Los procesos son sustanciales en el sentido más literal, y no sólo en el más trivial de "importantes". Los seres vivos coinciden, más que con sus cuerpos, con sus procesos vitales. El pensamiento y el lenguaje, la naturaleza toda, solo existen como procesos en el tiempo. Desde luego que también es un proceso la economía.
En la entrada del blog a la que me refiero el concepto de "sistema" implica relaciones consideradas estáticamente, mientras el "proceso" las orienta en el tiempo, como causas y efectos. El proceso será determinista si los efectos siguen necesariamente a las causas. Pero si a su vez las modifican e influyen en ellas el determinismo cae y lo sustituye el despliegue dialéctico. Esto es lo que crea realidades complejas y nuevas estructuras con propiedades emergentes que no estaban presentes en las situaciones previas. Por eso, aunque subyazca en ella, la ciencia física no puede explicar la vida. Salvo como base necesaria, las interacciones a escala atómica no sirven para interpretar realidades sustantivas como las emociones o las sociedades.
Una de estas sustancias que sólo existen en movimiento es el dinero, y concretamente el dinero como capital. Porque no es lo mismo el dinero como intermediario entre mercancías que el dinero como principio y fin del proceso de valorización de sí mismo, en que las mercancías, incluyendo la fuerza de trabajo, que también se compra y se vende, son solamente un medio para que el dinero regrese a su estado permanente de capital con un nuevo valor, en un proceso que no se puede parar, porque, como la vida, muere al detenerse.
El Capital de Marx explica, y el artículo que sigue lo resume muy bien, la diferencia entre el ciclo de la mercancía, con el dinero como medio de pago entre bienes, y el ciclo del capital, en que el dinero es principio y fin y las mercancías son medios.
El valor es la sustancia de ese dinero que se realiza en la circulación. Circulación que por tener un carácter necesariamente social no determina el valor por el esfuerzo del trabajo realizado en un caso concreto, sino por el que es socialmente necesario. Y la medida universal que permite comparar ese esfuerzo con el de otros es el tiempo de trabajo (como magnitud física el trabajo equivale a una potencia aplicada durante un tiempo, y tampoco vayamos a pensar que el trabajo intelectual carece de valor energético, incluyendo el ingente de puesta a punto de la máquina pensante).
Repetiré que se trata del trabajo socialmente necesario. Por eso, si un artesano torpe necesita emplear un tiempo doble del "normal" en su creación, no por eso su producto valdrá el doble, supuesta una calidad equivalente.
Estas ideas resume el artículo que sigue. Y no es la menos interesante la que expone en la parte final. Pone el ejemplo de los extraordinariamente bien pagados deportistas de élite. ¿Son trabajadores o capitalistas?
¿Por qué no pueden ser ambas cosas a la vez? De hecho, si en su venta como mercancía la fuerza de trabajo excede con mucho a la cobertura de las necesidades de su misma reproducción será, de una u otra forma, empleada como capital.
Este carácter mixto, de trabajador y capitalista a la vez, se da en mayor o menor medida en todos los que tienen capacidad para ello e invierten sus ahorros con idea de acrecentarlos. En ese momento han ingresado en el ciclo capitalista de valorización del valor.
Este hecho, que se da en las clases medias, enmascara en ellas la idea de que el capital les extrae en su trabajo una plusvalía, porque, razonando como el capitalista, esperan recuperarlo como prestamistas de lo que les sobra.
De ahí la dificultad de desarrollar la conciencia de clase trabajadora, sobre todo en épocas de bonanza económica y en las capas medias de la sociedad.
Rebelión
Al igual que el saber humano no se reduce al saber de las ciencias
estatuidas como tales, del mismo modo la lógica matemática o lógica
formal no abarca todas las formas lógicas del mundo. Sin embargo, hay
especialistas en lógica matemática que quieren razonar e interpretar la
historia o las relaciones económicas con esas herramientas, y en
consecuencia no dicen grandes cosas, o dicen cosas superficiales, o le
niegan la certeza al saber construidos a lo largo de la historia sobre
dichas dimensiones del ser humano: la historia o las relaciones
económicas. Cuando yo critico a la lógica formal, no la critico por
aquella parte de la realidad –ciertas formas del pensamiento– que
representa de forma acertada, sino porque pretende someter a sus
formalismos partes de la realidad de las que no puede dar cuenta de
forma científica. Así que las formas lógicas del pensamiento y de la
realidad representan un mundo mucho más grande que el que nos
proporciona la lógica matemática.
Lo que expongo a
continuación trata sobre la lógica dialéctica del valor.
Independientemente de si la lógica dialéctica exista como cuerpo teórico
o esté formalizada, lo cierto es que está presente en la construcción
teórica de El Capital. Sin duda que esta lógica dialéctica es una
herencia hegeliana. Pero advierto que Hegel no es un pensador oscuro,
como muchos piensan, sino un pensador complejo. La oscuridad se le
produce al lector poco preparado o al lector que quiere entender el
pensamiento de Hegel con los esquemas de la lógica matemática. Hegel es
uno de los grandes colosos del pensamiento universal. Lo que sucede es
que la filosofía dominante, muy acorde con el capitalismo, es el
empirismo y el neopositivismo: una filosofía que hace de la física y de
la lógica matemática las dos grandes paradigmas de la ciencia. Cuando lo
cierto es que son las dos esferas de saber más abstractas que existen.
Dicho de otro modo: en el saber de esas ciencias el ser humano
prácticamente no existe o es reducido a un sujeto puramente abstracto.
Si hay un objeto que está presente en nuestras vidas de forma absoluta, que nos domina y nos enajena, este no es otro que el dinero. Pero hoy no vamos hablar del dinero en su función de medio de compra, esto es, del dinero como simple dinero, sino del dinero como capital. Y el dinero como capital, sobre todo en su forma más cosificada, esto es, el dinero productor de interés, está en el centro de la crisis económica que nos asola desde el año 2008. Y sobre este respecto nada nos puede decir la lógica formal, sin embargo, la lógica dialéctica sí puede decirnos cosas muy interesantes. En el capítulo dedicado a la transformación del dinero en capital, Marx se expresa en los siguientes términos: “Por tanto, lo primero que hay que hacer es analizar las diferencias de forma entre los ciclos D-M-D y M-D-M. Con ello se tendrá al mismo tiempo la diferencia de contenido que se oculta tras estas diferencias de forma”. La lógica formal se caracteriza por vaciar de contenido el pensamiento, por el contrario, la lógica dialéctica se caracteriza por descubrir las diferencias de contenido a través del análisis de las formas económicas. Una diferencia sustancial que no se debe echar en saco roto.
El producto final de la circulación de mercancías, que tiene su apogeo en el siglo XVI con la creación del mercado mundial, es el dinero. Y el dinero es la primera forma de manifestación del capital. Pero el dinero tiene dos formas de circular: uno viene representado por la fórmula M-D-M (Mercancía-Dinero-Mercancía), vender para comprar; y el otro viene representado por la fórmula D-M-D (Dinero-Mercancía-Dinero), comprar para vender. De la primera forma participan todos los trabajadores: venden su fuerza de trabajo a cambio de dinero y con este dinero compran todos los medios de subsistencia que necesitan y pueden. Y de la segunda forma participan todos los capitalistas: compran fuerza de trabajo y mercancías, después elaboran un producto con estos dos factores, y luego lo venden para obtener más dinero. Las formas económicas que nos encontramos aquí son: la mercancía, el dinero, los ciclos M-D-M y D-M-D, y las dos fases que constituyen estos ciclos: M-D y D-M. En total nos encontramos aquí con seis formas económicas.
Veamos las diferencias entre el ciclo M-D-M (circulación simple de mercancías) y D-M-D (circulación del dinero como capital). En el primer ciclo se vende para comprar, el punto de partida y el punto final es la mercancía, y el dinero es el punto intermedio. Por el contrario, en el segundo ciclo se compra para vender, el punto de partida y el punto final es el dinero, y el punto intermedio es la mercancía. En el primer ciclo el dinero se transforma en mercancía que sirve de valor de uso. Por lo tanto, el dinero se ha gastado definitivamente. Mientras que en la circulación del dinero como capital el capitalismo lanza dinero al mercado para poderlo retirar con un incremento. Por lo tanto, el dinero no se gasta, sino que se conserva. Y no solo se conserva, sino que se multiplica. Ahondemos más en la diferencia entre los dos ciclos: en la circulación simple de mercancías la renovación de la venta para comprar tiene su meta en un fin exterior a él, en el consumo, en la satisfacción de las necesidades. Es lo que hace el trabajador. Mientras que en la circulación del dinero como capital, comprar para vender, principio y fin son lo mismo, dinero. Por lo tanto, el movimiento es ya infinito. Este aspecto es importante y definitivo: Si con 100 euros obtengo 110 euros, con 110 euros obtengo 120, y así sin parar. Este es el aparente secreto de esos capitalistas que dicen que han partido de “la nada” y terminan siendo inmensamente ricos, porque el ciclo económico del que participan constituye un movimiento del valor infinito. Este hecho económico, el enriquecimiento sin límite que observamos en los capitalistas, Marx lo expresa en los siguientes términos: “La circulación del dinero como capital es fin absoluto, pues la valorización del valor solo existe dentro de este movimiento constantemente renovado. De ahí que el movimiento del capital sea ilimitado”.
Antes de seguir hablemos del valor para distinguirlo de la mercancía y del dinero. Supongamos que un agricultor produce 100 kilos de naranja que los cambia por 30 euros y que luego con estos 30 euros se compra una camisa. Los 100 kilos de naranja, los 30 euros y la camisa tienen el mismo valor. O mejor: una determinada cantidad de valor existe primero como 100 kilos de naranja, después como 30 euros, y por último como una camisa. El valor carece de existencia inmediata. Solo existe como mercancías particulares, las naranjas y la camisa, o como la mercancía general: el dinero. Pasa como en el tiempo y con el significado: carecen de existencia inmediata. Pero a lo que carece de existencia inmediata no se le niega la existencia. Y si no consideráramos la existencia del valor, sería imposible explicar el intercambio de naranjas por dinero y del dinero por camisas. Igual que si le negáramos la existencia al significado, sería imposible explicar la comunicación lingüística.
Sigamos ahondando en las diferencias entre los dos ciclos. El dinero es la forma autónoma de existencia del valor. Entre dos mercancías diferentes, entre naranjas y camisas, hay diferencias cualitativas: tienen propiedades diferentes y satisfacen necesidades diferentes. Pero entre 100 euros y 120 euros no hay diferencias cualitativas, solo hay diferencias cuantitativas. 100 euros y un millón de euros son bajo el punto de vista de la cualidad lo mismo. De este modo reconocemos que el dinero es la forma autónoma del valor. Volvamos a fijarnos en el ciclo de la circulación simple de mercancías, M1-D-M2: La forma autónoma del valor, esto es el dinero, que adopta el valor de la primera mercancía actúa solamente de mediadora del intercambio. Al final de este ciclo el dinero desaparece. Mientras que en el caso del ciclo D-M-D, la circulación del dinero como capital, el valor pasa constantemente de la forma del dinero a la forma de la mercancía y de este de nuevo a la forma del dinero sin perderse en este movimiento, convirtiéndose así en un sujeto automático. Así lo expresa Marx: “El valor deviene aquí el sujeto de un proceso en el que, bajo el continuo cambio de las formas del dinero y mercancía, varía su propia magnitud.
Hablemos ahora de la sustancia. El significado de las palabras es una sustancia social. Las palabras no significan lo que yo quiero que signifiquen, sino lo que la sociedad en un momento determinado de su desarrollo social establece. Los significados son una obra de la sociedad. Sucede después que grandes figuras de la literatura, como es el caso de Cervantes, cristaliza en una obra literaria, como es el caso de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, los significados de una comunidad de hablantes. Lo mismo ocurre con el valor económico: es una sustancia social. El valor de la mesa que yo construyo no viene constituida por la cantidad de horas de trabajo que yo empleo, sino por la cantidad de horas de trabajo social media que cuesta a la sociedad producirla, de acuerdo con la productividad y las condiciones técnicas de trabajo predominantes. De manera que aunque yo haya empleado 8 horas de trabajo pero el trabajo social medio es de 4 horas, mi mesa tendrá un valor de 4 horas y no de 8 horas. De ahí que el valor, como el significado, sea una sustancia social.
A este respecto Marx se expresa en los siguientes términos: “Si en el circulación simple el valor de las mercancías reviste a la sumo, frente a su valor de uso, la forma autónoma del dinero, aquí –en la circulación del dinero como capital– se presenta de momento como una sustancia en proceso, con movimiento propio, para la que mercancía y dinero no son más que meras formas”. Así es: en la circulación del dinero como capital el valor se presenta como una sustancia en proceso que no cesa de crecer. Hay personas que me dicen que participando jugadores como Messi y Cristiano de la circulación simple de mercancía, puesto que venden su fuerza de trabajo a cambio de dinero, por qué los presento yo como capitalistas. La explicación es sencilla: El dinero que gana un trabajador medio en concepto de salario lo gasta por completo. Mientras que Messi y Cristiano ganan tanto dinero que después de comprar los medios de satisfacción de las necesidades de ellos y sus familias, les sobra muchísimo dinero. Y este dinero lo ponen luego a circular como capital y no como medio de compra. Y el contenido objetivo de esta circulación, la valorización del valor, es el fin subjetivo de ambos. Y como agentes conscientes de este proceso son presas del apetitivo insaciable de ganar como cualquier otro capitalista. Y tratan de engañar a Hacienda, por medios legales e ilegales, porque se apodera de ellos el afán absoluto de enriquecimiento.
Solo me resta decir que esta exposición que habla del dinero como capital, que presenta el ciclo del capital como valor que se valoriza, como sujeto automático y como sustancia en proceso, solo es posible gracias a la lógica dialéctica. Y en este sentido los marxistas, con Marx a la cabeza, debemos sentirnos deudores eternos del pensamiento de Hegel.
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