martes, 11 de septiembre de 2018

Algunas claves para entender el capitalismo (III)

Tras lo ya glosado, sigo comentando este artículo hallado en El otro.

El dinero, que es disponibilidad de capital, se comporta como un fluido, y se desplaza continuamente, buscando optimizar el beneficio. La ganancia no es un absoluto, y hay que relacionarla con el volumen de capital invertido. Si el capital constante (medios de producción) es muy elevado, para que la tasa de ganancia lo sea ha de haber beneficios también elevados. Los capitales migran de un lugar a otro buscando aumentar la cuota de ganancia, que tiende así a nivelarse en un valor medio.

Los casos particulares no importan, y la economía debe estudiarse en su globalidad. La competencia enmascara el valor, que aparentemente viene dado por el precio. No solo ni especialmente en sentido moral (*) tiene significado la frase de Antonio Machado:
El necio
confunde valor y precio





Ganancia, interés y renta del suelo

También es sumamente importante y nuevo el análisis que hace Marx más adelante de la reproducción del capital social, considerado en su conjunto, en el tomo II de El Capital. Tampoco en este caso toma Marx un fenómeno individual, sino de masas; no toma una parte fragmentaria de la economía de la sociedad, sino toda la economía en su conjunto. Rectificando el error en que incurren los economistas clásicos antes mencionados, Marx divide toda la producción social en dos grandes secciones: 1) producción de medios de producción y 2) producción de artículos de consumo. Y, apoyándose en cifras, analiza minuciosamente la circulación del capital social en su conjunto, tanto en la reproducción de envergadura anterior como en la acumulación. En el tomo III de El Capital se resuelve, sobre la base de la ley del valor, el problema de la formación de la cuota media de ganancia. Constituye un gran progreso en la ciencia económica el que Marx parta siempre, en sus análisis, de los fenómenos económicos generales, del conjunto de la economía social, y no de casos aislados o de las manifestaciones superficiales de la competencia, que es a lo que suele limitarse la economía política vulgar o la moderna "teoría de la utilidad límite". Marx analiza primero el origen de la plusvalía y luego pasa a ver su descomposición en ganancia, interés y renta del suelo. La ganancia es la relación de la plusvalía con todo el capital invertido en una empresa. El capital de "alta composición orgánica" (es decir, aquel en el cual el capital constante predomina sobre el variable en proporciones superiores a la media social) arroja una cuota de ganancia inferior a la cuota media. El capital de "baja composición orgánica" da, por el contrario, una cuota de ganancia superior a la media. La competencia entre los capitales, su libre paso de unas ramas de producción a otras, reduce en ambos casos la cuota de ganancia a la cuota media. La suma de los valores de todas las mercancías de una sociedad dada coincide con la suma de precios de estas mercancías; pero en las distintas empresas y en las diversas ramas de producción las mercancías, bajo la presión de la competencia, no se venden por su valor, sino por el precio de producción, que equivale al capital invertido más la ganancia media.

Así, pues, un hecho conocido de todos, e indiscutible, es decir, el hecho de que los precios difieren de los valores y de que las ganancias se nivelan, lo explica Marx perfectamente partiendo de la ley del valor, pues la suma de los valores de todas las mercancías coincide con la suma de sus precios. Sin embargo, la reducción del valor (social) a los precios (individuales) no  es una operación simple y directa, sino que sigue una vía indirecta y muy complicada: es perfectamente natural que en una sociedad de productores de mercancías dispersos, vinculados sólo por el mercado, las leyes que rigen esa sociedad no puedan manifestarse más que como leyes medias, sociales, generales, con una compensación mutua de las desviaciones individuales manifestadas en uno u otro sentido. 
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(*) La necedad no implica en su origen insulto o desprecio, ne-scio = no sé; necio es ignorante, nada más.



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