martes, 14 de marzo de 2023

¿Por qué fracasó la Ciudad Radiante de Le Corbusier?

Me escribe Pedro Prieto comentando unas reflexiones acerca de por qué vivimos todos lejos. Con su permiso dejo aquí el mensaje, destacando los escandalosos datos sobre la huella ecológica en Japón y la negativa "patriótica" a publicarlos allí, aunque permitiendo que se hicieran públicos los referidos a otros países.

Para mover nuestro cuerpo serrano a una velocidad veinticinco veces mayor que la natural, movemos también un armatoste cuarenta veces más pesado que su carga humana. Mayor aún es la desproporción y el despropósito si comparamos el consumo energético de la marcha a pie con el del trayecto en automóvil. Y eso sin contar los otros gastos energéticos de la puesta a punto del trasto, "de la cuna a la tumba".  Los datos los puede comprobar cualquiera, Pedro solamente los refresca.

¿Por qué fracasó la Ciudad Radiante de Le Corbusier? ¡Menos mal! respondo parcialmente aliviado. Véase lo que pudo haber sido y afortunadamente no fue:

La Ville Radieuse















Muy bueno, Juanjo. Tu reflexión responde muy bien a la pregunta que me vengo haciendo desde hace años sobre lo insostenible de la gran urbe.

No importa cuándo exploten: explotarán. Un colega mío norteamericano, experto y pionero de la huella ecológica y de la capacidad de carga del planeta, nos decía al grupo en el que convivimos en virtualidad, que tuvo un alumno japonés de máster, que trabajaba en el Ministerio de Medio Ambiente japonés, al que dieron un año sabático para graduarse con él, que hizo un estudio muy completo sobre Japón y llegaron a la consecuencia de que aquello sería invivible, si no lo era ya. Su huella ecológica era de unas 5 veces la del planeta para su superficie. Solo el área de Tokio, con sus 38 millones de habitantes, ya sobrepasaba largamente la biocapacidad de todo su archipiélago. Llevó su estudio a Medio Ambiente japonés y recibieron el trabajo con entusiasmo, pero al llegar el borrador a las altas instancias, decidieron no publicarlo, porque podría resultar perjudicial para muchos japoneses. Sin embargo, les pidieron a ambos que por qué no hacían un estudio similar para otro país, de forma que pudieran presentar sus resultados, igualmente catastróficos, pero sin descubrir sus propias miserias, como primer paso para ir digiriendo el pastel.

Al hablar de crisis energética y últimamente del coche eléctrico, como el pasado sábado en Canal Sur Radio, se quedan muy descolocados cuando les hago una enmienda a la totalidad y les digo que el debate no es si coche de combustión interna o eléctrico, que es como todos plantean el dilema, sino si el coche es aceptable o no. Si mover 1.500-2.000 kilos de tara para llevar a un ser semoviente de unos 70 kilos cuando el INE dice que la ocupación promedio del coche es 1,9 pasajeros por coche (1,2 en EE.UU.) es o no una aberración. Esa relación carga/tara jamás había sido tan lamentable.

Todo para tener un monstruo parado el 97% del tiempo (unas  230 horas al año circulando) y para recorrer un promedio de 35 Km diarios, que sin esos engendros, las ciudades jamás hubiesen podido alcanzar las dimensiones actuales. EL desarrollo del vehículo privado condicionó el urbanismo y ahora no podemos volver atrás. Una trampa mortal. Para mi puede ser sencillo decir que a la mierda los coches privados y que vayamos al transporte público o que salgamos todos huyendo despavoridos de las grandes ciudades ya mismo, como familia de Lot en Sodoma y Gomorra, pero eso escandalizaría a muchos más que el estudio de aquel alumno a los japoneses.

¿Como volver atrás? Permíteme ser brutal. Quizá la respuesta esté en dejar las zonas urbanas como Bakhmut.

Sin embargo, el furor inmobiliario sigue impertérrito su camino hacia el crecimiento cancerígeno.

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