miércoles, 24 de mayo de 2017

Los ciclos del capital, las ondas largas y una crisis diferente

A finales del año pasado publicaba Antonio Olivé en Marx desde cero un artículo, largo, del que doy el enlace. De él reproduzco y subrayo las conclusiones finales.

Sabemos (y sufrimos) que el capitalismo late a través de fases expansivas y depresivas, que hay ciclos muy cortos, cortos, largos y muy largos. La teoría de los ciclos de Kondratieff considera estas fases como movimientos regulares y alternos de los precios y la producción. Ernest Mandel, que prefiere hablar de ondas en vez de ciclos, considera que la historia del capitalismo no obedece a esa simple mecánica, y que no basta con aguardar (y aguantar) 25 o 30 años hasta que se supere la fase depresiva y se inicie una nueva fase expansiva.

La teoría de las ondas largas rompe con la simetría de las inflexiones: Mientras el paso de la fase expansiva a la depresiva es endógeno, resultando de los mecanismos internos del sistema, el paso a la fase expansiva es exógeno, no automático, y supone una reconfiguración del entorno social e institucional.

La fase expansiva no está dada de antemano y requiere reconstituir un nuevo “orden productivo” que lleva su tiempo.

La duración de los ciclos coyunturales se asocia al tiempo de vida del capital fijo, pero en las ondas largas la definición del nuevo orden productivo no depende ya tanto de las innovaciones tecnológicas como de las transformaciones sociales (correlación de fuerzas capital-trabajo, grado de socialización, condiciones de trabajo, etc.).

Las ondas largas del desarrollo capitalista implican ondas largas de producción, empleo, ingresos, inversión, acumulación capitalista y de la tasa de beneficio. Pero en la fase neoliberal se produce una desconexión entre estas diferentes variables.

El desarrollo de las ondas largas tiene que ver con la tasa de beneficio pero la fase expansiva no se inicia automáticamente en cuanto la tasa de beneficio alcance un determinado umbral. Es una condición necesaria pero no suficiente. El restablecimiento de la tasa de beneficio depende de otras cuestiones, y la sucesión de las fases no está en absoluto dada de antemano. 

Periódicamente el capitalismo debe redefinir las modalidades de su funcionamiento y poner en marcha un “orden productivo“, que responda de manera coherente a cierto número de cuestiones sobre la acumulación y la reproducción. En particular, tiene que combinar cuatro elementos:
  • un modo de acumulación de capital que regule las modalidades de concurrencia entre capitales y de la relación capital-trabajo;
  • un tipo de fuerzas productivas materiales;
  • un modo de regulación social: derecho laboral, protección social, etc.;
  • el tipo de división internacional del trabajo.
Un punto clave del artículo resume algo que vemos todos los días: no se puede elevar la producción de mercancías pretendiendo aumentar los beneficios, y al mismo tiempo reducir la capacidad de sus productores para consumirlas: 
A corto plazo (la tasa de beneficio) fluctúa con el ciclo coyuntural, mientras que sus movimientos a largo plazo resumen las grandes fases del capitalismo. La puesta en pie de un orden productivo coherente se traduce en su mantenimiento a un nivel elevado y poco menos que “garantizado“. Al cabo de cierto tiempo, el juego de las contradicciones fundamentales del sistema degrada esta situación y la crisis, siempre y en todas partes, viene caracterizada por un descenso significativo de la tasa de beneficio. Esto refleja una doble incapacidad del capitalismo para reproducir el grado de explotación de los trabajadores y para asegurar la realización de las mercancías, más que una tendencia al alza de la composición orgánica del capital. 
Sobre la composición orgánica del capital, la ley de disminución tendencial de la tasa de ganancia y las contratendencias que pueden combatirla ya habló el propio Marx, y continua puntualizando el artículo. Para mi propósito, basta con lo recogido hasta aquí (y con la recomendación de analizar el artículo completo con más detenimiento). Paso a copiar las conclusiones finales.

monsieur-cok-franck-dion-2009

Michel Husson
 (...)

El enfoque marxista de la dinámica larga del capital podría a fin de cuentas ser resumida de la siguiente manera: la crisis es cierta, pero la catástrofe no lo es. La crisis es cierta, en el sentido de que todos los arreglos que se inventa el capitalismo, o que se le impone, no pueden suprimir de forma duradera el carácter desequilibrado y contradictorio de su funcionamiento. Sólo el paso a otra lógica podría desembocar en una regulación estable. Pero los periódicos cuestionamientos que jalonan su historia no implican en absoluto que el capitalismo se dirija inexorablemente hacia el hundimiento final. En cada una de estas “grandes crisis” está abierta la opción: o el capitalismo es derrocado, o se recupera bajo formas que pueden ser más o menos violentas (guerra, fascismo), y más o menos regresivas (giro neoliberal).

A modo de conclusión, nos arriesgamos a enunciar algunas tesis sobre el período abierto por la crisis:
1. La vuelta a un capitalismo regulado (“fordista” o “keynesiano“) es imposible, porque la base material, esto es, aumentos de productividad superiores a su media histórica, está fuera de alcance. El capitalismo neoliberal ha fracasado a la hora de realizar una nueva adecuación entre sus propias exigencias y la estructura de la demanda social. Además, la mundialización es un obstáculo a cualquier coordinación entre las burguesías basado en una forma de compromiso hostil con las finanzas.

2. Este agotamiento de la dinámica propia del capitalismo en los países “avanzados” no encontrará relevo duradero en los países “emergentes“.

3. Las mismas formas adoptadas por el capitalismo en su fase neoliberal hacen también imposible tal inflexión. Ellas corresponden a la puesta en pie de una “coherencia inestable“: descenso de la parte de los salarios, desigualdades sociales, financiarización y sobreendeudamiento, que forman un todo que no se puede modificar por los márgenes.

4. La única salida para el capitalismo es una huida hacia adelante intentando reproducir el modelo neoliberal, aprovechándose de la crisis para poner en marcha una terapia de choque que conduzca a una regresión sin fin.

5. El capitalismo ha perdido sus elementos de legitimidad: sus éxitos son inversamente proporcionales a la satisfacción de las necesidades sociales, y es incapaz por esencia de hacer frente al desafío climático. Sólo apuesta por la emergencia de una “clase media mundial” que le proporcionaría una base social menos estrecha que los “1%” y mercados ampliados y estabilizados.

6. La cuestión clave es por tanto la “aceptabilidad social” de esta degradación de las condiciones de existencia para la mayoría de la humanidad.
Partiendo de estas tesis, que más bien son hipótesis de trabajo, hay que pensar en una nueva coyuntura en la que las condiciones de aparición de una nueva fase expansiva no están reunidas en un horizonte previsible. Esto no es contradictorio con la teoría de las ondas largas, que no postula una alternancia mecánica de fases históricas expansivas y depresivas. Así lo subrayaba Mandel: “La aparición de una nueva onda larga expansiva no puede considerarse como un resultado endógeno (más o menos espontáneo, mecánico, autónomo) de la precedente onda larga depresiva, cualquiera que sea la duración y la gravedad de ésta. Lo que determina este punto de inflexión no son las leyes de movimiento del capitalismo, sino los resultados de la lucha de clases de todo un período histórico. Por tanto, lo que estamos planteando aquí es una dialéctica de los factores objetivos y subjetivos del desarrollo histórico, en la cual los factores subjetivos se caracterizan por su relativa autonomía: es decir, no están directa e indefectiblemente determinados por lo ocurrido previamente a las tendencias básicas de la acumulación del capital, a las tendencias de la transformación tecnológica o al impacto de estas tendencia en el propio proceso de organización del trabajo”. (Mandel E. (1986) [1980], Las ondas largas del desarrollo capitalista: la interpretación marxista, Madrid, Siglo XXI).

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