jueves, 19 de julio de 2018

Para interpretar la Historia hay que conocerla

El profesor emérito de Derecho de la Universidad de Niza Sophia-Antipolis Robert Charvin es especialista en relaciones internacionales y Derecho Internacional. Autor del libro Rusofobia. ¿Hacia una nueva guerra fría?, con prólogo de Michel Collon.

El prólogo ¿Hay que odiar a Rusia o reflexionar? incluye de los siguientes apartados:

El robo de la Historia
Cuatro silencios culpables
¿Para qué sirve la diabolización?
El miedo se fabrica
¿A quién le concierne esto?
¿En qué se transformará la "pequeña" guerra?

El blog Arrezafe ha publicado el segundo de los apartados, donde Collon plantea varios interrogantes, que seguramente no han considerado siquiera las mayorías que ignoran la Historia, sumergidas como están en la atmósfera narcótica de los medios de embrutecimiento masivo.

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Robert Charvin acusa a la información y la historiografía occidentales de negacionismo y revisionismo.
1. La rehabilitación del fascismo en Letonia. ¿Por qué ningún medio de comunicación occidental señala que en Letonia (nuestro querido y nuevo aliado de la Unión Europea), se demoniza a la resistencia antinazi y se rehabilita discretamente a los fascistas colaboradores de la Segunda Guerra mundial? El aparato judicial de ese país se ha ensañado con un héroe de la resistencia letona, llegando incluso a encerrarle en la cárcel a pesar de tener 75 años. Pero esto ha sido completamente silenciado. ¿Por qué? 
2. La utilización por Occidente de pronazis antisemitas en Ucrania. ¿Por qué nuestra nueva aliada rehabilita a los antiguos colaboradores de Hitler? Peor aún: ¿por qué los introduce en una administración nacida de un golpe de Estado y en puestos clave? Y todo ello en medio del silencio de los medios de comunicación, que los bautizan de nuevo como simples “nacionalistas”. 
3. La negación del genocidio que Hitler intentó llevar a cabo contra la URSS. Sin embargo, el programa estaba claramente expresado en los textos nazis: considerando a los eslavos como “infrahumanos”, el “Plan Ost” preveía exterminar al 40% de los rusos para dejar el espacio libre al traslado de diez millones de colonos alemanes y germanizados. Aquel programa fue puesto en práctica, pero la resistencia de todo un pueblo lo hizo fracasar. ¿Por qué actualmente se presenta la Segunda Guerra mundial como un asunto entre Hitler y los judíos cuando en realidad hubo varios genocidios? 
4. La desvalorización de los verdaderos vencedores de la Segunda Guerra mundial. Esto comienza con la falsificación de la preguerra: ¡se acusa a la URSS de haber sido cómplice de Hitler! Sin embargo, no había dejado de proponerle a los occidentales que se aliaran para cortar el paso al nazismo; pero esta alianza fue rechazada por Londres y París, que pactaron con Hitler en Múnich, aprobaron su alianza con Polonia y le cedieron Checoslovaquia; incitándolo de esta manera para que atacara Europa del Este, y dejar las manos libres en Europa occidental. ¡Cómo se han invertido las responsabilidades!
Y eso continúa con la negación de las víctimas: ¿quién recuerda en Occidente que la URSS perdió 23 millones de ciudadanos, China 20 millones y que las pérdidas británicas representan un 1,8% del total, las pérdidas francesas un 1,4% y las de Estados Unidos un 1,3%? Y esto se concluye en una valorización etnocéntrica y engañosa del desembarco en Normandía o “Día D”, que se presenta como un acontecimiento decisivo, mientras que en realidad Hitler ya había perdido la guerra en 1941, cuando fracasó en la toma de Moscú y se enredó en la trampa soviética, ¡lo que confirmó su derrota en Stalingrado en el invierno de 1942-43!

Debería quedar claro que no se trata de defender a ultranza a Rusia, y mucho menos a la actual Rusia capitalista. Se trata de otra cosa. Si la Primera Guerra Mundial fue un encontronazo entre imperios por la defensa de los intereses de sus grandes corporaciones, la Segunda dio un extraño giro, cuando la URSS pactó una tregua con Alemania. Las potencias occidentales interpretaron esto como una "alianza entre totalitarismos" que desbarataba sus planes de lanzar a Alemania sobre Rusia, y nuevamente se produjo una guerra entre imperialismos con un "invitado" anómalo. Al final, las alianzas se reconvirtieron, y Alemania y Japón se convirtieron en firmes aliados contra "la anomalía".

Con unos países que fueron socialistas y ya no lo son, de nuevo la lucha, ahora ya totalmente geoestratégica, vuelve a ser entre potencias capitalistas, como en la Primera.

Aunque ahora, como en la Segunda, haya un Imperio al ataque y otro bloque más o menos coyuntural a la defensiva.

Por mi parte, dejo aquí también la parte final del artículo, donde se atisba la posibilidad real de una Tercera, tan "inverosímil" como las dos anteriores: 

¿En qué se transformará la “pequeña” guerra?

Con esto ya tenemos una razón suficiente para escuchar atentamente a Charvin. Pero también podemos profundizar en la reflexión.
¿Qué es lo que alborotó el avispero en Ucrania? Pues la negativa del presidente Yanukovich de firmar con la Unión Europea un acuerdo de libre comercio desfavorable, dado que este habría destruido una gran parte de las empresas ucranianas. Entonces prefirió acercarse a Moscú. De modo que parecería que un país como Ucrania ya no tiene derecho a escoger libremente a sus socios, lo cual contradice el concepto de libre comercio. Este, ¿existe realmente en la actualidad? ¿Hay un libre intercambio entre el lobo y el cordero? 
Tomemos un poco de perspectiva. ¿No fue el desarrollo del capitalismo en Estados Unidos y Europa (primero en su versión de libre comercio, luego en su fase de monopolios conquistadores que se han hecho omnipresentes) lo que produjo una concentración fenomenal de la riqueza y el poder entre las manos de un puñado de dirigentes de multinacionales, industriales o bancarias? ¿No fue esta concentración la que provocó un crecimiento igualmente vertiginoso de la brecha entre ricos y pobres? 
¿No es esta brecha la que hunde a la economía en una crisis fundamental desde hace décadas: unos, siendo capaces de vender cada vez más y los otros incapaces de comprar lo que producen? ¿No es por esta razón por lo que tantos capitales inutilizados en el Norte luchan por encontrar salida en otra parte, con el propósito de conquistar el Sur y sus materias primas, sus mercados en expansión, y también su muy rentable mano de obra? ¿No es esta la causa esencial de todas las guerras a las que asistimos actualmente y que son fundamentalmente guerras de recolonización y/o de repartición del mundo entre las potencias? 
El problema es que este engranaje podría conducirnos hacia una Tercera Guerra Mundial, por una razón muy simple que no tiene nada que ver con los sentimientos de unos o la moral de otros. Cuando usted dirige una multinacional que domina un sector de la economía mundial, cuando usted ya no logra hacer “suficientes beneficios” (según los criterios de la bolsa) y sus competidores lo amenazan con hacerlo desaparecer, ¿no hará lo que sea por salvar su pellejo y sus privilegios? Por ejemplo, ¿una “pequeña guerra local” para controlar con toda seguridad la materia prima con la que usted trabaja: energía, mineral u otra? Pero, si usted se lanza por el camino de las “pequeñas guerras” que solo son peligrosas para las poblaciones locales, naturalmente sus rivales tendrán la misma idea que usted. Entonces, ¿cómo hará para salirse de este peligroso camino? Imaginemos que de repente decidiera hacerlo en base a principios morales o mediante un acuerdo entre usted y sus competidores… Entonces la cuestión será: ¿cuál de los dos se comerá al otro? 
Antes de la Primera Guerra Mundial, casi todos los observadores pensaban que se alcanzaría un acuerdo y que podría detenerse a tiempo o que la guerra sería muy breve. Resultado: diez millones de muertos. Antes de la Segunda Guerra Mundial, la situación fue similar. Resultado: cincuenta millones de muertos. 
¿Y usted piensa que los dirigentes de las multinacionales de hoy son mejores personas que los de ayer? 
¿Está usted listo para asumir ese riesgo?

1 comentario:

  1. Siempre que los burgueses temen la perdida de su poder y propiedades, sueltan a sus perros fascistas. Antes no, ya que las "democracias" parlamentarias liberales, es el método más genuino de explotación capitalista, por la complicidad de sus victimas.
    Los plutocracias occidentales financiaron y armaron a los nazis, que llegaron a ser el partido más votado, nunca ganaron unas elecciones por mayoría absoluta como nos cuentan (las últimas elecciones con minimas garantias, fueron las de Noviembre de 1932, los marxistas antes unidos, del PSD y PC, consiguieron un 1.300. 000 votos y 13 escaños más que los nazis) fue la presión de los oligarcas alegando el peligro de una Revolución o golpe de estado militar, a un decrépito y moribundo Hindemburg, quién dió el poder absoluto a los fascistas.
    Encumbraron al partido nazi, para acabar con los revolucionarios alemanes y la URSS.
    Como Alemania solo tenía carbón y minas de un hierro empobrecido, además de un caro carburante sintético fabricado con subvenciones estatales. Les facilitaron las materias primas y campo de entrenamiento de España, primero. Las minas de Silesia, despues. Luego recursos y rica industria (Skoda) checa. Más tarde, las tropas y finanzas de Austria. Le abrian las puertas del Este, para atacar la URSS.
    Los plutócratas se negaban a los ruegos de alianza clamados por los soviéticos, mientras pactaban con los nazis en los acuerdos de Munich. Es curioso, que ahora comparen a Trump, con un Chamberlain bajándose los pantalones ante Hitler en Munich.
    La URSS nunca pidió pactar con los nazis, porque sabían que más tarde o temprano llegarían a enfrentarse, por ser enemigos naturales y porque así estaba planeado por los "socios" de Hitler. Debído a una propuesta de Rosemberg a Molotov en Moscú, para cambiar armas y tecnología, por petróleo y cereales. Stalin aceptó la firma de un pacto de no agresión, nunca de amistad o alianza, los soviéticos lo dejaron muy claro.
    Fue una jugada maestra de Stalin, cuenta Churchill en sus memorias, un tratado que daba un año de paz y tiempo para trasladar más industrias al este de los Urales. Mientras, los imperialistas se desgastaban en un frente...que solo duró 2 meses.
    Lo de Ucrania fue diferente, salieron más datos estos días del encuentro entre los 2 mandatarios. USA quería una gran base naval en Crimea, con la que controlar todo el Mar Negro. Cada vez había más marines en Sebastopol, cuando Putin llegó a tener constancia de un pacto para crearla, mandó a sus tropas a ocupar Crimea.
    Saludos.

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