viernes, 23 de agosto de 2024

Fruto de semillas sembradas hace mucho tiempo

Publicado originalmente en  PALESTINE CHRONICLE y traducido del ingles por arrezafe, este artículo, cuyo título completo, «Fruto perverso de semillas sembradas hace mucho tiempo: ¿qué hace que el genocidio de Gaza sea diferente?», evoca la larga cadena de atrocidades que acompañaron a tantos genocidios a lo largo de la Historia, para señalar en qué consiste la diferencia: ahora la atrocidad no se oculta, sino que puede seguirse literalmente en directo.

Pero hay más: la matanza se ceba especialmente en mujeres y niños. Los niños muertos de hoy y los que ya no nacerán no serán jamás los enemigos de mañana. Comprendo perfectamente a estas bestias sionistas (¿puedo llamarlas así, o seré tildado de antisemita?

¡Pero si está clarísimo! ¡De eso se trata!

Según la Biblia, los amalecitas fueron exterminados por orden divina. Otros enemigos de Israel, los filisteos, están en el origen de la palabra "Palestina". Un Estado cuyo único sustento es su religión y su modo de interpretarla no puede tener inconveniente en ahogar a sus enemigos en la cuna.

¡Buen futuro espera a la humanidad si estas ideas racistas, y las de otros que proliferan aún más cerca de nosotros, imponen su "solución final" a los muchos problemas que nos aguardan!

Destrucción masiva de la ciudad de Gaza. (Foto: Mahmoud Ajjour, The Palestine Chronicle)




















¿Qué hace diferente al genocidio de Gaza?

18/08/2024

Fruto maligno de semillas sembradas hace mucho tiempo

Estas masacres nos acercan a las preguntas centrales que la mente inquisitiva podría plantearse sobre el genocidio de Gaza.

Cada genocidio es diferente del anterior. El exterminio organizado los hace semejantes, pero no hay dos genocidios iguales. No son únicos, salvo en sí mismos.

De hecho, la historia es en parte una sucesión de genocidios, "asesinatos en masa" o "sucesos de exterminio", si no sabes cómo describirlos. No hay nada inusual en dichos sucesos. Es lo que nosotros, "animales humanos" (por aplicar la descripción peyorativa de Yoav Gallant a la realidad de lo que todos somos) nos hacemos unos a otros con regularidad. 

Los genocidios (por emplear el término) suelen describirse como tales sólo después de que se han producido. Nunca se detienen durante su desarrollo, lo que constituye una peculiaridad en sí mismo. No es que no se puedan detener. No se detienen porque las personas que podrían detenerlos eligen no hacerlo, por diferentes motivos en cada ocasión.

¿En qué se diferencia el actual genocidio en Gaza de los genocidios anteriores? ¿Tiene un carácter específico, si se lo compara con el genocidio "industrial" de los judíos perpetrado por los nazis? Lo que definió ese acontecimiento en particular fue su carácter de cadena de montaje, no las cifras. Por lo demás, en otros genocidios se mató a un número mucho mayor de seres humanos.

El genocidio europeo de los africanos en el siglo XIX fue asunto de larga duración que se cobró la vida de quizás 60 millones de personas. En aquella época, para los europeos apenas contaban las vidas de los negros, es ahora cuando se calcula que murieron entre 10 y 12 millones de personas tan sólo en el "Estado Libre del Congo" del rey Leopoldo.

Por supuesto, "murieron" es una palabra completamente disociativa cuando de trata de describir la espantosa realidad de cómo "murieron".

Las cifras, que se cuentan por millones, están impresas en los mapas de todos los lugares a los que llegaron los ejércitos europeos para quedarse. No se trata de que los habitantes de esos territorios no se aniquilaran entre sí antes de la llegada de los europeos. Lo hicieron, pero los europeos trajeron consigo medios mucho más eficaces de control y masacre, en cantidad necesaria para "domesticar" a los lugareños.

Sabemos de estos acontecimientos por cuanto podemos leer o ver en documentales. Tenemos la palabra escrita, exacta o no, y la impresión del artista de Gordon en Jartum, valiente y erguido en lo alto de las escaleras mientras los salvajes de mirada enloquecida se precipitan hacia él con lanzas en la mano. La cámara, la fotografía de guerra, se utilizó por primera vez en la guerra mexicano-estadounidense de 1847, pero las imágenes de cadáveres en el campo de batalla no se mostraron hasta la Guerra Civil estadounidense. Los vemos, pero no de la forma en que podemos ver los cadáveres ahora.

Casi todos los que tenían edad suficiente para recordar la Segunda Guerra Mundial ya han muerto. Incluso un niño nacido en 1939 tendría recuerdos borrosos y un niño nacido entre 1943 y 1945 no tendría ninguno, de modo que incluso las personas que hoy tienen 80 años no guardan un recuerdo directo de la guerra, aunque al estar más cercanas a ella en el tiempo y afectadas directamente por ella de muchas maneras en su juventud, pueden haber estado más motivados a pensar, leer y escribir sobre ella.

Desde entonces, el número de asesinatos en masa y genocidios ha proliferado. Por atroces que fueran en su momento, la mayoría apenas dejaron huella en la historia. ¿Quién, excepto las víctimas, recuerda ahora Setif, Guelma y Kharrata, el 8 de mayo de 1945, al oeste de Constantina, Argelia, donde entre 6.000 y 45.000 personas fueron asesinadas por las "autoridades" francesas y colonos franceses pied noir en represalia por los "disturbios" en los que murieron más de 100 colonos? Si no se hizo ningún esfuerzo real por contar los muertos argelinos, fue porque sus vidas y sus muertes tenían poca importancia para las autoridades coloniales y, para fines oficiales, cuanto menor sea el número, mejor.

Corea, 1950: más matanzas en masa, desde el aire y por parte de soldados sobre el terreno. En junio-julio de 1950, 7.000 personas –“comunistas”– son masacradas por milicias surcoreanas en el “Valle de la Muerte” de Daejong. Entre 700 y 900 médicos, enfermeras y pacientes, incluidos unos 100 soldados surcoreanos, son masacrados en el Hospital Universitario Nacional de Seúl por el Ejército Popular de Corea (KPA).

En enero de 1951, Picasso pintó Masacre en Corea como protesta contra las matanzas que llevaban a cabo las tropas estadounidenses a medida que avanzaban. En tres años, la guerra 'se cobra las vidas' de unos tres millones de coreanos, masacrados, muertos de hambre, torturados hasta la muerte o aniquilados de alguna otra forma.

Estados Unidos arrojó 635.000 toneladas de bombas sobre Corea del Norte, incluidas 32.557 toneladas de bombas de napalm, arrasando prácticamente todas las ciudades y pueblos y destruyendo el 85 por ciento de todos los edificios, aproximadamente el mismo porcentaje de edificios destruidos por Israel en Gaza.

Pasemos a Vietnam, otros tres millones de muertos y más masacres, la peor (?) tal vez, aunque hasta ahora la más conocida es la de My Lai, donde en marzo de 1968 las tropas estadounidenses de la Compañía Charlie violaron, torturaron, mutilaron y asesinaron a cerca de 500 mujeres y niños, incluidos bebés. De no ser por Ron Haeberle, que fotografió los cuerpos tirados en una zanja, en un camino, bajo un puente, y Seymour Hersh, que llevó la noticia al mundo, el mundo nunca lo habría sabido. Un soldado matando con un cigarrillo colgando de la boca, aparentemente tan despreocupado como un limpiador que friega el suelo.

Srebenica, julio de 1995: más de 7.000 hombres y niños bosnios asesinados por serbios, pero para entonces Estados Unidos ya ha lanzado su primera guerra contra Irak, una guerra contra "el enemigo como sistema", lo que significa filetear a Irak como un pescado, dejándolo sin carreteras, sin alcantarillado, sin sistemas de electricidad, sin agua y sin aeropuertos, de modo que el ejército queda incapacitado y la población civil apenas puede sobrevivir: alrededor de 200.000 civiles muertos/asesinados entre 1991 y 1994, y se estima que medio millón de niños murieron como resultado directo/indirecto de la guerra y las sanciones entre 1991 y 2002.

En los años 80 se produjo otra masacre: los refugiados fueron asesinados en silencio por la noche cuando hombres armados con cuchillos recorrían el campamento y los atacaban sin hacer ruido, antes de que pudieran darse cuenta de que estaban allí. Por la mañana, entre 1.500 y 3.500 personas habían muerto, junto con sus caballos y sus animales. No había nadie que les protegiera, mientras que los asesinos a sueldo, con sus cuchillos, estaban protegidos por el ejército que rodeaba el campamento y que incluso encendían los focos de sus vehículos para que pudieran ver lo que estaban haciendo. Por supuesto, estamos en Sabra y Chatila, Beirut, septiembre de 1982.

De las primeras masacres, sólo tenemos ante nosotros fotografías en blanco y negro. La calidad no es buena. Nos hablan en silencio, los mismos cuerpos desplomados y encorvados con las caras destrozadas y los ojos mirándonos fijamente y preguntándonos "¿por qué?". Los caminos en los que yacen y las zanjas en las que han sido empujados o arrastrados después de ser fusilados podrían ser los mismos, transferidos de Setif a My Lai.

Las fotografías en color no devuelven la vida a los cadáveres, pero sí acortan la distancia entre la vida y la muerte. Lo que hace que estén verdadera y horriblemente muertos en las fotografías de Sabra y Chatila es el intenso calor, que hizo que los cuerpos se hincharan hasta reventar antes de que los sacaran las excavadoras y los enterraran en fosas comunes, algunas de las cuales se encuentran bajo los cimientos de la Beirut reconstruida.

Además del color, el Líbano marcó el inicio de la aparición de la televisión por cable (CNN) en la cobertura de noticias internacionales. Los espectadores podían ver la guerra en sus hogares tal como estaba ocurriendo en el Líbano, lo que no dejaba una buena imagen de los israelíes y contradecía gravemente sus afirmaciones de que se trataba de una guerra justa que se libraba con medios justos.

Los israelíes afirman que no fueron ellos quienes llevaron a cabo las matanzas en Sabra y Chatila, pero incluso los nazis dejaron gran parte de sus masacres en las fiables manos de sus brigadas de guardia de hierro en Ucrania y los países bálticos.

Aun así, los israelíes mataron a cerca de 20.000 personas en el Líbano, en su mayoría civiles bombardeados en sus hogares desde el aire.

Estas masacres nos acercan a las preguntas centrales que cualquier persona interesada podría hacerse sobre el genocidio de Gaza, independientemente de que los israelíes estén de acuerdo o no en que se trata de un genocidio. ¿Qué lo diferencia de otros genocidios? ¿Tiene alguna característica específica propia? ¿Es en cierto modo peor que otros genocidios conocidos?

Una diferencia es que quienes están lejos del lugar de los hechos nunca habían visto, nunca habían sido testigos de un genocidio hasta ahora, en el sentido de poder proporcionar evidencia convincente, de ser "testigos oculares" de lo que han visto.

Ahora podemos ver cómo un misil destruye un edificio de apartamentos, cómo un francotirador mata a un joven que mira al mar desde la playa, cómo un misil impacta en un recinto hospitalario, cómo trozos de cuerpos quedan esparcidos por la calle. Los propios soldados registran orgullosos sus propias y criminales acciones, desde la destrucción de viviendas y aulas, hasta la demolición de oficinas gubernamentales y universidades.

A los medios occidentales todavía se les impide entrar en Gaza a menos que estén insertos en una unidad del ejército israelí, de modo que sólo podrán informar lo que Israel quiere que el mundo vea, no de lo que necesita ver y quiere ver.

Gracias a los increíblemente valientes periodistas palestinos, aunque no podamos verlo todo, sí podemos ver lo suficiente como para horrorizarnos. Su valentía es la razón por la que el gobierno israelí sigue esforzándose en destruirlos: lo que no se puede contar es como si nunca hubiera sucedido.

De hecho, el genocidio de Gaza sí tiene algunas características que lo diferencian de otros. Una de ellas es el doloroso número de niños muertos: en agosto de 2024, casi 17.000 de un total estimado de 40.000 civiles muertos, entre ellos más de 2.100 niños menores de dos años.

Miles de niños siguen desaparecidos, muertos y enterrados en las ruinas, bajo los escombros de sus hogares; decenas de miles han sufrido heridas que les han cambiado la vida para siempre, como la pérdida de brazos o piernas, y cerca de 20.000 no sólo han quedado huérfanos, sino que no tienen a nadie de su familia inmediata o lejana que los cuide. Todos han muerto, excepto ellos, y en muchos casos, también han muerto todos los niños: apellidos que ya no existen en Gaza, salvo en el recuerdo.

Hay pruebas de que los francotiradores están matando deliberadamente a niños y adultos que se encuentran al descubierto. Llegan al hospital con heridas en la cabeza que indican que recibieron disparos intencionados mientras jugaban en sus casas o en la calle. Un caso que horrorizó al mundo, Hind al Rajab, de 6 años, quedó atrapada durante horas entre los restos del coche de la familia, bombardeada por un tanque, junto a otro miembro superviviente, su hermana, hasta que fue asesinada.

La propia Hind realizó llamadas desesperadas pidiendo ayuda antes de que también ella fuera asesinada, junto a los dos paramédicos que finalmente pudieron acudir en su ayuda, bombardeados por un tanque y muertos en su ambulancia. A fines de octubre de 2023, la UNESCO describía Gaza como "un cementerio para miles de niños".

Nada de todo esto es daño accidental o “colateral”. El 47 por ciento de la población de Gaza es menor de 18 años y los israelíes saben que cuando disparan misiles o contra edificios de apartamentos o escuelas y hospitales donde los refugiados han buscado refugio, van a matar niños.

La indignación por la muerte de niños judíos el 7 de octubre ha sido durante meses una constante en los medios occidentales.

En marzo de 2024, el Consejo de Seguridad Infantil de Israel estimó la cifra en 48, muchos de ellos víctimas de los disparos de tanques o misiles israelíes, y otros 47 fueron capturados y llevados a Gaza. Los medios de comunicación ignoraron por completo el número de niños palestinos de Gaza asesinados por ataques israelíes en años anteriores al asalto de Hamás: 313 en 2008/9, 551 en 2014, cerca de 50 abatidos por francotiradores que celebraban su puntería durante la "Gran Marcha del Retorno" (2018/19).

La abrumadora cantidad de niños palestinos masacrados tras el 7 de octubre (456 a mediados de agosto de 2024, y el número aumenta cada día) no suscitó siquiera la condena de los gobiernos "occidentales".

En el fondo de esta incapacidad de respuesta solo hay una palabra: racismo. Si esos niños hubieran sido judíos o cristianos y de piel blanca en lugar de morena, el número de muertos nunca habría llegado a ser una fracción de esa cifra sin que Occidente interviniera para detener la matanza.

Junto a las matanzas de niños está el asesinato de sus profesores, la destrucción de sus escuelas y hogares, sus libros y sus ordenadores, y el intenso trauma psicológico que sufren los supervivientes. Los niños también están siendo utilizados como escudos humanos. Tras la reducción de la unidad canina Oketz, el ejército israelí ha estado enviando a civiles ancianos y niños bajo tierra con cámaras adheridas a sus cuerpos mientras “limpian” los túneles. Nuestras vidas son más importantes que sus vidas”, manifestaron los comandantes al periódico Haaretz.

Como los niños, mujeres y niñas son una categoría destacada de personas que sufren. En mayo de 2024, los expertos en derechos humanos de la ONU informaron de que 63 mujeres, incluidas 37 madres, eran asesinadas cada día: al menos 10.000 mujeres habían sido asesinadas y 19.000 habían resultado heridas desde el 7 de octubre. Los abortos espontáneos habían aumentado hasta un 300 por ciento debido a la desnutrición y la falta de acceso a una atención sanitaria adecuada.

Incluso en las primeras etapas de la guerra, las mujeres daban a luz por cesárea sin anestesia debido a la negación de suministros médicos por parte de Israel. Los niños prenatales mueren en los hospitales y los niños vivos mueren de hambre.

Los expertos estiman que unas 155.000 mujeres embarazadas o madres primerizas carecen de atención sanitaria básica y padecen inseguridad alimentaria. Cerca de 700.000 mujeres y niñas que menstrúan no tienen acceso a toallas sanitarias, retretes, papel higiénico e incluso agua corriente. La detención, tortura y agresión sexual de mujeres y niñas por parte de sus captores israelíes es otra de las formas de maltrato calculado que padecen.

Una categoría específica es la destrucción de hospitales y el asesinato de personal médico. En mayo de 2024, 31 de los 36 hospitales de Gaza habían sido dañados o destruidos. En los pocos hospitales que todavía funcionan a un nivel muy reducido, más de 9.000 pacientes corrían un grave riesgo de morir debido a la falta de atención sanitaria. La OMS informó de 890 ataques israelíes a instalaciones sanitarias desde el 7 de octubre, no sólo en Gaza sino también en Cisjordania, incluida la destrucción deliberada de cientos de ambulancias. Al menos 500 trabajadores sanitarios y 278 trabajadores humanitarios han muerto asesinados.

El hospital de Shifa, el más grande de Gaza, fue objeto de un ataque militar sostenido hasta que quedó inoperativo. En mayo de 2024, los expertos en derechos humanos de la ONU informaron que se habían descubierto otros 390 cadáveres, incluidos mujeres y niños, en los hospitales de Shifa y Nasser, muchos de los cuales mostraban signos de tortura, ejecución sumaria e incluso habían sido enterrados vivos.

El tratamiento disponible en los hospitales se pone a prueba aún más con cada exorbitante aumento de víctimas. Las condiciones son ya como las de una cámara de muerte en la que los médicos luchan por salvar a los vivos. El personal médico está agotado, traumatizado y apenas puede ya hacer frente a casi un año de salvajismo israelí.

Dos cirujanos estadounidenses describieron la situación cuando llegaron al Hospital Europeo como “lo que imaginábamos que sería y olería un apocalipsis zombi en las primeras semanas” (Mark Perlmutter y Feroze Sidhwa, “Trabajamos como voluntarios en un hospital de Gaza. Lo que vimos fue indescriptible”, Politico Magazine, 19 de julio de 2024).

¿El genocidio de Gaza parece peor que otros sólo porque es el primero en la historia en el que se puede ver un genocidio en tiempo real o, en algunos aspectos, es realmente peor? En respuesta, si bien en la guerra siempre mueren mujeres y niños, si el genocidio de Gaza tiene una característica particular, es sin duda la matanza masiva de niños, concentrada, implacable, despiadada y sin remordimientos.

Mientras Israel exista, nunca podrá escapar de estos crímenes. Los niños muertos de Gaza lo seguirán y lo perseguirán hasta el fin de los tiempos. El "genocidio de los niños", de los totalmente inocentes, nunca será olvidado mientras Israel exista.

Los israelíes "liberales" de más edad están conmocionados. Dicen que este no es el Israel en el que crecieron, pero siempre lo fue. Simplemente no lo vieron, no lo quisieron ver o fueron demasiado adoctrinados como para verlo.

La evidencia está en los cientos de aldeas destruidas y violentamente despobladas, y en las personas masacradas desde el comienzo hasta 1967, incluidos niños tan dulces e inocentes como los aniquilados en Gaza. El perpetrado en Gaza forma parte de un genocidio de larga data, es el fruto maligno de semillas sembradas hace mucho tiempo.

martes, 20 de agosto de 2024

¡De eso se trata!

Indignaba al gran poeta palestino que un soldado, cazador de sangre fría, pudiera asesinar a una criatura en los brazos de su padre. Esto escribe Mahmud Darwich:

"Su cazador debería haberlo pensado
dos veces: lo voy a dejar hasta que sepa deletrear
esa Palestina suya sin equivocarse…
me lo guardo en prenda
y ya lo mataré mañana, ¡cuando se subleve!"

Error, profundo error. Si lo mata ahora no podrá sublevarse mañana. "Los muertos no muerden", decía aquel pirata en La Isla del Tesoro. El infanticidio como fórmula no es cosa nueva. Las mitologías, de Edipo a Hércules, sin olvidar a Herodes, están llenas de casos así.

Lo que ocurre ahora en Gaza es esto mismo, a la escala que permiten las armas modernas. Para el Estado genocida, las víctimas que le producen mayor beneficio en esta siniestra economía son los niños, los niños muertos que ya nunca podrán luchar. A mayor crimen, mayor éxito.

Bien lo muestra la última de las VIÑETAS CONTRA EL IMPERIALISMO GENOCIDA de Mikail Çiftçi, que publica LOAM en arrezafe.

Sigue el amargo poema:

Muhammad 










Muhammad,
acurrucado en brazos de su padre, es un pájaro temeroso
del infierno del cielo: papá, protégeme,
que salgo volando, y mis alas son
demasiado pequeñas para el viento… y está oscuro.

Muhammad,
quiere volver a casa, no tiene
bicicleta, tampoco una camisa nueva.
Quiere irse a hacer los deberes
del cuaderno de conjugación y gramática: llévame
a casa, papá, que quiero preparar la lección
y cumplir años uno a uno…
en la playa, bajo la palmera…
Que no se aleje todo, que no se aleje…

Muhammad,
se enfrenta a un ejército, sin piedras ni
metralla, no escribe en el muro: «Mi libertad
no morirá» –aún no tiene libertad
que defender, ni un horizonte para la paloma
de Picasso. Nace eternamente el niño
con su nombre maldito.
¿Cuántas veces renacerá, criatura
sin país… sin tiempo para ser niño?
¿Dónde soñará si se queda dormido…
si la tierra es llaga… y templo?

Muhammad,
ve su muerte viniendo ineluctable, pero
se acuerda de una pantera que vio en la tele,
una gran pantera con una cría de gacela acorralada; mas
al oler de cerca la leche
no se abalanza,
como si la leche domara a la fiera de la estepa.
«Entonces –dice el chico– me voy a salvar».
Y se echa a llorar: «Mi vida es un escondite
en la alacena de mi madre, me voy a salvar… yo daré fe».

Muhammad,
ángel pobre a escasa distancia del fusil
de un cazador de sangre fría. Uno
a uno la cámara acecha los movimientos del niño,
que se funde con su imagen:
su rostro, como la mañana, está claro, claro
su corazón como una manzana,
claros sus diez dedos como cirios,
claro el rocío en sus pantalones.
Su cazador debería haberlo pensado
dos veces: le voy a dejar hasta que sepa deletrear
esa Palestina suya sin equivocarse…
me lo guardo en prenda
y ya le mataré mañana, ¡cuando se subleve!

Muhammad,
un jesusito duerme y sueña
en el corazón de un icono
fabricado de cobre,
de madera de olivo,
y del espíritu de un pueblo renovado.

Muhammad,
hay más sangre de la que precisan los noticieros
y a ellos les gusta: súbete ya
al séptimo cielo,
Muhammad.
*

Mahmud Darwich. En Poesía social y revolucionaria del Siglo XX. Selección y notas: Jorge Brega. Traducción: Luis Gómez García. Editorial Ágora, 2012.

Imagen: Talal Abu Rahma. Asesinato del niño Muhammad ad-Durrah, acribillado en brazos de su padre Jamal al-Durrah por soldados del ejército israelí el 30 de septiembre de 2000, en Gaza.

lunes, 19 de agosto de 2024

La sonda psíquica

Isaac Asimov imaginó la existencia de una sonda psíquica capaz de manipular las mentes. Podía servir para averiguar las intenciones malignas de una persona y ayudar a prevenir delitos.

El control perfecto de la sociedad estaba asegurado: la supercomputadora Multivac, poseía toda la información disponible en el planeta, mientras que la sonda era capaz de conocer las intenciones de cualquiera, y hasta de resetear su mente. En algún momento incluso los castigos fueron sustituidos por un borrado del "disco duro" del criminal.

Esa sociedad imaginada era una premonición.

Entro en una de esas tiendas que tienen desde chucherías hasta revistas y periódicos, Sobre una mesa está expuesta la prensa del día. Miro las portadas. Absolutamente todos están de acuerdo: Venezuela es una dictadura.

No hay en nuestro país censura previa, pero la prensa de papel no está al alcance de cualquiera, como no lo están la radio o la televisión. Solo internet, por ahora, permite expresar a bajo coste opiniones diferentes, aunque en dura competencia con miríadas de desinformaciones, propagadas por los mismos dueños de los otros medios.

La corriente acaba arrastrando a cualquiera que no esté avisado, e incluso muchos que creen estarlo caen en la trampa que se les tiende, al predominar de forma abrumadora las noticias de un solo lado: el de los intereses imperiales. Y así se crea un "sentido común" que ve "normal" que la guerra de Ucrania sea "de Putin", mientras el "conflicto" de Gaza no es "el genocidio de Netanyahu". Ecuador o Perú pueden ser "democracias", pero no Venezuela.

A la voz de ¡firmes!, todos los gobiernos occidentales se alinean bajo el paraguas de la OTAN. Los enemigos de las grandes corporaciones, del complejo militar industrial, que no del muy manipulado pueblo norteamericano, son por fuerza "mis enemigos".

En arrezafe encuentro esta "otra" información, del avezado periodista Pascual Serrano:




Todo lo que necesita saber sobre las elecciones venezolanas y no encontrará en los medios

PASCUAL SERRANO

Tras la jornada electoral del pasado 28 de julio en Venezuela, ustedes habrán visto, escuchado y leído en los medios muchos comentarios de este tipo: “El gobierno venezolano ha cometido fraude porque no ha mostrado las actas de las votaciones”, “La oposición ha enseñado unas actas que muestran que ganó las elecciones”, “El gobierno y el ejército está reprimiendo a los opositores que se manifiestan en contra del fraude electoral”, “Maduro no dejó entrar a representantes de la UE como observadores electorales”, “Los gobiernos de izquierda de América Latina le están exigiendo a Maduro que presente las actas electorales”. Vayamos por partes.

La primera cuestión a aclarar es que la autoridad electoral en Venezuela es el Consejo Nacional Electoral (CNE), un poder, a diferencia de nuestros países, independiente de los demás. Y, por tanto, autónomo en su funcionamiento, no depende del gobierno, ni para organizar las elecciones, ni para hacer el recuento, ni para difundirlo.

La jornada electoral del 28 de julio se desarrolló con normalidad, como confirmaron los observadores de la ONU, del Centro Cárter y el millar de observadores y veedores invitados por el CNE. Efectivamente, no hubo observadores de la Unión Europea invitados. Como tampoco hay observadores latinoamericanos en la elecciones europeas. Con más motivo en Venezuela, país al que la UE tiene sancionados a sus dirigentes, ni siquiera dejan entrar en Europa a miembros del gobierno venezolano. Si malamente respetan al gobierno venezolano, tampoco respetarían sus elecciones.

A las pocas horas, el CNE, la autoridad electoral, emitió un primer boletín con un 80% de las mesas escrutadas y con una tendencia “contundente e irreversible”. En él anunció que Maduro fue reelecto para un tercer mandato con 5.150.092 votos, un 51,20% y el siguiente era Edmundo González, que habría logrado 4.445.978 votos, un 44,2%. También informaron que estaban siendo víctimas de un hackeo que retrasaría los resultados definitivos.

En Venezuela, como en la mayoría de las elecciones de nuestro entorno, tras el final de la votación y el recuento, se elabora un acta por cada mesa electoral donde se detallan el número de votos totales y los obtenidos para cada candidatura. Ese documento es firmado por los miembros de la mesa electoral, testigos y representantes de los partidos, que se llevan una copia para su organización.

Este documento no se suele difundir en nuestros países. Seguramente usted no habrá visto nunca un acta de votación de mesa de las elecciones de su país con la firma y número de documento de identidad de los miembros de la mesa y representantes. Ese documento es el que las diferentes partes presentan ante las autoridades electorales o judiciales si consideran que hay alguna discrepancia con el escrutinio que sí se hace público. Un escrutinio detallado por mesas electorales, es decir, perfectamente cotejable con el acta.

Ante el retraso del CNE para presentar ese escrutinio detallado, la candidatura de Edmundo González pone en marcha un página web donde dice presentar las actas electorales, primero dijo que el 30%, luego el 80%, según quién hiciese las declaraciones. Hacen su propio recuento de sus propias actas y llegan a su propio resultado, que han ganado ellos.

Esta candidatura, a diferencia del resto, ya dejó claro que no iba a reconocer a la autoridad electoral y sus resultados, por tanto, lo único que hizo fue declararse en rebeldía antes la institucionalidad electoral y presentar sus propios resultados para adjudicarse vencedores. 

Mientras tanto, la candidatura de Maduro, que también disponía de sus actas, como todos los candidatos, optó para aceptar la normativa electoral y esperar los datos oficiales del CNE.

El panorama que se vendía ante la comunidad internacional era de un gobierno que no enseñaba las actas ni las pruebas de su victoria y la de una oposición que sí estaba mostrando las pruebas del fraude y de su victoria. Algo absolutamente erróneo. Era un gobierno esperando los datos oficiales y una oposición tirándose al monte y boicoteando las elecciones.

Ante esta situación, el presidente Nicolás Maduro vuelve a recurrir a las instituciones y a la ley y presenta ante el Tribunal Supremo un recurso de amparo para que sean los jueces los que diriman, conforme a la ley vigente, el conflicto abierto. El tribunal convoca a todos los candidatos y les requiere para que presenten la información que dispongan sobre los resultados, actas incluidas. Y, por supuesto, también requiere al CNE para que presente los datos pormenorizados que todavía está pendiente de difundir.

A esta cita de los jueces se presentan todos los candidatos con la información electoral que poseen menos, precisamente, el candidato que decía estar difundiendo las actas que mostraban su victoria.

El presidente de la Asamblea de Venezuela, Jorge Rodríguez, posteriormente revela que el sitio web del partido de Edmundo González solo contiene 9.468 presuntas actas de las más de 36.000 mesas instaladas el domingo, lo cual desmiente las declaraciones sobre que tenían «más del 70 por ciento».

También señaló que la oposición hacía pasar por actas, documentos que no lo eran, por ejemplo «actas cero», que se imprimen al inicio de la votación, como si fueran actas finales, «actas» en las cuales faltan las firmas de los operadores de mesa, o de los testigos, incluyendo testigos del PSUV, a pesar de tener este partido testigos en todas las mesas o la utilización de cédulas de identidad de personas fallecidas. Todo ello, recuerda Rodríguez, es constitutivo de delito y puede explicar la ausencia del candidato en los juzgados para presentar la documentación.

El siguiente paso de la candidatura opositora es llamar a la violencia y sublevación. Para ellos basta con movilizar a unos cientos de violentos. De este modo se engaña y se presenta ante la comunidad internacional un supuesto fraude del gobierno de Maduro, la ocultación de los resultados, la presentación de los verdaderos por ellos, y un levantamiento ciudadano que se revela contra el gobierno.

El gobierno venezolano detalló el balance de la violencia contra las elecciones. Se contabiliza el destrozo en más de 70 centros educativos, 37 centros de salud con el personal sanitario dentro y 38 unidades de transporte. Dañaron 12 universidades públicas, decenas de colegios e institutos, estaciones de metro, diez sedes del partido del gobierno y varias alcaldías. Las fuerzas de seguridad debieron proteger de la violencia a unos 60 observadores electorales. Fueron asesinados dos miembros de las fuerzas del orden, y decenas resultaron heridos.

Esa violencia explica la detención de cientos de personas. Todas ellas ligadas a hecho violentos, ninguna por expresar su oposición o protesta por el resultado electoral. Al contrario de lo que anunciaban algunos medios.

Las autoridades capturaron e identificaron a personas, algunos procedentes de otros países, que reconocieron haber sido contratadas para generar violencia y disturbios.

Por supuesto, es necesario para terminar el proceso electoral que el CNE publique los datos segmentados y detallados por municipios, parroquias, colegios y mesas electorales. Eso es lo que han pedido los gobiernos de México, Colombia o Brasil. Y, también, recordemos, los jueces del Tribunal Supremo. Ha pasado solo una semana, son muchos los países que necesitan semanas para su recuento electoral definitivo, recordemos el caso estadounidense en la victoria de Trump.

Como siempre que se respeta la democracia, la clave está en aceptar la labor de las instituciones como el Consejo Nacional Electoral o el Tribunal Supremo. Sin embargo, los sublevados y violentos que no aceptan la democracia recurrirán, dentro y fuera de Venezuela, al discurso de que todas esas instituciones están “controladas por el chavismo”. El mantra con el que justifican su violencia para subvertir el orden y no reconocer los resultados electorales. 

Con ese mismo criterio, podríamos decir que en España el “sanchismo” controla la Junta Electoral Central, puesto que la preside el presidente del Congreso de los Diputados, controla la fiscalía, porque el fiscal general lo nombra el gobierno, y controla el Tribunal Constitucional porque su composición se hace a propuesta de las mayorías parlamentarias. Y de igual modo en el resto de los países democráticos, donde, el partido gobernante, el que más apoyos ciudadanos tiene, es el que tiene un papel significado en el nombramiento de muchas instituciones. Se llama democracia.

Por supuesto no ha faltado en esta crisis el departamento de Estado de Estados Unidos. Allí lo tienen claro, no necesitan esperar a los resultados del CNE, ni a la decisión de los jueces, ni necesitan ver actas de ningún otro partido. EEUU “ha nombrado” presidente a Edmundo González con las actas que ha presentado… Edmundo González.

Todo ello ha llevado al gobierno venezolano a calificar de intento de golpe de Estado liderado por Estados Unidos, lo que se estaba desarrollando en el país.

Quizá hay que recordar que si Estados Unidos aceptase las elecciones y la democracia de Venezuela tendría que retirar las sanciones con las que intenta destruir la economía venezolana y devolver la empresa CITGO que ha robado al estado venezolano, valorada en 13.000 millones de dólares. Algo similar le pasaría a los amigos de Estados Unidos como el Reino Unido, que debería devolver los mil millones de oro venezolano que tiene retenidos en la bóveda de su Banco Central.

Pascual Serrano es periodista y escritor. Su último libro es 



jueves, 15 de agosto de 2024

Quien manda, manda

Dejaré aquí algunas noticias que demuestran la impunidad de Israel, condenado a veces con la boca chica, pero ayudado y protegido en todos los países de la órbita norteamericana ("países satélites", como llamaban a los del pacto de Varsovia; pero el término huele mal, que es lo que se pretendía entonces).

Este Estado criminal puede cometer cualquier atrocidad, y quienes protesten contra ella serán reprimidos: 

“En Alemania, si eres pro-palestino, harán todo lo posible por intimidarte. No nos dejaremos silenciar”

La Federación Francesa de Atletismo suspende al campeón de los 400 metros por incitar al odio contra los israelíes

Dimite la rectora de la Universidad de Columbia meses después de las protestas por la Guerra de Gaza

España no es una excepción, por mucho que "reconozca" a ese "Estado Palestino" ya inviable, si no es como un archipiélago de bantustanes o reservas. La hipocresía y el disimulo no sirven de mucho cuando las vergüenzas están al aire.

¿Acaso una medida tan impopular y humillante como regalar a Marruecos (ese país "amigo de toda confianza") la soberanía del Sahara, sin contar además con la parte "bantustana" del Gobierno, no ha sido dictada por una autoridad superior? Véase si no es así:

Primero Trump, luego Sánchez, después Macron…

Ni siquiera fueron realmente órdenes de Trump, sino de esa mafia militar-industrial-financiera a cuyo son bailan todos. Marruecos e Israel son "países amigos". Lo son también entre sí, porque son estrechos aliados de la gran potencia que administra el capitalismo.

Por eso somos amigos de sus amigos y enemigos de sus enemigos. Todas las posturas verdaderas obedecen a esta infernal geopolítica.

Me envían esta información, que transcribo:

El profesor, historiador, sociólogo y antropólogo francés Emmanuel Todd cree que la victoria de Rusia es la salvación de Europa de la dictadura estadounidense: 
"No soy prorruso, pero si Ucrania pierde, Europa ganará. 
El resultado de esta guerra decidirá el destino de Europa. Si Rusia es derrotada en Ucrania, la sumisión europea a los Estados Unidos se prolongaría durante un siglo. 
Si, como creo, Estados Unidos es derrotado, la OTAN se desintegrará y Europa quedará libre. 
Aún más importante que la victoria de Rusia es que el Ejército ruso se detendrá y no atacará a Europa Occidental. Rusia no tiene ningún deseo de expandirse, ya tiene 17 millones de kilómetros cuadrados de territorio. 
La histeria rusofóbica occidental, fantaseando con el deseo de la expansión rusa en Europa, es simplemente ridícula para un historiador serio. 
El shock psicológico que les espera a los europeos será darse cuenta de que la OTAN no fue creada para protegernos, sino para controlarnos".

Somos galeotes remando en la nave imperial.


Palabras vacías y silencios cómplices ante un genocidio

MIQUEL RAMOS
25/09/2024

El ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares, en una imagen de archivo. Alejandro Martínez Vélez / Europa Press












Habían pasado pocos meses desde que Israel finalizó la llamada Operación Plomo Fundido, que segó la vida de millar y medio de palestinos en pocos días, cuando el expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero visitó la región. Fue en octubre de 2009, pocos días después de haber estado con Barak Obama en la Casa Blanca. Zapatero visitó a sus homólogos en Ramallah y Tel Aviv. La puesta en escena de la diplomacia suele ser patéticamente previsible. Se habla siempre de plan de paz, de negociación y contención ‘de ambas partes’, de equilibrios y de compromisos que nunca se cumplen. Es un guion ya escrito, una plantilla, una melodía que se repite hasta la saciedad, y que esconde en la trastienda toda la verdad, más fea que la supuesta buena intención de tantos gestos y palabras para los noticieros.

Simon Peres, primer ministro israelí, agradeció al entonces presidente español «que no se llevara a los tribunales [españoles] a líderes israelíes, tanto civiles como militares, que no han hecho sino defender la vida de su pueblo», refiriéndose a las medidas que adoptó el Gobierno español de Zapatero, a petición de Israel, para garantizar su impunidad limitando la aplicación de la jurisdicción universal en España. La Audiencia Nacional había archivado en junio de ese año 2009 la causa contra seis soldados israelíes por la muerte de 14 civiles en Gaza, el 22 de julio de 2002. Aunque Israel se negó a parar las colonias ilegales en Cisjordania, condición previa para volver a los diálogos, Zapatero aseguró que había disposición para negociar, y evitó responder a las preguntas sobre el Informe Goldstein de la ONU, que documentaba y denunciaba los numerosos crímenes de guerra que había cometido el estado hebreo los meses anteriores.

Pero lo importante era la foto. La puesta en escena y las palabras grandilocuentes, como siempre, como bálsamo para la ciudadanía no indolente ante la barbarie, como estrategia de marketing. Obama y Zapatero pretendían distanciarse de la mala imagen en política internacional y derechos humanos cosechada por sus antecesores, José María Aznar y George Bush. Pero entre bastidores, el retrete geopolítico siempre apesta, porque ninguno de los que pasa por el gobierno tira de la cadena antes de irse. Obama abandonó el cargo con un premio, además del Nobel de la Paz: fue el presidente norteamericano que mantuvo a su país en guerra durante más tiempo. Las intervenciones militares (al menos las que se reivindicaron) se extendieron a siete países: Afganistán, Irak, Siria, Libia, Pakistán, Somalia y Yemen. Esto sin contar el indispensable apoyo militar, logístico, armamentístico y político que brindaba entonces su país a otros gobiernos, entre ellos al de Israel. Zapatero dejaría otra huella. Una que hoy vuelve a salir a la luz en plena masacre israelí en el Líbano y Gaza, y que demuestra que todos los que nos han gobernado, tienen la misma responsabilidad sobre la situación actual y la impunidad de Israel.

El periodista Danilo Albin explicaba estos días en Público la existencia de un "acuerdo relativo a la protección de información clasificada entre el Reino de España y el Ministerio de Defensa israelí", resguardado por el Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Un convenio de confidencialidad que protege los acuerdos armamentísticos entre España e Israel, que empezó a fraguarse en 2011, durante el gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero, y que fue sellado definitivamente por su sucesor en La Moncloa, Mariano Rajoy, en 2014. No es ningún secreto el negocio de las armas que existe entre ambos países, que no ha cesado ni siquiera en pleno genocidio, como también explicó Albin en Público hace unas semanas. Y como vienen denunciando organizaciones de derechos humanos desde hace años, como el Centre Delàs, que recientemente publicó un informe sobre el mercadeo armamentístico español y la necesidad de un embargo urgente a Israel ante los sucesivos crímenes que está cometiendo. 

España es, por tanto, patrocinadora y cómplice del genocidio que Israel está cometiendo en Gaza, por muchos pucheros y lamentos que escenifiquen cada vez que hay una nueva masacre. De nada sirve que Pedro Sánchez reconozca al Estado palestino si sigue armando y protegiendo a quien trata de destruirlo y de exterminar a su población. De nada sirve la preocupación que manifiesta Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, si en la práctica, la Unión sigue siendo uno de los mejores aliados y suministradores de armas e impunidad a los genocidas. Como tampoco sirve ya la legislación internacional, cuando quienes la esgrimen junto a los derechos humanos para dar lecciones a otros países, protegen y financian a quien está cometiendo una matanza tras otra.

La pérdida de legitimidad de Occidente es irrevocable. La burbuja en la que vivimos, con las noticias comprando el relato de Israel y los discursos vacíos habituales de nuestros políticos ante este escenario son expuestos en el resto del mundo como ejemplo del doble rasero, de complicidad y de hipocresía. Más de quinientos asesinatos en un día de bombardeos en el Líbano, tras los atentados terroristas que cometió el estado sionista la pasada semana y que dejaron decenas de muertos y centenares de heridos. Y, aun así, las palabras de la diplomacia occidental siguen siendo pura charlatanería barata. El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, se mostraba ‘consternado’ ante la masacre en el Líbano (sin mencionar quién la cometió) comentando un tuit del propio ministerio en la red social X, que atribuía el ataque una ‘respuesta a los ataques de Hezbollah’ comprando así el argumentario del agresor, del responsable de casi un millar de víctimas en menos de una semana solo en este país, mientras no cesa el exterminio en Gaza. Y es que el lenguaje usado, las palabras, también te retratan.

Cada bombardeo con decenas de muertos pasa como una noticia más en nuestra ajetreada agenda mediática y política. Para muchos, las disputas partidistas y otros asuntos de actualidad han dejado de tener casi valor ante la magnitud de la masacre. Todo parece banal cuando en tu menú diario solo ves muertos, heridos y bombardeos sabiendo que tu gobierno es cómplice. Que pueden hacer más y no quieren, aunque se escuden en el eterno pragmatismo que sirve para justificar cualquier cosa.

Confieso que estoy agotado, y sé que no soy el único, y que por mucho que nos quejemos de ello, no vamos a dejar de exponer y denunciar este genocidio. Los seres humanos somos mucho mejores de lo que estos meses nos está mostrando la maquinaria colonial, supremacista y genocida en Gaza. Por eso hay que recordar cada día la responsabilidad que tienen nuestros gobernantes ante ello. Los presentes y los pasados, y recordarles que la historia, también la suya, se está escribiendo cada día con la sangre de miles de inocentes. Pueden hacer más, pero no quieren. Y no nos cansaremos de recordárselo. Pero al menos, que no nos tomen por idiotas, porque al final, por muchos secretos oficiales que los protejan, el presente los retrata, y la verdad siempre sale a la luz.

Pocos días después del melifluo y equidistante mensaje del ministro, la celebración en Madrid de un acto en defensa de Palestina motivó una airada protesta de su homólogo israelí, acusando a España de convertirse en "un paraíso" en que se cultiva el odio a Israel y se incita a su destrucción. Proclamaba su "indignación y tristeza" por  que se hubiera permitido este acto (a diferencia de lo ocurrido en Alemania y otros países).

Israel considera "inaceptable" que una sociedad democrática permita que se glorifique el terrorismo y se celebren los "crímenes contra la humanidad perpetrados por Hamas".

Un día después, el ministro español, en una entrevista en TVE, se defendía tibiamente de las acusaciones del israelí, que considera "fuera de todo lugar", y aunque exige (¿a quién?) "un alto el fuego inmediato y permanente que permita el acceso de ayuda humanitaria a la población civil de Gaza", no puede por menos que repetir el obligado mantra, condenando el "brutal atentado terrorista" de Hamás y reclamando la "liberación incondicional de los rehenes".

En cambio es muy tajante cuando en Venezuela recomiendan que el Reino de España se convierta en República.

jueves, 8 de agosto de 2024

El sastre sastreado (revestido, remendado, ¿uniformado?...)

Sartor Resartus es el título de una novela de Thomas Carlyle, una sátira sobre el idealismo hegeliano; el título recuerda al quevedesco alguacil alguacilado, o a la mítica película El regador regado, y así sucesivamente...

Este título lo retoma Joan Salvat-Papasseit en un artículo publicado en «Humo de fábrica», una selección de los aparecidos anteriormente en «Los Miserables» y en la «Justicia Social». Era la primera etapa del poeta, cuando aún escribía en castellano y se interesaba en la política activa desde posiciones proletarias, antes de dedicarse por entero a la poesía en catalán.

Reflexiona en él sobre "el hábito que hace al monje", tanto si es utilizado para proclamar el papel social del que lo lleva como si sirve de camuflaje que oculta su intención. En la naturaleza, el camuflaje permite pasar inadvertido, a unos para cazar, para huir a otros. El ropaje vistoso, también, sirve para destacar el vigor y belleza en el cortejo o el carácter venenoso de una posible presa.

Esta misma función tiene el uniforme, que muestra el peligroso respeto que merece el juez o el policía, y cuya ausencia puede disimular la condición del agente secreto.

Encuentro este breve escrito en Escombros con hoguera, el blog de poesía de Conrado Santamaría. No hay versificación pero el verso está ahí. Busco y encuentro el libro y veo que efectivamente es así. Por eso me permito la licencia de restituir la métrica que oculta. 

En este blog publiqué hace años la canción que Joan Manuel Serrat dedicara a Joan Salvat-Papasseit, con versos en parte extraídos de lo que este gran poeta catalán pensaba de sí mismo.

Imagen: España, c. 1930.



Aún hay gentes que visten tal cual son,
pero la mayoría
no lo hace como debe 
para que su tocado indique su alma.

Yo no puedo sufrir
que un rey pase a mi lado
vestido igual que yo,
que he sido condenado en nombre de uno.

Ni que dejen la toga los fiscales
al salir a la calle.
Ni que se pida al Papa
que vayan sus soldados como van los seglares.
Ni que los militares, ni que los policías,
puedan ir de paisano.

Yo no puedo tragar no saber con quién voy
cuando subo en el tren o en el tranvía,
si con un asesino, si con un hombre bueno.


En este mundo pobre de cabezas
donde hay tanto animal que cuida su fachada
mejor que su vergüenza y su organismo,
los rufianes confúndense con la gente decente.

Quién es que en el teatro se sienta junto a mí
¿un hombre perseguido, un victimario?
¿Sería mi enemigo si supiese quien soy,
y haría por perderme?
¿Sería hermano mío si me viera en peligro por la Idea?

Esta duda terrible hace que muchos luchen
con poca decisión, porque se creen solos,
y porque ha hecho el mal más súbditos que el bien.


No hace el hábito al monje, como en Castilla dicen.
Ni el traje presidiario hace al malvado.
Pero esto que parece cosa superficial
tiene mucha importancia:
vístense como quieren y como les conviene, 
los esbirros: 
los oprimidos visten como pueden,
y pueden pocas veces.

La sociedad actual es obra de tiranos,
todo el ambiente es obra de tiranos,
y precisa un talento extraordinario
para saber llamar a cada uno
por su nombre.

Contra la libertad está también el sastre,
aunque inconscientemente.

Joan Salvat-Papasseit. Humo de fábrica. Galerías Layetanas, 1918.