viernes, 3 de mayo de 2013

Entrevista a Dennis Meadows: «No hay nada que podamos hacer»

Pesimista está nuestro hombre. Son muchos años de batalla, desde aquel informe al Club de Roma, para convencer al mundo de la necesidad de ir aplicando a la megamáquina desbocada aquel "freno de emergencia" de que hablaba Walter Benjamin.

Megamáquina. Nosotros corremos montados en ella, el tiempo corre contra nosotros. Para mayor desconsuelo, cuanto más cercano el punto de no retorno (que ni siquiera sabemos donde está), más se radicaliza la postura ¿inconsciente? de los que creen en que en la huida hacia delante encontraremos soluciones.

Meadows atribuye a nuestro proceso evolutivo este descuento hiperbólico que hace perder importancia a las cuestiones a largo plazo. Es un fenómeno que ocurre cuando pensamos en el futuro: cualquier recompensa para la que tengamos que esperar es menos valiosa que una que llegue ahora mismo. En sentido inverso, un daño futuro es menos preocupante que uno menor, pero inmediato.

Efectivamente. Siendo la vida finita, el instinto humano más primario es preservar la propia. Mi vida se devalúa constantemente. Ahora vale una vida. Dentro de cincuenta años valdrá absolutamente cero. Entre ambos momentos, devaluación incierta pero continua. Por eso es difícil que malas consecuencias futuras frenen la obtención de bienes inmediatos.

Difícil, pero no imposible. La educación en sociedad frena muchos impulsos encaminados al goce inmediato, que el niño (y el adulto inmaduro) quiere aquí y ahora. Aprender a diferir la satisfacción es propio de todas las culturas. Empezando por la del instinto sexual, peligrosa potencia que de una u otra forma es reprimida, porque su fuerza sin freno haría imposible la convivencia.

Hedoné (Ἡδονή) era para los griegos el espíritu femenino que representaba el deseo sexual. Significa "placer" y era la personificación de la lujuria. En contraposición, la
eudaimonía
(εὐδαιμονία) o plenitud de ser, que se traduce comúnmente como “felicidad”. Para Aristóteles consistía en el ejercicio virtuoso de lo específicamente humano: la razón.

 
En esta disyuntiva entre placer inmediato y felicidad futura, ésta aparece como fruto de la razón. La persona formada e informada debe obedecer los dictados de la razón. Las culturas que se han estabilizado han encontrado buenas razones para lograrlo. Y del mismo modo que un niño, pequeño salvaje, puede llegar a ser un adulto responsable, los adultos desinformados e irresponsables de ahora mismo deben tomar las riendas y no dar por perdida la batalla del futuro.

Si el proceso evolutivo nos legó el descuento hiperbólico, también nos ha dado la razón, y con ella la capacidad para diferir la satisfacción. Para la política y la economía a corto plazo de esta sociedad de mercado continuo, el futuro, sencillamente, no existe. La solución estable será pareja a la sustitución de esa política y de esa economía. O no será.

Comprendo el pesimismo inteligente de Meadows, pero es un deber oponerle una voluntad optimista de pesimista bien informado, que es lo contrario del fatalismo pesimista. Aunque cada uno de nosotros tenga fecha de caducidad, no debería conformarse con que la tenga la especie.

Dominemos nuestra tendencia al descuento hiperbólico. De vez en cuando, hagamos una parada en lo urgente para reflexionar sobre lo importante.
 
La entrevista de Format cuyo enlace os dejo expone claramente la situación actual y las amenazantes expectativas. No deberíamos permitir que la triste conclusión del entrevistado se convierta en profecía autocumplida. Ya está bien eso de atribuir todos los males a una estática e inmodificable "naturaleza humana", esa perezosa acompañante que lastra nuestras mejores posibilidades.

Dennis Meadows: «No hay nada que podamos hacer»



Dennis Meadows, 70 años. Hace 40 años hizo añicos la fe en el progreso sostenible con su estudio encargado por el Club de Roma, titulado “Los límites del crecimiento”. Es economista y ha sido director del prestigioso Massachusetts Institute of Technology, ha dado conferencias por todo el mundo y ha sido profesor en el Dartmouth College y en la University of New Hampshire, donde aún imparte clases.

(conclusión)

FORMAT: ¿Tiene usted soluciones para estas megamiserias?

Meadows: Habría que cambiar la naturaleza del Hombre. En lo básico estamos programados exactamente igual que hace 10.000 años. Si uno de nuestros ancestros era atacado por un tigre, tampoco estaría preocupado por el futuro, sino por su supervivencia inmediata. Mi preocupación es que por razones genéticas no somos capaces de tratar cuestiones a largo plazo como el cambio climático. Mientras no aprendamos a hacer eso, no hay manera de resolver todos estos problemas. No hay nada que hacer. La gente siempre dice: “Tenemos que salvar el planeta”. No, no tenemos. El planeta se va a salvar solo de todos modos. Siempre lo ha hecho. A veces le llevó millones de años, pero al final se salvó. No tendríamos que preocuparnos por el planeta, sino por la especie humana.

2 comentarios:

  1. Dáimôn (Δαίμων, Dæmon) es indistintamente ángel o demonio. Puede traducirse por "espíritu". Eudaimonía sería espíritu bueno.

    Para mí es algo así como "buen talante", Y es sinónimo de felicidad, no en el sentido del placer volupuoso y pasajero, sino de un estado de espíritu permanente.

    Creo que estaba dicho más arriba, pero es ahora cuando leo el comentario y no recordaba bien mi anterior explicación.

    Añado el coloquial "buen rollo", que es un primer paso para la felicidad...

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