jueves, 1 de mayo de 2025

Borra todas las huellas

Tantas veces perseguido, nómada involuntario que cambiaba más de país que de zapatos, Bertolt Brecht es para mí la expresión más exacta del desasosiego, en un sentido diferente del experimentado por Pessoa.

En el poeta portugués era el sentimiento misantrópico del que ha perdido la fe. Ante la orfandad que le deja la muerte de Dios como fuente de significado y propósito, veía en el humanismo un sucedáneo de la religión. De su mente fragmentada nacía un impulso nihilista que lo alejaba de la humanidad:

He considerado que Dios, siendo improbable, podría ser; pudiendo, pues, ser adorado; pero que la Humanidad, siendo una mera idea biológica, y no significando más que la especie animal humana, no era más digna de adoración que cualquier otra especie animal.

Diferente es el desasosiego del poeta alemán. También Brecht parte del nihilismo; titula un poema loa de la duda. Pero a esta duda como método la acompaña un profundo amor a la humanidad. Una firme base teórica impulsa una certeza práctica. Otra vez el optimismo de la voluntad para superar el pesimismo de la inteligencia:

Frente a los irreflexivos, que nunca dudan,
están los reflexivos, que nunca actúan.

No dudan para llegar a la decisión,
sino para eludir la decisión.

Por eso, si alabáis la duda,
no alabéis, naturalmente,
la duda que es desesperación.

El desasosiego que lo acompañó en su vida de fugitivo lo expresó a la perfección en un poema. Los reprimidos, por fuera y por dentro, que vivieron y se ocultaron en medio del terror de la dictadura, lo entenderán muy bien.

Aquí hallaréis más poemas.

Esto me enseñaron

Sepárate de tus compañeros en la estación.
Vete de mañana a la ciudad con la chaqueta abrochada,
búscate un alojamiento, y cuando llame a él tu compañero,
no le abras. ¡Oh, no le abras la puerta!
Al contrario,
borra todas las huellas.

Si encuentras a tus padres en la ciudad de Hamburgo, o donde sea,
pasa a su lado como un extraño, dobla la esquina, no los reconozcas.
Baja el ala del sombrero que te regalaron.
No muestres tu cara. ¡Oh, no muestres tu cara!
Al contrario,
borra todas las huellas.

Come toda la carne que puedas. No ahorres.
Entra en todas las casas, cuando llueva, y siéntate en cualquier silla,
pero no te quedes sentado. Y no te olvides el sombrero.
Hazme caso:
borra todas las huellas.

Lo que digas, no lo digas dos veces.
Si otro dice tu pensamiento, niégalo.
Quien no dio su firma, quien no dejó foto alguna,
quien no estuvo presente, quien no dijo nada,
¿cómo puede ser cogido?
Borra todas las huellas.

Cuando creas que vas a morir, cuídate
de que no te pongan losa sepulcral que traicione donde estás,
con su escritura clara, que te denuncia,
con el año de tu muerte, que te entrega.
Otra vez lo digo:
borra todas las huellas.

(Esto me enseñaron.)

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