sábado, 13 de enero de 2024

Papelitos de colores

El pico del diésel es actualmente una de las mayores preocupaciones, porque de este derivado del petróleo depende la mayor parte del transporte terrestre y marítimo. No es fácil sustituirlo, y no es posible extraerlo en grandes cantidades de todos los tipos de crudo.

Por esta razón su creciente escasez ha sido motivo de seguimiento desde hace años. En el blog The Oil Crash pueden encontrarse análisis anteriores, correspondientes a los años 2012, 2015, 2018, 2019 y 2021.

Este combustible no es importante únicamente para el transporte, sino para la agricultura y para la minería que busca desesperadamente extraer materiales, también cada vez más escasos, indispensables para las comunicaciones y la microelectrónica en general.

La escasez que en tantos campos se deriva de la falta de energía se traduce en encarecimiento generalizado de todos los bienes cuya oferta no es capaz de satisfacer la demanda. En la práctica, "crear" dinero no resuelve nada. Cantidades nominalmente crecientes de una moneda que cada vez vale menos no significa que haya más capital real disponible.

El dinero fiduciario no se traduce en riqueza real. Únicamente puede apoyarse en la fe de quienes lo usan para las transacciones o en la capacidad para obligar a su uso por la fuerza. Dentro de cada Estado o unión de Estados puede imponerse como única forma legal de comerciar, pero la desconfianza acaba creando un mercado negro paralelo, que usa otras monedas o directamente el trueque.

Entre Estados ocurre algo parecido. Cuando no haya fuerza suficiente para imponer las monedas que no tienen respaldo en la economía real, su valor decaerá y dejarán de utilizarse en el comercio internacional.

Europa (y Occidente en general) ha agotado la mayor parte de sus recursos propios, y ha de buscarlos en otras partes. Si deja de ser capaz de imponer sus monedas, sea por la fe o por la razón (de la fuerza, claro), está abocada a la decadencia.

Pero dentro de ese Occidente hay otra nación que en tanto llega la escasez generalizada no dudará en sacrificar a esta Europa con la que también está en inevitable competición.

Harto os he dicho, miradlo:

(...)

Europa, que fue el motor del mundo industrial en el siglo XIX y principios del XX hasta la llegada de las guerras mundiales, hace décadas que ha consumido sus recursos energéticos y minerales. Tanto en esas fechas como en las posteriores, lo que hemos necesitado lo hemos ido obteniendo del comercio, o eso nos contaban, aunque la realidad es que siempre los obtuvo gracias a la explotación de los países colonizados en su día, en África principalmente aunque no sólo en este continente, o presionando políticamente otros países con recursos en otras zonas planetarias. Por si fuera poco, desde la década de los 90 del siglo pasado, Europa se ha ido desindustrializando en pos de la Globalización relocalizando su capacidad productiva hacia Asia y también ha ido perdiendo su conocimiento técnico por simple envejecimiento poblacional y por su especialización en el sector terciario.

Hoy en día tenemos una Europa sin recursos y con su industria en declive. Su último y, en cierta manera, único recurso ha sido la impresión de moneda fiduciaria con la que comprar lo que necesita en el exterior. Pero el sistema monetario que ha imperado hasta ahora también está en declive. Los BRICS están cambiando las reglas de juego mundiales y han comenzado a comerciar con sus monedas mientras que el dólar y el euro comienzan a perder peso a un ritmo muy acelerado. Hasta incluso Arabia Saudí está virando hacia los BRICS y sus reglas. La diferencia entre los dos sistemas radica en lo que sustenta las monedas. En Oriente el respaldo viene dado por los recursos, mientras que en Occidente, el respaldo viene de la confianza, puesto que son monedas fiduciarias, o dicho de otra forma más directa, el respaldo se consigue por el miedo que ha provocado el temible y grande ejército estadounidense y sus políticas. En un mundo con recursos menguantes, aquellos que los tienen, sobreviven. Sin entrar en muchos detalles que en este artículo no vienen al caso ¿Qué haremos los europeos cuando los que tienen recursos no quieran nuestras monedas porque, en el fondo, no se sustentan en nada más que la confianza o el miedo? ¿Vamos a poder comprar petróleo como hasta ahora, privando a otros países con monedas más débiles? Mucho me temo que no.

Pero volvamos a la energía en Europa porque es la clave para entender los acontecimientos mundiales de estos últimos dos años. Durante las últimas décadas Europa ha usado el gas natural ruso como fuente de energía constante y barata, pero no sólo de gas, sino también de petróleo, diésel, uranio enriquecido, fertilizantes y un sinfín de materias primas vitales. La reacción europea, que ha sido condicionada por los EUA, al conflicto entre Ucrania y Rusia se ha basado en instaurar sanciones económicas contra este último, cada vez más severas, con un impacto real sobre la economía rusa más bien escaso, mientras que esas misma sanciones han provocado efectos devastadores en la propia Europa.

Para asegurarse que Europa no cambiaba su política sancionadora ni de bloque de poder, alguien decidió destruir los gasoductos que comunicaban directamente Rusia y Alemania, conocidos como los Nord Stream, asegurando así la carestía energética en el corazón de Europa y la imposibilidad para Rusia de comerciar esta materia prima de forma directa. Este evento ha impulsado los precios al alza del gas al añadir intermediarios y está destruyendo el complejo y fuerte tejido industrial que quedaba después de la intensa deslocalización de las últimas dos décadas. Este proceso de desindustrialización forzada, que justo comenzó en la segunda mitad del 2022, ya se conoce como la gran desindustrialización de Europa y nos llevará, más pronto que tarde, a niveles de ruina y miseria que no somos capaces de imaginar. No hay que ser muy hábil para encontrar un país que tenga suficientes razones para destruir el Nord Stream y provocar con ello una debacle en Europa ganando mucho en el proceso puesto que elimina un competidor industrial, atrae parte de las industrias europeas a su propio territorio gracias a políticas de ayudas específicas creadas para este menester, consigue vender su gas que obtiene profusamente de sus pozos de de shale y que suministra a Europa mediante barcos metaneros ya que ahora Europa no lo puede comprar directamente a Rusia, ayuda a su propia economía interna y su propia población que está comenzando a sufrir intensamente la decadencia de su país, etc. Seguro que todos saben a qué país me estoy refiriendo.

Una Europa agotada en recursos energéticos y minerales, sin capacidad industrial, con los suelos agrarios agotados y que necesita grandes insumos en fertilizantes químicos derivados directa o indirectamente del petróleo, y que importa una grandísima parte de lo que necesita está abocada a la irrelevancia y, quien sabe, al colapso, tal y como lo han sufrido otros países. Sólo nos quedan los papelitos de colores que imprimimos en los Bancos Centrales y que los países con recursos van aceptando, de momento.

(...)

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