domingo, 19 de mayo de 2013

La victoria del tiempo sobre el espacio

Inicié mi serie ¿En qué sentido es el tiempo una sucesión infinita? preocupado por el problema de las limitaciones temporales, tanto hacia dentro (¿qué cabe en un cuanto de tiempo?) como hacia fuera (¿cuánto futuro existe realmente?). Los límites del tiempo como infinitésimo y del tiempo como infinito.

Aún inacabada la serie, he llegado a dos conclusiones, a mi entender importantes: 
1ª: el tiempo parece ilimitado porque expulsamos hacia el futuro lo que no cabe en el presente.
2ª: no hay tiempo sin movimiento, y la causa del movimiento es la ausencia de equilibrio; a mayor desequilibrio, mayor aceleración, pero también a mayor aceleración menor equilibrio, mayor desorden, más entropía.
El tiempo es irreversible precisamente porque es desequilibrado. Nunca hay exacta correspondencia temporal entre causa y efecto.

Imagino un plano horizontal y sobre él una bola en reposo. Inclinándolo ligeramente se pone en marcha. A mayor inclinación, mayor aceleración. El clinamen sirvió a Epicuro para eludir el determinismo y justificar la incertidumbre y el libre albedrío. Yo usaré el término como metáfora de la flecha del tiempo, imaginándola como la pendiente que asimétricamente inclina el presente hacia el futuro.

Parece que esta interpretación inclina al determinismo. Creo que es al revés. Mi clinamen es inexorable, pero su asimetría hace entrar en juego al de Epicuro, como indeterminación con varias posibilidades no escritas; todo el determinismo se dirige hacia el pasado, nunca hacia el futuro.

Recientemente una frase que resume el pensamiento de Antonio Gramsci contra las deformaciones deterministas del marxismo ("la acción de las masas, así como sus movimientos políticos e ideológicos, tienen una temporalidad propia que no necesariamente es la temporalidad de la crisis económica") me ha hecho volver sobre este tema.

Y ahora lo encuentro de nuevo en dos artículos recientes, en los que constato el ¿fatal? proceso capitalista acelerador del tiempo, y con él del retraso de los efectos respecto a la causas. Los dueños del gran capital lo saben, y por eso tienen tanta prisa en consolidar sus reformas antes de que provoquen respuestas: Blitzkrieg, la doctrina del shock...

El primer artículo, muy en mi línea de conceptos sintéticos, llama al capital "dominador del tiempo". En efecto, si el capital es trabajo acumulado, es tiempo de trabajo acumulado y apropiado, y por su propio interés contínuamente acelerado. Los estados han acumulado espacio, el capital, tiempo. Y finalmente parece realizarse la fagocitosis que con un sentido diferente imaginé en mi conferencia El espacio dentro del tiempo.

El segundo artículo insiste, como una evidencia ya inobjetable, en esa aceleración temporal que descoyunta la respuesta social, siempre retrasada respecto a las audaces medidas que toman y que causan efectos a la velocidad de la transmisión electrónica.

Alcanzar esa velocidad de transmisión electrónica en la difusión de ideas que se puedan transformar en actos es la necesidad más acuciante de nuestro tiempo acelerado.

Siguen dos párrafos de ambos artículos.




Informe presentado en la reunión del Club “Plaza Roja”
Andrei Fúrsov
Andreyfursov.ru

La globalización representa el proceso de producción e intercambio en el que, gracias al predominio de los factores de la información (es decir, “no materiales”) sobre los “materiales”, el capital, que se convierte en una señal electrónica, queda libre prácticamente de todas las limitaciones del nivel local y estatal – espaciales, materiales, sociales. Se trata, según Z. Bauman, de la victoria del tiempo sobre el espacio y, naturalmente, de aquellos que controlan el tiempo (capital) sobre aquellos que controlan el espacio (Estado). Globalización en primer lugar es la globalización de los capitales, lógicamente en forma financiera; es la creación del mercado global de los capitales financieros, libres del control por parte del estado. Como observó el mismo Z. Bauman, “todo lo que se mueve con la velocidad que se acerca a la velocidad de la señal electrónica, está prácticamente libre de las limitaciones, relacionadas con el territorio desde el cual fue enviado, del territorio a dónde fue enviado o el que atraviesa”. 

Tiempo, tecnología, capitalismo
El Ecologista, nº 76

El capitalismo es sobre todo una lucha contra el Tiempo; una lucha paradójica, pues en realidad, como veremos enseguida, nos disuelve para siempre en su flujo biológico. Si lo definimos, siguiendo a Marx, como un sistema en el que toda la riqueza aparece, y sólo puede aparecer, como mercancía y en el que la fuerza de trabajo opera como la mercancía más valiosa, fuente de valorización de todas las otras mercancías, el capitalismo establece una relación orgánica sin precedentes entre trabajo, cuerpo y tiempo. Como sabemos, la explotación del trabajo y la acumulación ampliada de beneficios exige la fertilización del “plusvalor relativo” o, lo que es lo mismo, una ininterrumpida aceleración del tiempo, lo que sólo puede lograrse mediante una “permanente revolución tecnológica” de la producción. Las máquinas, cristalización de trabajo y del saber social, son la condición y la demanda de nuevas máquinas y, por tanto, de una nueva aceleración temporal. Cabe discutir mucho sin duda sobre la interdependencia ontológica entre el capitalismo y las sucesivas “revoluciones industriales”, pero nadie puede poner en cuestión el papel de estas últimas como motor íntimo de la hybris capitalista. No es posible pensar la mercantilización general ni la explotación ilimitada del trabajo humano -con sus “regresos” legales, éticos y sociales- sin este “progreso” tecnológico desencadenado que ha ido penetrando, como un quiste, todos los aspectos de la vida individual y colectiva.

1 comentario:

  1. Juan José:
    Da gusto entrar en tu Blog ,leer tus posts,pensar y reflexionar de verdad.
    Unha aperta moi agarimosa.

    http://intentadolo.blogspot.com.es/2013/05/versos-del-agua.html

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