jueves, 18 de enero de 2024

La zona muerta

En la Casa das Campás, sede del vicerrectorado del campus de Pontevedra de la Universidad de Vigo, se proyectan películas los viernes dentro de unos en un ciclos que programa y presenta Suso Novás, que es también director del Festival Internacional de Cinema de Pontevedra.

Este curso comenzó con el ciclo Limítrofes, una selección de películas de diferentes épocas en las que "o que teoricamente non pertence ao noso mundo" se conecta "co universo sensible que habitamos ou percibimos".

El 12 de enero se proyectó La zona muerta, dirigida en 1983 por David Cronenberg y que versiona la novela que Stephen King publicara en 1979.

Libro y película cuentan la historia de Johnny Smith, un joven profesor que resulta herido en un accidente automovilístico y permanece en coma durante casi cinco años. En este tiempo, su novia se ha casado y tiene un hijo.

El neurólogo Weizak que lo atiende descubre con sorpresa que el contacto físico le permite conocer acontecimientos del su propio pasado en la Alemania nazi. Pero su mente puede conocer también el presente, y así logra salvar de un incendio a la hija pequeña de su enfermera.

La capacidad para "presenciar" acontecimientos pasados le permite descubrir a un asesino en serie. A partir de ahí, agobiado por su nueva facultad, se muda a otra ciudad y decide recluirse, aunque sigue su labor docente sin salir de su domicilio, orientando a niños problemáticos. Un día lo visita un prominente político y lo convence para que atienda a su hijo, que se ha aislado también en su casa.

Allí es donde descubre que puede adivinar también acontecimientos futuros: se le presenta la imagen del niño ahogándose al romperse el hielo donde iba a patinar, y así lo salva del accidente, que efectivamente ocurre pero sin su presencia.

A partir de este hecho se enfrenta a situaciones traumáticas y profundos dilemas éticos y morales: si es capaz de prever lo que puede llegar a suceder, con sus acciones puede intervenir para cambiar el futuro.

El marido de su aún enamorada Sarah es Greg Stillson, un político sin escrúpulos que mediante diversas artimañas alcanzará la Presidencia de los Estados Unidos. Smith descubre que las acciones de Stillson en la presidencia desencadenarán una guerra nuclear. Por esa razón está decidido a detenerlo antes de que eso llegue a ocurrir.

Pregunta a Weizak si de haber conocido el futuro y tenido la oportunidad de eliminar a Hitler lo habría hecho. La respuesta afirmativa lo decide a actuar. Durante un mitin electoral del político, en el que lo acompañan Sarah y su hijo, dispara sobre él. Cuando falla el primer tiro, Stillson agarra al niño y lo utiliza como escudo, convencido de que no disparará contra él. Smith vacila y es entonces abatido por la fuerza de seguridad. Stillson está a salvo, pero su carrera política ha acabado. Como nunca será presidente, también el mundo se salvará.

La película plantea varias cuestiones de interés, comenzando por su descarnada denuncia de la corrupción que domina la política estadounidense, con la venalidad siempre presente, donde el poder económico mueve los hilos de las campañas electorales. La imagen del demagogo populista que se presenta como salvador inmaculado es hoy más actual que nunca. Trump, Bolsonaro, Milei y tantos otros son unos cuantos, entre muchos más.

"De haber sabido lo que vino después, ¿habrías matado a Hitler, o a Franco?" La película parece responder afirmativamente a estos otros casos hipotéticos. Y aquí es donde se manifiesta tanto lo irreal de la adivinación del futuro y las contradicciones que acarrea como la estéril hipótesis "salvadora" de eliminar preventivamente al futuro tirano.

La respuesta correcta a la pregunta la daba un guerrillero al que conocí, superviviente del maquis; una persona cuya fortaleza física y mental le permitió vivir luego muchos años. Estando en la cárcel, por alguna razón tuvo que hacer un trabajo fuera de la prisión. Lo acompañaba un guardia armado.

Medio bromeando, el guardia le preguntó: si el arma la tuvieras tú, ¿me dispararías? A lo que contestó: si supiera que con eso iba a corregir el curso de la Historia, lo haría sin vacilar, pero como eso no iba a cambiar nada, sería solamente un crimen que no estaría dispuesto a cometer.

Con ocasión del aniversario del atentado de ETA que acabó con la vida de Carrero Blanco, se planteó en el programa de TVE La noche en 24 horas cómo pudo influir este magnicidio en el proceso de cambios que ocurrieron tras la muerte de Franco. El mismo día del hecho se celebraba el Proceso 1001. Presente en el programa estuvo Nicolás Sartorius, uno de los dirigentes de Comisiones Obreras allí condenados.

Para el histórico dirigente, como para la práctica totalidad de los allí presentes, el atentado no mejoró en nada la lucha por la democracia. Porque la presidencia la ocupó inmediatamente un personaje todavía más represor que Carrero, Carlos Arias Navarro. Su dureza quedó demostrada en los años siguientes. La Transición no comenzó entonces, y no fue hasta tiempo después cuando la presión popular, que no el Espíritu del 12 de Febrero, obligó a una transacción pactada entre el Régimen y quienes se le habían opuesto.

Pero otro efecto muy negativo fue el impulso que recibió ETA para continuar su política de atentados, la que aún hoy sirve a la derecha extrema para mantener vivo el Espíritu de Franco.

De la misma manera, las muertes de Calvo Sotelo y Sanjurjoprincipales impulsores del golpe militar, y más adelante la de Mola que dejó a Franco como el único líder indiscutible de los militares golpistas, no impidieron en modo alguno que se produjera el alzamiento ni alteraron su trayectoria. Es muy improbable que eliminar al caudillo hubiera resuelto los problemas que causaría luego su supervivencia.

Viajar al futuro entraña la contradicción de cambiar lo que no existirá. ¿Cómo es que Johny Smith "ve", no ya lo que pasará, sino incluso lo que no pasará? La posibilidad, aunque es digna de análisis, no pasa de ser un divertimento.

Incluso admitiendo la posibilidad de adivinar el pasado y el presente, lo más problemático es adivinar el futuro, porque no hay uno solo posible. Un hipotético viaje al pasado puede servir para especular sobre historias alternativas a lo que realmente sucedió a partir de entonces. Pero en cualquier momento, pasado o presente, son tantas las circunstancias con las que no podemos contar que el futuro nunca está escrito. De las infinitas posibilidades que parten del presente, ¿por qué el vidente ha presenciado con tanta claridad una que ya no se podrá producir?

Al futuro nunca se va con certeza. Los profetas visionarios que ciegamente lo apuestan todo a una carta son potencialmente peligrosos.

El comportamiento de Stillson arruina su futuro. El político que antepone su vida a la de su propio hijo pondrá lo personal por delante de lo que supuestamente debería importarle más.

¿Es quizá este el caso de Podemos, que desde el principio frenó la ilusión de un proyecto único de la izquierda porque no se contaba suficientemente con ellos?

Por mucho que hayan querido explicar por qué han tumbado, junto a PP y Vox, el decreto que reformaba el subsidio de paro, a falta de una demostración rigurosa de que los inconvenientes superaban a las ventajas, y aún en ese caso, siempre quedará la sospecha de que ha sido una decisión personal y vengativa.

Como en la película, la sospecha puede arruinar su trayectoria futura.

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