miércoles, 16 de marzo de 2011

Os nenos de Europa - Los niños de Europa

Os nenos de Europa                                                 Ramiro Fonte


Estes nenos que xogan ó balón                      
Xunto ás mortas ruínas dunha casa
Bombardeada;
Alleos á convulsa paisaxe que os circunda,
Ignorantes do que pasou na guerra,                                 5
Son os nenos de Europa.

Estes nenos que xulgan, con ledicia,
A perfección do branco trasatlántico
Que aparece no porto,
Porque non saben o que significan                                 10
Certas palabras
Como lonxe, decenios ou periplos,
Son os nenos de Europa.

Estes nenos que amosan
As cifras tatuadas nos seus brazos;                               15
Viúvos para sempre da tristura
Porque eles xa cruzaron a fronteira
Das terras habitadas soamente
Polos desesperados, e volveron
Nos lentos trens,                                                           20
Son os nenos de Europa.

Estes nenos que xogan
Ás escondidas,
Entre as tumbas sen nomes
Dun frío camposanto suburbial                                        25
E, cando cae a noite,
Regresan fatigados ás súas casas
E despois se acubillan nun cuarto de madeira
E non queren manchar
A almofada de lágrimas, tamén                                       30
Son os nenos de Europa.

Ningún outro país puideron darnos.
Ningún máis verdadeiro
Nin menos doloroso recibimos:                      

Durmimos e soñamos                                                     35
Sobre a mesma almofada que eles foron tecendo
Con ese fío escuro dos seus soños.

Tódalas noites
Conciliamos o sono                                                                          
Sobre o tremor do mundo,                                               40
Sobre vellos temores aceptados.

Somos os fillos raros deses nenos[1].                                              

[1]      Citamos el texto según la siguiente edición, revisada por el autor: “Os nenos de Europa”,  Mínima moralidade, Deputación Provincial da Coruña, A Coruña, 1997, págs. 51-52.



 

 

 

 

 

 

 

 

Los niños de Europa                                                Ramiro Fonte


Estos niños que juegan al balón                     
Al pie de las ruinas de una casa
Bombardeada,
Ajenos al convulso paisaje que los cerca,
No sabiendo lo que pasó en la guerra,                               5
Son los niños de Europa.
                                                       
Estos niños que juzgan, divertidos,
La perfección del blanco trasatlántico
Que aparece en el puerto,
Porque no saben lo que significan                                    10
Ciertas palabras
Como lejos, decenios o periplos,
Son los niños de Europa.

Estos niños que muestran
unas cifras tatuadas en sus brazos,                                  15
De la tristeza viudos para siempre,
Pues ellos ya cruzaron la frontera
De las tierras pobladas solamente
Por los desesperados, y volvieron
En lentos trenes,                                                             20
Son los niños de Europa.

Estos niños que juegan
A escondidas
Entre tumbas sin nombres
De un frío cementerio suburbial                                         25
Y, cuando cae la noche,
Regresan fatigados a sus casas
Y se acogen después a un cuarto de madera
Y no quieren manchar
La almohada de lágrimas, también                                    30
Son los niños de Europa.

Ningún otro país pudieron darnos.
Ninguno más auténtico
Ni menos doloroso recibimos:                         

Dormimos y soñamos                                                      35
En la misma almohada que ellos fueron tejiendo
Con el oscuro hilo de sus sueños.

Todas las noches
Conciliamos el sueño                                                                       
Sobre el temblor del mundo,                                             40
Sobre viejos temores aceptados.

Somos los hijos raros de esos niños[1].

[1]      Traducción española de Xavier R. Baixeras, en “Los niños de Europa”, Capitán Invierno, Valencia, Pre-Textos, 2002, págs. 50-51.

Cartier-Bresson


















Cuatro estampas de niños: jugando entre ruinas, admirando los barcos en un puerto, niños supervivientes de un genocidio, niños jugando entre tumbas anónimas. Niños de otra época, marcados por la tragedia, conscientes unos, inconscientes otros.

Que los niños de la primera estampa ignoren la guerra es cierto sólo en parte, porque las consecuencias del bombardeo están aún en el escenario; intentan más bien jugar a que no lo recuerdan, enajenándose del paisaje desolado. Sí parece que los de la segunda ignoran del todo la amargura de la emigración; para ellos el barco sólo les puede ofrece un viaje maravilloso de aventura.

El horror de la tercera estampa ya no se puede ocultar. Estos niños han vuelto de la muerte. Sus mentes están tan marcadas como sus cuerpos. Desde su futuro, nosotros sabemos que sobrevivirán.

De los niños de la última estampa se nos muestra algo más. Vemos que sufren de noche, en sus cuartos miserables; y que resisten.
 
Son diferentes formas de seguir viviendo. Algunos no saben nada del pasado cruel, otros lo saben todo. Pero sobre todos pesa y condiciona lo que llegarán a ser.

El poeta, desde un tiempo menos duro, compara presente y pasado, y los sueños de aquellos niños con nuestros sueños, en apariencia menos angustiosos. La Europa de aquellos niños es la nuestra. Nosotros lo sabemos, y nuestro ser de hoy es inexplicable sin la historia de ayer. Somos herencia, síntesis de conflictos y dificultades, hijos raros.

Somos capaces de dormirnos sobre un mundo convulso; los viejos temores están aceptados, pero no amortizados. Cuidado.

¿Explica nuestra historia, tan diferente de la norteamericana, algunas actitudes diferentes ante la guerra?

                                                           Juan José Guirado
Mayo de 2003

1 comentario:

  1. Muchas gracias, fui remitido a buscar este poema de Ramiro Fonte al escuchar un poema de Cesar Vallejo el 15 de España aparta de mi este caliz

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