Los autos judiciales de Baltasar Garzón sobre los crímenes de la dictadura son fuente imprescindible para entender la ideología y la práctica de aquel régimen político, mucho más directamente relacionado con los coetáneos de Italia y Alemania de lo que sus herederos nos quieren hacer ver. Pero aunque intenten hacerlo pasar por un simple "régimen autoritario", los hechos son tozudos.
En mi selección anterior de las diligencias previas practicadas por el juez recogí algunas de las órdenes implacables para aniquilar toda resistencia al golpe de Estado que los generales sublevados emitieron desde el primer día. Claro está que tal conducta no es exclusiva de los golpes de carácter fascista, pero en el posterior sumario de Garzón se muestran ideas y prácticas concomitantes con el nazismo más genuino.
Tales fueron, por ejemplo, las que puso en práctica el doctor Antonio Vallejo-Nájera, entroncadas directamente con la eugenesia racista, puesta aquí al servicio de los intereses de la dictadura.
Este personaje utilizó la psiquiatría como coartada para políticas de genocidio cultural. Considerando que el marxismo era una "enfermedad mental", o que la mujer poseía un intrínseco "instinto de crueldad", inició una investigación digna de los campos nazis, para averiguar el “biopsiquismo del fanatismo marxista”:
“La enorme cantidad de prisioneros de guerra en manos de fuerzas nacionales salvadoras de España permite efectuar estudios en masa, en favorabilísimas circunstancias que quizás no vuelvan a darse en la historia del mundo (...) investigaciones seriadas de individuos marxistas, al objeto de hallar las relaciones que puedan existir entre las cualidades biopsíquicas del sujeto y el fanatismo político democrático-comunista”.
Son muy interesantes sus teorías sobre el psiquismo femenino:
Cuando desaparecen los frenos que contienen socialmente a la mujer (...) despiértase en el sexo femenino el instinto de crueldad y rebasa todas las posibilidades imaginadas precisamente por faltarle las inhibiciones inteligentes y lógicas (…) Caracteriza la crueldad femenina que no queda satisfecha con la ejecución del crimen, sino que aumenta durante su comisión (...) aparte de que en las revueltas políticas tengan ocasión de satisfacer sus apetencias sexuales latentes”.
Si nos atenemos a estas morbosas ideas, la mente realmente enferma debía ser la de este prestigioso psiquiatra, al que no debemos confundir con su hijo Juan Antonio, también psiquiatra y escritor.
El interés del primer franquismo por psiquiatrizar a sus enemigos reales o imaginarios me ha hecho recordar un libro que veía en las librerías de la Cuesta de Moyano cuando la paseaba con mi padre y mi hermana los domingos por la mañana, luego de asistir a una "misa imaginaria", práctica religiosa muy recomendable ante la presión de las fuerzas vivas de entonces.
Me intrigaba el título del libro: Malenkov. Biografía política y psico-sexual. Su autor, un tal Mauricio Karl. La búsqueda me condujo al libro de Paul Preston que contenía la cita: Arquitectos del terror: Franco y los artífices del odio.
Y efectivamente, allí estaba la marrullera vida del tal Mauricio, junto a otros prestigiosos propagadores de un famoso pero fructífero espantajo: el contubernio judeomasónico y bolchevique. Escribe Preston:
El libro se centra en la primera parte del tal contubernio, y adopta la forma de la Segunda República democrática y para combatir su cuestionamiento del orden establecido. En ese sentido, se luchó a favor de los terratenientes, industriales, clérigos y oficiales del Ejército, cuyos intereses estaban amenazados, y en contra de los liberales e izquierdistas que impulsaban las reformas y el cuestionamiento indicados. Sin embargo, durante los años de la República, de 1931 a 1936, a lo largo de la guerra y durante muchas décadas después, se siguió fomentando en España el mito de que el enemigo derrotado en la contienda era el contubernio judeomasónico y bolchevique.
La mayor parte del libro la ocupan
estudios biográficos de los principales individuos antisemitas y antimasónicos que propagaron el mito del contubernio y de los personajes centrales que pusieron en práctica los horrores que dicho mito justificaba. A ellos se dedican seis capítulos, mientras que dos abordan cuestiones de contexto relativas a Franco y su círculo, y su convicción de la existencia de tal contubernio.
El primer capítulo, «Fake news y Guerra Civil», examina la relación entre Francisco Franco y el contubernio. Los personajes antisemitas y antimasónicos estudiados en los siguientes son:
Mauricio Carlavilla, «El policía»
Juan Tusquets, «El sacerdote»
José María Pemán, «El poeta»
Gonzalo de Aguilera, «El mensajero»
Emilio Mola, «El asesino del Norte»
Gonzalo Queipo de Llano, «El psicópata del Sur»
El último capítulo, La guerra interminable, relata como Franco y su círculo más íntimo continuaron propagando la noción del contubernio.
Alrededor de seis mil judíos vivían entonces en España, incluyendo a los muchos que huían de la persecución en Alemania; los miembros del Partido Comunista no multiplicaban por mucho esa cifra; difícil cuantificar a los masones. Pero aunque las cifras no lo justificaban, el invento funcionó.
Los judíos eran los principales impulsores, siendo masones y bolcheviques marionetas en sus manos. El racismo nazi se encajaba muy bien en la ideología de la derecha nacionalcatólica.
Como también se ensamblaba a la perfección el cuidado de la pureza de la Raza Española con la teoría y la práctica de este psiquiatra singular. Añadiré por mi parte otro nombre a la lista de Paul Preston:
Antonio Vallejo-Nájera, «El psiquiatra»
Tras este inciso, vuelvo al auto de Baltasar Garzón, al que de paso hay que felicitar por el final de su condena, que llega a su término a pesar de que las altas magistraturas españolas, reacias a admitir los dictámenes del Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas continúen con su hábito de "sostenella y no enmendalla".
JUZGADO CENTRAL DE INSTRUCCION Nº 5
AUDIENCIA NACIONAL. MADRID
SUMARIO (PROC.ORDINARIO) 53 /2008 E
(...)
RAZONAMIENTOS JURIDICOS
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TERCERO
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En 1938, algunos miembros de las Brigadas Internacionales, presos en el Campo de concentración de San Pedro de Cardeña (Burgos) y mujeres presas republicanas en la Prisión de Málaga, fueron sometidos a test físicos y psicológicos extraños; se trataba de una de las primeras tentativas sistemáticas de poner la psiquiatría al servicio de una ideología. Documentos publicados en los últimos años, muestran el proyecto concebido por el psiquiatra en jefe de Franco, el doctor Antonio Vallejo Nágera, para identificar el “biopsiquismo del fanatismo marxista”.
Francisco Franco, mediante el telegrama nº 1565, de 23 de agosto de 1938 autorizó al Jefe de los Servicios Psiquiátricos Militares la creación del Gabinete de Investigaciones psicológicas, cuya “finalidad primordial será investigar las raíces psicofísicas del marxismo”, cuyo precedente no puede ser otro que el Instituto para la Investigación y Estudio de la Herencia creado por Himmler en Mecklenburg.*
El gabinete concluyó su estudio en octubre de 1939 recibiendo su autor las felicitaciones del Estado Mayor del Ejército.
Nótese también, por su interés, lo que el doctor Vallejo Nágera escribía en su obra “La locura de la guerra. Psicopatología de la guerra española” citada por Ricard Vinyes y otros *: “La idea de las íntimas relaciones entre marxismo e inferioridad mental ya la habíamos expuesto anteriormente en otros trabajos… La comprobación de nuestras hipótesis tiene enorme trascendencia político-social, pues si militan en el marxismo de preferencia psicópatas antisociales, como es nuestra idea, la segregación total de estos sujetos desde la infancia, podría liberar a la sociedad de plaga tan terrible”.
(...)
Aún en la posguerra, Vallejo alertaba sobre el daño que podía hacer y hacía el ambiente democrático en niños y niñas, e insistía en combatir la propensión degenerativa de los muchachos criados en ambientes republicanos, debiendo ser segregados en centros adecuados, en los que se promoviese «una exaltación de las cualidades biopsíquicas raciales y eliminación de los factores ambientales que en el curso de las generaciones conducen a la degeneración del biotipo»*.
Estas teorías tendrían aplicación práctica inmediata en la posguerra, específicamente sobre los hijos de las presas republicanas encarceladas precisamente por la conceptuación que de las mismas daba el Gabinete de Investigaciones Psicológicas:
“La enorme cantidad de prisioneros de guerra en manos de fuerzas nacionales salvadoras de España permite efectuar estudios en masa, en favorabilísimas circunstancias que quizás no vuelvan a darse en la historia del mundo. Con el estímulo y beneplácito del Excmo. Sr. Inspector de los Campos de Concentración, al que agradecemos toda suerte de cariñosas facilidades, iniciamos investigaciones seriadas de individuos marxistas, al objeto de hallar las relaciones que puedan existir entre las cualidades biopsíquicas del sujeto y el fanatismo político democrático-comunista”.*
En el marco de los referidos estudios del Gabinete de Investigaciones Psicológicas, el director del mismo, Doctor A. Vallejo Nágera decía en el trabajo Psiquismo del fanatismo marxista. Investigaciones psicológicas en marxistas femeninos delincuentes *:
“Recuérdese para comprender la activísima participación del sexo femenino en la revolución marxista, su característica labilidad psíquica, la debilidad del equilibrio mental, la menor resistencia a las influencias ambientales, la inseguridad del control sobre la personalidad… Cuando desaparecen los frenos que contienen socialmente a la mujer y se liberan las inhibiciones frenatrices de las impulsiones instintivas; entonces despiértase en el sexo femenino el instinto de crueldad y rebasa todas las posibilidades imaginadas precisamente por faltarle las inhibiciones inteligentes y lógicas… Caracteriza la crueldad femenina que no queda satisfecha con la ejecución del crimen, sino que aumenta durante su comisión. El hecho es tanto más digno de atención cuanto que la mujer suele desentenderse de la política, aunque su fanatismo o ideas religiosas la hayan impulsado en los últimos años a mezclarse activamente en ella, aparte de que en las revueltas políticas tengan ocasión de satisfacer sus apetencias sexuales latentes”.
Con estos estudios como base se comprenden bien las actuaciones que el régimen franquista desarrollaría después en el ámbito de los derechos de la mujer y específicamente en relación a la sustracción o eliminación de custodia sobre sus hijos, es decir, acometió una segregación infantil que alcanzaría unos límites preocupantes y que, bajo todo un entramado de normas legales, pudo haber propiciado la pérdida de identidad de miles de niños en la década de los años 40, situación que, en gran medida, podría haberse prolongado hasta hoy. Es decir, se habría privado de su identidad a miles de personas en contra de los derechos de las propias víctimas inmediatas y de sus familiares, en aras a una más adecuada “preparación ideológica y la afección al régimen”.
Siempre que leo o recuerdo estas atrocidades me viene a la mente la advertencia de Bertolt Brecht: "Señores, no estén tan contentos con la derrota [de Hitler]. Porque aunque el mundo se haya puesto de pie y haya detenido al Bastardo, la Puta que lo parió está caliente de nuevo".
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