sábado, 30 de abril de 2011

Intolerancia en Francia: "nuestra lengua es mejor porque se entiende".

O la pobre sinrazón sarkozista

Jorge Majfud en El Correo, recogido por Rebelión


En Francia continúa y se profundiza la discusión y el rechazo al uso de la nicáb y la burca en las mujeres musulmanas. Quienes proponen legislar para prohibir el uso de este tipo de atuendo exótico y de poco valor estético para nosotros, van desde los tradicionales políticos de la extrema derecha europea hasta la una nueva izquierda alérgica, como es el caso del alcalde comunista de Vénissieux.

Los argumentos no son tan diversos. Casi siempre insisten sobre los derechos de las mujeres y, sobre todo, la «defensa de nuestros valores» occidentales. El mismo presidente francés, Nicolás Sarkozy, dijo que «la burka no es bienvenida al territorio de la República Francesa». Consecuente, el estado francés le negó la ciudadanía a una mujer marrueca por usar velo. Faiza Silmi es una inmigrante casada con un ciudadano francés y madre de dos niños franceses. 

(...)

Si vamos a prohibir el velo en una mujer, que además es parte de su propia cultura, ¿por qué no prohibir los kimonos japoneses, los sombreros tejanos, los labios pintados, los piercing, los tatuajes con cruces y calaveras de todo tipo? ¿Por qué no prohibir los atuendos que usan las monjas católicas y que bien pueden ser considerados un símbolo de la opresión femenina? Ninguna monja puede salir de su estado de obediencia para convertirse en sacerdote, obispo o Papa, lo cual para la ley de un estado secular es una abierta discriminación sexual. La iglesia Católica, como cualquier otra secta o religión, tiene derecho a organizar su institución como mejor le parezca, pero como nuestras sociedades no son teocracias, ninguna religión puede imponer sus reglas al resto de la sociedad ni tener privilegios sobre alguna otra. Razón por la cual no podemos prohibir a ninguna monja el uso de sus hábitos, aunque nos recuerden al chador persa.

¿Contradicción, sumisión, libertad...?
¿Cubrir el rostro atenta contra la seguridad? Entonces prohibamos los lentes oscuros, las pelucas y los tatuajes, los cascos de motocicletas, las mascarillas médicas. Prohibamos los rostros descubiertos que no revelan que ese señor tan elegante en realidad piensa robar un banco o traicionar a medio pueblo.

Al señor Sarkozy no se le ocurre pensar que imponer a una mujer quitarse el velo en público puede equivaler a la misma violencia moral que sufriría su propia esposa siendo obligada a quitarse los sutiens para recibir al presidente de Mozambique.

(...)

Nada bueno puede nacer de la esquizofrenia de una sociedad cerrada. La principal amenaza a «nuestros valores» somos nosotros mismos. Si criticamos algunas costumbres, algunas sociedades porque son cerradas, no tiene ningún sentido defender la apertura con una cerradura, defender nuestros valores con sus valores, pretender conservar «nuestra forma de ser» copiando lo peor de ellos.

Ahora, si vamos a prohibir malas costumbres, ¿por qué mejor no comenzamos prohibiendo las guerras y las invasiones que solo en el último siglo han sido una especialidad de «nuestros gobiernos» en defensa de «nuestros valores» y que han dejado países destruidos, pueblos y culturas destrozadas y millones y millones y millones de oprimidos y masacrados?

sábado, 23 de abril de 2011

Ocho propuestas urgentes para otra Europa


Las ocho propuestas (de Toussaint, no de Trichet ¿eh?):

Jean-Claude Trichet
1. Realizar una auditoría de la deuda pública con el fin de anular la parte ilegal.

2. Detener los planes de austeridad, son injustos y profundizan la crisis.

3. Instaurar una verdadera justicia fiscal europea y una justa redistribución de la riqueza. Prohibir las transacciones con los paraísos judiciales y fiscales. Luchar contra el fraude fiscal masivo de las grandes empresas y de los más ricos.

4. Poner en orden los mercados financieros, en especial por la creación de un registro de los propietarios de títulos, por la prohibición de las ventas al descubierto y la especulación en una serie de sectores. Crear una agencia pública europea de calificación.

5. Transferir los bancos al sector público bajo control ciudadano.

6. Socializar las numerosas empresas y servicios privatizados desde 1980.

7. Reducir drásticamente las horas de trabajo para crear empleos y aumentar los salarios y las pensiones.

8. Refundar democráticamente otra Unión Europea basada en la solidaridad.

El discurso de Marcela

Miguel de Cervantes, Quijote [1605], I, 14: El discurso de Marcela

                ¡Hízome el cielo, según vosotros decís, hermosa, y de tal manera, que, sin ser poderosos a otra cosa, a que me améis os mueve mi hermosura, y por el amor que me mostráis decís y aun queréis que esté yo obligada a amaros. Yo conozco, con el natural entendimiento que Dios me ha dado, que todo lo hermoso es amable; mas no alcanzo que, por razón de ser amado, esté obligado lo que es amado por hermoso a amar a quien le ama. Y más, que podría acontecer que el amador de lo hermoso fuese feo, y siendo lo feo digno de ser aborrecido, cae muy mal el decir “Quiérote por hermosa; hasme de amar aunque sea feo”. Pero, puesto caso que corran igualmente las hermosuras, no por eso han de correr iguales los deseos, que no todas hermosuras enamoran; que algunas alegran la vista y no rinden la voluntad; que si todas las bellezas enamorasen y rindiesen, sería un andar las voluntades confusas y descaminadas, sin saber en cuál habían de parar, porque, siendo infinitos los sujetos hermosos, infinitos habían de ser los deseos. Y, según yo he oído decir, el verdadero amor no se divide, y ha de ser voluntario, y no forzoso. Siendo esto así, como yo creo que lo es, ¿por qué queréis que rinda mi voluntad por fuerza, obligada no más de que decís que me queréis bien? Si no, decidme: si como el cielo me hizo hermosa me hiciera fea, ¿fuera justo que me quejara de vosotros porque no me amábades? Cuanto más, que habéis de considerar que yo no escogí la hermosura que tengo, que tal cual es el cielo me la dio de gracia, sin yo pedilla ni escogella. Y así como la víbora no merece ser culpada por la ponzoña que tiene, puesto que con ella mata, por habérsela dado naturaleza, tampoco yo merezco ser reprehendida por ser hermosa, que la hermosura en la mujer honesta es como el fuego apartado o como la espada aguda, que ni él quema ni ella corta a quien a ellos no se acerca. La honra y las virtudes son adornos del alma, sin las cuales el cuerpo, aunque lo sea, no debe de parecer hermoso. Pues si la honestidad es una de las virtudes que al cuerpo y al alma más adornan y hermosean, ¿por qué la ha de perder la que es amada por hermosa, por corresponder a la intención de aquel que, por solo su gusto, con todas sus fuerzas e industrias procura que la pierda? 

                Yo nací libre, y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos: los árboles destas montañas son mi compañía, las claras aguas destos arroyos mis espejos; con los árboles y con las aguas comunico mis pensamientos y hermosura. Fuego soy apartado y espada puesta lejos. A los que he enamorado con la vista he desengañado con las palabras; y si los deseos se sustentan con esperanzas, no habiendo yo dado alguna a Grisóstomo, ni a otro alguno el fin de ninguno dellos, bien se puede decir que antes le mató su porfía que mi crueldad. Y si se me hace cargo que eran honestos sus pensamientos y que por esto estaba obligada a corresponder a ellos, digo que cuando en ese mismo lugar donde ahora se cava su sepultura me descubrió la bondad de su intención, le dije yo que la mía era vivir en perpetua soledad y de que sola la tierra gozase el fruto de mi recogimiento y los despojos de mi hermosura; y si él, con todo este desengaño, quiso porfiar contra la esperanza y navegar contra el viento, ¿qué mucho que se anegase en la mitad del golfo de su desatino? Si yo le entretuviera, fuera falsa; si le contentara, hiciera contra mi mejor intención y prosupuesto. Porfió desengañado, desesperó sin ser aborrecido: ¡mirad ahora si ser razón que de su pena se me dé a mí la culpa! Quéjese el engañado, desespérese aquel a quien le faltaron las prometidas esperanzas, confíese el que yo llamare, ufánese el que yo admitiere; pero no me llame cruel ni homicida aquel a quien yo no prometo, engaño, llamo ni admito. El cielo aún hasta ahora no ha querido que yo ame por destino, y el pensar que tengo de amar por elección es escusado. Este general desengaño sirva a cada uno de los que me solicitan de su particular provecho; y entiéndase de aquí adelante que si alguno por mí muriere, no muere de celoso ni desdichado, porque quien a nadie quiere a ninguno debe dar celos, que los desengaños no se han de tomar en cuenta de desdenes. El que me llama fiera y basilisco déjeme como cosa perjudicial y mala; el que me llama ingrata no me sirva; el que desconocida, no me conozca; quien cruel, no me siga; que esta fiera, este basilisco, esta ingrata, esta cruel y esta desconocida ni los buscará, servirá, conocerá ni seguirá en ninguna manera. Que si a Grisóstomo mató su impaciencia y arrojado deseo, ¿por qué se ha de culpar mi honesto proceder y recato? Si yo conservo mi limpieza con la compañía de los árboles, ¿por qué ha de querer que la pierda el que quiere que la tenga con los hombres? Yo, como sabéis, tengo riquezas propias, y no codicio las ajenas; tengo libre condición, y no gusto de sujetarme; ni quiero ni aborrezco a nadie; no engaño a este ni solicito aquel; ni burlo con uno ni me entretengo con el otro. La conversación honesta de las zagalas destas aldeas y el cuidado de mis cabras me entretiene. Tienen mis deseos por término estas montañas, y si de aquí salen es a contemplar la hermosura del cielo, pasos con que camina el alma a su morada primera[1].


[1] Cfr. Miguel de Cervantes, El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha [1605-1615], Barcelona, Crítica, 1998, I, 14, págs. 153-155. Ed. de Francisco Rico.


Rompe este discurso con distintas tradiciones de la novela pastoril. No hay amor correspondido y feliz, pero el amor contrariado que presenta no tiene tampoco el mismo tratamiento que se le había dado en otras ocasiones. En primer lugar, las clásicas quejas del amante no correspondido no son posibles, porque el personaje nace muerto. Las de sus amigos pastores, que nunca tendrán la misma fuerza, sólo se exponen para que el alegato de Marcela las refute por completo. Con ello el tema del amor, feliz o frustrado, cede su lugar a otro no central en el género: la libertad.
Efectivamente, aunque la libertad aparece como una condición envidiable de los pastores, confirmando que ni los autores ni sus destinatarios fueron nunca pastores, esta retórica se limita a una supuesta vida idílica y contemplativa, adecuada para filósofos. Nunca se trata, que yo sepa, de la libertad personal para la elección responsable del propio destino, porque el amor es presentado como fuerza ciega e irresistible,  para bien o para mal. Y aquí podría aún seguirse el modelo, si fuesen otras las razones que expone Marcela.
Porque la pastora, contra todo pronóstico, no se disculpa por lo irresistible de sus desdenes, sino que responde valientemente en función del derecho a elegir su propia vida. Incluso, en términos modernos, diríase que hace una defensa del derecho genérico de las mujeres a disponer de su propio cuerpo, ahí es nada, aunque en la argumentación emplee, como es natural, toda clase de consideraciones sobre la honestidad y un cierto voto de castidad, de todos modos más ligado a su propio deseo que a otra cosa.
Las razones de Marcela son casi exhaustivas, y las expone con el rigor de un profesor de lógica. En esto sí sigue Cervantes la convención del género que hace de los pastores verdaderos Demóstenes. Todo lo hermoso es amable, pero no está obligado a amar. Recíprocamente, no hay obligación de amar todo lo hermoso, porque habiendo infinitos sujetos hermosos, infinitos habrían de ser los deseos. El verdadero amor ha de ser voluntario, no forzoso. No se es culpable de hermosura, siendo gracia y no elección.
“No me llame cruel ni homicida aquel a quien yo no prometo, engaño, llamo ni admito”. “El cielo aún hasta ahora no ha querido que yo ame por destino, y el pensar que tengo de amar por elección es excusado”. “Yo, como sabéis, tengo riquezas propias, y no codicio las ajenas; tengo libre condición, y no gusto de sujetarme; ni quiero ni aborrezco a nadie; no engaño a este ni solicito aquel; ni burlo con uno ni me entretengo con el otro”. Se trata de una verdadera declaración de independencia, aunque el autor tiene cuidado de acompañarla con un respeto profundo a la moral sexual tradicional.
De este modo, hay un cambio de tercio que reconvierte la situación de trágica a un tanto ridícula. El pobre Crisóstomo no sólo muere, sino que resulta ser el único culpable de su destino. Esta manera de dar la vuelta a un género tradicional recuerda al propio Quijote. La historia de Marcela es así, en cierto sentido, otro Quijote diminuto. Cervantes vuelve a revelar un tratamiento sutil de temas revolucionarios, expuestos con suma habilidad para evitar los terribles escollos de su época, y que el futuro agradece como auténtica bomba de efecto retardado.  
El bombero torero
Juan José Guirado
Mayo de 2003

Los cangrejos corren por la isla (VI)


VI
Los autómatas del ingeniero Cookling, al cabo de cuatro días, poblaron toda la isla.
De creer en sus cálculos, había más de cuatro mil.
Sus cuerpos relucientes al sol se veían por doquier. Cuando se terminaba el metal de un montón, empezaban a buscar por la isla y encontraban nuevos montones.
Al quinto día, ante la puesta del sol, fui testigo de una horrorosa escena: dos cangrejos riñeron por un trozo de cinc.
Esto fue en la parte sur de la isla, donde habíamos enterrado unas cuantas barras de cinc. Los cangrejos, que trabajaban en distintos lugares, iban periódicamente allí para elaborar la pieza de cinc correspondiente. Y ocurrió que acudieron al hoyo de cinc al mismo tiempo unas dos docenas de cangrejos y empezó un verdadero tumulto. Los mecanismos se arremetían mutuamente. Sobre todos se destacó un cangrejo más ágil que los otros y, según me pareció, más agresivo y fuerte.
Empujando a sus hermanos y arrastrándose por encima de ellos, intentaba coger del fondo del hoyo un trozo de metal. Cuando ya había alcanzado la meta, otro cangrejo se agarró del mismo trozo con sus pinzas. Ambos mecanismos tiraban para su lado. El que, según me pareció, era más ágil, le arrancó por fin el trozo a su adversario; sin embargo éste no se avino a ceder su trofeo y, corriendo detrás del otro, se sentó encima y le metió sus finos tentáculos en la boca.
Los tentáculos del primero y del segundo autómatas se enredaron y con descomunal fuerza empezaron a destrozarse.
Ningún mecanismo de alrededor prestó atención a aquello. Sin embargo, entre estos dos se libró una lucha a muerte. Vi que el cangrejo que estaba encima de repente cayó de espaldas y la plataforma de hierro se deslizó hacia abajo dejando al descubierto las entrañas. En este momento su enemigo empezó a cortarle el cuerpo con el arco eléctrico. Cuando el cuerpo de la víctima se deshizo en partes, el vencedor empezó a arrancarle las palancas, piñones, conductores y a metérselos rápidamente en la boca.
A medida que las piezas conseguidas de esta manera iban a parar al interior del rapiñador, su plataforma empezó a desplazarse rápidamente hacia adelante, realizándose en ella un febril montaje de un nuevo mecanismo.
Unos minutos después se deslizó de la plataforma a la arena el nuevo cangrejo.
Cuando le relaté a Cookling todo lo que había visto, éste se limitó a soltar su risita.
- Esto es precisamente lo que hace falta - dijo.
- ¿Para qué?
- Ya le he dicho que quiero perfeccionar mis autómatas.
- Bueno, ¿y qué? Coja los planos y piense cómo rehacerlos. ¿Para qué esta guerra civil? Así, van a comerse unos a otros.
- ¡Eso es! Y sobrevivirán los más perfectos.
Después de pensarlo objeté:
- ¿Qué quiere decir con los más perfectos? Si todos son iguales. Según tengo entendido, se reproducen a sí mismos.
- ¿Qué piensa usted? ¿Que se puede elaborar una copia absolutamente igual al original? Usted, seguramente debe saber que incluso en la producción de bolas para los cojinetes no se pueden hacer dos bolas exactamente iguales. Sin embargo, allí es más fácil de conseguirlo. Aquí el autómata productor tiene un sistema comparador, el cual compara la copia a hacer con su propia construcción. ¿Usted se figura qué va a resultar si cada copia siguiente se elabora según la copia anterior y no según el original? Al fin y al cabo puede resultar un mecanismo distinto del original.
- Pero si no se parece al original, no cumplirá su función fundamental de reproducirse - le repuse.
- Bueno, ¿y qué? de su cadáver otro autómata hará copias más acertadas. Las copias acertadas serán precisamente aquellas en que, de manera estrictamente casual, se acumulen las particularidades constructivas que las hagan más vitales. Así deben surgir las copias más fuertes, más rápidas y más simples. He aquí por qué no pienso romperme la cabeza con los planos. Sólo me queda esperar a que los autómatas se traguen todo el metal y empiecen la guerra entre ellos, tragándose mutuamente y reproduciéndose. Así surgirán los autómatas que me hacen falta.
Esa noche estuve largo rato sentado en la arena ante la tienda, mirando al mar y fumando. ¿Será posible que Cookling realmente haya acometido una empresa de graves consecuencias para la humanidad? ¿Será posible que en esta pequeña isla perdida en el océano hayamos cultivado una terrible peste capaz de tragarse todo el metal de la esfera terrestre?

viernes, 22 de abril de 2011

¿En qué sentido es el tiempo una sucesión infinita? (XV)

El mecanismo secuencial de ordenación de elementos discretos nos ha conducido a la obtención de dos clases de entidades paralelas, que en una pirueta intuitivo-perceptiva hemos identificado entre sí:

 

  • De un lado, los números. Primero enteros, después, racionales, por fin, reales.
  • De otro, los puntos de la recta. Primero, (equi)distantes, después, aproximables. Por fin, “contiguos”.

¿Qué he querido decir con aproximables? Tratándose de números, serían tales si su diferencia pudiese hacerse tan pequeña como se quisiera, avanzando lo suficiente a lo largo de un proceso secuencial. Y en cuanto a los puntos, lo serían si su distancia pudiese hacerse tan corta como se quisiera por medio de un movimiento continuo de aproximación. En ambos casos la clave de la conformidad que nos produce el concepto es la ilusión de poder seguir cualquiera de estos procesos eternamente. Y si no podemos realizarlo, la imaginación se encarga de llevarnos a ese final inexistente. Lo llamamos cero tanto para la diferencia como para la distancia, y nos saltamos las infinitas etapas secuenciales del proceso con la misma frescura que empleara el que se cayó de la torre y se saltó alegremente el último metro...

Pero este proceso mental eterno de Zenón contrasta, como supo ver Diógenes, con el proceso físico fugaz que nos permite esa aproximación “in ictu oculi”. Proceso en que lo difícil (lo imposible) no es llegar, sino percibir la llegada.

El número real, incluyendo racionales e irracionales, apareció así como un número inabarcable, indescriptible, inefable. En realidad, la “racionalidad” de esa ínfima parte de todos ellos que son los racionales, en el fondo insignificantes por su rareza, sólo es tal por el modo de obtenerlos como cociente ("razón"); porque expresados sus infinitos ceros tras la última cifra significativa, o sus infinitos periodos repetidos, serían igualmente inefables. Es la conformidad (la ilusión) de poder llegar rápidamente a conocer cualquiera de estas cifras que se me pida, frente al trabajo imposible de hacer lo mismo con los irracionales, lo que establece la diferencia.

¿Y qué quiero expresar con el término contiguos? Se trata de otra ilusión, la de que en medio no hay nada. ¡Diablos con la lengua castellana, en la que dos negaciones no se anulan, sino que se refuerzan! A ver si va a ser cierto que entre dos elementos “contiguos” no es la nada, sino siempre algo, lo que hay.

Porque no existen dos números reales contiguos. ¿Y la recta de la geometría, que trazamos con un movimiento que interpretamos como continuo? ¿Tiene razón Zenón, o Diógenes?

¡Contacto!

La clase trabajadora en España...

...con el agua al cuello...

Sorprendentes datos los que nos facilita Vicenç Navarro en Público, procedentes del Economic Policy Institute de Washington, uno de los centros de investigación económica más conocidos y prestigiosos de EEUU.

Cuando algo no se entiende, decimos que "suena a chino". Parece que en China se dice que "suena a español".

Tengo la impresión de que nos engañan, "como a españoles", con cuentos chinos...

“Una rebelión en Europa es posible”

Entrevista a Eric Toussaint.
David Muratore. CADTM


Comerse el mundo
“¿Quiénes son los dueños de los títulos de la deuda de Grecia?” se pregunta, para contestar: “banqueros alemanes y franceses en un 50 por ciento, seguido de belgas, holandeses y británicos; lo mismo sucede con las deudas de España, Portugal e Irlanda”, por lo cual los países más pobres de Europa están transfiriendo sus recursos a los países centrales de ese continente. Esto está generando un sentimiento de antipopularidad en estos países. “En los medios de comunicación dominantes de Alemania y tambien de Europa en general se quiere presentar a Alemania ayudando a los países europeos periféricos, cuando no es así, esa “ayuda” alemana vuelve al sector privado financiero de ese país”. 

De mulas, bicicletas y libre comercio

Comienzo de un artículo de Roberto Bissio, aquí

Aprender a dar la vuelta a las metáforas es básico. Las imágenes mentales se elaboran con ellas. Si no andas avisado te envuelven...
 
Las rondas de negociaciones sobre el comercio mundial duran años. La Ronda Uruguay que creó la Organización Mundial (OMC) de Comercio e incorporó la propiedad intelectual, los servicios y las inversiones a la discusión demoró ocho años, de 1986 a 1994. La actual Ronda de Doha, también llamada “del desarrollo” porque debería incorporar los temas que interesan a los países de la periferia, comenzó en 1991 y está estancada.

Para combatir el aburrimiento y captar algún interés de la prensa, los negociadores aguzan el ingenio en un esfuerzo por encontrar metáforas inteligibles… y que ahorren el trabajo de analizar las cifras y leer los documentos (los anexos de la Ronda Uruguay tienen veinte mil páginas). Así, por ejemplo, el argumento de que la liberalización comercial sería un proceso permanente que no puede entorpecerse sin exponerse a graves riesgos venía siempre acompañado de la metáfora de la bicicleta: si no está en movimiento se cae.

Hasta que un día, enojado por las continuas presiones hacia una apertura más acelerada que la que su país estaba dispuesto a conceder, el embajador de India en Ginebra, BK Zutshi, replicó con sorna al negociador norteamericano: “En mi país algo sabemos de bicicletas, y le aseguro que cuando se prende la luz roja del semáforo todo el mundo para y nadie se cae. Si quiere le explico cómo se hace”…

Se plantan los pies en el suelo... (raveau.cl)

martes, 19 de abril de 2011

¡Rebélate!

Mikel Jaso

¡Cuidado, que te pisan!

Vaya, hoy me ha dado la vena panfletaria...

Vicenç Navarro en Público:

No es, pues, lo “externo”, sino lo “interno” lo que está obstaculizando la expresión del proceso democrático. Y la ciudadanía es consciente de ello. Encuesta tras encuesta muestra el desapego de la ciudadanía hacia la clase política y hacia los gobernantes. Nuestra democracia está seriamente amenazada. De ahí la urgencia de movilizaciones para continuar la lucha iniciada por las generaciones anteriores en defensa de la democracia. Nuestros padres lucharon para defender la democracia y fueron brutalmente reprimidos como consecuencia de su derrota. Mi generación luchó en los difíciles años cincuenta, sesenta, y más tarde en los setenta, oponiéndose a la dictadura. Fue esta lucha y otras las que fueron responsables del fin de la dictadura. No hay que olvidar nunca que, aun cuando Franco murió en la cama, la dictadura murió en la calle.

Y es ahora cuando hay que luchar para recuperar la democracia que está siendo secuestrada, en la que el Estado está tomando posturas sistemáticamente en contra de la mayoría de la población y en contra de su deseo. Esto es indignante y requiere movilizaciones populares basadas en los valores republicanos que exijan al Estado que responda a la sociedad y no, como está ocurriendo ahora, que se imponga a ella.

El fantasma de John Maynard Keynes

La producción y el consumo se han ido organizando a escala mundial, aprovechando las ventajas comparativas que han permitido a unos países producir algo en condiciones ventajosas en relación a otros. Pueden ser ventajas geográficas, tecnológicas, y, muy frecuentemente, diferencias de capacidad para explotar necesidades humanas. Incluso (todavía, pero eso no durará mucho) considerando los costes del transporte a largas distancias (la deslocalización actual tiene los días contados). Claro que mientras tanto...

El análisis del fracaso socialdemócrata es bastante obvio. Lo difícil es tirarse en marcha de este tren, salir de la dinámica capitalista cuando este sistema está implantado a escala mundial. Ni los países llamados socialistas pueden hacerlo, porque siguen dependiendo del comercio internacional. Y también ellos explotan sus ventajas comparativas...


Manuel M. Navarrete en Rebelión:

Hoy día, con un capitalismo globalizado, la enorme oferta de mano de obra hace disminuir su precio (es decir, su salario), con lo cual cae la demanda y viene la crisis, que hace crecer el paro. La socialdemocracia quiere solucionar esto aumentando los sueldos para reactivar el consumo. Pero, como ha señalado Miren Etxezarreta, la movilidad del capital hace que la socialdemocracia se vea totalmente impotente. Si un gobierno incrementa los impuestos directos o decreta una reforma laboral beneficiosa para la clase obrera, las empresas, simplemente, se deslocalizan y se van a otro país donde encuentren condiciones más ventajosas. No hay que olvidar que el propio José Luis Rodríguez Zapatero quiso aplicar políticas socialdemócratas, con el Plan E por ejemplo, hasta que fue amenazado por los poderes fácticos y comenzó a hacer políticas netamente neoliberales. 


En resumen, los socialdemócratas ni son socialistas ni son demócratas. Además, no han aprendido absolutamente nada de la historia, ya que el actual desmantelamiento del Estado de bienestar nos muestra que el capitalismo no puede domesticarse, que su lógica expansiva lo convierte en un cáncer y que, si sobrevive una sola célula, se reproduce devorándolo todo. No en vano, Keynes diseñó su modelo como un medio para salvar al sistema capitalista en una época de revoluciones socialistas y no -de ningún modo- como un instrumento para combatirlo. Todo esto es algo que deben comprender los teóricos del “socialismo del siglo XXI”, que, desgraciadamente, se parece más bien a la socialdemocracia del XX.

Lucha de clases

Ahí lo dejo, sin quitar ni poner una coma.

Iñaki Errazkin en Rebelión.

“La lucha de clases, si existió alguna vez, pasó a la historia”, afirma en un bar un parroquiano divorciado que tiene como únicos ingresos legales los 426 euros mensuales que le han concedido por ser mayor de 52 años y haber cotizado por desempleo más de seis años a lo largo de su vida laboral. 

“La lucha de clases es un concepto rancio y obsoleto”, pontifica un engominado periodista en la tertulia vespertina de un carpetovetónico canal de televisión en el que colabora a cambio de 3.000 euros semanales. 

“Hablar de lucha de clases en el siglo XXI es contrario a las enseñanzas de Jesucristo, pues perjudica la convivencia y perturba la paz espiritual”, declama desde su púlpito un joven y amanerado párroco próximo al Opus Dei. 

***

Lumpemproletariado, trabajadores desclasados, comunicadores millonarios, presbíteros haraganes, políticos corruptos, banqueros oligarcas... La conjura para finiquitar el motor de la historia es un hecho. Sea por ignorancia, desidia, desesperanza, estupidez, convicción o espurio interés, son legión quienes dan por amortizada la lucha de clases.

Sin embargo, 
  • cada vez que un juez ordena el desahucio de un desposeído,
  • cada vez que un policía tortura a un detenido,
  • cada vez que un soldado mata a un civil,
  • cada vez que un niño se acuesta sin cenar,
  • cada vez que un trabajador acepta un contrato basura,
  • cada vez que un anciano llora su soledad...
  • con cada vagabundo,
  • con cada analfabeto,
  • con cada persona desempleada,
  • con cada mujer maltratada,
  • con cada preso represaliado,
  • con cada pueblo sometido...
la lucha de clases se manifiesta en toda su vigencia.

lunes, 18 de abril de 2011

Los cangrejos corren por la isla (V)


V
Estaba yo observando al recién nacido cuando Cookling dijo:
- Ya está listo el cuarto.
Torné la cabeza y vi que «había nacido» el cuarto cangrejo.
Mientras tanto, los dos primeros seguían como si tal cosa en el montón de metal, cortándolo y tragándoselo, repitiendo lo que ya habían hecho antes.
El cuarto cangrejo también fue a beber agua.
- ¿Para qué demonios beben agua? - Pregunté.
- Para cargar de electrólitos el acumulador. Mientras alumbra el sol, su energía se transforma en electricidad mediante el espejo del dorso y la batería de silicio. Con esta energía basta para el trabajo del día y para recargar el acumulador. De noche el autómata se alimenta de la energía almacenada en el acumulador durante el día.
- Entonces, ¿estos bichos trabajan día y noche?
- Sí, día y noche, sin descansar.
El tercer cangrejo empezó a agitarse y también se arrastró al montón de metal. Trabajaban ya tres autómatas, mientras el cuarto se cargaba de energía solar.
- Pero si no hay material para las baterías de silicio en estos montones de metal... - le objeté procurando llegar a comprender la tecnología de esta monstruosa autoproducción de mecanismos.
- Ni falta que hace. Aquí hay cuanto se quiera - Cookling lanzó torpemente con el pie un poco de arena -. La arena es un óxido de silicio. En el interior del cangrejo, debido a la acción del arco eléctrico, se consigue obtener silicio puro.
Regresamos por la tarde a la tienda de campaña, cuando en el montón del metal ya estaban trabajando seis autómatas y dos se calentaban al sol.
- ¿Para qué todo esto? - le pregunté a Cookling durante la cena.
- Para la guerra. Estos cangrejos son una horrible arma de sabotaje - me dijo sinceramente.
- No comprendo, ingeniero.
Cookling terminó de masticar el estofado y, sin prisa, explicó:
- Figúrese usted qué ocurriría si estos aparatos se dejasen subrepticiamente en territorio enemigo.
- Bueno, ¿y qué? - pregunté dejando de comer.
- ¿Sabe usted lo que es progresión?
- Supongamos que lo sé.
- Nosotros empezamos ayer con un cangrejo, ahora ya hay ocho. Mañana habrá sesenta y cuatro, pasado mañana, quinientos doce, y así sucesivamente. Dentro de diez días habrá más de diez millones. Para ello hacen falta treinta mil toneladas de metal.
Al oír estas cifras quedé mudo de asombro.
- Sí, pero...
- Estos cangrejos en un corto espacio de tiempo pueden comerse todo el metal del enemigo, todos sus carros blindados, cañones, aviones, etc. Todas las máquinas, mecanismos, instalaciones. Todo el metal de su territorio. Al cabo de un mes no queda ni un gramo de metal en toda la esfera terrestre. Todo el metal se invierte en la producción de estos cangrejos. Tenga en cuenta que, durante la guerra, el metal es el material estratégico más importante.
- ¡Ahora comprendo por qué el Almirantazgo está tan interesado en su juguete!... - murmuré.
- Exactamente. Pero éste es solamente el primer modelo. Quiero simplificarlo considerablemente y con ello acelerar el proceso de reproducción de autómatas. Acelerarlo, digamos, en dos o tres veces. Hacer una construcción más estable y rígida. Hacerlos más móviles. Elevar la sensibilidad de los localizadores del metal. Entonces, durante la guerra, mis autómatas serán peor que la peste. Quiero que el enemigo pierda todo el potencial metálico en dos o tres días.
- Bien, pero cuando estos autómatas se traguen todo el metal del territorio enemigo, ¡se arrastrarán hacia nuestro propio territorio! - exclamé.
- Esto ya es otra cuestión. El trabajo de los autómatas se puede codificar y, sabiendo la clave, interrumpirlo en cuanto aparezcan en nuestro territorio. A propósito, de esta manera se pueden traer a nuestro territorio todas las reservas de metal del enemigo.
...Esa noche yo tuve unos sueños horribles. Avanzaban arrastrándose hacia mí legiones de cangrejos metálicos, haciendo ruido con sus tentáculos y con finas columnas de humo azul elevándose de sus cuerpos.

¿En qué sentido es el tiempo una sucesión infinita? (XIV)

Los números racionales, obtenidos como resultado de dividir dos enteros, tienen la propiedad de que, en su expresión decimal, siempre puede averiguarse la cifra que ocupará el lugar, pongamos, trillonésimo. O bien a partir de una posición se repite monótonamente la cifra cero (y esa ristra infinita podemos omitirla), o bien se repite otra cifra o grupo de cifras de modo absolutamente regular. En ambos casos puedes preguntarme que cifra es esa de lugar trillonésimo, que sin vacilar te la diré.

En el último ejemplo que vimos, la cifra que se repite eternamente era un uno. Pero en otros casos (números irracionales, no obtenidos ni obtenibles por cociente, como las raíces cuadradas o el número "pi") sólo podré llegar a conocer esa cifra recorriendo todas las anteriores, en un proceso sin final...

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La inmensa ventaja de la notación decimal es que me jerarquiza los valores numéricos de las cifras, asegurándome de que nunca el valor representado por una de ellas es mayor que el representado por la que la precede (recordemos que la condición para que una suma infinita tenga límite es que cada sumando sea menor que el anterior). Así, puedo yuxtaponerlas, porque la propia yuxtaposición me proporciona el número como esa suma jerarquizada de elementos siempre decrecientes. Así, ese número irracional aparece como un límite inalcanzable (por siempre y para siempre desconocido), al que sólo nos podemos acercar (eso sí, tanto como queramos) mediante números racionales...

Esos números inalcanzables son la inmensa mayoría (la inmensa enormidad) de los números reales que representarían todos los puntos de la recta.

Y sin embargo, geométricamente, un simple movimiento recorriéndola nos permite pasar rápidamente sobre esa eternidad de eternidades.

Adiós a la energía nuclear

Sobre el concepto nada nuevo pero muy olvidado de coste generalizado, véase mi entrada La batalla de Chernóbil

Desde luego, este concepto choca con la visión economicista y cortoplacista que acepta como válidas la externalización de costes, la minoración sistemática del valor actual de daños futuros, y, en definitiva, la tarjeta de crédito.

Carpe diem ¿eudemonista o hedonista?

Final de un artículo de Paco Puche:


El porvenir de una ilusión

De la energía prometida en los años cincuenta, que no necesitaría ni de contador por su abundancia, hemos pasado a una energía inconmensurablemente cara, peligrosa y militarista. En lo relativo a la energía nuclear todo es descomunal, incluido el miedo que suscita.

Sobre la seguridad de las centrales ha pasado lo mismo que con el mito de la abundancia, que no para de haber situaciones imprevistas que dan lugar a accidentes, que afectan a millones de personas, por decenas de años. Otro mito increíble.

Si antes de Fukushima, solo el 12 % de los europeos eran partidarios de esta clase de energía, a partir de ahora “el público recelará para siempre de la energía nuclear”. 

La pregunta que hay que hacerse ahora es cuánto tiempo se tardará en desmantelar los 450 rectores nucleares que hay dispersos en 31 países, antes de que sea demasiado tarde.

La lucha que se avecina será la relativa a acortar la vida de las centrales aún existentes.

Más complicado va a resultar la desnuclearización militar tal como preveía el Tratado de Proliferación de Armas Nucleares, de 12 de junio de 1968, de la Asamblea General de NNUU, que en su artículo VI establecía que “cada Parte en el Tratado se compromete a celebrar negociaciones de buena fe sobre medidas eficaces relativas cesación de la carrera de armamentos nucleares en fecha cercana y el desarme nuclear y sobre un tratado de desarme general y completo bajo estricto control internacional”. Para eso hemos de retomar la vía del pacifismo radical.

Los peligros de las centrales nucleares

Aquella premonición de un mundo (casi) muerto en el que sobrevivían las cucarachas...

Tan antiguas, y con tanto futuro.

Pincelada tomada de una entrevista de Salvador López Arnal a Eduard Rodríguez Farré: 

Daniela Edburg

   ...Hasta 1942, hasta mediados del siglo XX, hasta hace poco más de sesenta años, la radiactividad en nuestro planeta había ido disminuyendo desde su formación, por las leyes físicas del decaimiento radiactivo. La vida ha ido evolucionando con un fondo radiactivo en disminución de tal forma que cuando más moderna o más reciente sea una especie habrá evolucionado con un fondo radiactivo menor. Aunque no sea de manera absoluta, esto se puede observar en la diversa radiosensibilidad de los seres vivos. Los mamíferos son mucho más radiosensibles -o sea, que pueden manifestar efectos, que pueden morir a dosis mucho más bajas- que los reptiles, y éstos son más radiosensibles que los peces. Los insectos son altamente radioresistentes, y ya te puedes imaginar lo que sucede con las bacterias. En el agua de refrigeración de los reactores, que es altamente radiactiva, en el agua de un reactor experimental -yo trabajé hace muchos años en Francia en uno de ellos- se detectaban bacterias, a las que se llamó “el bacilo radiodurans”. Crecían bacterias bajo un fondo de millones de rads, con una cantidad enorme de radiación que un mamífero cualquiera no aguantaría ni una hora.

    ...La especie humana es por ello mucho más radiosensible que la mayoría de especies. Existen excepciones, pero un escorpión, por ejemplo, resiste cantidades enormes de rads. Igual ocurre con muchos tipos de insectos, arácnidos, crustáceos. Los mamíferos, prácticamente todos, con 300-400 rads -la dosimetría actual lo expresaría como 3-4 grays- pueden morir. La dosis que puede matar a un mamífero no produce efecto dañinos, o son de escasa importancia, a insectos, a alacranes o al grueso de otras especies pertenecientes a filogenias antiguas, hablando geológicamente.

Una poética del drama moderno

A. Strindberg (1888). Una poética del drama moderno

 

                a) Sobre el personaje dramático y el principio de discrecionalidad. “Un personaje de carácter era un señor invariable, definitivo, que se presentaba invariablemente borracho, bromeando lastimosamente, y al que bastaba, para caracterizarlo, adornarlo con una deformidad física, ya fuese un pie contrahecho, una pata de palo, una nariz roja, o hacerle repetir una determinada expresión, como: “A Barkis le encantaría”, “Muy amable”, o algo parecido. Esta manera simplista de presentar a los seres humanos la encontramos hasta en el gran Molière. Harpagon no es más que un avaro, aunque bien hubiese podido ser avaro y al mismo tiempo un notable financiero, un excelente padre de familia y un buen consejero municipal [...]. Por eso yo no creo en caracteres teatrales simples, de una pieza. Y luego esos juicios sumarios de los autores sobre sus personajes: ése es estúpido, ése es brutal, ése es celoso, ése es tacaño. Eso sí que debería ser impugnado por los científicos que conocen la riqueza y complejidad del alma humana y saben que el “vicio” tiene un reverso que se parece muchísimo a la virtud. Como mis personajes son caracteres modernos que viven en una época más vertiginosamente histérica que, al menos, la precedente, los he dibujado vacilantes, desgarrados, con una mezcla de lo nuevo y lo viejo” [1].

                b) El diálogo dramático. “En lo que respecta al diálogo, he roto un poco con la tradición al no pintar a mis personajes como catequistas que hacen preguntas estúpidas para provocar una brillante réplica. He intentado eludir el modelo de diálogo francés con su construcción simétrica, matemática, y para ello he dejado que las mentes trabajasen de una manera irregular, tal como ocurre en la realidad, donde, en una conversación, nunca se llega a agotar un tema, sino que cada uno de los cerebros actúa como un rueda dentada en la que el otro se engrana a la buena de Dios. Por eso el diálogo anda sin rumbo, se provee en las primeras escenas de un abundante material que luego se elabora, se trabaja, se repite, se amplía y se desarrolla de la misma manera que el tema en una composición musical” (pág. 99).

                c) Monólogo, pantomima y actor. “En la actualidad, nuestros realistas han excomulgado el monólogo por considerarlo inverosímil; pero si yo lo justifico, entonces lo hago verosímil y puedo utilizarlo con provecho [...]. Y para darle, por una vez, al actor la posibilidad de hacer un trabajo independiente y liberarlo, aunque sea por un instante, de la férula del autor, es preferible no escribir el monólogo, sino simplemente indicarlo, ya que por ser relativamente indiferente lo que se habla en sueños, o se le dice al papagayo o al gato, y no influir en el desarrollo de la acción, un actor de talento, envuelto en un determinado ambiente, tiene la posibilidad de improvisar mejor que el autor, el cual no puede calcular de antemano el tiempo que se puede hablar sin sacar al público de la ilusión en que se encuentra [...]. En los casos en que el monólogo hubiese parecido inverosímil he utilizado la pantomima, y ahí le doy al actor todavía mayor libertad de creación, y mayores posibilidades de obtener éxito personal” (pág. 100).

                d) Decorado. “En lo que respecta al decorado, me he inspirado en la pintura impresionista, en su estilo asimétrico, recortado, escueto, y creo haber logrado así fortalecer la ilusión; porque como no se ve la habitación completa, con todo su mobiliario, se da campo libre a la imaginación, es decir, la fantasía se pone en movimiento y completa la imagen del escenario [...]. También me he limitado a un solo decorado, tanto para permitir que los personajes se integren bien en el ambiente como para acabar con el lujo de la decoración. Pero cuando se utiliza un solo decorado se le debe exigir que parezca real” (pág. 101).

                e) La luz y los signos. “En un drama psicológico moderno en el que las más sutiles reacciones del alma deben reflejarse en el rostro y no manifestarse con gestos grandilocuentes y grandes alborotos, valdría la pena experimentar con una luz potente a ambos lados de un escenario pequeño y con actores sin maquillaje, o, al menos, con el mínimo posible” (pág. 103).


[1] Cfr. A. Strindberg (1888), “Prólogo a La señorita Julia”, Teatro escogido, Madrid, Alianza, 1982, págs. 87-104; pág. cit.. 93. Trad. esp. de F.J. Uriz.

La señorita Julia                     (malagaes.com)

Srindberg revisa en este prólogo ciertos convencionalismos teatrales, acuerdos tácitos entre autor y público que facilitan el entendimiento de la obra y que, al agotarse sus fórmulas (al ser demasiado conscientemente percibidas como tales), primero son criticadas y acaban siendo abandonadas. Naturalmente, la crítica se opone siempre a la situación precedente, y aunque se vea a sí misma como negación del convencionalismo, en realidad únicamente lo sustituye por otro diferente.
 Las del autor sueco no son excepción a esta ley, y algunas de sus propuestas son en parte un regreso a convenciones anteriores, aunque, como ocurre con las vueltas de tuerca, nunca devuelven al punto de partida, sino que elevan a un plano superior. A su vez, podrán hacerse nuevas críticas a las del crítico.
Cuando denuncia la manera simplista de presentar a los personajes de carácter en el teatro tradicional, hechos de una pieza, caracterizados por una deformidad o una expresión repetida, o definitivamente buenos o malos, y les opone el hecho real de la complejidad del alma humana, señala un hecho cierto. Su predilección por personajes vacilantes y desgarrados apunta en una dirección correcta, opuesta a un teatro de cartón piedra. Pero inevitablemente hay personajes y situaciones en toda obra de arte, sea un cuadro o una sinfonía, que se hallan fuera de foco, que cumplen una función meramente instrumental en el conjunto, y que, en beneficio de la economía de la obra tienen que ser presentados precisamente así. Además, junto a personalidades complejas también hay en la vida real otras bastante simples. Su crítica hay que entenderla como una reacción renovadora contra fórmulas gastadas por el uso.
Denuncia asimismo el diálogo hecho a medida, sea para destacar la brillantez de un personaje, o para distribuir entre varios el discurso perfectamente elaborado que un autor quiere colocarnos. Le opone un engranaje a la buena de Dios, más parecido al uso real del diálogo. Su construcción imita ese diálogo, pero no deja de ser construcción, y él mismo confiesa que, como en una composición musical, acumula temas en la primera parte, como material en bruto, para ampliarlos y desarrollarlos después. El artificio es evidente, aunque no sea un artificio simple.
Su rechazo a un rechazo del monólogo, considerado inverosímil por el realismo, va en el mismo sentido, y reivindica una convención más antigua frente a la inmediata anterior. Para darle un aire de autenticidad, adopta un monólogo sugerido que se deja a la improvisación del actor, y aún la sustitución del monólogo por la pantomima, que da a éste todavía  mayor  libertad de creación. Así valora la presencia simultanea y cercana de actor y público, que permitirá corregir los desajustes inevitables entre el tiempo de la creación y el de la representación.
Para fortalecer la ilusión, reduce el decorado a uno solo, recortado y escueto, en el que se dé campo libre a la imaginación, aunque le exige que parezca real. El uso de un decorado único, o la ausencia de él, fue una característica del teatro antiguo, y la convención correspondiente era que los espectadores debían imaginar la escena. El realismo creciente también contaba con el convencionalismo inevitable de aceptar que en el escenario falte la cuarta pared. Entre otros muchos, como la colocación irreal de los actores en beneficio de la visibilidad de la escena y de la acción (convencionalismo aceptado por el cine, pese a la mayor libertad de elección del punto de vista, y presente en el arte de todos los tiempos, desde la última cena hasta el porno duro).
La preocupación por la luz no se plantearía sin las posibilidades aportadas por la tecnología de su época, ni sin el paso a primer plano de la psicología. Esta conjunción hizo posible el empleo simbólico y expresivo de medios más refinados. Como nuestro autor pretende reflejar en el rostro sutiles reacciones del alma, tiene que evitar gestos grandilocuentes y grandes alborotos. Elige una iluminación expresiva pero neutra, sin reforzar lo que debe hallar el mismo espectador sin que lo dirijan. Minimizar el recurso al maquillaje obedece a la misma idea. Las máscaras del teatro griego o el japonés, o el maquillaje de la comedia del arte fijan al personaje en ese bloque de una pieza criticado antes.
El crítico empedernido
 Juan José Guirado
Junio de 2003
Strindberg, por Munch            (compruebodisponibilidad.blogspot.com)