miércoles, 4 de enero de 2012

"In Time", comunismo made in Hollywood

Reproduzco algunas ideas de un artículo de Jon Juanma leído en Rebelión y en su blog, en que realiza una crítica a mi parecer certera de la película de Andrew Niccol, Justin Timberlake y Amanda Seyfried In Time. 

El artículo debe ser leído en su totalidad, por lo que me limitaré a los aspectos que, con independencia de la calidad formal de la película, la hacen reveladora de una realidad habitualmente oculta; y no a todos los aspectos (*), sino a los que tienen que ver con el tiempo como moneda de cambio.

Este empleo del tiempo, que en la ficción se expone con tal evidencia, no es tanto una metáfora como la constatación de un hecho menos evidente. La "fuerza de trabajo" es una mercancía que se desarrolla en el tiempo. El valor añadido en los productos es tiempo restado a la vida de sus productores y congelado en ellos. El intercambio desigual deja parte del tiempo que el trabajador suma al producto (y resta a su vida) en manos de los dueños del capital. Así que parte de sus horas de vida son apropiadas por otro (**), que tendrá de más las que el tenga de menos.

Ese intercambio desigual queda enmascarado por la imposibilidad de conocer en cada momento el plus de tiempo que se apropia el comprador de la fuerza de trabajo. Sabemos que en toda empresa rentable el plusvalor se corresponde con un cierto tiempo de trabajo añadido a la jornada. Imposible de determinar en cada caso particular, es conocido globalmente a través de las cifras macroeconómicas. Una aproximación nos la daría la proporción entre las rentas del capital y las del trabajo. Como la mayor parte de lo percibido por la labor de los directivos se incluye en las primeras, hemos de suponer que las rentas del capital se identifican con ganancias que no son fruto del trabajo propio.

Pero el trabajador nunca sabe exactamente a partir de qué momento del día deja de trabajar para su sustento y comienza a hacerlo exclusivamente para el capital.

Sustituida la abstracción monetaria por la realidad temporal, nos encontramos con la misma incertidumbre. Nadie sabe el tiempo de vida que tiene por delante (su "capital"). Esta estimación siempre nebulosa impide saber en qué medida podemos valorar el presente que hipotecamos por un futuro desconocido. Siempre se trata de una apuesta.

La ficción de la película realiza una contabilidad exacta de esos tiempos, con lo que desnuda por completo la realidad oculta. Con las cuentas claras, el mecanismo se muestra en toda su crudeza. No otra cosa es lo que hizo Marx en su obra fundamental (iba a decir "tan despreciada como desconocida", pero parece que en los últimos tiempos de tribulación muchos ojos se ha vuelto hacia ella).
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(*) 
Aunque hay otro aspecto importante tratado en el artículo: el carácter tendencial de los fenómenos, incluídos los físicos, aplicable a la escala de los grandes movimientos y no a cada caso particular, y que no contradice en absoluto las tesis marxistas, salvo que erróneamente consideremos el materialismo como un determinismo (mecanicismo). Con esta idea errónea salimos de la ciencia y entramos de hoz y de coz en el jardín de las discusiones teológicas sobre la predestinación y el libre albedrío...


(**) 
O patrón está rico á miña conta,
     eu á súa estou vello...

Celso Emilio Ferreiro: "Monólogo do vello traballador"



(...)

Estamos en el año 2161, los humanos han sido modificados genéticamente de tal modo que al cumplir 25 años un temporizador vital visible en sus antebrazos comienza la cuenta atrás, si bien su apariencia física queda atrapada en la juventud a pesar de que puedan vivir longevamente. A partir de ese momento, deben conseguir tiempo si no quieren que el crono llegue a cero y mueran. El tiempo es el dinero del futuro, la nueva divisa que simboliza el valor de cambio. Se gana tiempo trabajando y se pagan los bienes y servicios de la misma forma. De este modo el cronómetro genético se va actualizando a medida que uno desembolsa o ingresa la nueva moneda temporal. En este futuro distópico la sociedad está dividida de manera brutal por tres clases: los super ricos (muy pocos), los acomodados (pocos) y los pobres (mayoría). Los pobres tienen poco tiempo y deben estar continuamente trabajando a gran velocidad si no quieren morir jóvenes (lo cual sucede frecuentemente). Los ricos pueden llegar a acumular cientos y hasta miles de años, siendo prácticamente inmortales y aprovechándose del excedente productivo que extraen a los pobres asalariados. 

(...)

El filme está repleto de enseñanzas revolucionarias, marxistas, obreristas e internacionalistas. Por ejemplo, al colocar el tiempo como Tiempo de Trabajo Socialmente Necesario para la generación de valor en las mercancías y la extracción de plusvalor por parte de los capitalistas, el filme destaca la importancia del espacio-tiempo como centralidad en la lucha de clases. La película también contiene una crítica explícita a la ideología neoliberal, que en un diálogo entre el protagonista con el magnate Weis, uno de los malos, éste defiende el sistema como “capitalismo darwinista” justificando y apoyando la conocida sentencia del darwinismo social de corte liberal que afirma que “sólo los más fuertes sobreviven”. Por otra parte el protagonista, en contraposición, sentencia en una escena: “Nadie debe ser inmortal si sólo una persona ha de morir”, ergo nadie debe ser rico materialmente si una sola persona no puede tener satisfechas sus necesidades vitales. Crítica definitiva a nuestro sistema.

(...)

Por otra parte, ahondando entre las similitudes flagrantes del mundo distópico de la película con el sistema capitalista, nos encontramos con las aduanas que separan los mundos de In Time donde para franquearlas se debe pagar un alto importe sólo accesible a los capitalistas. Este elemento es muy interesante, porque en la película se afirma que no hay una prohibición legal de cruzarlas “libremente” para nadie, pero cuando Will, un obrero, lo hace (con dinero), saltan todas las alarmas del sistema en la figura del guardián de tiempo (el cuerpo represor). O sea: no hay prohibición legal pero si imposibilidad real para la fuerza de trabajo = libertad casi total de movimientos para el capital, opresión y restricciones para la fuerza laboral (aduanas, permisos de residencia y laborales, ciudadanos de segunda con derechos amputados, etc). Otro momento importante de In Time acontece cuando se afirma que el problema no es que Will y Sylvia estén robando dinero, sino que el “crimen” radica en que lo están regalando, poniendo en peligro la viabilidad del sistema en su conjunto, permitiendo que los obreros, aunque sea momentáneamente tengan tiempo para algo más que producir. En otra vertiente, una parte muy humanista a destacar dentro del mensaje anticapitalista de la película que lima las interpretaciones marxistas más sectarias, sanguinarias y mecanicistas se produce cuando Will contesta a Sylvia sobre si él la odia por pertenecer a la clase explotadora que pertence y responde que no, que nadie tiene culpa de nacer donde nace. O sea, nadie elige desde que lugar comenzar “la partida”. Este mensaje es muy importante porque Marx apuntó muchas veces que cuando criticaba despiadadamente a los capitalistas, lo hacía como miembros abstractos de una clase, no como personas. Pueden existir algunos capitalistas que hagan más por la revolución que muchos obreros, como fue el caso de Engels, sin el que Marx no podría haber sido lo que fue y nosotros no podríamos disfrutar de su impresionante legado revolucionario. Por tanto, lo importante no es donde naces, sino qué haces con lo que te viene dado. Un mensaje profundamente emancipador.

(...)

Decía Marx que un revolucionario debe escuchar la hierba crecer, enfatizando la importancia del desarrollo de los sentidos, la virtud y la sutileza en el aprendizaje de la praxis revolucionaria. In Time es fruto de su contexto histórico. Es una película, una obra de arte, que no se hizo hace diez ni cinco años. Se ha realizado ahora, tras la acumulación de fuerzas de izquierdas en Latinoamérica, después de las revueltas en gran parte del mundo árabe, de las protestas en media Europa y en el corazón del imperio usamericano o de las luchas armadas comunistas en Oriente. In Time es hija de su tiempo, y los prados de mañana volverán a lucir verdes si sabemos localizar las semillas y regar la esperanza socialista. 

¿Seremos capaces de distinguir el canto del mañana en el lodo del presente o lo dejaremos ahogarse, una vez más, junto a la mil veces hundida utopía de lo posible? ¿Sabremos diferenciar la paja del grano?

Ojalá esta vez sí, lleguemos a tiempo. 

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