamientos partidarios, describiendo sin pasión los condicionantes que llevan a las potencias a situaciones abiertamente bélicas cuando la "guerra en las mentes" no basta para lograr los objetivos deseados, aunque nunca, nunca, se deja a un lado esta lucha psicológica: es básico en toda estrategia no descuidar ninguno de los flancos.

¿Y cuál es hoy el objetivo? Más que nunca, el control de los recursos naturales. Este es, y lo ha sido siempre, el motivo principal de los conflictos. La situación actual explica todas las guerras en curso. Todas, que no son pocas; no únicamente esta que nos muestran continuamente los medios. Hay razones para esta insistencia mediática, porque esta guerra es en muchos aspectos decisiva.

La mecánica del modo de producción capitalista que, repitámoslo una y otra vez, es apabullantemente mayoritario en todo el planeta, trata de ocupar todos los espacios para extraer de ellos todos los recursos disponibles, y hoy su agotamiento progresivo es inocultable.

Dentro de este sistema la concentración de la riqueza se dispara. Cuatro empresas, que permanecen discretamente en la sombra, controlan el mercado mundial de materias primas, evitando que los gobiernos las regulen. Hay dos familias, ahora fusionadas en una, cuyos veinte miembros clave, todos milmillonarios, dirigen las mayores empresas. Países de baja fiscalidad, o zonas especiales de los mismos que no cuentan como paraísos fiscales, unidos a la imparable circulación de capitales, propician el dumping fiscal que lleva a otros territorios a bajar impuestos, depauperando así los servicios públicos, al tiempo que tal deterioro se convierte en oportunidad para los negocios privados. En una huida hacia adelante, la deuda pública crece y crece, pero fórmulas de renegociación y aplazamiento eterno la convierten en un proceso sin final.

La deuda creciente viene salvando el presente a costa del futuro. Conviene saber quién la compra y cómo puede manipular la economía de un país. Advirtamos de que en España el 80 % está en manos extranjeras.

Nada sucede por casualidadUna potencia hegemónica se resiste siempre a dejar de serlo, sin que importe el precio. Repasando la Historia comprobamos que todas han acabado sus días en guerras abiertas. Este orden internacional se acaba. La potencia hegemónica que surgió tras el largo pulso de la guerra fría impuso un "orden internacional basado en reglas" (las suyas), y ahora otros amenazan con desbancarla. Su poder indiscutible hasta hace poco está siendo cuestionado. Todavía le permite imponer sanciones de hasta 9.000 millones, que se pagan, sin discusión en el mundo entero. Logró implantar una moneda de papel que no controla nadie más. En frase de Marx, el oro circula porque tiene valor; el papel moneda tiene valor porque circula. Grave peligro para el dólar es que otros puedan desplazarlo de los intercambios energéticos. Cuestionar la circulación omnipresente de esta moneda costó la vida a Sadam Hussein y Gadafi, pero no resulta tan fácil acabar con dirigentes de países más poderosos. Como el último recurso para acabar con un enemigo es la guerra, el mayor empleador del mundo es el Pentágono. 

Desde que aquel fantasma recorría Europa (en realidad desde mucho antes), la imagen del enemigo feroz e implacable ha sido un recurso poderosos de la propaganda. Cuando el peligro comunista dejó de asustar, el nuevo espantajo fue el terrorismo. Ahora, el enemigo, bien real, es China.

En muy pocas décadas hemos dejado atrás aquella hucha del Domund con la que se recaudaba dinero "para los chinitos". Aún habrá alguna en tiendas de antigüedades. De este método de fabricación han pasado rapidísimamente a la tecnología puntera. Hoy se establecen en China las grandes marcas, y no solamente para fabricar, sino para el consumo de lujo en el país. Ahora, la mayor cantidad de citas en artículos científicos corresponde a universidades chinas, y allí radica casi la mitad de todas las patentes mundiales. Por algo se ha producido un boicot a los sistemas 5G y castigado a empresas como Huawei. No saben cómo frenar a un país que ya tiene más barcos que EEUU, que construye a toda prisa portaaviones con tecnología avanzada. Todo ello también es posible porque existe en su mundo laboral la doctrina 9-9-6 (de nueve a nueve, seis días a la semana). Los chinos trabajan mucho y bien. Y más barato.

Explotación que produce una plusvalía enorme, dirigida, y esa es la clave, no caóticamente por el capital, sino por un poder estatal que planifica a largo plazo. Esto es lo que ha permitido a un Estado con 23 siglos de antigüedad y con una civilización de cinco mil años salir del siglo de la humillación, aquella época aciaga que va de mediados del XIX a la mitad del XX. China tiene ahora el 75% de la red ferroviaria de alta velocidad. Hoy dispone de 40.000 km, habiendo inaugurado la primera línea en 2008...

Esta nueva gran potencia aglutina a su alrededor a la mayor parte de Asia. Muchos países están basculando hacia este polo de atracción, y eso no puede permitirlo sin resistencia el Imperio Americano. Están muy preocupados por la alianza ruso-china que une a la ya primera potencia económica con una potencia militar comparable a la suya.

Considerando a Rusia la parte políticamente más débil, han comenzado activando los frentes de la guerra fría, con el resultado previsible. El mundo entero sufre este enfrentamiento, pero Europa es, entre dos fuegos, el principal perjudicado.

La terrible carrera por la primacía mundial está acelerando la por otro lado imparable ruta hacia el agotamiento de los recursos, la contaminación insoportable y el cambio climático. El enfrentamiento entre potencias es ya una carrera desesperada por no hundirse, más bien por ser el último en hundirse. La economía, con toda lógica, se está ralentizando, y esa carrera se reproduce en todas las escalas y a todos los niveles.

Hemos llegado a una situación que rompe los esquemas con los que hemos venido funcionando hasta hace poco. Es dramática la situación de los jóvenes, cuando estudiar un grado no sirve de nada, un máster de poco más, si no se cursa en un centro prestigioso y se dispone luego de buenos padrinos. Por eso, la ilusión de cualquier joven es ser funcionario, cosa que antes se consideraba una aspiración algo pobre. Bajos ingresos, ocupaciones inestables y alquileres desorbitados impiden que las nuevas generaciones accedan a la vivienda y a formar una familia.

Seguramente por las mismas razones, China, por primera vez en muchos años, ve descender su población. Lo que el capitalismo considera un desastre es una buena noticia. Ellos ya lo previeron con su política del hijo único. Ahora no necesitan imponerla, porque lo hace la propia dinámica del desarrollo económico.

¿Se rebelarán las poblaciones para dar la vuelta a la situación? ¿Volverá el "no a la guerra"? Recuerda el conferenciante que "se sale a las calles cuando no se come", y se pregunta ¿qué pasará cuando haga frío?  No es tan extrema la situación europea, pero ya estamos viendo protestas. Es imprescindible que los fascistas no tomen la delantera.