El pasado 3 de septiembre, Nuestro Flamenco estuvo dedicado a la figura del pintor, poeta y letrista flamenco Francisco Moreno Galván, conmemorando los cien años de su nacimiento, con cantes de José Menese, Rocío Márquez, Diego Clavel y Miguel Vargas. Como prólogo, la guitarra de Enrique de Melchor, que tantas veces acompañó al cantaor de La Puebla de Cazalla.
Acompañado por una interesante entrevista con Miguel Ángel Rivero, hoy profesor de Filosofía, Estética y Teoría de las Artes en la universidad de Sevilla y anteriormente concejal de cultura en el ayuntamiento de La Puebla de Cazalla, este fue el contenido musical del programa:
Enrique de Melchor:
02:42, soleares "A Melchor de Marchena"
07:50, taranta "Vivencia"
13:41, bulerías "Jacaranda"
Moreno Galván:
19:30, Diego Clavel, malagueñas
30:12, Rocío Márquez, mariana
39:36, José Menese, seguiriyas y cabales
50:44, Miguel Vargas, soleá, polo y soleá apolá
Hagamos un poco de historia vivida. Francisco, ya artista reconocido, había facilitado a su hermano José María un trabajo en la Bienal de Arte Iberoamericano celebrada en Madrid en 1952. Allí se integró en los círculos artísticos y observó así «desde fuera» la vida universitaria de la capital. Recuerdo y aún conservo algunos de sus escritos para la revista Triunfo.
El 25 de octubre de 1971 protagonizó una acción de protesta contra la Dictadura, cuando en la Universidad Complutense de Madrid, con motivo de un homenaje a Pablo Picasso en su centenario, pronunció una conferencia que fue desalojada por las fuerzas del orden, produciéndose posteriormente graves disturbios. Estuve presente y asistí a su brutal interrupción por la policía armada. Llovieron palos a mansalva (milagrosamente ninguno me alcanzó). Allí mismo lo detuvieron y fue condenado por el Tribunal de Orden Público a dos años de prisión, considerando como hecho probado que incitó a las protestas violentas. Otra mentirijilla judicial (de las de entonces), porque recuerdo perfectamente que pidió a los asistentes que salieran pacíficamente.
Cada uno en su campo, ambos hermanos lucharon denodadamente contra la dictadura. Los hermanos Moreno Galván: letras de compromiso político y estético en el flamenco se titula una ponencia de María Regina Pérez Castillo, que presenta así:
Los hermanos Moreno Galván suponen uno de los ejemplos más sólidos de compromiso político y estético durante el franquismo. Mientras Francisco Moreno Galván componía letras flamencas que criticaban, de un modo metafórico y soterrado, la falta de libertades e injusticias sociales que se vivían en España, su hermano José María elaboraba una teoría del arte en la que sostenía que el flamenco es una construcción popular, vinculada al concepto unamuniano de “intrahistoria”, y que, al igual que otras manifestaciones plásticas, experimenta una renovación estética. Las Reuniones de Cante Jondo de La Puebla de Cazalla (Sevilla), de las que Francisco es padre, acabarían convirtiéndose en mítines políticos “cantados” o interpretados que encontrarían eco en la teoría estética y el periodismo de su hermano José María.
Recoge la ponencia algunas letras del poeta de La Puebla (y como otro Machado, del pueblo):
En 1967, cuando toda España vivía la represión de una dictadura militar, Menese se atrevía a cantar, acompañado por la guitarra maestra de Melchor de Marchena, esta letra de seguiriya escrita por Francisco, metáfora de la situación que vivía el país:
Francisco Moreno Galván recoge una tradición de letras y situaciones donde se ve reflejada, en efecto, una presencia de la protesta o la queja, en las que late una conciencia política ligada a la opresión o a la persecución. Pongamos como ejemplo esta tradicional letra:
los sacan de la carraca
y le ponen por castigo
de llevar piedras al agua.
Los gitanitos del puerto
fueron los más esgraciaos
que a las minas del azogue
se los llevan sentenciaos.
Partiendo de patrones clásicos como este, Francisco Moreno Galván pone en boca de Menese acontecimientos de su vida con un contenido poético y listas para ser cantadas. El autor no está haciendo otra cosa que continuar con la tradición en la que se ha basado el cante desde sus comienzos. En este sentido, traemos a colación algunos ejemplos que pueden resultar ilustrativos; como esta letra de mirabrás:
de Diego Vázquez
la chimenea.
De otro es la leña
que quien quema lo suyo
a nadie empeña
En ella se alude a una de las terribles prácticas del señorito Benjumea (bien jumea/ Benjumea), Diego Vázquez, quien quemó las chozas de los colonos para echarlos de sus tierras. Y en relación con las ejecuciones y fusilamientos de la guerra no podemos olvidar uno de los cantes más representativos de la obra discográfica de José Menese y en la poética de Moreno Galván, el “Romance de Juan García”:
a golpes de mosquetón,
primera noche de agosto
sin jueces ni defensó.
No era por mieo su llanto,
porque llorando salió,
lloraba porque dejaba
lo que en su casa dejó.
Lo sacaron amarrao
y amarraíto queó,
a dos pasos del camino,
en el camino a Morón.
Así murió Juan García,
testamento no escribió;
pero lo que Juan dejaba
el pueblo lo arrecogió.
Dije verdá,
como lo que yo dije era verdá,
y como la verdá dolía,
me mandaron a callá.
Nos planteamos hasta dónde puede llegar ese impulso “primigenio”, esa huella de compromiso político que cultivaron ambos hermanos. Si Francisco abrió el camino de un cante valiente y crítico con su realidad social, y este movimiento fue continuado y consolidado por cantaores más jóvenes como Morente, Gerena o Menese, son estos últimos quienes ahora pasan el testigo del cante comprometido a una nueva generación encabezada por figuras como Juan Pinilla o Manuel Céspedes. Tal y como indica Henrique Mariño (2019), «antes cantaban a la República, hoy para sofocar el capitalismo». Vemos reflejada en las palabras del periodista la filosofía que Francisco Moreno Galván nos legaba en el programa Rito y geografía del cante: cada generación debe enfrentarse y cantarle a sus problemas, así lo hará «con más ahínco, con más coraje».
Ya en 2018 su figura protagonizaba ‘Flamencos contra Franco. Homenaje a Francisco Moreno Galván’. En el enlace hallaréis referencias a cantaores de otro tiempo:
Antonio Mairena, Juanito Valderrama, Manuel Vallejo, Guerrita o La Niña de los Peines fueron algunos de los cantaores rebeldes que lucharon con su voz para defender sus ideales, algunos incluso con las armas como Corruco de Algeciras, que perdió su vida durante la contienda. Cantaores de la libertad, de la República, de la bandera tricolor, que no corrieron la misma suerte. Obligados a adaptarse y a subsistir a duras penas como José Cepero y Ramón Perelló; otros no tuvieron más opción que exiliarse como Miguel de Molina, que marchó a Argentina, o en el peor de los casos, morir encarcelados o asesinados ante un pelotón de fusilamiento como el Chato de las Ventas.
O de un tiempo más cercano, cuando en los últimos tiempos de la dictadura:
La sociedad experimentaba una transformación que se tradujo en nuevas corrientes de renovación artística y el flamenco, lejos de permanecer expectante, se vio influido por tales cambios como la literatura, la pintura, la arquitectura o el teatro. En este periodo son muchos los artistas flamencos que cantan a la libertad y la justicia, a la democracia y al autonomismo andaluz, muchas las “voces que no callaron”, parafraseando el título del libro-disco del cantaor granadino, investigador y escritor Juan Pinilla: Enrique Morente, José Menese, Juan Peña ‘El Lebrijano’, El Cabrero o Manuel Gerena, considerado de entre todos los flamencos que decidieron prestar sus voces a la lucha contra el franquismo como el estandarte del “flamenco-protesta”. Gerena, el “cantaor de la Transición”, visitó los calabozos más de trescientas veces. “Mientras tenga que cantar soy un cantaor que no me callo… Si la voz me corta un rayo, me sobra voluntad para seguir siendo un gallo”.
Sobre aquellos Benjumea (conocí a otro bien distinto) se extiende esta presentación del vídeo que dejo para el final:
MENESE, LA PUEBLA DE CAZALLA Y LAS LETRAS DE MORENO GALVÁN
Las gentes de La Puebla tienen también una explicación para justificar las letras contestatarias, como ellos las llaman, que pueblan la discografía de José Menese, desde su primera grabación. Letras que, dentro del realismo de las coplas flamencas tradicionales, dieron al cante jondo un impulso renovador, nunca antes conocido. El afán de superación de José es por el desquite social, que se da en mucha gente de La Puebla. Por eso, con sus letras de denuncia, Pepe siempre tuvo el apoyo del pueblo casi en pleno. Porque los grandes terratenientes, como los Oriol, vascos, que tienen 5.000 hectáreas y una finca modelo, La Coronela, no viven aquí, no han pisado esto. Luego estaban los Benjumea, que venían de vez en cuando, pero su vida era Sevilla. En los años de la posguerra hubo miseria, y gente que pedía por las calles, pero la mayoría era clase media trabajadora y era fácil el ascenso, el pasar de unas familias más pobres a otras menos. Y el odio social a los grandes terratenientes ha quedado un poco lejano, abstracto, pero seguido por todo el pueblo. Por eso, a todo el mundo le gustaban las letras de Pepe que iban contra esos terratenientes. Desde el primer disco, el del 63, muchas letras aludían a gentes de La Puebla y sólo allí las entendieron, porque eran tiempos de censura y las cosas se decían como se podía. Y además, en la Reunión de Cante Jondo de La Puebla, que empezó en 1967, José Menese lo estrenaba todo. Por ejemplo, por hablar de lo más sonado, el Romance de Juan García, por martinetes, y el Romance a la Libertad, bulerías por soleá... A Menese y a las letras de Francisco hablando de los terratenientes, todo el pueblo las seguía, en masa. Porque Francisco puso el dedo en la llaga cuando cantó la historia de los Benjumea en el primer Mirabrás que grabó, en el 63, “Qué bien jumea”, y en la guajira Una familia honorable, de 1976, que volvía a los Benjumea y fue un golpe total en el pueblo.
La historia de los Benjumea, historia que dio origen al famosísimo Mirabrás en el que Menese cantaba, en su primera grabación: ¡Qué bien jumea, de Diego Vázquez la chimenea! es la siguiente: Diego Vázquez Benjumea tenía un monte tremendo, tierra buena y fértil pero que no podía ararse sin desmontarla. Y llamó a hombres de La Puebla y Villanueva para que la desmontaran, a cambio del cisco y el carbón que hacían con la leña y que cambiaban por comida para la semana... Ellos mismos sembraban las tierras, después de limpias, y se iban haciendo sus chocitas de rama, con sus gallinas, sus cochinitos, y, poco a poco, iban saliendo del hambre las criaturitas, trabajando todos, acarreando la leña a las cisqueras... Y cuando ya desmontaron todo el monte, llegó el amo Benjumea y los echó de allí: les quemó las chozas y envenenó los pozos, porque si no, no se hubieran ido, hubieran seguido como los hurones, escondidos debajo de las piedras. Benjumea ganó el pleito porque lo protegían las leyes, pero ya libres las tierras, nadie quiso ir a labrarlas y las sembró de olivos y luego metió toros bravos y ahí están ahora las tierras, infértiles. Y esa fue la primera emigración masiva de colonos a Barcelona, con la maletita aquella de cartón o de madera, amarrá con una guita.
La historia de la famosa Guajira “Una familia honorable” es la siguiente: Francisco Moreno nunca olvidó que su padre, maestro de obras que trabajaba para Diego Benjumea, pidió a éste un adelanto de dinero para mandarlo a estudiar a Sevilla, porque era muy bueno Francisco con el dibujo, desde la escuela, y su madre quería que perfeccionan esas cualidades.. Benjumea le dijo que qué se pensaba, que estaba equivocado, que sus hijos tenían que aprender el mismo oficio del padre. Ser albañiles... "Tú estás equivocado —le decía—. Luego tus hijos no te servirán ni para una cosa ni para otra. Y hubo que buscar otros medios. Eso no se le ha quitado nunca a Francisco de la cabeza y por eso volvió al tema de los Benjumea años más tarde, ya de forma más explícita, porque se podían decir las cosas más claras. Y fue cuando hizo aquella guajira de “Una familia honorable” que Menese grabó en el disco La palabra, en 1976.
Francisco Moreno, hizo como diez guajiras antes de llegar a ésa, a cada cual más buena. Cuando dice "el leer puede ser pecao", no se le ha quitado a Francisco de la cabeza, nunca en la vida. Conforme fueron muriendo, y desapareciendo... los retrata perfectamente porque siendo los más ricos del pueblo eran también los más miserables, no tenían ni cuarto de baño, no han gastado nunca en nada para vivir... Es una Guajira es universal porque esa clase de familias se han dado en todo el mundo. Y las letras eran más flamencas cuando la protesta estaba disimulada. El rebusco estaba muy castigado. El Chato de la Patricia fue a rebuscar oliva y la guardia le pegó y le hizo comerse las aceitunas, se las metían por la boca... y murió.
¿Por qué se castigaba la rebusca después de la cosecha? Pues porque después echaban a los cerdos a la montanera. Sirviendo a los intereses del señorito de turno la guardia civil perseguía a las espigadoras en mi pueblo.
Extensa e instructiva esta conversación sobre la Historia que por su extensión dejo al arbitrio de vuestra curiosidad:
Flamencos contra la dictadura franquista
Y ya, el vídeo:

