Las tres gracias a que se refiere son deidades encargadas del justo reparto de los dones. La primera se obliga a dar, la segunda debe recibir, la tercera debe devolver con otro don, que al menos tenga un valor equivalente a lo recibido.
La equivalencia sentida la sustituye el mercado por otra, la equivalencia medida. El intercambio se monetiza, y el dinero como equivalente universal, ente ciego que oculta su origen ("pecunia non olet") aboca al capitalismo, cuya última fase es el neoliberalismo actual, que ya agotado en su forma productiva acaba sustituyendo la producción de riqueza por la especulación financiera.
Aunque la Historia no es reversible y nunca se repite de la misma forma, debemos rastrear en el pasado de otras culturas valores universales, los únicos que pueden salvarnos de un precipicio al que nos acercamos a toda máquina.
Descubriremos que ideas muy actuales sobre la inmersión del hombre en la naturaleza fueron dominantes en la cosmovisión de otros pueblos.
Conociendo el Ayni
Este es el símbolo andino del “Templo de las Manos Cruzadas Kotosh” y tiene más de 4,000 años de antigüedad. Significa mucho para mí porque como enseñó el Hamawta Irpiri Carlos Milla este símbolo representa el “Ayni” es decir, la Reciprocidad y la Ayuda Mutua.
El Ayni fue un sistema de reciprocidad ampliamente practicado por los pueblos andinos y que alcanzó su condición de principio de estado durante el Tawantinsuyu de los Incas. El Ayni implica que quien necesita ayuda es asistido por los miembros del Ayllu, debiendo el beneficiado posteriormente retribuir asistiendo mutuamente cuando otro comunero lo necesite.
El ayni se practica en la siembra y cosecha de los alimentos en la cultura andina. |
El símbolo del Ayni
El icono de las manos cruzadas descubierto a principios de siglo, es el símbolo por excelencia del Ayllu de la comunidad humana basada en las formas de reciprocidad andina: Ayni, Mita, Minka y Wayka, y a través de ella representa los valores andinos del Khuyay (Amar), Munay (Querer) Yachay (Saber) y Llankay (Laborar).
Porque es a través de estos principios que nuestros antepasados construyeron su civilización, una civilización basada en el amor y la compasión (Khuyapayaq), y por esto decía el Inca Garcilaso que en el Tawantinsuyu no se conocieron pobres, ni niños abandonados, ni viudas desprotegidas, ni ancianos mendigos, pues todos fueron cuidados y asistidos por la comunidad (Ayllu).
Una cultura del «cuidado mutuo»
Nuestros antepasados construyeron una «cultura del cuidado» (Khuyapayaq Aylluchakuy) el cuidado de los unos a los otros, porque somos seres humanos comunitarios (Ayllu runa), en la medida en que cuidamos de los demás, a la vez nos integramos cuando cuidan de nosotros.
Este «cuidado mutuo» es el núcleo del Ayllu y está basado en el amor y sus infinitas bifurcaciones: compasión, cuidado, protección, seguridad, enseñanza, compartir, reciprocidad, laboriosidad, empatía. Pues quien ama cuida, y quien cuida practica una forma de compasión.
Este «cuidado mutuo» es el núcleo del Ayllu y está basado en el amor y sus infinitas bifurcaciones: compasión, cuidado, protección, seguridad, enseñanza, compartir, reciprocidad, laboriosidad, empatía. Pues quien ama cuida, y quien cuida practica una forma de compasión.
El Ayni con la Madre Naturaleza
En la tradición de la Cosmovisión Andina, los seres humanos (Runakuna) somos parte de la Naturaleza y pertenecemos a ella y no al revés. Debido a que la cultura andina está centrada en la naturaleza, el Ayni solo puede comprenderse desde una relación profunda e íntima con la Madre Tierra.
Para los pueblos andinos la reciprocidad con la naturaleza es un deber moral, pues la Madre Tierra (Pachamama) es quien nos da la vida, los alimentos y la existencia. En consecuencia, debemos «devolver» a la tierra lo que es suyo y no depredar hasta agotar los recursos naturales. Todo lo que hemos de tomar, debemos devolverlo.
Si se rompe el vínculo de reciprocidad (Ayni) con la naturaleza, entonces el ser humano destruye su propio hábitat y atrae el hambre, la miseria y la tragedia a la comunidad humana (Runa Ayllu). Esta ética andina del cuidado a la naturaleza, solo puede nacer de quien ha aprendido a amar a todos los seres vivientes y a respetar toda forma de vida.
Si se rompe el vínculo de reciprocidad (Ayni) con la naturaleza, entonces el ser humano destruye su propio hábitat y atrae el hambre, la miseria y la tragedia a la comunidad humana (Runa Ayllu). Esta ética andina del cuidado a la naturaleza, solo puede nacer de quien ha aprendido a amar a todos los seres vivientes y a respetar toda forma de vida.
Es comprender que somos parte de una comunidad mayor, el Ayllu cósmico, pues todo está ligado e íntimamente relacionado en esta «biosfera viviente» llamada Pachamama, todo tiene una causa anterior y una consecuencia posterior. Lo que le sucede a la montaña repercute en nosotros, si destruimos la naturaleza nos destruimos a nosotros mismos, porque nosotros somos naturaleza, somos vida colectiva (Kawsay).
El Ayni y los animales
La mejor forma de entender el Ayni es la relación entre los seres humanos y los animales. Para los pueblos andinos los animales no son «dominio» del hombre, sino sus compañeros de vida que existieron antes que los humanos y fueron muy importantes en nuestra cultura y cosmovisión, tal como lo demuestran los cementerios de animales encontrados en Moquegua, de la Cultura Chiribaya. Aquellos animales fueron enterrados con todos los honores, demostrando el amor que los antiguos andinos tenían por los animales.
El Ayni con todos los seres vivientes implica que ellos son de vital importancia para nuestra existencia y en reciprocidad debemos cuidar de ellos y no destruirlos ni asesinarlos sin causa. Incluso una pequeña hormiga o una abeja hace posible la existencia humana. El Ayni con los seres vivientes implica cuidarlos y amarlos como a nuestra existencia misma.
Evitando la monetización social y el consumismo
Está claro que el dinero no jugaba ningún rol en este tipo de comunidad más que del mero valor de intercambio (Truqi). A diferencia de la sociedad actual que ha «monetizado» las relaciones sociales. Es decir, se «valoriza» a las personas según su posición social, rango, condición económica, laboral etc.
Esta monetización social de las relaciones de consumo ha destruido los verdaderos lazos y nexos entre los seres humanos. Cuando volvamos a tratar a las personas conforme a los dictados del corazón entonces volveremos a ser runas y la práctica del Ayni nos ayudará en este propósito. Esa es la misión, debemos volver a ser humanos, a ser comunidad. A ser runas y a ser Ayllu, a participar en la práctica de la reciprocidad y el cuidado mutuo. En el legado de nuestros antepasados está la puerta de retorno (Chakanakuy).
El comunismo está en el origen y debe ser destino.
ResponderEliminarPasé 30 años trabajando por amor, pero mis jefes pensaban que lo hacía por dinero. Al final me echaron sin dejar que llegara a la jubilación. Soy raro?
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