El valor de un bien depende de la cantidad de trabajo directa o indirectamente necesario para su fabricación, el trabajo está en el origen de todo valor. Los salarios no representan el valor del trabajo sino el arrendamiento de la fuerza de trabajo del asalariado: «Respecto del concepto de valor recientemente expresado, el salario del trabajador solamente representa la parte necesaria a su propia sobrevivencia, y lo que resta constituye la plusvalía».El capitalismo es ya un sistema mundial que subsume en su seno todas las relaciones, mercantilizándolas. Como cada uno de sus servidores compite con los demás por aumentar su propio valor, siempre que le es posible tiende a convertir en negocio privado lo que aún no lo es. Siendo la acumulación cada vez más difícil, trata ahora de nutrirse convirtiendo derechos trabajosamente conquistados en mercancías. Se impone invertir la tendencia, convirtiendo las mercancías en derechos.
Recordemos que no hace mucho tiempo las comunicaciones (correos, ferrocarriles, teléfonos...) eran públicos. Todavía existen, aunque desmanteladas en parte, la sanidad y la educación públicas. El derecho a satisfacer necesidades básicas no puede reducirse a beneficencia. Se impone desprivatizar, como parte esencial de una posible transición.
Siguen aquí mis comentarios a una propuesta de debate sobre la transición. Las dos primeras partes, aquí y aquí.
Trabajo y valorización |
El mercado como relación social
Un tema complejo es considerar la categoría «mercado», identificada en lo ideológico con «capitalismo». Así, el mercado sería asociado a capitalismo, tanto como se asocia en forma errónea al Estado con el socialismo. El mercado es anterior al régimen del capital y como vemos, en los procesos de tránsito, la relación mercantil de intercambio se mantiene.
En El Capital de Carlos Marx podemos identificar la relación mercantil simple y la capitalista, evidenciando al mercado como una relación social pretérita y futura del orden capitalista. Ocurre también con el Estado, que es una relación social pretérita y futura, ya que hay Estado precapitalista y Estado de la transición del capitalismo al socialismo, tanto como Estado socialista. Mercado y Estado son relaciones sociales preexistentes al orden capitalista, que actúan en la transición y en el socialismo.
El problema para enfatizar en nuestra reflexión está en la compraventa de la Fuerza de Trabajo, base material de la lógica de apropiación privada del excedente y por lo tanto de la acumulación de capitales y el proceso de dominación del capital. Marx definió a la relación de explotación como la base de la organización de la sociedad moderna.
Es en la economía política donde se encuentra la sociedad civil que fundamenta el funcionamiento complejo de la sociedad capitalista. Las condiciones materiales de vida están asociadas en el capitalismo a la explotación y sobre ella se organiza el conjunto social. De este modo, el capital subsume al trabajo, a la naturaleza y a la sociedad [5].
La relación de explotación es la que define al mercado capitalista y le otorga especificidad, por lo que desmercantilizar la relación salarial constituye el núcleo central en la confrontación con el régimen del capital. El Che trabajó el tema desde su responsabilidad de gobierno en el área de la economía de la nueva sociedad en Cuba, y lo hizo en términos de la labor voluntaria y los estímulos materiales y morales en compensación por el gasto de energía en el proceso de trabajo [6].
No olvidemos que uno de los aspectos centrales en la preocupación de Ernesto Guevara en sus estudios económicos para la transición al socialismo apuntaba a la posibilidad de ir en contra de la Ley del valor en la construcción del socialismo. No solo se trató de una cuestión teórica, sino que sus esfuerzos desde el área industrial en su gestión trataron de encaminarse en ese sentido, incluso en polémica con el modo hegemónico de considerar las relaciones inter-empresariales, y de las empresas con el Estado, tal como se sustentaba desde la hegemonía soviética en el proceso de tránsito hacia el socialismo.
Hay que considerar que el capitalismo es un sistema mundial y por ello, más allá de las experiencias de la transición en la ex URSS, China, Cuba o Vietnam, la lógica mercantil se impone desde el funcionamiento de la economía mundial.
Incluso para economías precapitalistas o comunales, el propio Marx aludía a las relaciones al interior de la comunidad y los vínculos mercantiles con el exterior. El sistema mundial capitalista se sostiene en la ampliación de la mercantilización.
Todas las experiencias de la transición interactúan con el sistema mundial, incluso no es mayor esa interacción por la capacidad de sanción desde la dominación, caso emblemático del bloqueo estadounidense sobre Cuba o la ampliación de sanciones comerciales y económicas sobre un conjunto de países que intentan correrse de las imposiciones globales emanadas desde la política exterior de EE.UU.
La bipolaridad del sistema mundial entre 1945 y 1991 no impidió las mutuas relaciones entre los países del bloque socialista y los países capitalistas. Es algo verificable en la historia de la URSS y más aún en el presente desde la incorporación de China a la OMC, proceso que transformó a China en el número uno por las múltiples relaciones comerciales con todos los países del mundo.
La guerra comercial declarada por EE.UU. contra China confirma la situación ya que, en definitiva, lo que pretenden desde Washington es debilitar el poderío global conquistado en los últimos años por el gigante asiático, tanto en la producción como en la circulación de bienes y servicios.
La tendencia a la mercantilización es creciente en la historia del capitalismo, ya que la lógica del intercambio se impone para extender la Ley del valor a las distintas esferas de la vida social. Por ello también, uno de los ejes programáticos para ir en contra y más allá del capitalismo se impone que sea la política de la desmercantilización. Se trata de transformar a las mercancías en derechos, en sentido inverso a cómo avanzan las relaciones de intercambio en los últimos años de ofensiva del capital.
Si durante el Estado de bienestar, el capitalismo actuó a la defensiva, constituyendo derechos derivados de la correlación mundial de fuerzas y la lucha del movimiento obrero y social, la revancha deviene de la ofensiva capitalista vía liberalización, el neoliberalismo, que actúa contra derechos individuales y sociales.
Esta concepción «neoliberal» de la ofensiva capitalista a la salida de la crisis de los años setenta del siglo pasado se sustentó en revertir esos derechos conquistados y, por ende, se avanzó en la privatización de la educación o de la salud, en el camino de las privatizaciones de los servicios públicos, la desregulación de un conjunto de derechos, los que pasaron a ser gestionados bajo la lógica mercantil capitalista, o sea, para obtener ganancias.
La novedad en el debate por la desmercantilización se reactivó desde Nuestramérica, producto del proceso de cambio político operado en la primera década del siglo XXI, de manera especial en aquellos países en que se sugirió la perspectiva socialista más allá de matices en sus procesos.
La tradición del Che en la lucha contra la mercantilización adquiere nuevo vigor, no solo en la desmercantilización, sino en la incorporación de los «derechos de la naturaleza» a las Constituciones reformadas hacia 2009 en Bolivia y Ecuador. Resulta un aporte revolucionario desde una ruptura epistemológica contra el positivismo y el antropocentrismo.
De hecho, remitimos no sólo a la formulación del objetivo por el Socialismo del siglo XXI o por el Socialismo Comunitario, sino a la impronta de recuperación de concepciones ancestrales que se recuperan para el presente. Remito al Vivir Bien y al Buen Vivir de las Constituciones aprobadas en 2009 en Bolivia y en Ecuador. Aun cuando solo sean «constituciones programas», es decir, propósitos a construir, la sola mención con rango constitucional define el carácter de ir contra y más allá del mercado.
En ese sentido vale destacar la definición de la economía como «plural» en la Constitución del Estado Plurinacional de Bolivia, donde se incluye a la «economía comunitaria», relativa a un inmenso entramado poblacional y un vasto territorio con lógica de producción y circulación con capacidad de intervenir en el autoabastecimiento, relaciones solidarias e incluso el destino al mercado capitalista de su producción.
Son todas definiciones que estimularon el debate por la transición del capitalismo hacia el socialismo, con especificidades derivadas de la situación política en cada país y sus tradiciones culturales históricas. El intento por constitucionalizar la perspectiva socialista en Venezuela, sustentando un «Estado Socialista» es la única elección que pierde Hugo Chávez desde el poder (referéndum de diciembre del 2007). La conciencia colectiva mayoritaria era insuficiente para transformar el proyecto socialista declarado por Chávez a fines del 2004 en mandato constitucional.
Los límites de estos procesos pueden bucearse en las condiciones materiales para la construcción del tránsito al socialismo, sí, pero también en la conciencia social colectiva para transformar la cultura social de la mayoría de la población.
Estas formulaciones animadas por el proceso de cambio político en la región estimularon el fenómeno de la revolución en Cuba, no solo recreando lazos comerciales y productivos, sino estimulando procesos de renovación del modelo económico, considerado de manera especial en los lineamientos de política económica del 2011, donde muchos quisieron ver un viraje hacia el capitalismo, cuando lo que había era un movimiento defensivo, de rectificación del rumbo para adecuar la estructura económica social cubana a las nuevas condiciones que se habilitaban en la región Nuestroamérica y en el mundo.
Cuba se acercaba cada vez más a la región Nuestramérica, o quizás al revés, ya que Cuba nunca desistió en su búsqueda de encuentros con los países hermanos de América Latina y el Caribe.
Queda claro que estos procesos agravaron la respuesta de ofensiva y boicot del capital transnacional y el imperialismo ante esta situación. Incluso, más allá de esos territorios y naciones, modificando el escenario regional para favorecer el proceso de recomposición de las derechas y las clases dominantes. Lo hicieron con golpes de estado y procesos electorales que cambiaron la agenda de los gobiernos para promover una mayor afinidad con los objetivos de política exterior de EE.UU. La situación mundial bajo hegemonía capitalista no podía permitir la consolidación de un proceso regional de transición, más allá de su materialización y concreción, de manera especial en transformaciones estructurales en las relaciones sociales de producción. La sola formulación como objetivo de los procesos de cambio político fue la alarma para abortar un proceso de experimentación de cambio en las relaciones económico-sociales. Pensar la transición supone pensar la hegemonía de un sistema mundial.
Además de pensar al mercado como una relación social, debe considerarse el carácter monetario del mismo. La relación de intercambio construida en el capitalismo es monetario mercantil, lo que supone estudiar el tema en la construcción de la sociedad en tránsito del capitalismo al socialismo. La cuestión de la moneda es clave. Es motivo de debate en Cuba por la doble moneda en la circulación, pero también lo era la dolarización en Ecuador y más recientemente el fenómeno inflacionario afecta y condiciona la política económica en Venezuela. Bolivia es quien más había avanzado en el proceso de pesificación, previo al golpe que revierte buena parte de lo conseguido.
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Notas:
[5] Karl Marx. Introducción a la crítica de la economía política (1857), con estudio introductorio de Julio C. Gambina. Ediciones Luxemburg, Buenos Aires, 2008.
[6] Guevara, Ernesto (1988). Temas Económicos. Editorial Ciencias Sociales, La Habana; Tablada Pérez, Carlos (1987). El pensamiento económico de Ernesto Che Guevara. Editorial Casa de las Américas, Premio Casa de las Américas; Guevara, Ernesto Che (2005). Apuntes a la economía política, Edición Centro de Estudios Che Guevara-Ciencias Sociales, La Habana.
¡Gracias!
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