sábado, 18 de noviembre de 2023

El tiempo, la mirada y la palabra

Ese es el título de un libro de José Luis Outes que por invitación de su autor tuve el placer de presentar el pasado miércoles en la librería Metáfora de Pontevedra. Dejo al final mi discurso. Queriendo ser sintético dejé fuera muchas cosas, algunas de las cuales explicitó luego el autor en una exposición que fue grabada, aunque la calidad del sonido hace difícil la audición. Para oídos más finos que el mío dejo de todas formas el enlace.

El libro se compone de veintiséis relatos de distinto carácter y extensión, muchos de ellos referidos a tiempos y espacios vividos por su autor, a veces presenciados directamente por él. Llenos de amorosa humanidad, con una visión frecuentemente triste de hechos que se repiten en tiempos distintos o lugares distantes, demostrando la persistencia constante y entrelazada del amor y el odio, en un mundo que se desliza con tanta facilidad hacia la barbarie.

¡Cuántas veces se ha dicho "nunca más" y luego hemos visto repetirse lo que se pretendía superado! Hay muchos paralelismos entre los que se consideran civilizados y otros a los que ellos tienen por bárbaros. Y entre períodos históricos alejados en el tiempo. La pena de muerte y el aparente contraste entre modos bestiales y otros pretendidamente "humanos" de ejecutarla; la cínica y ceremoniosa celebración de una boda en un campo de exterminio; el abandono de dos niños por padres indigentes, con varias décadas de diferencia (¿sería el que fue primero abandonado el que abandonó luego a su hijo?); el desprecio de la vida infantil en el gueto de Varsovia y en Palestina...

El caso de los niños abandonados en la ciudad de México y el asesinato de niños en circunstancias parecidas en guerras alejadas en el espacio y el tiempo da que pensar. Un niño maltratado puede ser más adelante un maltratador. Un pueblo oprimido puede engendrar una nación opresora.

En relación con esto José Luis hizo una reflexión que demuestra los sesgos al juzgar situaciones muy parecidas con ojos muy distintos. Si los encerrados en el gueto de Varsovia se sublevaron, derribaron sus muros y atacaron a quienes los mantenían en una situación insoportable ¿obraron bien?. Si los encerrados en el gueto mucho mayor de Gaza derribaron sus muros y atacaron a quienes los mantenían en situación insoportable ¿son terroristas?

¿Tenían derecho a "defenderse" los alemanes? ¿Lo tiene Israel?

¿Eran "terroristas" los nazis? ¿Lo es el Estado de Israel?


Presentación


Buenas tardes. Bienvenidos a la presentación de este libro, Espero que os resulte interesante, como lo es todo el libro y sin duda lo es su autor.

José Luis Outes, Pepe Outes para los amigos, es economista. No es un economista cualquiera, como algunos de esos que oímos pontificar en las tertulias bien alimentadas de la televisión. Presentemos, pues, al autor antes que al libro.

José Luis nació y creció en Santiago, pero sus estudios universitarios los hizo en Alemania. Primero en Maguncia, donde conoció a Betty Leon, la compañera de toda su vida, también presente aquí. Juntos se trasladaron luego a Aquisgrán, donde él se doctoró en economía, con una tesis que ahora mismo sería tan actual y atractiva como entonces: una comparación del desarrollo entre la India y China en los tiempos del colonialismo. En aquel momento ya se habían sacudido los dos países el yugo colonial y el sometimiento a las potencias occidentales. La India era independiente desde 1947 y en China había triunfado la revolución y gobernaba el PCCh desde 1949. Los paralelismos y divergencias de sus trayectorias siguen siendo aún tan actuales como atractivos.

De vuelta a España se dedicaron los dos a la docencia y la investigación. Los conocí en los años en que fui profesor de la Universidad de Vigo, donde ambos fueron catedráticos hasta su jubilación. Él de Teoría Económica, en la facultad de Ciencias Económicas y Empresariales. Ella de Física Aplicada, en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Industrial. Me consta su importante su labor, que en el caso de Betty seguí más de cerca. Puedo afirmar que es una trabajadora infatigable.

Hablemos de José Luis. Sus especialidades como investigador han sido desarrollo económico, crisis e integración, temas siempre de la máxima importancia social. Ahora lo son si cabe mucho más.

Formó a 32 generaciones de economistas en la Universidad, donde impartió Macroeconomía y Teoría del comercio internacional e Integración económica.

Tiene seis libros publicados de economía y numerosos artículos.

Fue durante 13 años el creador y único director del Observatorio Socioeconómico de Vigo y su área, hasta su desaparición con el comienzo de la crisis del 2008.

Tuvo estancias de investigación e impartió conferencias en diferentes países de Asia, Europa y Latinoamérica, lo que le permitió conocer otras culturas.

***

El libro que presentamos hoy aquí es una demostración de que jubilarse no tiene por qué suponer el abandono de la actividad. Nunca abandona quien ha puesto en acción la mente durante toda la vida, y muy activo ha estado José Luis durante estos años. Por eso mismo este libro recibió un fuerte impulso durante el forzoso confinamiento que ocasionó la ya no tan reciente (ni tan pasada) pandemia. Una parte del mismo fue escrita entonces, y le sirvió para convertir el aislamiento en trabajo intelectual; y la experiencia, una vez más, en enseñanza.

Oigamos a José Luis. En sus propias palabras:

“Un año antes de jubilarme, hace ahora 16 años, empecé a estudiar cello en una orquesta de cuerdas de Nigrán, basada en el método del musicólogo venezolano y parlamentario progresista José Antonio Abreu. Al mismo tiempo empecé a estudiar árabe y la egiptología con la que todavía sigo, no así con el cello que lo tuve que dejar, hace tres años, por un problema de artrosis y con gran pena lo dejé.

Actualmente disfruto de la lectura, de la música, del jardín y de la escritura.

Y de los nietos.”

Ha sido para mí gran sorpresa una vocación literaria que desconocía. Antes ya había publicado “Las cenizas del tiempo” en la editorial Atrapasueños. Ahora, en Medulia, nos regala un magnífico “El tiempo, la mirada y la palabra”. Este es el libro sorprendente que nos trae hoy aquí.

Debo destacar algo que me ha impactado: su capacidad para colocar al lector en la piel de otros. En un tiempo en que, ahora todavía más que antes, “voy de mi corazón a mis asuntos”, como escribió Miguel Hernández, la constante reflexión del autor sobre asuntos que aparentemente no me conciernen, por no ser “míos”, me hace, nos hace, mirar para adentro y volver otra vez “de mis asuntos a mi corazón”. Es esto lo que nos hace humanos, en el buen sentido de esa tan desgastada palabra.

Carmen Becerra, que ha prologado la obra, señala el certero significado del título, que podría traducirse como “experiencia, capacidad de observación y destreza retórica”. Un largo itinerario intelectual, y también físico, a través de un tiempo y unos espacios recorridos con lucidez le permite ver lo que se oculta detrás de muchas máscaras y mucho maquillaje. A través de sus relatos, su habilidad narrativa es capaz de traducir esa mirada crítica en palabras que siempre dejan algo bueno en quien lee.

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El libro agrupa 26 relatos, algunos brevísimos, otros más largos. El más breve (con una excepción) es de apenas dos páginas, el más extenso de casi cien. Digo esto para lectores perezosos, que en estos tiempos vertiginosos somos casi todos. Lo que pase de ciento cuarenta caracteres nos echa instintivamente para atrás.

Se estructura en cuatro partes, cuyos títulos respectivos son:

I       Obertura giocosa

II      La mirada del viajero

III     Memorias de la pandemia

IV     Los disfraces del yo

La obertura es una sátira, un esperpento digno de Valle Inclán, cuyo protagonista es un anticuario anarquista, personaje histriónico al que quisieron llamar Bakunín y se quedó, por obra y gracia de la burocracia del registro civil, en Baco Aquilino: (¡hay que ser serios, aquí no se registran diminutivos!). Este comienzo humorístico, no exento de sentido crítico, es un aperitivo que deja muy buen sabor de boca y anima a proseguir la lectura.

El segundo apartado agrupa doce relatos evocadores de situaciones injustas o momentos de gozosa solidaridad humana, en momentos y lugares diversos, muchos de los cuales ha conocido este viajero. Así, por ejemplo, en “La calle es de ellas” el motivo es la gozosa confraternización dominical de las sirvientas filipinas que toman por unas horas la ciudad de Hong Kong. “De Santo Domingo a Niños Héroes” es un testimonio desgarrador del abandono de un niño pequeño, arrojado a la nada por un padre incapaz de mantenerlo, en la ciudad de México. “De Ohio a Mogadiscio, barbarie sin fronteras” compara dos escalofriantes ejecuciones de la pena de muerte, en países teóricamente muy distintos pero que en este caso coinciden punto por punto en aspectos particularmente repugnantes, desde el ceremonial que las rodea hasta los detalles de venganza social, cuando los familiares de las víctimas de un asesinato participan activa o pasivamente en la ejecución.

Esto me trae otros recuerdos de cruel refinamiento, supuestamente “humanitarios”, como la costumbre de ofrecer el cumplimiento de últimas voluntades, incluyendo la oferta de un desayuno a la carta que el condenado jamás podrá digerir.

La comparación de los casos aquí descritos le recordaba al autor una cáustica frase de El Roto:

─Si ellos nos ven como demonios, y nosotros a ellos como diablos. ¡Igual es que nos parecemos!

El tercer apartado, “Memorias de la pandemia”, recoge en seis relatos situaciones, experiencias y perspectivas sugeridas por ese virus que iba a cambiarlo todo y que en definitiva no ha cambiado las mentes ni las conciencias, por lo menos de forma significativa.

El primero de ellos, que dedica a los profesionales de la salud, es un “Microrrelato” tan breve que lo puedo traer aquí entero:

Privatizaban, privatizaban y privatizaban… llegó el virus… ¡y mandó parar!

Ni por esas. En los relatos siguientes se comprueba cómo algunos (algunos muchos) aprovecharon la tragedia para seguir haciendo lo mismo: llenar la saca. No hará falta recordar ahora la gestión siniestra y cervecera de las autoridades madrileñas.

Algunas de estas escenificaciones abundan en ironía y humor macabro, como los titulados “El orador no tiene quien le escuche” o “¡Que hablen los muertos!”. Nuevamente reaparece el Outes sarcástico de la Obertura.

La triste conclusión de lo pasado durante la pandemia es que tenemos una memoria muy frágil. ¿Quién recuerda ahora aquellos propósitos de enmienda que parecían profetizar un cambio de rumbo civilizatorio? Una vez más, el título del libro es un grito que nos exige cultivar la memoria histórica, sin la que estaremos condenados a repetir el pasado, de forma cada vez peor.

La última parte, significativamente titulada “Los disfraces del yo”, recoge historias reales que, salvo algún narrador imaginario exigido por la forma de contarlas, pueden ser rigurosamente documentadas.

Si hablamos de un “País sin himno” todos sabemos cuál es, cada vez que vemos a los deportistas de otras patrias cantar cuando en una competición deportiva o entrega de trofeos lo hacen a voz en grito. De nuevo brota la ironía de nuestro amigo Pepe…

Algunos intentos infructuosos han intentado dotarlo de letra. De mi infancia extraigo el recuerdo de una muy al estilo de la época que comenzaba:

¡Viva España! Del grito de la Patria la explosión triunfal…

Afortunadamente no recuerdo nada más. Si sentís curiosidad, podéis encontrarla, entre otras, en internet, en las páginas https://www.xn--himnoespaa-19a.es/  y https://es.wikipedia.org/wiki/Marcha_Real. (*)

“Pesadilla de justicia” denuncia la arbitrariedad de algunas sentencias. Especialmente repugnante es la descrita en un caso de violación (y hubo otras muchas semejantes), en que se exculpa al delincuente porque la víctima iba provocativamente vestida…

“La huelga de las sábanas” cuenta la dura lucha mantenida por las valientes mujeres de los mineros en una de sus muchas batallas, una más, libradas para mejorar sus condiciones de trabajo y de vida.

“El amor en los tiempos del odio” cuenta las trágicas historias de Boota Singh y Rudolf Friemel. Transcurre la primera en medio de las limpiezas étnicas que dividieron a hindúes y musulmanes tras la independencia de la India. El amor entre Boota y Zeinab, frustrado por la presión familiar sobre ella, acaba con la vida de él. El honor de las familias, aún hoy, vale más que la vida en las tradiciones de muchas sociedades.

La otra historia, la de de Rudi y Margarita, comienza cuando él se alista en las Brigadas Internacionales y termina al ser ejecutado en Auschwitz. En un alarde de cínica benevolencia, las autoridades del campo habían permitido que ella acudiera al campo para casarse, ceremonia delicadamente cruel, con los hornos crematorios ya a pleno rendimiento…

Escribe José Luis: Boota Singh y Rudolf Friemel, encarnan un deseo ancestral del ser humano, el deseo de amar y ser correspondido; este deseo no siempre está solo, en ocasiones se ve rodeado y amenazado por el odio y el rencor en sus más diversas formas y manifestaciones. Por eso los mensajes que transmiten a las personas que aman son tan parecidos.

Dos niños y dos cometas, en escenarios distantes geográficamente y cercanos en la barbarie, son los protagonistas de las historias paralelas de Itzack y Noor en “Las cometas no son para los niños”. El gueto de Varsovia y Palestina son los escenarios. Podéis imaginar el resto.

“Las palabras perdidas” es otra historia de amor, ahora en la Guatemala arrasada una y otra vez por los golpes de militares corruptos y los genocidios propiciados por el Departamento de Estado.

***

El relato que cierra el libro es el más largo y elaborado. Contiene vivencias de los años que el autor pasó en Alemania, y algunas referencias son seguramente autobiográficas. El personaje de Fermín ha sido creado con recuerdos personales de aquella etapa.

No es casual que este último relato cierre el libro. Si hasta ahora todas las experiencias relatadas han tenido una fuerte componente emocional, acercándonos a personas concretas, ahora nos encontramos con una apretada síntesis histórica, una visión que abarca mucho tiempo y que es fruto de un trabajo de investigación muy riguroso.

Las cuarenta páginas que constituyen la conferencia de Fermín son de lo más revelador que he leído nunca. La presentación es un buen resumen, la sintética exposición de alguien que conoce a la perfección el mundo académico y lo que debe ser la introducción de una ponencia:

─El tema que voy a exponer tiene por título: “La contribución de la triada compuesta por las grandes empresas industriales, el capital financiero y las iglesias a la destrucción de la democracia en la República de Weimar. Una primera aproximación a una problemática compleja”.

Todo lo que sigue es rigurosamente histórico. Puede probarse documentalmente. La hagiografía política que ha deformado muchas mentes, la misma que presenta a los Estados Unidos como el paladín que liberó a Europa de la barbarie nazi, intenta hacernos creer que estos agentes (el capital encarnado en las grandes empresas y las iglesias que se dicen cristianas) eran ajenos a la gestación de lo que vino después. Esta conferencia debería convencer al más renuente de que el capitalismo solo es liberal cuando y en lo que le conviene, y que adopta y adapta a las necesidades del momento las más heterogéneas máscaras políticas e ideológicas.

Las grandes empresas industriales se beneficiaron del trabajo esclavo de los campos de exterminio. Nadie les pidió luego responsabilidades. No solo fueron empresas alemanas. También grandes empresas norteamericanas participaron en sucios negocios desde el principio del nazismo, y siguieron haciéndolo durante la guerra, colaborando con el supuesto enemigo. Sin que nadie les pidiera luego cuentas.

De los tejemanejes y declaraciones oportunistas de las autoridades eclesiásticas, tanto católicas como protestantes, también se da cumplida cuenta en el libro.

¿No habéis observado la capacidad de las confesiones religiosas para seguir las corrientes del momento y adaptarse al soplo de la brisa?

No me extenderé más en ello. Leed el libro y a lo largo de todo él podéis comprobarlo. El rigor histórico lo preside. Salvo algún personaje ficticio que da consistencia a la fórmula narrativa se corresponde con hechos reales y personas reales, incluso con sus nombres propios.

***

Amor y lucha de clases, podría haber sido otro título de este libro. La lucha de clases no existiría en un mundo gobernado exclusivamente por el individualismo más atroz. No hay lucha de clases sin conciencia de clase, y no hay conciencia de clase sin amor entre sus miembros. La solidaridad no es ni puede ser un aglomerante sin el afecto entre los que la practican. En palabras del autor en una reciente entrevista:

Al final siempre surge algo que nos permite sobrevivir y que es algo tan sencillo como el amor, el respeto al otro. Marx decía que lo que mueve el mundo es la lucha de clases. Y el personaje Fermín dice que es la lucha de clases y el amor. Lo uno sin lo otro no es posible. Cuando se pide la jornada de ocho horas, lo que se está pidiendo es que el trabajador, hombre o mujer, tenga más tiempo para estar con sus hijos, con su familia, con sus seres queridos, disfrutando en su casa o de la naturaleza.

Y nada más. Muchas gracias por vuestra asistencia y vuestra paciencia al haber resistido mi charla hasta el final.

Buenas tardes.

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(*) Como curiosidad añadida al margen de lo dicho en la librería dejo este enlace. ¿Serían granadinos los granaderos?

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