jueves, 3 de marzo de 2011

El flautista oportunista

El tema de Celulosas de Pontevedra, factoría de ENCE, mal situada en su día en las que fueron playas de Placeres, ha perdido mucha de su fuerza original. Sin el desaparecido aliciente urbanístico para sus terrenos, con el fantasma del desempleo que nadie quiere aumentar, con la contaminación más controlada tras las acciones de Greenpeace, no parece que vaya a ser un tema estrella en las próximas elecciones municipales.
Sí lo fue, y mucho, en otras anteriores. Aunque ya la canción fuera entonada a dos voces por algunas fuerzas políticas, las que pretenden correr con la liebre mientras cazan con los perros...

La vieja factoría, máis envellecida y... embellecida

La antigua y noble ciudad de Hamelin dormitaba junto a su ría. El lento paso del tiempo iba produciendo cambios, que no eran bastantes para alterar su paz. A veces eran saludados como señales de la llegada del Progreso, mítica deidad a cuyos favores aspiraban los sensatos e ilustrados ciudadanos, estimulados por las noticias que llegaban de los cambios que se sucedían vertiginosamente en otros pagos.
Pero un mal día, una plaga se abatió sobre ellos. Miríadas invisibles de partículas hediondas, llegadas de las mismas márgenes de la idílica ría, comenzaron a invadir sus narices, de forma insidiosa y persistente, sin pedir permiso. Sólo entonces fueron conscientes de su felicidad anterior, del Paraíso Perdido, y desearon y por mil maneras buscaron que Alguien los librara de la plaga.
Con ocasión de celebrarse en el País un cuatrienal Certamen Nacional de Flauta, diversos músicos actuaban por doquier. También aparecieron en la ciudad. Y fue un astuto flautista quien halló así la oportunidad de obtener pingüe beneficio.
El flautista prometió a los probos y sufridos ciudadanos que él se llevaría el mal olor a Otra Parte. Sabía que en la mágica idea del Traslado coincidirían más ciudadanos que en la más radical de la supresión pura y dura, porque gente tan apacible y sensata no era dada a las grandes mudanzas, y porque muchos asociaban el olor a algún otro efecto beneficioso. El Traslado no alejaría demasiado ese efecto pero les devolvería el perfil perdido de su paisaje.
El flautista tocó una melodía adecuada. Aunque otros músicos no estaban muy de acuerdo con la partitura, y sabían que el traslado era una oferta válida sólo localmente, y con los días contados, hasta la adjudicación del premio en el Gran Certamen, no se atrevieron a sufrir el anatema público por oponerse y marcharon tras él. Y aún se permitió amonestar a los que no marcharon personalmente, aunque enviasen delegados, y denostar a éstos por no ser suficientemente marchosos.
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El BNG flautista podría pedir directamente el cierre de ENCE, pero sabe que es una industria de carácter estratégico y que Galicia no debería prescindir de ella. Ni siquiera la comarca puede prescindir, como se desprende de los datos del Plan Directorio de Estratexias nos municipios da Área Territorial de Pontevedra, encargado por el propio gobierno municipal, que puede consultarse en http://www.pettra.es/.
Pero al pedir el traslado, y no el cierre, el tema está condenado a la nevera en cuanto pasen las elecciones, porque cualquier ubicación posible se parecería a la actual,  con los mismos problemas, y generaría además conflictos entre diversos localismos, cosa que unos ciudadanos tratados como niños no ven por ahora, ni los ratones políticos quieren sacar a la luz. Quieren aplazar el debate de fondo: exactamente como el PP, tras los atentados del 11-M, trató de ganar tiempo, intentando mantener su engaño hasta que pasaran las elecciones.
Tras éstas, un debate sereno y a fondo mostrará las falacias que se esconden en las febles argumentaciones, y también en la falta de deseo de abordarlas a fondo.
Pero para entonces el flautista principal y los gordos ratones que lo siguen (y que tal vez medren aún más que él) habrán cumplido sus objetivos.
Todos lo sabemos: las promesas electorales de los partidos de más éxito suelen hacerse sin intención de cumplirlas.
Escrito en junio de 2005

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