miércoles, 1 de julio de 2015

David Harvey y el método

Del prestigioso geógrafo (pero no solamente geógrafo) David Harvey, ha publicado Akal, en su colección Cuestiones de antagonismo, una Guía de El Capital de Marx.

Salvador López Arnal reseñó este libro en la revista El Viejo Topo, con un comentario que luego ha reproducido la página Rebelión. En ella lo presenta como "una guía de lectura que es mucho más que una guía de lectura".

Yo a mi vez selecciono ahora algunos párrafos de esta reseña, con el propósito de ilustrar algunos aspectos del método de Marx que mi experiencia de estudiante y de modesto investigador me hizo intuir desde hace mucho tiempo como características del camino que sigue el progreso científico.

Las observaciones que me llamaron la atención se refieren al método dialéctico, como un camino de ida y vuelta que también puede ser "de vuelta e ida". Trataré de explicarme.

La ida y vuelta recurrente de lo particular a lo general y de lo general a lo particular, en la procura de universales válidos, constituye el procedimiento de ajuste esencial del método científico. El investigador, aunque pueda eventualmente dar algunas pistas sobre los detalles de su complejo proceso, omitirá, al exponer los descubrimientos pertinentes, el conjunto de sus prolijos pasos a lo largo del mismo. Eso, generalmente, obliga al receptor a un cierto grado de confianza en lo que se le está diciendo hasta que la aplicación a lo concreto confirme el descubrimiento.

La alternativa es la rigurosa demostración silogística, partiendo de axiomas evidentes, o al menos de postulados creíbles, para encadenar definiciones y proposiciones, a través de teoremas, con sus corolarios, escolios...

Esto, que es lo que hacen las ciencias puras, concretamente la lógica formal y las matemáticas, es mucho más complicado, y nunca totalmente posible, para las ciencias naturales, y por completo imposible para las ciencias sociales, que requieren otro tratamiento.

El gran racionalista que fue Baruch Spinoza intentó trasladar este método a la filosofía. El mismo título de su obra emblemática, Ethica more geometrico demonstrata ("la ética demostrada según el orden geométrico") así lo proclama. Su gran rigor lógico, un éxito formal en cuanto a precisión axiomática, no proporciona la claridad pretendida, con definiciones oscuras, axiomas no evidentes y demostraciones poco convincentes.

El método de la exposición de Spinoza invierte los términos del proceso de la investigación, que nunca parte de la evidencia de los postulados sino de una más o menos segura apuesta por la evidencia de las conclusiones. Lo primero que debe hacer el científico no es postular de buenas a primeras verdades simples, sino analizar en primer lugar realidades complejas. El paso inicial es inevitablemente intuitivo. Hay que someter luego esa intuición al análisis y a un cuidadoso proceso dialéctico, a través del cual se podrá ir estableciendo la síntesis que llegue a conocer y reconocer las totalidades concretas y sus expresiones particularizadas.

El método deductivo de las matemáticas sirve para comprobar la certeza de lo que ya "se sabía". La intrincada sucesión de postulados, teoremas, corolarios, escolios, no es fecunda. Aunque es indispensable para fundamentar la solidez de la teoría.

En realidad no hay un único método para la exposición. El método demostrativo de las matemáticas es un caso extremo, pero también él se basa en la aceptación de sus axiomas. La complicidad del destinatario no sólo es necesaria en la literatura. La confianza siquiera provisional del receptor es requisito para la eficacia de cualquier mensaje. También en la ciencia es el aprendiz quien al final del camino aprobará o no.

Sobre el método dialéctico publiqué hace algún tiempo estas entradas, totalidades concretas (I)(II) y (III). Compárese la descripción del método que sigue más abajo con lo indicado en el cuadro que acompaña aquellas entradas del blog. El cuadro fue tomado del libro de Néstor Kohan Nuestro Marx, páginas 273 y siguientes. El libro ha sido editado en España por La Oveja Roja.






(...)
 
A grandes rasgos (...) este nuevo método científico (...) se basa en la crítica de la tradición principalmente británica de la economía política clásica mediante los instrumentos de la tradición principalmente alemana de la filosofía critica, aplicando todo ello a guiar el impulso utópico principalmente francés a fin de responder a las siguientes preguntas: ¿qué es el comunismo, y cómo deben pensar los comunistas?, ¿cómo podemos a la vez entender y criticar científicamente el capitalismo a fin de trazar con mayor eficacia el camino hacia la revolución comunista? En su opinión, compartible sin duda, El Capital dice mucho sobre la comprensión científica del capitalismo “pero no tanto sobre cómo realizar una revolución comunista, ni sobre el aspecto que tendría una sociedad comunista.”

Y hablando de método, ¿qué opina DH de la dialéctica? ¿Un trasto inútil, una rémora menor del hegelismo? ¿un procedimiento sin sentido?, ¿un canto desfasado de ensoñaciones teóricas? Nada de eso. Después de recordar que DH cree que las dificultades de lectura de los primeros capítulos de El Capital están relacionadas con la forma particular en la que Marx organizó su gran proyecto y, precisamente, en el método. Veamos algunas de sus aproximaciones:
1. El método de investigación de Marx [miM] comienza con todo lo que existe, con la realidad tal como es experimentada y con las descripciones disponibles de ella que llevan la firma de economistas, políticos, poetas, novelistas, filósofos, etc.
2. Este material lo somete a una crítica rigurosa.
3. Pretende con ello descubrir conceptos simples “pero robustos que iluminen como funciona la realidad”.
4.  El método del descenso: procedamos desde la realidad inmediata que nos rodea, “buscando cada vez más profundamente los conceptos fundamentales de esa realidad”.
5. Equipados con esos conceptos fundamentales podemos comenzar a esforzarnos por volver a la superficie, “el método de ascenso”, y descubrir lo engañoso que puede ser el mundo de las apariencias (DH insistirá en ello a lo largo y ancho de la guía).
6. Desde esa atalaya estaremos en condiciones de interpretar, de ver el mundo en términos radicalmente diferentes.
7. Normalmente Marx comienza con la apariencia superficial para ir a partir de ahí en busca de conceptos más profundos; “en El Capital, en cambio, comienza presentando los conceptos fundamentales como conclusiones que ya ha obtenido empleando su método de investigación” (expone esos conceptos en los primeros capítulos, de una forma que los hace aparecer como construcciones a priori, incluso arbitrarias).
8. ¿Por qué los usa tal como lo hace? Muchas veces, apunta DH, no se tiene ni idea de lo que está hablando, “pero al avanzar el libro queda claro que esos conceptos iluminan efectivamente nuestro mundo. Avanzando un poco, conceptos como los de valor y fetichismo cobran pleno significado”. Aún así no entendemos plenamente cómo funcionan esos conceptos hasta el final del libro. El procedimiento de Marx es una estrategia poco habitual, incluso peculiar. “El auténtico poder de su argumentación solo queda claro cuando, tras regresar al terreno de la experiencia, nos encontramos equipados con un marco enteramente nuevo de conocimiento para entenderla e interpretarla”.
David Harvey revolucionó su campo de estudio, ha señalado Naomi Klein, “y ha inspirado a una generación de intelectuales radicales”. Klein entre ellos probablemente. Si “radicales” significa aquí, como es pertinente, ir a la raíz, al meollo, al rovell de l’ou, a la esencia de los asuntos, el comentario de Klein es más que verdadero: tiene el atributo de la certeza. Esta Guía de El Capital de Marx. Libro primero se ubica en un lugar destacado de esa finalidad.

(...)

No hay comentarios:

Publicar un comentario