Los límites del crecimiento y el papel de la universidad en la transición ecológica se titulaba el debate, organizado por la Universidad de Vigo, que tuvo lugar el pasado 26 de septiembre en el Edificio Castelao del Museo Provincial de Pontevedra.
Lo promovía el Post-Growth Innovation Lab, grupo de investigación dirigido por Mario Pansera en el campus local. Además del propio Pansera, participaron en el intercambio de ideas el rector de la universidad, Manuel Reigosa, y la directora científica del centro de investigación interuniversitario Ecobas, María Loureiro. David Soto, investigador del Post-Growth, condujo el debate. Asistieron la subdelegada del Gobierno, Maica Larriba, y la vicerrectora del campus, Eva Lantarón. Entre el numeroso público estuvieron el Presidente de Honra del PCG, Manuel Peña-Rey, y el académico Xesús Alonso Montero.
El invitado que más interés despertaba era el Ministro de Consumo Alberto Garzón. No defraudó: en apretada síntesis (menos de media hora) denunció el olvido en que tanto la economía neoclásica como la keynesiana tienen de la naturaleza como base de la producción. Puso por eso en duda el carácter de la economía como verdadera ciencia. Provocativamente, la calificó de pseudociencia, aunque luego matizó que era una ciencia poco exacta.
Trabajan los economistas con sofisticados modelos matemáticos, pero en ellos no figuran importantes variables. Centrados en las relaciones entre capital y trabajo como factores de la producción, consideran intocable el objetivo de crecer indefinidamente. Así que ignoran un factor importantísimo, la naturaleza como base de la producción.
Marx dejó dicho que, si el trabajo humano es el padre de toda riqueza, la naturaleza es su madre. Los economistas, tanto los neoclásicos y keynesianos como los marxistas, aparcaron esta consideración, centrados en una carrera en que la producción y la distribución eran lo único importante, porque cualquier límite parecía lejano. Lo urgente era el progreso, entendido como aumento indefinido de la riqueza material, así que las diferencias se centraban más en la distribución que en la producción: en definitiva, en la clase social cuyo interés primaba para el reparto de la riqueza "creada".
Solo en los últimos tiempos, el choque con la realidad ha reactivado esta visión del Marx ecologista, en la obra de autores como John Bellamy Foster o Paul Burkett. La bioeconomía de Nicholas Georgescu-Roegen es uno de los más sólidos intentos de desarrollar una economía ecológica. En el corto tiempo disponible, el ministro no podía profundizar en ella, pero con gran sentido didáctico explicó la inevitabilidad del decrecimiento y los riesgos de que siga la vía ecofascista.
La carencia de un elemento decisivo en los análisis más habituales y en los modelos de los economistas la expuso diáfanamente Mario Pansera:
"El capital social, junto con el capital ambiental y económico, configuran el capital total de una determinada sociedad"
Y Garzón, por su parte, dejó bien claro que:
"El decrecimiento se va a producir, sí o sí, y lo necesitamos para que cualquier sociedad sea viable"
Sobre esto mismo versaba la anterior entrada de este blog, comentando el último libro de Andrés Piqueras, a partir de una entrevista que concluía con un categórico:
También en este blog me he ocupado de la obra de Bellamy Foster, y reproduje este artículo suyo:
El capitalismo ha fracasado, ¿qué viene a continuación?
Para facilitar la audición del debate que sigue, dejo el minutado de las intervenciones:
0:08:30, presentación a cargo de David Soto
0:15:00, interviene Alberto Garzón (29 minutos)
0:44:30, Mario Pansera (5 minutos)
0:49:40, Manuel Reigosa (7 minutos)
0:56:30, María Loureiro (7 minutos)
1:07:25, intervención final de Alberto Garzón (4:30 minutos)
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