Ya hace más de cuarenta que viajaba yo a Madrid desde Viana do Castelo, de regreso de uno de aquellos primeros festivales de cine libre, cuando Portugal estrenaba claveles rojos.
Me acompañaban varios amigos, de los que solamente recuerdo al novelista Juan Madrid. Además del entusiasmo revolucionario un tanto romántico, nos unía el descubrimiento de un mundo, nuevo para nosotros, al otro lado de la frontera a través de la cual, hasta entonces, dos dictadores se daban la mano mientras dos pueblos se daban la espalda.
Un mundo con una cultura tan universal como la nuestra, con una música de raíces populares que descubríamos en las combativas voces de Luis Cilia o Zeca Afonso. Hay algo que comparten las músicas de los condenados de la Tierra, una alegre tristeza subterránea (no se me ocurre decirlo de otra manera) que puede combinar el lamento con la felicidad. Seguramente es más fácil sentirlo que expresarlo.
En portugués eso se llama saudade, y dentro del universo lusófono nada la expresa mejor que la música brasileña. Bajo un ritmo frenético, en la melodía y en las letras fluye una tristeza que nos embarga.
En el largo viaje en coche a través de una península sin autopistas, hablábamos de estas cosas, y uno de mis acompañantes comentó que tenía una colección de discos de música brasileña. Se los pedí prestados y los grabé, y desde entonces los conservo guardados en alguna cinta magnetofónica. Oídos en otro tiempo una y otra vez, miedo me da ahora comprobar si todavía se mantiene viva la grabación.
Por eso, este artículo de Luiz Ricardo Leitão me ha hecho recordar esas sambas clásicas que oí tantas veces, y a esos personajes que aparecían en ellas: Paulo Portela, João da Baiana, Pixinguinha, Caninha, Sinhô... y la mención a la ruleta del Largo da Carioca, que hasta ahora me era incomprensible.
Luiz Ricardo Leitão es escritor y profesor asociado de la Universidad del Estado de Rio de Janeiro. Doctor en Estudios Literarios por la Universidad de La Habana (Cuba), es autor de Noel Rosa – Poeta da Vila, Cronista do Brasil ( Expressão Popular, 2009) y coordinador del Proyecto del Acervo Universitario de la Samba, para el que escribió Aluísio Machado: sambista de hecho, rebelde por derecho (2015) y Zé Katimba: ante todo un fuerte (2016).
"La samba no es apenas un género musical, es también el documento de identidad de los eternos excluidos", escribe el autor. Dejo aquí el comienzo del artículo:
Brasil de Fato
La fecha es controversial, el evento suena a
invención publicitaria, pero vale mencionar la iniciativa: con el
pretexto de marcar un siglo del registro del clásico “Pelo Telefone” en
los archivos de la Biblioteca Nacional, en el 2016, los medios y la
propia Academia, celebran los 100 años de la Samba, sin dudas una de las
mayores expresiones de resistencia cultural del pueblo negro de Rio de
Janeiro y de buena parte de Brasil. Es claro que se podría cuestionar la
pertinencia de la elección –y, de hecho, hay muchas cosas mal contadas
en esa historia.
Muchos cuestionan el local y el año del
nacimiento de la “niña”, que, en verdad, se remontaría a otra época y
espacio, siendo gestada lejos de los centros urbanos, en los “batuques”
rurales de las senzalas -los grandes alojamientos que se destinaban a
vivienda de los esclavos en los ingenios y estancias del Brasil
colonial-, durante los pocos momentos de ocio de los esclavos de la
casa-grande de ioiô e iaiá.
Además, señalan las críticas, la
melodía compuesta en el patio de la Tia Ciata, en la histórica Plaza XI
(RJ) de las viejas bahianas del candomblé, titulada originalmente
“Roceiro”, sería fruto de una creación colectiva, y no individual, según
aparece en el disco, en el que apenas se ve el nombre de Donga,
omitiendo al autor de la letra, Mauro de Almeida, más tarde reconocido, y
de varios músicos que participaban de los animados encuentros, entre
ellos están João da Baiana, Pixinguinha, Caninha y Sinhô.
Otros ni
siquiera consideran a la creación con batida de maxixe un prototipo
fidedigno de la samba: en febrero de 1917, el Jornal do Brasil publicaba
una nota del grupo conocido como Grêmio Fala Gente en el que comunicaba
que “el verdadero tango Pelo Telefone” (cuya autoría es atribuida a
João da Mata, Germano, Tia Ciata e Hilário) sería cantado en la Avenida
Rio Branco, uno de los reductos del carnaval, en el centro de la ciudad
de Rio de Janeiro. En verdad, si confiamos en las declaraciones de Donga
al Museo de la Imagen del Sonido (MIS), ratificadas por Almirante en un
artículo publicado en 1972 en el diario O Dia, aquella samba surgió de
una parodia de los periodistas del periódico A Noite, que en 1913
instalaron una ruleta en pleno Largo da Carioca –centro de Rio de
Janeiro- para probar la tolerancia y complicidad de la “Jefatura de la
Policía” con el juego en la ciudad.
Controversias aparte, la
fecha es óptimo pretexto para que, en este “Día Nacional de la Samba”
festejado en la turbulenta ciudad de São Sebastião do Rio de Janeiro,
evoquemos pasajes significativos de la historia de una joven anciana. A
fin de cuentas, ella no es apenas un género musical, sino también el
propio documento de identidad de los entornos excluidos de la evolución
capitalista de Brasil...
Los sambistas Pixinguinha, João da Bahiana y Donga |
He aquí una versión filmada de la misma samba:
Y otra, de Martinho da Vila, que figuraba en aquella colección de discos:
O Chefe da polícia
Pelo telefone manda me avisar
Que na Carioca tem uma roleta para se jogar
O Chefe da polícia
Pelo telefone manda me avisar
Que na carioca tem uma roleta para se jogar
Ai, ai, ai
Deixe as mágoas para trás, ó rapaz
Ai, ai, ai
Fica triste se és capaz e verás
Ai, ai, ai
Deixe as mágoas para trás, ó rapaz
Ai, ai, ai
Fica triste se és capaz e verás
Tomara que tu apanhes
Pra nunca mais fazer isso
Roubar amores dos outros
E depois fazer feitiço
Olha a rolinha, Sinhô, Sinhô
Se embaraçou, Sinhô, Sinhô
Caiu no lago, Sinhô, Sinhô
Do nosso amor, Sinhô, Sinhô
Porque este samba, Sinhô, Sinhô
É de arrepiar, Sinhô, Sinhô
Põe perna bamba, Sinhô, Sinhô
Mas faz gozar, Sinhô, Sinhô
O "Peru" me disse
Se o "Morcego" visse
Não fazer tolice
Que eu então saísse
Dessa esquisitice
Do disse-me-disse
Mas o "Peru" me disse
Se o "Morcego" visse
Não fazer tolice
Que eu então saísse
Dessa esquisitice
Do disse-me-disse
Ai, ai, ai
Deixe as mágoas para trás, ó rapaz
Ai, ai, ai
Fica triste se és capaz e verás
Ai, ai, ai
Deixe as mágoas para trás, ó rapaz
Ai, ai, ai
Fica triste se és capaz e verás
Queres ou não, Sinhô, Sinhô
Vir pro cordão, Sinhô, Sinhô
Ser folião, Sinhô, Sinhô
De coração, Sinhô, Sinhô
Porque este samba, Sinhô, Sinhô
É de arrepiar, Sinhô, Sinhô
Põe perna bamba, Sinhô, Sinhô
Mas faz gozar, Sinhô, Sinhô
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