jueves, 10 de junio de 2021

¿Qué podemos esperar?

Hacía tiempo que que daba vueltas al tema, cuando en el cineclub de esta ciudad he dado con algunas claves interesantes para volver sobre él. La película Mi noche con Maud, dirigida por Éric Rohmer, es una de aquellas de la nouvelle vague que veíamos en otro tiempo en los cines "de arte y ensayo". Podrían llamarse "de introspección". Aunque algunos de mis acompañantes abandonaban la sala considerándola "un castañazo", me interesó desde el principio por dos razones.

Una de ellas es que presenta situaciones sorprendentemente parecidas a otras vividas por mí, pero eso ahora no hace al caso.

La razón que ha avivado mi interés por continuar un tema que tenía abandonado es la dinámica intelectual entre personajes, católicos unos, otros no creyentes, pero todos conscientes de sus propias contradicciones. En particular me atrajo la aparición en ella de un concepto, la esperanza matemática, que cierra (¿o tal vez lo abre?) el círculo de mis reflexiones.

Para aplicar este concepto a la pregunta que encabeza esta entrada, debo dar un rodeo que pasa por Parménides, Anselmo de Canterbury, Blas Pascal y... Yanis Varoufakis.

El presocrático fue, que sepamos, el gran introductor del "ser" en la filosofía, con una visión del concepto totalizante y absoluta que luego influyó tanto en la teología cristiana, en su intento de acomodar la tradición judaica al pensamiento griego, identificando con Dios ese Ser Total.

La línea divisoria entre las filosofías idealistas y materialistas parte de una afirmación contenida en el poema de Parménides: «es una misma cosa el Pensar con el Ser». Mucho antes del "pienso luego existo", ya estaba aquí planteada, que no resuelta, la relación entre la experiencia interna y el mundo exterior.

Anselmo de Canterbury resolvió alegremente la ecuación de la existencia o no de ese Dios con aquel razonamiento, «Dios es Aquél cuyo mayor no puede ser pensado, el Ser Perfecto e Inmutable al que no puede faltar la perfección de la existencia».

Pascal no estaba tan seguro. Por eso planteó el problema de otro modo, como una apuesta: «aunque no se conoce de modo seguro si Dios existe, lo racional es apostar que sí existe. La razón es que, aun cuando la probabilidad de la existencia de Dios fuera extremadamente pequeña, tal pequeñez sería compensada por la gran ganancia que se obtendría, o sea, la gloria eterna».



Aquí aparece la esperanza matemática, un cálculo que debe decidir nuestra apuesta, tanto en este caso como en cualquier otro en que no podamos tener certezas. En principio es una curiosidad teórica, la probabilidad como cociente entre el número de casos favorables y el de todos los posibles, pero cuando le superponemos la ganancia que se obtendrá si se acierta se convierte en un cómputo objetivo que debe condicionar la decisión.

Pondré un ejemplo sobre la esperanza matemática de las loterías:

Las probabilidades de las loterías por sí mismas son irrelevantes. Lo que realmente importa es si el premio multiplicado por la probabilidad (en escala de 0 a 1) es mayor o menor que el costo del billete. De hecho, ninguna loteria cumple esta logica (y es por eso que dicen que las loterias son un impuesto del gobierno al desconocimiento de las matematicas).

Una definición fácil de entender de lo que aquí llamaremos «Esperanza Matemática» es la relación entre el premio obtenido y probabilidad de acertar.

  • Si la esperanza matemática es 1, el juego es «justo». Por ejemplo, apostar 1 euro a que una moneda sale cara o cruz, si el premio por acertar son 2 euros, y si se pierde, 0 euros. La esperanza del juego es 2 · (1/2) = 1. Entonces, consecuentemente con la teoría de juegos, podría pagar el euro para jugar o rechazar jugar, porque de cualquier manera su expectativa total sería 0. 

  • Si la esperanza matemática es menor que 1, el juego es «desfavorable para el jugador». Un sorteo que pague 500 euros a 1 euro pero en el que la probabilidad de acertar sea de 1 entre 1.000, la esperanza matemática es 500 · (1/1.000) = 0,5. 

  • Si la esperanza matemática es mayor que 1, el juego es «favorable para el jugador», todo un «chollo» para el jugador. Un ejemplo sería un juego en el que se paga 10 euros por 1 euro invertido por acertar el número que va a salir en un dado, en donde hay una probabilidad de acertar es de 1 entre 6. En este ejemplo el valor de la esperanza matemática es 10 · (1/6) = 1,67 y por tanto en esas condiciones es juego «beneficioso» para el jugador.

Pascal especula con que por pequeña que sea la apuesta por la salvación eterna, no es nula, mientras que el premio es infinito. En cambio, la pérdida "por no jugar" será absoluta, aunque cuente con una "casi" certeza, porque el premio es nulo. La cuenta "que le sale" da cero en un caso, e infinito en el otro.

Cuando las alternativas son dos, como al lanzar la moneda, lo importante es calibrar bien la probabilidad y el beneficio para ambas posibilidades. Pero si Pascal no estaba muy seguro del argumento de San Anselmo, tampoco podemos estarlo del calibre de Pascal.

En el mundo metafísico, en el que ser es pensar, la apuesta no deja de ser imaginaria. Cada uno puede arbitrariamente asignar las cifras que quiera. Es lo que hacen habitualmente los creyentes de las religiones de salvación. Están convencidos de que les conviene creer. (Sí, pero, ¿en cuál?)

Continuamente hacemos apuestas semejantes en el mundo físico que habitamos. Calculamos, en la medida de lo posible, la probabilidad del acierto y la ganancia a obtener. Como el futuro no está escrito, la vida es una apuesta continua, y la racionalidad se centra en calcular con la máxima información disponible, lo más científicamente que podamos.

Yanis Varoufakis ha publicado recientemente la novela Otra realidad, en la que plantea la disyuntiva de la apuesta imaginando un universo paralelo y "dándonos a elegir". En ese universo, las empresas son completamente horizontales y propiedad de los empleados, no existen los bancos ni la bolsa y todas las personas tienen al nacer el mismo patrimonio. Los amigos contemplan ese otro mundo con incredulidad: ¿acaso algo así es posible? El autor defiende que el primer paso para que de verdad lo sea es imaginarlo. Aunque sobre el presente, particularmente sobre el papel de la Unión Europea o sobre las herramientas y la actitud de la izquierda, sea menos optimista. Un último apunte: la revolución ciudadana que hizo posible el cambio de esa Otra realidad no está en el futuro, sino que ya sucedió, en los años devastadores que siguieron a la crisis de 2008. En esta realidad, lo sabemos, no fue así. La cuestión es si podría suceder.

Me atrevo a hacer mi apuesta particular, parafraseando a Pascal: seguramente la probabilidad de superar positivamente el capitalismo es baja, pero la ganancia, por baja que fuere, sería la supervivencia, mientras que su altamente probable triunfo absoluto y definitivo sería la distopía y conduciría a la extinción. Un número pequeño multiplicado por algo siempre será mayor que uno grande multiplicado por cero.

La apuesta no es la decisión justa en un momento heroico: es una actitud continuada, porque la disyuntiva es permanente. Por eso, si queremos vivir en una sociedad más justa, o simplemente que nuestros descendientes sobrevivan, tenemos que ponernos manos a la obra para superar el capitalismo ecocida, y en definitiva suicida.

El imperativo categórico de Kant sentencia: «Obra de tal modo que la máxima de tu voluntad siempre pueda valer al mismo tiempo como principio de una legislación universal». El desafío es lograr que la mayoría entienda que el principio de una legislación universal, si apostamos correctamente, no puede ser el dogma capitalista.

5 comentarios:

  1. Brillante.

    Naturalmente, la 'apuesta' ha de ser colectiva. Y es ahí donde, creo yo, reside la dificultad.

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  2. Eso es lo difícil, precisamente...
    http://jonjuanma.blogspot.com/2021/06/por-una-industria-cultural.html

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    1. Gracias. El artículo es magnífico y el blog todo un descubrimiento.

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  3. Excelente.....o prmeiro que fai calquer poder e controlar coa lingoaxe a capacidade de imaxinar de soñar
    Paradoxalmente cando estamos en crise o alimento máis necesario e imaxinar para percurar saidas... que fai sempre os poderes ... recortar en cultura devindo que non é unha prioridade....( sen soñar que somos???....)
    Parabéns polo blog

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    1. Liberemos a linguaxe e a mente. Imaxinar e falar doutro mundo é o primeiro paso para construílo. Sen tolos como o xastre de Ulm nunca voariamos

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