Echad un ojo a este gráfico, que refleja las variaciones del presupuesto militar norteamericano a partir de 1940.
Tras el brutal impulso recibido por su industria bélica durante la guerra mundial, la enorme acumulación de equipo, ya inservible, significó una caída brusca, aunque nunca más volvió a los niveles anteriores.
Hace noventa años, el olvidado director de cine anarquista Valentín R. González, "Belisario", publicó una novela premonitoria, Locos. En el horizonte se avistaba ya la guerra, de la que fue prólogo la que en España comenzaría muy poco después. La configuración de los bandos, en que chinos, rusos y alemanes luchaban juntos contra las potencias de "occidente", es lo de menos. Aún podía pensarse que el nazismo era "socialista" y el Kuomintang un partido de izquierdas.
Uno de sus personajes se interrogaba sobre si vencería uno u otro bando, la respuesta era que, ganara quien ganara, el vencedor seria el capital. Inquietante conclusión, a la vista de su capacidad para engullir todo lo que toca. Siempre que se encuentra en un camino sin salida, la guerra es el motor ideal para su perpetuo ciclo de construcción, destrucción y reconstrucción.
Lo que en la portada del libro era una bala sería hoy un misil hipersónico.
El vídeo tilda también de locos a los norteamericanos, pero no hay locura más racional que la suya, siempre que se arrase con los supuestos "Valores" del muy cristiano "Occidente".
Es lo que hace con desparpajo y naturalidad un general de cuatro estrellas, que se muestra orgulloso de la cultura de combate de su país, en oposición a la despreciable inactividad bélica de China, que no ha participado en ninguna guerra desde hace casi medio siglo.
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