Tantas veces perseguido, nómada involuntario que cambiaba más de país que de zapatos, Bertolt Brecht es para mí la expresión más exacta del desasosiego, en un sentido diferente del experimentado por Pessoa.
En el poeta portugués era el sentimiento misantrópico del que ha perdido la fe. Ante la orfandad que le deja la muerte de Dios como fuente de significado y propósito, veía en el humanismo un sucedáneo de la religión. De su mente fragmentada nacía un impulso nihilista que lo alejaba de la humanidad:
He considerado que Dios, siendo improbable, podría ser; pudiendo, pues, ser adorado; pero que la Humanidad, siendo una mera idea biológica, y no significando más que la especie animal humana, no era más digna de adoración que cualquier otra especie animal.
Diferente es el desasosiego del poeta alemán. También Brecht parte del nihilismo; titula un poema loa de la duda. Pero a esta duda como método la acompaña un profundo amor a la humanidad. Una firme base teórica impulsa una certeza práctica. Otra vez el optimismo de la voluntad para superar el pesimismo de la inteligencia:
No dudan para llegar a la decisión,
sino para eludir la decisión.
Por eso, si alabáis la duda,
no alabéis, naturalmente,
la duda que es desesperación.
El desasosiego que lo acompañó en su vida de fugitivo lo expresó a la perfección en un poema. Los reprimidos, por fuera y por dentro, que vivieron y se ocultaron en medio del terror de la dictadura, lo entenderán muy bien.
Aquí hallaréis más poemas.
Vete de mañana a la ciudad con la chaqueta abrochada,
búscate un alojamiento, y cuando llame a él tu compañero,
Si encuentras a tus padres en la ciudad de Hamburgo, o donde sea,
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