sábado, 15 de julio de 2023

¡Pásalo!

No es cosa nueva que la derecha considere que el país les pertenece. Para ellos es su patrimonio. Por eso perder cualquier parcela de poder significa la pérdida de algo "suyo".

Contaba mi padre que días antes de las elecciones que dieron el triunfo al Frente Popular, un conocido suyo, algo pariente por más señas, afirmaba: "si no ganamos estas elecciones tendremos que sublevarnos contra el gobierno". Con toda naturalidad lo consideraba ilegítimo; hoy emplearía la palabra "okupa".

Y así fue, luego de casi medio año de "preparación artillera", porque siendo suyo el país tenían derecho a defender esa propiedad por todos los medios a su alcance. ¡Y eran muchos!

Comenzando por los medios de comunicación. Desde ellos (¿y de quién son los más importantes?) pueden lanzarse toda clase de mentiras, peor aún, de medias verdades y aún de cosas ciertas, de ciertas cosas, que mezcladas embarulladamente confunden las mentes poco avisadas y dejan en segundo plano lo realmente importante.

Imposible hacer un listado mínimamente completo de las falacias que emborronan la realidad. Incluso en las llamadas "redes sociales" tienen la ventaja de disponer de profesionales a tiempo completo para tergiversar y de mecanismos automáticos de distribución de mensajes destructivos.

Por eso es importante que pongamos a funcionar lo que siempre estará a nuestra disposición: difundir la verdad, desmontar los bulos y propagar lo que importa. Lo que importa a la mayoría que no dispone de mercenarios a su servicio, porque ni es su modo de funcionar ni puede pagarlos.

El 11 de marzo de 2004 faltaban tres días para las elecciones generales. En esos tres días los mensajes que denunciaban las mentiras del gobierno del PP frustraron su continuación. Desde entonces han aprendido mucho. El galope de Gish, bien asesorado Feijóo por Miguel Ángel Rodríguez, a cuyos "bajonazos" estamos ya acostumbrados, le permitió aturdir a un Sánchez que no supo enfrentarse a esa táctica destructiva. Pese a posteriores análisis que desmontaron la montaña de falsedades, el daño estaba hecho para una parte considerable de la audiencia. Y es que si construir un edificio lleva meses, el derribo puede hacerse en un solo día.

No estamos hoy en un estado de shock semejante al de los atentados de Atocha. La derecha, además, ha dispuesto de años, no de tres días, para preparar su ataque ideológico. Pero como entonces se trata de llegar con la verdad al mayor número posible de personas cuyo voto pueden salvarnos de las garras codiciosas de esa gente que tanto daño puede volver a hacer a la mayoría.

Por eso, como entonces, digamos: ¡PÁSALO!

Uno de los mensajes compartidos en 2004. 



















Pásalo

12 de julio de 2023

Quizá si te ha llegado este artículo es porque alguien que te quiere te lo ha pasado. Alguien que piensa que necesitas conocer cuatro o cinco cosas relevantes antes de votar en las elecciones del próximo 23 de julio. Tardarás tan sólo cinco minutos en leerlo. Puede que al acabar te dé miedo lo que descubras, puede que te dé rabia, lo que es seguro es que no te resultará indiferente.

Alguien que te quiere te ha enviado este artículo como, quizás, envió hace casi 20 años un mensaje de móvil muy importante. En el año 2004 también hubo elecciones generales, salvo que en aquella ocasión la derecha del PP ya llevaba dos legislaturas gobernando. El jueves 11 de marzo, a cuatro días de los comicios, un brutal atentado contra la red de Cercanías en Madrid mató a 193 personas en cuatro trenes. No sólo se paralizó la campaña, no sólo se suspendió la normalidad, sino que se nos congeló la vida.

José María Aznar, entonces presidente del Gobierno por el Partido Popular, decidió mentir a toda España sobre los autores del atentado. A pesar de que desde las primeras horas ya había indicios sobre la autoría yihadista del mismo, culpó a ETA. ¿Por qué lo hizo?¿Por qué mentir cuando, ante un suceso traumático, lo habitual es que una gran parte de la gente opte por la continuidad en las elecciones? Porque Aznar había decidido un año antes que España participara en la Guerra de Irak, una que, además de ilegal al no contar con el respaldo de la ONU, se basó en la mentira de que Irak poseía armas de destrucción masiva. La gente en todo el mundo protestó contra aquella guerra, también en España, manifestándose como casi nunca habían visto las calles de nuestro país.

Aznar mintió para tapar sus mentiras anteriores, en vez de contar la verdad y dejar que el pueblo decidiera. Fue entonces cuando mucha gente, al ver que los medios de comunicación extranjeros explicaban que el atentado había sido obra de los yihadistas, empezó a pasarse un mensaje de móvil para manifestarse frente a las sedes del PP reclamando la verdad, con la esperanza de que otros muchos lo vieran y se dieran cuenta del engaño. Pásalo, decían. Aunque te parezca mentira, era lo que teníamos hace 20 años: móviles sin internet pero la conciencia de que antes de unas elecciones ha de saberse la verdad para votar en consecuencia. El pueblo habló y desalojó al PP de la Moncloa.

Siento decírtelo pero a la derecha de este país sólo le vale la democracia cuando el resultado de las urnas es de su agrado. Un año antes, en 2003, la izquierda pudo gobernar la Comunidad de Madrid. Sin embargo, misteriosamente, un par de diputados socialistas desaparecieron de su escaño y, ante su ausencia, la derecha pudo revalidar el Gobierno autonómico. No lo han soltado desde entonces. A Zapatero, el presidente que ganó las generales de 2004, le acusaron hasta de tramar aquel atentado para llegar a la Moncloa. Sánchez ganó las dos elecciones de 2019 pero, aun así, también fue acusado de ilegitimidad. Esto es un insulto, no a esos presidentes, sino a los millones de personas que decidieron votar libremente a la izquierda, sobre todo después de una década donde los Gobiernos de Rajoy aplicaron duros recortes a los servicios públicos y su partido, el PP, se vio implicado en el mayor escándalo de corrupción que hemos conocido: la trama Gürtel.

Esta vez las acusaciones de ilegitimidad vinieron, simplemente, porque Sánchez iba a gobernar con Unidas Podemos, donde estaba el partido de Pablo Iglesias, surgido al calor de las protestas por la crisis económica que provocaron los bancos pero que pagamos todos. Donde también estaba el Partido Comunista que, al parecer de los señores de la derecha, es muy malo. Lo que nunca te han contado es que el PCE es uno de los padres de nuestra Constitución y fue la principal fuerza opositora en los 40 años de dictadura, pagando sus militantes con la cárcel e incluso con la vida esa lucha por la libertad. Libertad de verdad, incluso para que otros, hoy, la prostituyan y la confundan con el egoísmo más ramplón.

El PSOE de Sánchez tenía toda la legitimidad para gobernar junto a UP. También para negociar con otros partidos la aprobación de las leyes con las que funciona un país, incluso en los momentos más difíciles. Nunca, ninguno de los que estamos vivos, habíamos visto una pandemia como la de coronavirus. De tal magnitud, que matara a tanta gente, que nos paralizara la vida. Este Gobierno no se achantó pese a todo. Yolanda Díaz, la líder de Sumar, ministra de Trabajo, trazó junto a los sindicatos un plan para salvar millones de empleos nacionalizando los sueldos. Mientras que otros se dedicaron a llenar las redes de miedo y mentiras, llegando incluso a hacer que algunos dudaran de la efectividad de las vacunas, otros se esforzaron para que la economía no se resintiera a pesar del confinamiento. Y lo lograron, justo a la manera inversa de lo que siempre predica la derecha: sálvese quien pueda.

Siento decírtelo, pero a la derecha de este país sólo le vale la democracia cuando el resultado de las urnas es de su agrado 

Aquello funcionó, tanto que hoy en España trabajan casi 21 millones de personas, una cifra récord. Tanto que se subió el Salario Mínimo Interprofesional hasta los 1.080 euros, un 47% desde el año 2018, cuando en los años anteriores, con el Gobierno del PP, apenas se había incrementado. Tanto que se subieron las pensiones un 8'5%. Tanto que, cuando llegó una nueva crisis de inflación a causa de la guerra de Ucrania, se pudieron implementar otras ayudas que intentaron paliar los elevados precios, como poder tomar trenes de manera gratuita, algo que nunca habíamos visto. También se consiguió que Europa aceptara una excepción al sistema de precios del gas, por lo que hoy somos uno de los países de la Unión con la energía más barata. Este Gobierno ha hecho unas cuantas cosas bien, justo es reconocerlo, sobre todo porque lo ha hecho de una manera que la derecha y sus economistas dijeron, durante años, que era imposible hacer.

Este Gobierno, también, ha hecho unas cuantas cosas mal. Esas que ya conoces, porque la gran mayoría de las televisiones no han parado de recordarlas. La cuestión es que casi nadie critica a este Gobierno por las cosas que han salido mal, sino por otras que simplemente nunca ha hecho. Este Gobierno nunca ha tenido un pacto con ETA porque ETA hace unos cuantos años que no existe. Este Gobierno no ha roto España, como así se dijo que iba a pasar, porque, de hecho, las cosas en Cataluña están más tranquilas de lo que estuvieron con el PP. Con este Gobierno los índices de criminalidad y ocupación han seguido más o menos como siempre, a pesar de que las señoras de la tele no se cansen de asustarte entre anuncios de alarmas y empresas privadas de seguridad. Este Gobierno habrá mentido, más o menos como todos, pero ninguno de sus ministros ha sido condenado por corrupción, mientras que seis ministros del PP, si no me fallan las cuentas, fueron condenados o imputados por llevárselo muerto. Este Gobierno, en definitiva, ha tenido sus puntos brillantes y sus puntos oscuros, pero ha conseguido aprobar todos sus presupuestos, presentando ante Europa los deberes hechos, mientras que desde 2015 hasta 2019, con el PP, hubo que repetir las elecciones cuatro veces.

Es raro, créeme, que un Gobierno con estas cifras en lo económico, con este impulso social inédito en décadas, con una hoja de resultados tan limpia en cuanto a corrupción vaya a tener, según las encuestas, difícil repetir en la Moncloa. Es muy raro. A no ser que pensemos en las horas de televisión, radio, la cantidad de artículos en prensa pero, sobre todo, la cantidad de agitadores digitales que se han empleado para lograr que creas que España está al borde de la ruina. Todo porque un tipo llamado Pedro Sánchez, de la mano de unos terroristas que no existen, tiene como único objetivo destruir el país. Tú verás lo que parece más creíble, tú verás cuántos artículos como este has leído en los últimos cuatro años y cuántas ideas prejuiciosas te han llegado a tu móvil de la mano de gente que habla mucho y muy rápido para no decir realmente nada. Antes les llamábamos charlatanes y no les hacíamos demasiado caso.

Que algunos en este país odien a Pedro Sánchez sin saber por qué, es grave. Que algunos vayan a votar a las derechas cuando verán recortado tanto su bolsillo como sus libertades, mucho más. ¿Te has preguntado alguna vez cuál es el motivo de este odio? La razón es que los que han promovido este enrarecido clima a quien odian, en el fondo, es a ti. Porque para que este Gobierno fuera posible, además de votarle, millones de personas salieron a manifestarse muchas veces contra el paro, los recortes y la corrupción. Eso es lo que odian pero sobre todo lo que temen. Los que mandan realmente, esos que ocupan despachos en rascacielos de los cuales no has oído ni hablar, esos con tanto dinero como poca vergüenza, odian y temen que los trabajadores luchen para lograr cambios, para que esta sociedad sea un poquito más justa. Odian y temen que el voto del más normal de los españoles valga tanto como el suyo. Te lo repito: en el fondo a quien más odian y más temen es a la gente como tú, sobre todo cuando es consciente, cuando está organizada.

Pensé que deberías saberlo antes de votar. Que deberías saber todo esto. La persona que te pasó este artículo también. Pásalo tú. Hazlo ahora.

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