jueves, 24 de marzo de 2011

Breath

S. Beckett, Breath (1969)

Esta pieza teatral de S. Beckett fue estrenada en New York en 1969, con el título de Breath, a instancias de Kenneth Tynan, quien había solicitado al dramaturgo una contribución para su revista Oh! Calcutta! Sin embargo, el texto original se publicó en la revista Gambit (vol.4, núm. 16, 1970). Estrenada en el Eden Theatre de New York, el 16 de junio de 1969, esta obra fue representada posteriormente en Inglaterra, en el Close Theatre Club de Glasgow, en octubre del mismo año.


Breath

 

Curtain

            1. Faint light on stage littered with miscellaneous rubbish. Hold about five seconds.
            2. Faint brief cry and immediately inspiration and slow increase of light together reaching maximum together in about ten seconds. Silence and hold about five seconds.
            3. Expiration and slow decrease of light together reaching minimum together (light as in 1) in about ten seconds and immediately cry as before. Silence and hold about five seconds.

Curtain

             Rubbish. No verticals, all scattered and lying.
             Cry. Instant of recorded vagitus. Important that two cries be identical, switching on and off strictly synchronized light and breath.
             Breath. Amplified recording.
             Maximum light. Not bright. If 0 = dark and 10 = bright, light shouldmove from about 3 or 6 and back[1].

[1] Cfr. S. Beckett (1969), Breath, en The Complete Dramatic Works, London and Boston, Faber and Faber Limited, 1986, pág. 369; reed. in 1990. Vid. la trad. esp. de C. Oliva y F. Torres Monreal (1990), de esta “farsa en cinco actos”, de treinta segundos de duración, en su Historia básica del arte escénico, Madrid, Cátedra, pág. 395: “Se alza el telón sobre una oscuridad casi total: unos instantes de negro. De repente, una iluminación muy débil deja ver una especie de descampado cubierto de basuras y deshechos diversos. La luz permanece fija durante cinco segundos de silencio. Se oye una breve fracción del vagido de un recién nacido, seguida de una inspiración humana amplificada, que dura diez segundos, durante los cuales la luz va aumentando progresivamente. El máximo de luz coincide con el final de la inspiración. Siguen luego cinco segun­dos de silencio y de iluminación estable. Se oye después una espiración amplifi­cada que dura diez segundos, durante los cuales la luz va subiendo. El máximo de la luz coincide con el final de la espiración. La iluminación coincide con el final de la espiración y es seguida inmediatamente de una fracción de vagido idéntica a la anterior en longitud y volumen. Cinco segundos de silencio y luz fija. La ilumina­ción débil se apaga de súbito. Tras unos instantes de oscuridad absoluta cae el telón”. 



Con toda probabilidad, el comentario puede ser más largo que la obra. Intentaré que no falte ninguna interpretación posible. Esas interpretaciones deberían incluir la hipotética intención del autor y las reacciones posibles del público; también haría falta conocer el contexto del estreno.

En relación con lo primero, se puede interpretar como experimento audiovisual, como símbolo de la vida humana en un mundo caótico, como provocación, como estafa. Y el público puede reaccionar con respetuoso asombro, con sesuda meditación, con protesta airada, con alborozo (poco probable).

En cuanto al contexto del estreno, que no conozco, pudo ser en solitario o junto a otras obras. Gratuito, oneroso o muy oneroso. Ante un publico juvenil o adulto, vanguardista o conservador.

Las combinaciones de tantas variables producirán las interpretaciones más variadas: experimento audiovisual gratuito ante un público que reacciona con alborozo,  estafa muy onerosa con bronca, etc.

Por mi parte, prefiero pensar que se trata de un experimento serio. Me gustaría comprobar el efecto escénico que imagino: entre los dos gritos idénticos, la simetría perfecta de la respiración; el efecto de patetismo creciente y luego decreciente en la caótica escena; el acompañamiento que la luz hace del clímax y la consumación; los silencios perfectamente medidos. Seguramente eso producirá sensaciones dignas de ser experimentadas, y algún sentimiento asociado, que dependerá de cada espectador.

Los simbolismos quedan abiertos: la vida es un suspiro, luz entre dos sombras, el mundo es basura... Estas interpretaciones son obvias, pero podría haber otras. ¿Por qué la luz es antimétrica si el sonido es simétrico? ¿Es la muerte el instante más lúcido? ¿Y por qué se apaga la luz antes de bajar el telón? ¿Hay una segunda muerte tras la muerte, si es esa la interpretación?

Algo perplejo, pero no muy mosqueado, a estas alturas

                                                                       Juan José Guirado
Mayo de 2003

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