miércoles, 29 de enero de 2020

Dos posibilidades




Como dos bofetadas, llegan hasta mí dos artículos muy diferentes. El primero defiende el individualismo radical, el egoísmo absoluto como modelador y corrector de las sociedades. El segundo ofrece el cultivo de la aceptación, la generosidad y el amor como soporte colectivo ante el panorama de la inevitable adaptación profunda a un posible colapso social.

Llego a dudar sobre la intención del primer artículo. Casi parece destinado a producir el rechazo de la mayoría, aunque probablemente los "triunfadores" lo acojan con calor. Comienza con tres citas que merecen comentario. Unir las tres parece marcar ya la tendencia de lo que sigue:

No hay que ser yo, pero menos aún nosotros.

-Simone Weill

El buen orden resulta espontáneamente cuando se dejan las cosas a sí mismas.
-Chuang Tzu

Las necesidades de la sociedad van antes que las necesidades individuales.
-Adolf Hitler

Si entendemos por "nosotros" un yo colectivo excluyente, creado frente a otros, se podrá estar de acuerdo, matizando a quiénes y por qué consideramos "otros". Ya me ocupé de este tema hace tiempo:


Y más recientemente: 


La segunda cita no es más que la bendición del laissez faire, que suele interesar especialmente a quien las cosas "le van bien".

En cuanto al sentido colectivista de la tercera cita, que sin duda se utiliza como contrapunto falaz, no hace falta preguntar a su autor cuáles eran esas "necesidades" y cuál su idea de "sociedad".

Comienza el artículo con la conocida tesis thatcheriana, que, contra la evidencia, niega todo lo que supere lo individual. En efecto, individuo es lo que no se puede dividir sin destruirlo. El individuo es un sistema complejo, cualidad en modo alguno exclusiva de él. Las sociedades también son organismos, sistemas complejos. Y existen. No hay individuo sin sociedad, como no hay sociedad sin individuos.
Sólo existe el individuo, único e irrepetible, tan complejo en esa unicidad que colectivizar a personas por uno o varios rasgos comunes resulta siempre injusto y grotesco. Toda etiqueta identitaria es analgésico para perezosos mentales, o excusa para el odio y el ataque de envidiosos y resentidos, o alegación para aprovechados que pretenden sacar partido de ella. 
En efecto, hay identidades tóxicas, pero ¿todas lo son? ¿acaso hay individuos sin identidades, o por el contrario todos tenemos identidades múltiples?
Un colectivista sería entonces un individualista deshonesto, aquel que jamás se llamaría individualista a sí mismo, pues cree que así se presentaría como egoísta ante sus camaradas, aquel que se cree moralmente superior poniendo los intereses de un supuesto colectivo por encima de los suyos y de los de cualquier otro, pues cree que esta es la única manera de trascender o vivir dedicado a mejorar la sociedad a la que pertenece, como si esa opción filosófica no la tomara por su propio interés, para sentirse bien con respecto a  esa y otras creencias asumidas como verdades incuestionables, y sin que le importen las desastrosas consecuencias que suele tener esa presuntuosa temeridad para dicho colectivo, y por ende para todos.
Es decir, lo mejor es no intervenir nunca colectivamente. Pero ¿en manos de quién queda la intervención?
Una y otra vez he visto cómo cuando un individuo tiene el extraordinario coraje de realizar un cambio radical y benéfico en su vida, de forma absolutamente egoísta, por su propio bien, sin tener a nadie más en cuenta por primera vez en su vida, de inmediato logra así un efecto alquímico y benéfico en su entorno, a veces de forma incomprensible y misteriosa, el mismo efecto que había buscado inútilmente hasta entonces sacrificándose por los demás, intentando ponerles como prioridad y creyendo que así les ayudaría. Sin embargo todos sus intentos fracasaron hasta que dejó de pretender el bien ajeno y se ocupó al fin de sí mismo. 
El individualismo así entendido es la postura vital más generosa, pues ocuparse de uno mismo es la forma más rápida y directa de estar ocupándose de los demás, de la propia comunidad, es decir: del mundo. Hagamos lo que hagamos, sólo podemos aportar lo que somos. La buena intención de los amargados, de los tontos y de los cobardes, conlleva desgracias y conflictos. Todos se ven liberados y beneficiados cuando alguien deja de pretender solucionarles la vida y se responsabiliza de la suya. Son quienes afrontan esa responsabilidad quienes logran hacer algo significativo y profundo para los demás, incluso a veces sin proponérselo. Y son las personas sacrificadas y altruistas que buscan cambiar el mundo, que buscan ser consideradas buenas personas y concienciadas socialmente, quienes suelen estorbar y ralentizar toda transformación colectiva, toda evolución natural. Así que sed egoístas, radicalmente egoístas, si de verdad queréis ser generosos y buscáis el bien común.
¿Pero existe el bien común?

El artículo es, además, altamente coactivo. Quien no comulgue con su literalidad, quien no anteponga siempre su interés particular a todo lo demás y se comporte de modo sacrificado y altruista será tachado de perezoso mental, envidioso, resentido, aprovechado, deshonesto, amargado, tonto, cobarde...

Veamos, en el otro artículo, a qué nos puede conducir esa visión egocéntrica individual, en una situación como la que nos ha traído el comportamiento propugnado por David Testal (todavía no estoy seguro de si habla en serio). Por cierto, ¿qué clase de pulsión egoísta lo lleva a predicarnos estas cosas?:

















una agenda mejorada para activistas climáticos
Traducido por Eva Calleja


El año pasado Penguin publicó un manual de Extinction Rebellion llamado “Esto no es un simulacro”, que incluía un capitulo que escribí sobre la Adaptación Profunda, llamado “Destrucción y Florecimiento”. El manual tiene algunos capítulos importantes, y lo puedes comprar aquí. Mi capítulo fue editado por su extensión, así que aquí está la versión original que envié. Lo publico en mi blog para animar al debate sobre los movimientos de activismo climático, como XR, Fridays For Future y Sunrise, que colocan a la adaptación al caos climático como un tema complementario a la neutralidad neta del carbono. Hasta importantes asesores gubernamentales reconocen que la escala de medidas de los gobiernos para la ayuda humanitaria, la seguridad alimentaria, la reducción de riesgos de desastres, el apoyo psicológico, y la transformación económica, es insuficiente para ayudarnos a todos a adaptarnos a los daños por fenómenos meteorológicos extremos y sus efectos colaterales para nuestros sistemas económicos.

¿Destrucción y florecimiento? Adaptarse profundamente a un posible colapso

Versión original enviada para el manual de XR Esto no es un simulacro


Nuestro clima está cambiando rápidamente, destruyendo vidas y amenazando nuestro futuro. Debemos actuar ya para reducir los daños y salvar lo que podamos. Haciendo eso podemos redescubrir lo que realmente importa. Es posible que no parezca un grito de guerra como pueda ser “esta es nuestra última oportunidad para prevenir el desastre”. Pero creo que es más sincero y será más duradero. También provocará menos desilusiones con el tiempo. Y nos ayudará a cada uno de nosotros a prepararnos. Después de todo, cuando fallen las cosechas, no nos comeremos nuestras pancartas. Dependeremos del amor que nos tengamos los unos a los otros y de la manera en la que nos hayamos preparado.

Científicos y activistas llevan alzando la voz durante los últimos quince años sobre el inminente desastre que estamos creando. Su último mensaje es que “solamente tenemos 12 años” para prevenir un calentamiento desastroso de 1,5 grados, pero yo ya no me dejo convencer. Mis lecturas de los datos más recientes me dicen que el cambio climático ha llegado demasiado lejos, demasiado rápido, con demasiado ímpetu, que cualquier dialogo sobre prevención es realmente una forma de negación de lo que realmente está sucediendo. Es una conclusión difícil a la que llegar. Y una difícil con la que vivir. Tenemos muy poca resiliencia en nuestros sistemas agrícolas, económicos y políticos para superarlo. Es hora de prepararse para el desastre, tanto emocional como prácticamente.

Soy un científico social, no un climatólogo. Así que ¿quién soy yo para propagar el pánico y el miedo cuando los científicos más importantes del mundo dicen que tenemos 12 años? Como muchos lectores, asumí que la autoridad sobre el clima era el IPCC, Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, pero resulta que han estado subestimando los cambios constantemente. En 2007 dijeron que un Ártico libre de hielo sería una posibilidad para 2100. Eso suena lo suficientemente lejano como para calmar los nervios. Pero las mediciones a tiempo real están documentando tal perdida de hielo que algunos de los científicos climáticos más importantes del mundo están diciendo que podría quedarse sin hielo en los próximos años.

La subida del nivel del mar es un buen indicador del ritmo de cambio, porque está afectado por muchos factores. En 2007 los datos de los satélites mostraron una subida del nivel del mar de 3,3 mm al año. Sin embargo ese año el IPCC ofreció una subida del nivel del mar de 1,94 mm al año como su estimado más bajo. Si, tienes razón: es más bajo de lo que ya estaba sucediendo. Es como estar hasta las rodillas en el agua que ha inundado tu cuarto de estar, escuchando al meteorólogo en la radio diciendo que no es seguro si el rio se saldrá de su cauce. Resultó que cuando los científicos no se ponían de acuerdo sobre cuanto influiría el deshielo de las capas de hielo polares en la subida del nivel del mar, no consideraban esos datos. Sí, es tan patético que es casi gracioso.

Una vez me di cuenta de que el IPCC no se podía considerar como el evangelio del clima, mire más detenidamente algunos temas clave. El Ártico se erige imponente. Actúa de refrigerador mundial al reflejar la luz solar de vuelta al espacio y al absorber la energía cuando el hielo pasa de estado sólido a líquido. Una vez que desaparezca el hielo ártico y el mar oscuro comience a absorber la luz del sol, el calor adicional global tirará por los suelos el objetivo global de 2 grados.

Las implicaciones de incluso pequeños cambios son inmensas para nuestra agricultura, agua y ecosistemas. Solo un verano más cálido de lo normal en el hemisferio norte en 2018 redujo la cosecha de cereal y de cultivos básicos como las patatas en aproximadamente un cuarto en el Reino Unido. A diferencia de otros años, el tiempo excepcional se vio por todo el hemisferio norte, con descensos en agricultura de secano por toda Europa. A nivel mundial solamente tenemos reserva de grano para 4 meses, así que unos cuantos veranos consecutivos como el de 2018 y el regreso pronosticado de las sequias de El Niño en Asia podrían causar escasez de alimentos a escala mundial.

Después de recopilar un montón de información como esta llegue a la conclusión de que nuestra civilización tendría dificultades para mantenerse bajo esas condiciones. Escucho muchas voces esquivando la desesperación con esperanzadoras historias sobre tecnología, revolución política y despertares espirituales en masa. Pero no puedo poner mi esperanza en esas cosas. Deberíamos estar preparándonos para el colapso social. Con eso quiero decir un final desigual de nuestros modos normales de sustento, seguridad, placer, identidad, sentido y esperanza. Es muy difícil predecir cuándo podría ocurrir el colapso, especialmente teniendo en cuenta la complejidad de nuestros sistemas agrícolas y económicos. Así que mi suposición es que en 10 años se habrá producido un colapso social, de alguna manera u otra, en la mayoría de los países del mundo.

Después de haber trabajado más de 25 años en sostenibilidad medioambiental, me resulta difícil aceptar que mi carrera no aportó nada; el concepto de mí mismo se vio sacudido porque yo había creído que la humanidad “ganaría” al final. Hemos estado subiendo por un deslizamiento de tierras. Me encontré arrepintiéndome de todas la veces que me había conformado con cambios pequeños cuando mi corazón me pedía cambios mayores. Me apenó pensar que puede que no llegue a viejo. Todavía me apeno por aquellos que me son cercanos, y por el miedo y el dolor que puedan sentir a medida que sus sistemas alimentarios, energéticos y sociales se desmoronen. Pero sobre todo, ahora me apenan los jóvenes, y el precioso mundo que nunca heredaran.

Entender esto me hizo comenzar a sentir la impermanencia de todas las cosas de una manera más tangible e inmediata que antes. Mi atención siempre había estado puesta en el futuro, pero ahora estaba en el presente, y me hice más consciente que nunca de otras personas y animales, del amor, de la belleza, del arte y de la expresión. Me hizo recordar lo que mi amigo con cáncer terminal me había dicho sobre su experiencia de gratitud y de asombro, y de la intensa calidad de nuestro último encuentro.

Durante el año pasado he conocido a mucha gente para la que una aceptación de la escala y la inminencia de la crisis ha sido transformadora. Priorizan la búsqueda y el relato de la verdad, la exploración interior y el auto descubrimiento, la auto expresión y la creatividad, la conexión con otros y con la naturaleza, además de cultivar su capacidad para la bondad. Están experimentando una capacidad renovada de vivir lo que podríamos llamar la “Presencia Expresiva”.

No soy el primero en darse cuenta de este fenómeno. Los místicos llevan hablando de esto durante milenios. El autor ruso Dostoevsky describió la deliciosa intensidad de los últimos momentos antes de su falsa ejecución. Creo que todos necesitamos pasar ese proceso, individual y colectivamente. Poner todas nuestras esperanzas en un futuro mejor puede permitirnos llegar a compromisos en el presente mientras que desprendernos de un futuro mejor puede permitirnos dejar atrás falsas esperanzas y vivir el presente con mayor integridad. Puede que incluso haga más efectivo nuestro activismo.

Este es un libro (Esto no es un simulacro) sobre una rebelión global para detener la rápida extinción de especies y evitar la posible extinción de la nuestra. Ser más bondadoso y estar más conectado es maravilloso pero puede parecer un poco vago e inconsequente. ¿Qué podemos hacer como ciudadanos públicamente involucrados?

Si nuestra opinión es que el colapso o ruptura social es ahora posible debido al cambio climático, ¿podríamos difundir nuestra opinión lo más ampliamente posible sin ofrecer un conjunto de “respuestas” y una agenda de medidas? Al hablar con individuos o con pequeños grupos, he sido testigo, una y otra vez, de que la gente tiene mucho que ganar al sentirse perdidos y desesperanzados primero para luego recomponerse en sus vidas personales, profesionales y políticas. Pero hablar al público en general a través de los medios convencionales es otra cuestión diferente. Las limitaciones de una estrategia superficial y combativa desde los medios de comunicación son bien conocidas por aquellos que deseamos un público más informado e involucrado. Pero con este tema, tenemos un problema adicional. Nuestra cultura dominante esconde el tema de la muerte y del debilitamiento de la vida diaria. El sentimiento de que somos parte de una sociedad y de una especie que está continuamente mejorando ayuda a contener nuestro miedo a la mortalidad personal. Sin alguna forma de apoyo bondadoso, una aceptación repentina de que el colapso es ahora posible o inevitable en un futuro no muy lejano, puede desencadenar malas respuestas a emociones difíciles. Una forma silenciosa de histeria podría derivar en una efusión de culpa introspectiva, y de tendencias destructivas. Algunos dicen que esto ya está sucediendo a medida que la gente intuye como la historia del progreso de la humanidad ha perdido su poder estimulante (o adormecedor).

En mi opinión, normalizar los debates sobre la manera de prepararnos y suavizar el colapso beneficiará a la sociedad. Solo los preparativos colectivos tienen una oportunidad real de funcionar. La adaptación profunda al cambio climático implica preguntarnos a nosotros mismos y a nuestros líderes estas cuatro preguntas.

“¿Cómo mantenemos lo que realmente queremos mantener?” es la primera pregunta que planteara medida que buscamos la resiliencia, la capacidad de adaptarse a las circunstancias cambiantes, para sobrevivir con normas y comportamientos valiosos. Para ilustrarlo, aquí hay algunas ideas que podemos considerar para la resiliencia. Primero, un colapso posible de la agricultura de secano significa que los gobiernos necesitan prepararse para encontrar la manera de racionar algunos alimentos básicos además de ayudar a la rápida expansión de producciones de cultivos de regadío clave como las patatas. Segundo, la manera en la que nuestros mercados financieros responderán cuando entiendan las conmociones climáticas es impredecible y el riesgo está en que nuestros sistemas tanto de crédito como de pago puedan congelarse. Esto significa que los gobiernos necesitan asegurar que tenemos formas de pago electrónico fuera del sistema bancario privado, para que el comercio pueda continuar si hay un colapso financiero. Tercero, hay respuestas hacia la resiliencia que pueden llevar más tiempo. Por ejemplo, y desafortunadamente, la construcción de plantas de desalinización puede ser clave en el sur de Europa. Cuarto, deberíamos intentar comprar más tiempo. Muchos planes de geoingeniería son extremadamente peligrosos y poco prácticos. Pero uno tiene sentido ahora mismo. Deberíamos estar sembrando y haciendo más brillantes las nubes sobre el Ártico de manera inmediata, como una respuesta global de emergencia, en una escala similar a la reacción que se produciría si un meteoro del tamaño del Armagedón se estuviese dirigiendo a la Tierra.

Una segunda cuestión que debemos preguntarnos es “¿Qué necesitamos abandonar para no empeorar las cosas?” Esta cuestión nos ayuda a explorar el abandono, por el que la gente y las comunidades abandonaran ciertos activos, comportamientos y creencias que, de retenerlas, podrían empeorar las cosas. Ejemplos de esto incluyen la retirada de las costas, cerrar instalaciones industriales vulnerables, o abandonar las expectativas de ciertos tipos de consumo. Habrá un reto psicológico sobre la forma en la que ayudar a la gente que sienta temor, pena y confusión. Puede que muchos de nosotros nos veamos profundamente afectados por el derrumbe de nuestras creencias de progreso o estabilidad. ¿Cómo planificamos nuestras vidas ahora? Eso supondrá grandes retos comunicativos si queremos facilitar todo lo que sea posible las respuestas compasivas y colaborativas. Una tarea importante será ayudar a la gente ofreciendo apoyo psicológico para abandonar algunos apegos y aspiraciones.

“¿Qué podemos reintroducir para ayudarnos con las dificultades y las tragedias futuras?" Es la tercera cuestión que sugiero guie nuestras conversaciones sobre Adaptación Profunda a nuestra tragedia climática. Nos ayuda a explorar la restauración de actitudes y planteamientos de vida y organización que nuestra civilización alimentada de hidrocarburos ha erosionado. Ejemples de esto incluyen la resilvestración de paisajes, para que aporten más beneficios ecológicos y requieran menos manejo, cambiar las dietas para adecuarlas a las estaciones, redescubrir formas de juego no electrónicas y aumentar la productividad y el apoyo a nivel comunitario.

La cuarta cuestión que te invito a considerar es “¿con qué me puedo reconciliar para disminuir el sufrimiento?” a medida que contemplamos finales, nuestros pensamientos se vuelven hacia la reconciliación: con nuestros errores, con la muerte, y algunos podrían añadir, con Dios. También podemos buscar formar parte de reconciliaciones entre personas con distintas afiliaciones políticas, religiones, naciones, genero, clase y generaciones. Sin esta Adaptación Profunda interior al colapso climático nos arriesgamos a destruir la sociedad.

Todavía son necesarias medidas valientes de reducción de emisiones y de secuestro de carbono para reducir lo más posible la extinción masiva y el sufrimiento humano por el cambio climático, pero también debemos prepararnos para lo que es ahora inevitable. Esta agenda de Adaptación Profunda nos lleva más allá de la narrativa e iniciativas convencionales sobre la adaptación al cambio climático, ya que dejamos de asumir que la sociedad tal y como la conocemos pueda continuar.

Enfrentados a estos escenarios, algunas personas reaccionan pidiendo hacer lo que sea necesario para detener dicho colapso. Eso es, intentar cualquier medida draconiana que pueda recortar las emisiones y secuestrar carbono por si eso pudiera detener el desastre. El problema es que esa perspectiva puede llevarnos rápidamente a que aquellos con poder lo impongan a los que no lo tienen. Porque los poderosos están haciendo lo que creen necesario para satisfacerse sin importarles las implicaciones para las vidas y el bienestar de los demás. Ahora queda claro que habrá que tomar decisiones difíciles en el futuro. Pero en lugar de sugerir que podemos sacrificar nuestros valores por una oportunidad de sobrevivir, podemos hacer que el amor universal sea nuestra brújula, a medida que nos adentramos en un terreno físico y psicológico completamente nuevo.

La gente me pregunta a menudo dónde está la esperanza en mi oscuro análisis de nuestra situación, qué visión ofrece la Adaptación Profunda a sus seguidores. Sinceramente no puedo esperar un futuro mejor, así que en su lugar espero un presente mejor. Estoy ganando menos dinero pero estoy comiendo mejor y sintiéndome mejor. No voy a comprometer mi verdad porque no tengo nada que perder. Estoy durmiendo mejor, disfrutando más y amando más. En este sentido, mi vida no es todo pesimismo. En su lugar, el pesimismo es complementario a mi experiencia diaria. El activismo climático se puede convertirse fácilmente en enojo, tristeza, sermones morales y auto sacrificio, pero eso no debe ocurrir con Extiction Rebellion. Con tan poco futuro para tener esperanza en esta rebelión no merece la pena nuestra tristeza y dolor.

Al enfrentarme a nuestro problema climático, he aprendido que no hay manera de escapar de la desesperanza. Pero parece haber un camino a través de la desesperanza. Es el amor, amar más que lo que tememos a la muerte. Ese amor es la razón por la que experimentamos la perdida y la pena. Después de la perdida y la pena todavía hay amor. Así que, a medida que las cosas se hagan más difíciles en los próximos años, espero seguir preguntándome, ¿A qué me invita el amor ahora?

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