viernes, 27 de diciembre de 2024

Papel de seda; papel de lija

En papel de seda se envuelve con mucha cautela a un delincuente confeso, mientras se estruja en papel de lija, frotando con mucha dedicación para ver si se rasca algo, a la fiscalía general del Estado. La doble vara de medir está aquí presente y se muestra impúdica a la luz del día, como en muchísimos otros casos en que los principios aplicables obedecen a la máxima de Groucho Marx, porque si no nos gustan siempre podemos utilizar otros.

Entendiendo la esquizofrenia según su literal significado etimológico de "mente escindida", es claro que esta enfermedad mental se nos inyecta constantemente. Y eso funciona en la medida en que tendemos a justificar una cosa o la contraria para defendernos de contradicciones inevitables, justificando por separado una implacable justicia o una indulgente amnistía, un repudio a toda violencia o una justificación de la respuesta, por desproporcionada que sea.

Para confundir y embarrar se siembran continuamente mentiras, pero incluso cuando la verdad es inocultable se puede retorcer, destacando aspectos que siembran la duda.

La falta de criterio propio, el temor a contrariar al oponente, la eliminación de lo que desagrada, son razones para pasar por alto lo que nos molestia. "No me lo cuentes, que bastante mal lo paso yo", "no me amargues la vida", o el frecuente "algo malo haría", sirve para hacer como que tranquilizamos la conciencia.

Entre las amables fiestas navideñas, llenas de dulces y luces, y un genocidio, "la elección es bien sencilla: o Moriles, o Montilla".

LA AMORAL HIPOCRESÍA DE OCCIDENTE

No estoy muy seguro de que sea solo hipocresía esta doble moral, porque hay muchas formas de justificar lo injustificable. Las mentes religiosas pueden aceptar como "misterios" contradicciones flagrantes, o aceptar órdenes divinas absolutamente incompatibles. ¿Hacemos la Guerra Santa o ponemos la otra mejilla?

Así justifican la "defensa de Israel frente al terrorismo de Hamás". Y si no estas prevenido te la cuelan. Bastará un momento de vacilación para impedirte reaccionar.

Hay que desenmascarar este juego infame, que acaba convertido en sentido común a fuerza de oírlo continuamente. Y si no te gusta, piensa en otra cosa, como en lo bonita que es la Declaración Universal de los Derechos Humanos. ¡Pero aplícala bien!

Sobre todo, no saques las cosas de su contexto histórico.


"Yo no le digo a los pueblos oprimidos cómo han de resistir a su opresión"

Arundhati Roy

Me niego a seguir el juego de la condena. Yo no le digo a los pueblos oprimidos cómo han de resistir a su opresión ni quiénes deberían ser sus aliados. La cuestión es informarnos sobre la historia y las circunstancias que determinaron el acontecer. La raíz de toda violencia, incluida la del 7 de octubre, es la ocupación israelí de la tierra palestina y la subyugación del pueblo palestino. La historia no comenzó el 7 de octubre de 2023. Pregunto: ¿Quiénes de cuantos estamos en esta sala estaríamos dispuestos a someternos a la indignidad a la que han sido sometidos los palestinos en Gaza y Cisjordania durante décadas? ¿Qué medios pacíficos no ha intentado el pueblo palestino? ¿Qué compromiso no ha aceptado? Aparte del que les exige arrastrarse de rodillas y comer basura. Israel no está librando una guerra de autodefensa, está librando una guerra de agresión. Una guerra para ocupar más territorio, para fortalecer su aparato de apartheid y reforzar su control sobre el pueblo palestino y la región.

Desde el 7 de octubre de 2023, además de las decenas de miles de personas que ha asesinado, Israel ha desplazado a la mayoría de la población de Gaza en numerosas ocasiones. Ha bombardeado hospitales. Ha atacado deliberadamente y asesinado a médicos, trabajadores humanitarios y periodistas. Se está matando de hambre a toda una población. Se busca borrar su historia. Todo esto cuenta con el apoyo, tanto moral como material, de los gobiernos más ricos y poderosos del mundo y sus medios de comunicación. No cabe un rayo de luz entre estos países e Israel. Solo en el último año, Estados Unidos ha gastado 17.900 millones de dólares en ayuda militar a Israel.

Así pues, descartemos de una vez por todas la mentira de que Estados Unidos es un mediador, una influencia restrictiva. Quien forma parte del genocidio no puede ser un mediador. Ni todo el poder y el dinero, ni todas las armas y la propaganda del mundo pueden seguir ocultando la herida que es Palestina. La herida por la que sangra el mundo entero, incluido Israel. ¿Quién habría pensado que el gobierno de Estados Unidos, al servicio del Estado israelí, socavaría su principio cardinal de libertad de expresión prohibiendo los eslóganes pro-Palestina? La llamada arquitectura moral de las democracias occidentales, con unas pocas y honrosas excepciones, se ha convertido en un hazmerreír siniestro para el resto del mundo.

Cuando Benjamin Netanyahu muestra un mapa de Oriente Medio en el que se ha borrado Palestina e Israel se extiende desde el río hasta el mar, se le aplaude como a un visionario afanado en hacer realidad el sueño de una patria judía. Pero cuando los palestinos y sus partidarios cantan “desde el río hasta el mar Palestina será libre”, se les acusa de pedir explícitamente el genocidio de los judíos. ¿De veras? ¿O se trata de una imaginación enferma que proyecta su propia oscuridad sobre los demás? Una imaginación que no puede tolerar la diversidad. No puede tolerar la idea de vivir en un país en el que todas las personas tengan los mismos derechos. Una imaginación que no puede permitirse reconocer que los palestinos quieran ser libres, como Sudáfrica, como la India, como todos los países que se han sacudido el yugo del colonialismo. Países que son profundamente diversos, tal vez incluso fatalmente imperfectos, pero libres. Cuando los sudafricanos coreaban su grito de guerra popular “Amandla”, “Poder para el pueblo”, ¿estaban pidiendo el genocidio de los blancos? No. Estaban pidiendo el desmantelamiento del estado del apartheid, igual que lo están haciendo los palestinos.

La guerra iniciada ahora será terrible, pero finalmente desmantelará el apartheid israelí. El mundo entero será mucho más seguro para todos, incluido el pueblo judío, y mucho más justo. Será como arrancar una flecha de nuestro corazón herido. Si el gobierno de Estados Unidos retirara su apoyo a Israel, la guerra podría detenerse hoy mismo. Las hostilidades podrían terminar en este mismo momento. Los rehenes israelíes podrían ser liberados. Los prisioneros palestinos podrían ser liberados. Qué triste que la mayoría considere esto una propuesta ingenua y ridícula. Mientras el horror que presenciamos en Gaza y ahora en el Líbano se intensifica rápidamente hasta convertirse en una guerra regional, los verdaderos héroes permanecen fuera de la narrativa, pero siguen luchando porque saben que un día, desde el río hasta el mar, Palestina será libre. Esto hará que tengas la vista puesta en tu calendario, no en tu reloj, porque así es como los pueblos, no los generales, sino la gente que lucha por su liberación, mide el tiempo.

martes, 24 de diciembre de 2024

¿Locos?

Echad un ojo a este gráfico, que refleja las variaciones del presupuesto militar norteamericano a partir de 1940.

Tras el brutal impulso recibido por su industria bélica durante la guerra mundial, la enorme acumulación de equipo, ya inservible, significó una caída brusca, aunque nunca más volvió a los niveles anteriores.

Pronto hubo motivos para que recibiera un nuevo impulso. Una y otra vez fueron lucrativas guerras las que sirvieron para justificar lo que convertirían en el principal negocio para la economía global.

Como demuestra el perpetuo ciclo bélico, no basta con producir armamento y reclutar ejércitos: no hay producción sin consumo, y el consumo de la industria de guerra es su permanente destrucción y la jugosa reconstrucción tanto de obra civil como de aparato militar.

El gráfico inicia un vídeo que analiza la actual geopolítica mundial, y un observador atento notará la correspondencia del gasto militar con las guerras consecuentes. La guerra fue el motor de la economía norteamericana, y la superación de la crisis de 1929 no fue debida tanto a la lenta recuperación con el New Deal como a la euforia producida por la guerra.

En las guerras que alimentan la economía norteamericana lo más importante no es la victoria, sino el negocio. Pocas de ellas han supuesto otra cosa que la desintegración de los países que supuestamente se pretendía estabilizar, y muchas veces han terminado en vergonzosas retiradas. Pero eso no es lo importante para el Complejo Militar Industrial, como alertaba el presidente Eisenhower, liberado ya de responsabilidades, en su discurso de despedida.

Hace noventa años, el olvidado director de cine anarquista Valentín R. González, "Belisario", publicó una novela premonitoria, Locos. En el horizonte se avistaba ya la guerra, de la que fue prólogo la que en España comenzaría muy poco después. La configuración de los bandos, en que chinos, rusos y alemanes luchaban juntos contra las potencias de "occidente", es lo de menos. Aún podía pensarse que el nazismo era "socialista" y el Kuomintang un partido de izquierdas.

Uno de sus personajes se interrogaba sobre si vencería uno u otro bando, la respuesta era que, ganara quien ganara, el vencedor seria el capital. Inquietante conclusión, a la vista de su capacidad para engullir todo lo que toca. Siempre que se encuentra en un camino sin salida, la guerra es el motor ideal para su perpetuo ciclo de construcción, destrucción y reconstrucción.  

Lo que en la portada del libro era una bala sería hoy un misil hipersónico.

El vídeo tilda también de locos a los norteamericanos, pero no hay locura más racional que la suya, siempre que se arrase con los supuestos "Valores" del muy cristiano "Occidente".

Es lo que hace con desparpajo y naturalidad un general de cuatro estrellas, que se muestra orgulloso de la cultura de combate de su país, en oposición a la despreciable inactividad bélica de China, que no ha participado en ninguna guerra desde hace casi medio siglo.

sábado, 14 de diciembre de 2024

Urza, un artista extraordinario

Grandes artistas han pasado a la posteridad y se los celebra como cumbres en su campo. Nadie en su sano juicio pone en duda la merecida fama de Bach, Rembrandt, Cervantes... Pero este justo reconocimiento a su valía no evita que hayan quedado atrás, por diversas circunstancias, otros muchos artistas seguramente tan valiosos como ellos.

En algún tiempo y lugar, que no conoceremos nunca, se ha escrito, pintado o esculpido algo excelente que no ha pasado a la posteridad. La fama oscilante de los pintores o escritores recatados y reconocidos ha variado con los criterios no siempre justos de la moda, y aunque el tiempo los vaya colocando en su lugar, serán muchos los sepultados donde habita el olvido.

Los artistas, siempre que han podido, han tratado de hacerse un hueco en alguna de las mecas que en su tiempo posibilitaban situarse bajo los focos. Roma, París o Nueva York han dado a muchos la oportunidad de ese minuto de gloria que para algunos ha sido el empujón definitivo hacia la fama.

Oteiza o Chillida son indudables referentes de la escultura contemporánea no figurativa en nuestro país. Otros no tienen ese reconocimiento, son ignorados. Su nombre o su obra no aparecen en los medios ni en los libros, pero no por eso son menos dignos de esa fama de la que carecen.

Este es el caso de URZA, un artista del que me consideré amigo y camarada en el sentido exacto que merecen estas palabras. Tras más de cuatro años de su desaparición física, Javier Meléndez Ortega, URZA, ha vuelto a mí en forma de su blog. En él se recoge una pequeña muestra de su obra como ceramista o grabador. Podéis juzgar vosotros, a partir de los ejemplos elegidos un tanto al azar que reproduzco, o buceando en ese blog que contiene solo una parte de su prolífica obra. Hallaréis también la poesía que fue siempre un potente motor de su actividad. ¡Bucead, bucead, que seguramente halléis ejemplos mucho mejores que los de mi improvisada selección!

Formado como ceramista, la era de los recortes le impidió trabajar con su materia favorita, pero con medios mínimos siguió elaborando, realizando grabados y collages. Con un simple teléfono móvil produjo algunas de sus obras de madurez. Con papel recortado, esculturas blandas o cuadros en que se adivina el misterio escondido tras su hueco amable.

Sobre su obra había publicado yo aquí algún comentario. En 2016, URZA, con motivo de una exposición que tuve el honor de presentar. El año siguiente, Los cuadros de una exposición. Por último, en mayo de 2020, el obituario Recordando a Urza.

Estos son algunos de los tesoros encontrados en su blog:

En construcción. Fragmento como un todo












Puerta Zero. Escultura mural [1989/1990]

Puerta Zero fue mi primer encargo de obra en grandes dimensiones. Recién regresado de América, las influencias prehispánicas se reflejan, de manera sutil, en su concepción, de influencia por otra parte primitivista:























Discursivo




















El boceto digital: nuevas herramientas

El boceto realizado mediante la rapidez de lo digital se incorpora, paulatinamente, a mi cotidianidad. La inmediatez que otorga el uso del móvil frente al papel y los lápices para fijar la idea vence el inicial rechazo que me ha causado para ese fin.

Imagen: idea elaborada para un cartel de homenaje al poeta León Felipe:


















MADriz siempre en el viaje a la memoria

Collage de la serie MAD. [2005] 50×70. Fotografías digitales intervenidas y técnicas mixtas sobre papel Creisse:



















     Intervención sustractiva en papel: gravitatorio~cofre


jueves, 12 de diciembre de 2024

Una entrevista escondida a Antonio Mairena

El pasado 2 de diciembre, el programa radiofónico nuestro flamenco estuvo dedicado a Antonio Mairena en Ritoevocando algunas actuaciones del artista que se pueden encontrar también en Rito y geografía del cante.

En el centenario de su nacimiento se publicó el monográfico Antonio Mairena, un cantaor imprescindible. Y no son estos los únicos homenajes que este gran arqueólogo del cante ha merecido.

Aquí podéis ver el documental televisivo que recordaba el reciente audio radiofónico:

A veintinueve minutos del final del podcast citado, el director del programa, José María Velázquez-Gaztelu, recordaba una anécdota que había contado el artista al entrevistarlo para la desaparecida revista, entonces semanal, La Calle.

Desgraciadamente no está recogida en internet esta añorada publicación, que apenas se sostuvo durante cuatro años. Pero como yo también tengo algo de arqueólogo y conservo la revista en papel, buceando en la colección la he encontrado en el número 56, de la semana 17-23 de abril de 1979. Contiene mucha información sobre el cantaor, sobre el pueblo gitano andaluz y su cante, y sobre las circunstancias políticas de su marginación, antes, entonces y ahora.

Me limitaré a detallar la parte de la entrevista a la que se refiere el audio:

GUERRA Y HAMBRE

A partir de mil novecientos treinta y seis, el cante sufre ciertas presiones para que no se manifieste en toda su plenitud, ¿Cuál fue su experiencia en este sentido)

La guerra civil me hizo ver tantos horrores, que no quiero volver a verlos más. En el frente estuvieron mis dos hermanos, Juan y Curro, porque mi padre me reclamó, ya que, de alguna manera, ayudaba al sostenimiento de la casa. Yo tenía que luchar aquí, en Sevilla, buscándome la vida entre aquellos que venían de los frentes y, cuando se marchaban no podíamos saber si iban a volver muertos.

"Por entonces había un señor que, cuando me contrataba para una fiesta, me hacía cantar el "Cara al Sol" por bulerías, aunque a mí me daba miedo meterme en esos berenjenales. No obstante, ya se sabe que en Sevilla el hacer bromas de ciertas cosas puede parecer bien; al menos no era incorrecto. Este señor me llamó cierto día y tenía como invitados nada menos que a una escuadra de Falange de Valladolid. Naturalmente, cuando llegó el momento del obligado "Cara al Sol" por bulerías, a los de Valladolid les pareció una profanación y, sin mas, comenzaron como locos a disparar a la montera de cristales, que se vino abajo estrepitosamente. Como es de imaginar, yo no tuve más remedio que salir huyendo y esconderme en la pensión donde vivía.

"Luego, en la posguerra, todos lo pasamos muy mal. Ni el cante ni el sonido gitano-andaluz tenían mercado. No era el de los discos. Había que vivir de las fiestas de los cuatro señores que llamaban a un gitano porque les gustaba tener al lado a alguien que les cantara algo. A unos les gustaba y a otros no. De todas formas, pasábamos muchas vicisitudes, porque en estas fiestas lo que yo hacía estaba poco menos que prohibido. Encerrado en un cuarto con esos cuatro señores y sus respectivas fulanas, solo había lugar para el cachondeo y cantar tres cupletazos de esos, o fandangos con letras eróticas para excitar al caballero y a su dama. En esas circunstancias yo tenía poco que hacer. Se vivía como se podía. Mal, desde luego. En esa época, que había tanta escasez, yo llegué a estar tres días sin comer, a base de vino y alguna aceituna de vez en cuando. Esos años fueron muy tristes y difíciles para los artistas que nos buscábamos la vida. Había que mirar donde uno ponía los pies, o donde entraba. Una vez hasta me colocaron una pistola en el pecho y me obligaron a cantar un fandango de Huelva. Por supuesto que no canté uno, sino los que quisieron. Todo era violencia y hambre.

La escena en que unos fascistas sin sentido del humor asesinan a la protagonista de ¡Ay, Carmela! tiene un antecedente aquí, aunque esta vez no dispararon directamente al cantaor. Estos falangistas que no se andaban con guasas habrían truncado su carrera, pero por suerte para él y para los aficionados al flamenco se limitaron a romperle unos cristales al señorito de turno.

viernes, 6 de diciembre de 2024

¿Se nos pasa el arroz?

Ariel Petruccelli es historiador y profesor de la Universidad Nacional del Comahue (UNC) en la Patagonia Argentina. Autor, entre otros, de «Materialismo histórico. Interpretaciones y controversias» (2010) y «El marxismo en la encrucijada» (2011). Entre otras revistas digitales, publican sus artículos Rebelión, La Izquierda Diario o Jacobin.

En Corsario rojo ha publicado una extensa reseña del libro Ecologismo: pasado y presente, en el que Jorge Riechmann analiza la encrucijada en que se halla actualmente el movimiento ecologista.

De ella tomo un breve apunte:

LA ENCRUCIJADA ECOLOGISTA 

A PROPÓSITO DE ECOLOGISMO: PASADO Y PRESENTE (CON UN PAR DE IDEAS SOBRE EL FUTURO) DE JORGE RIECHMANN

Kalewche

El panorama contemporáneo que nos presenta [el libro] tal y como lo resume en tres apretados puntos, es impactante; y su conclusión muy radical:

1) el capitalismo ha entrado en una fase en la que está destruyendo a la humanidad [no sólo bajo su forma salarial, sino también por sus efectos ecológicos y climáticos] y, por lo tanto, la humanidad va a tener que elegir entre perseverar a secas o perseverar dentro del capitalismo (para extinguirse en él);

2) los capitalistas jamás admitirán su responsabilidad homicida ni (por lo tanto) renunciarán a la continuación del (de su) juego, y se valdrán de los giros argumentativos más retorcidos para convencer de la posibilidad, de la necesidad incluso, de continuar, y también de las peores violencias si es necesario (y cada vez lo será más);

3) no hay ninguna fórmula de derrocamiento, ni siquiera de simple moderación, del capitalismo en el marco de las instituciones políticas de la “democracia” o, mejor dicho, de lo que se hace llamar así; sólo un increíble despliegue de energía política logrará evitar que el capitalismo lleve a la humanidad al límite del límite, un despliegue que suele llevar el nombre de “revolución”. (p. 121).

A lo que añade el autor de la reseña este comentario, del que destaco la gran preocupación de Riechmann, que comparto: ¿estamos aún a tiempo?

Porque veo a la gente muy entretenida.

En un contexto caracterizado por décadas de pragmatismo y posibilismo, esta apelación revolucionaria puede parecer disonante. Pero es esencialmente acertada. La mirada de Riechmann, con todo, es pesimista. El pesimismo de la razón es precisamente el que lo lleva a decir: “cambiar el sistema de producción y consumo; salir de la cultura de la dominación. Se dice pronto. ¿Tenemos aún tiempo para ello?”. La pregunta es válida y su respuesta incierta. Pero lo fundamental es que su voluntad de lucha es innegociable. Y está bien orientada. Absolutamente bien orientada.

jueves, 5 de diciembre de 2024

Otro límite más

En estos tiempos de plétora, los límites planetarios acaban con la ilusión de los crecimientos ilimitados. Hay además otros límites igualmente inexorables: un tiempo limitado se opone a las ilimitadas posibilidades que no caben en él. Ese es el tiempo en se mueve nuestra mente. El ancho mundo no nos cabe en la cabeza. Quien mucho abarca, poco aprieta. Aunque las grandes bibliotecas reúnan millones de libros, ¿cuántos de ellos no son abiertos jamás? 

Por eso la pretensión de acumular más y más conocimientos choca con la dificultad insuperable de manejarlos, y a medida que la información crece disminuye la capacidad para aprovecharla adecuadamente. Las bases de datos se llenan y hay que purgarlas de vez en cuando, y con la basura informática se perderá también mucha información potencialmente útil.

La debilidad de los soportes es otra limitación. El celuloide de las películas, además de ser inflamable, se degrada. Los discos de vinilo no son eternos, ni los compactos. Las cintas magnetofónicas se alteran. La digitalización no es tampoco un medio definitivo y seguro.

Las inscripciones en piedra duran milenios, Más lábiles son el papiro, el pergamino, el papel. Aún así, duran siglos. ¿Ocurrirá lo mismo con lo que ahora guardamos en discos duros y pendrives?

La información contenida "en la nube" depende de gigantescos ordenadores que en el futuro será muy difícil mantener. Toda la facilidad actual de búsqueda (facilidad en el sentido de comodidad mecánica) depende de un sistema muy frágil.

Aún así, muchos nos empeñamos en lanzar mensajes de mínima difusión, que se pierden en la inmensa red. Una red en que los grandes emisores tienen todas las ventajas. Y a este paso, incontables emisores se dirigirán a hipotéticos y escasos receptores, perdidos también en la maraña de la errática búsqueda.

Seguramente hoy no es mi mejor día...


teratología de la información

Jorge Riechmann


Qué es la infoxicación? - Blog Psicohuma
infoxicación

Recogía yo hace años, en uno de los textos de Canciones allende lo humano (“Apuntes de pedagogía parda para sembrar preocupaciones y prejuicios”), unas declaraciones de Vartan Gregorian, director de la Biblioteca Pública de Nueva York en el orwelliano año de 1984: “Toda la información disponible en el mundo se dobla cada cinco años. ¡Se dobla! Pero ocurre el siguiente fenómeno: a medida que la información crece hay un decrecimiento en el uso de esa información. En 1975, estudios realizados en Japón decían que sólo el 10% de la información que se produce es utilizada; el 90% se desperdicia. Actualmente se utiliza sólo el 1% o el 2%”. [1]

Todo eso ha seguido extremándose desde entonces. Hoy, nos dice Javier Sampedro, “la biblioteca de Alejandría arde de nuevo”. ¿Todo el conocimiento impreso se deposita en internet? Nada de eso. “Hay millones de papers (artículos científicos revisados por pares) que están en riesgo de desaparecer. Toda esa producción de los investigadores mundiales flota ahora mismo en un limbo existencial, porque no están compilados en ninguna de las principales bases de datos digitales que utilizan los científicos y los profesores, y en las que se basarán los historiadores del futuro para entender nuestra época, una tarea nada fácil. De una muestra de siete millones de papers identificados por su DOI (digital object identifier, una especie de matrícula de las publicaciones académicas y oficiales), nada menos que dos millones están ausentes de los archivos que consulta todo el mundo. La producción de conocimiento, que alcanza una velocidad récord en nuestro tiempo, ha desbordado por completo el tesón de los archiveros, sean de carne o de silicio. En lo que va de siglo XXI han desaparecido 174 revistas profesionales de acceso libre. La Biblioteca de Alejandría se nos está quemando, y esta vez sin ayuda de César ni de Cleopatra…” [2]

El problema, hoy igual que ayer, es cómo se transforma esa masa monstruosa de información (desbocada, inabarcable, cancerosa) en conocimiento y consciencia. Toda esa información sin formación de seres humanos capaces de comprender lo que sucede y dar sentido a nuestras muy desorientadas vidas.

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Notas

[1] Citadas en El País, 22 de noviembre de 1984. Y añadí entonces (hace veinte años, 2004) las líneas siguientes: Este fenómeno no ha hecho sino acrecentarse a medida que se desarrollaba la llamada “sociedad de la información”. Así, en 1999 había 500 millones de páginas web; en 2002 se calculaban ya 6.000 millones. Se estima que el volumen de páginas web de que disponemos y, por lo tanto, el volumen de información accesible mediante un simple enchufe a internet, se dobla cada tres meses a un ritmo frenético. El ritmo de desarrollo del conocimiento científico es más difícil de medir, pero diversas estimaciones concluyen que el stock de ciencia válida se ha venido doblando aproximadamente cada 15 años, que es también el ritmo al que se doblan las revistas científicas especializadas y el branching (la ramificación) de especialidades científicas. Así, sin exageración puede decirse que ambos crecen en progresión geométrica, pero la información lo hace cada tres meses y el conocimiento científico cada 15 años. Los datos proceden de Emilio Lamo de Espinosa, “Información, ciencia y sabiduría”, El País, 22 de enero de 2004.

[2] Javier Sampedro, “La Biblioteca de Alejandría arde de nuevo”, El País, 30 de noviembre de 2024; https://elpais.com/opinion/2024-11-30/la-biblioteca-de-alejandria-arde-de-nuevo.html

viernes, 29 de noviembre de 2024

Pierrot el loco y el negacionismo

Al final de esta película de Jean-Luc Godard, Pierrot-Ferdinand se suicida atándose cintas de dinamita alrededor de la cabeza. La manta con que los negacionistas se envuelven la cabeza (negacionistas del cambio climático y de muchas cosas más) tiene el mismo efecto letal.

En 1982, un informe secreto elaborado por los científicos de la compañía petrolera Exxon predijo con sorprendente exactitud el ritmo al que la temperatura del planeta aumentaría en las siguientes décadas si continuaban las emisiones de dióxido de carbono asociadas a los combustibles fósiles. En la gráfica que elaboraron entonces se puede observar que predijeron las 420 partes por millón (ppm) de CO2 que ya contiene nuestra atmósfera en 2024 y el aumento de 1°C que ya experimentamos respecto a 1960. Sus científicos, sencillamente, lo clavaron.

El secreto de su predicción, más exacta que la de otros científicos, está en considerar el impacto en la temperatura global de un solo factor: la composición de la atmósfera. Parece acertado considerar que, al repartirse el CO2 por toda la atmósfera, su efecto se deba considerar distribuido igualmente de forma global.

Otros modelos tratan de estimar el impacto del aumento de temperatura en otros parámetros climáticos, como la precipitación, a nivel regional y no global. En vez de perderse en estos modelos de alto nivel de complejidad, los científicos de Exxon consideraron la física que hay detrás del cambio climático por la actividad humana y utilizaron así la hipótesis más adecuada: el crecimiento de las emisiones.

Acertaron porque auguraron (¡bien lo sabían ellos!) que las emisiones de CO2 no dejarían de subir, tal y como ha sucedido, a pesar de décadas de esfuerzos de quienes trabajan contra el cambio climático. Tenían claro hacia dónde iban a ir las emisiones de gases de efecto invernadero. Una vez sabido, un modelo sencillo de balance de energía da una estimación bastante fiable del aumento de temperatura media global correspondiente.

La empresa tuvo buen cuidado de ocultar estos estudios, anteponiendo sus intereses económicos a cualquier otra consideracón. Ahora, la temperatura media anual del planeta supera por primera vez el umbral de +1,5ºC fijado en el Acuerdo de París.

Una inmensa ignorancia, en gran parte voluntaria, rodea al negacionismo. La perfecta correlación entre el calentamiento y el aumento de gases de efecto invernadero es innegable. Y, como podéis ver en este artículo, hoy se sabe mucho sobre la composición de la atmósfera en otros tiempos geológicos y el clima correspondiente en cada uno de ellos:


“No hace falta ser matemático para verlo”
Los científicos ponen la crisis climática delante de los ojos

22 de noviembre de 2024

Aunque sus efectos son cada vez más evidentes, algunos de los lugares en los que se mide el cambio climático son desconocidos para el gran público: estos son los escenarios en los que la crisis climática se manifiesta de forma tangible

El meteorólogo Emilio Cuevas mostrando la curva de CO2 registrada en el Observatorio de Izaña.
El meteorólogo Emilio Cuevas mostrando la curva de CO2 registrada en el Observatorio de Izaña. A.M.R.

En la azotea del Centro de Investigación Atmosférica de Izaña, situado a 2.364 metros de altitud y muy cerca del Teide, hay dos tubos que capturan el aire exterior y lo envían al laboratorio a través de un colector al que llaman “la vaca” porque recuerda a una ordeñadora automática. Desde allí, el aire captado de las alturas y lejos de la actividad humana se envía hasta un espectrómetro que analiza su composición química y da una lectura en tiempo real de su contenido en CO2 medido en partes por millón (ppm).

Estos aparatos han estado midiendo el contenido de dióxido de carbono de la atmósfera desde 1984 y son, junto a los del observatorio hawaiano de Mauna Loa, que inició el registro en 1958, el sistema de referencia para documentar la acumulación de gases de efecto invernadero en nuestro planeta. En una de las paredes del observatorio están las tablas de valores que marcan la curva ascendente que ese espectrómetro ha ido registrando en medio siglo de actividad: desde las 345 ppm de principios de los 80 hasta las 427,45 ppm registradas en mayo de 2024 y que marcaron un nuevo récord.

Esa curva, que se solapa con la del aumento de la temperatura media global en alrededor de 1ºC, es el mejor testimonio de cómo estamos cambiando la atmósfera. En palabras del que fuera director de Izaña, Emilio Cuevas, “no hace falta ser matemático para verlo”.

¿Cómo ven el clima del pasado?

El Observatorio de Izaña forma parte de la red meteorológica mundial que registra las condiciones atmosféricas mediante miles de aparatos en tiempo real, tanto en tierra como desde el espacio. Estas pruebas se unen a las que recogen otros científicos a lo largo y ancho del planeta, desde quienes miden el deshielo en los polos y los glaciares, pasando por el aumento del nivel del mar que está afectando a zonas costeras hasta la acidificación de los océanos o la pérdida de biodiversidad.

Pero para documentar el cambio climático no basta con saber qué está pasando en el momento, sino que hay que saber cómo estaba la atmósfera y cómo ha evolucionado. Y como los datos meteorológicos directos se remontan solo hasta 1850, momento en que ya había termómetros y barómetros por todo el mundo, hay que mirar más atrás en el registro.

Acumulación de CO2 atmosférico medido en el Observatorio de Izaña. AEMET









Una pregunta clásica que lanzan algunos negacionistas es cómo se puede saber el tiempo que hizo hace 2.000 años. Esto se hace mediante unas sofisticadas reconstrucciones de las condiciones atmosféricas del pasado a las que se conoce como indicadores paleoclimáticos o proxies, y son las que llevan a cabo cientos de científicos en los lugares más insospechados, desde las estalactitas de las cuevas a lechos de antiguos lagos, acantilados en lugares remotos o arrecifes coralinos. En general, se aprovecha que los procesos físicos han ido dejando un registro en la superficie del planeta y en los seres vivos, de modo que —con las herramientas adecuadas— se puede leer en el pasado como en un libro abierto.

Escrito en el hielo

En un pequeño laboratorio de Bilbao, el equipo de Sérgio Henrique Faria examina al microscopio una muestra de hielo procedente de un cilindro de 120 metros extraído de las profundidades de Groenlandia. En el IzotzaLab, el laboratorio del hielo del Centro Vasco para el Cambio Climático (BC3), examinan la parte de hielo más reciente —los últimos 800 años— como si fuera un códice secreto y tratan de descifrar las grietas y deformaciones para entender mejor el clima del pasado y lo que está pasando en el presente.

En estos núcleos de hielo extraídos de las profundidades han quedado burbujas de aire que sirven como testigos de las atmósferas del pasado. Al analizar este aire atrapado a gran presión durante miles de años, los científicos pueden comprobar cuánto CO2 había entonces e incluso calcular las variaciones de temperatura gracias a la composición isotópica. “He trabajado con hielo de 2.000 metros de la Antártida y he podido escuchar ese sonido”, recuerda Faria. “Una vez estaba mirando en el microscopio y, por pura coincidencia, vi cómo una burbuja de apenas unas micras explotaba bajo mi lente y producía un ¡plop! Ese aire llevaba encerrado ¡87.000 años!”.

El aire anterior a 1765 extraído del hielo antártico para el proyecto Polar Zero. British Antarctic Survey’s (BAS)








Estas burbujas son una de las formas más sencillas de visualizar el cambio. Durante la Cumbre del Clima de 2021 celebrada en Glasgow (COP26), el artista Wayne Binitie, en colaboración con los científicos de la British Antarctic Survey (BAS), extrajo cuidadosamente miles de burbujas de los testigos de hielo de la Antártida y las almacenó en un recipiente para exponerlo en una vitrina: el público podía ver con sus propios ojos el aire que había en la atmósfera de la Tierra en el año 1765, antes de la revolución industrial, antes de que empezáramos a alterarlo todo.

Anillos, estalactitas y corales

Otros científicos, como Jesús Julio Camarero del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC), estudian el clima del pasado y cómo ha influido en los ecosistemas analizando los anillos de los árboles, mediante la conocida como dendrocronología. Él y otros investigadores han tomado datos de anillos de árboles en Eurasia y América para cuantificar y modelar la relación entre la temperatura y el crecimiento radial durante el siglo XX. En otro trabajo, Camarero ha identificado variaciones en la población de pinos de alta montaña en los Pirineos relacionadas con el azote de la peste negra hace 500 años, cuando disminuyó la presión humana sobre los bosques. Como en los anillos quedan registrados los periodos de crecimiento, los científicos pueden usarlos para construir nuevas cronologías de temperatura que se extienden cientos de años atrás y en las que se ven otras grandes variaciones climáticas.

Reconstrucciones de temperatura global de los últimos 2000 años, utilizando diferentes métodos de proxy. Wikimedia Commons










Estas mismas pruebas se encuentran en las cuevas y en los isótopos de los depósitos de carbonato en las estalactitas y estalagmitas. En abril de este año, un equipo español pudo establecer los cambios de temperatura registrados en los últimos 2.500 años a partir de ocho estalagmitas obtenidas en cuatro cuevas del Pirineo Central.

Los depósitos de sedimentos son también una valiosa fuente de información climática. En el fondo de algunos antiguos lagos de la Isla de Pascua, por ejemplo, Sergi Pla Rabés descubrió los factores que pudo conducir al colapso de su población hace 500 años. Trabajos anteriores habían detectado la súbita desaparición de las palmeras hacia 1400, pero él y su equipo descubrieron que una parte clave del registro sedimentario —las páginas de la historia que faltaban— había sido barrida por una sequía prolongada durante décadas.

Datación de capas de sedimentos del lago Crawford Patterson Lab, Carleton University








Los sedimentos pueden ser útiles para identificar cambios más recientes. En el fondo del pequeño y desconocido lago Crawford, en Canadá, la geóloga Francine McCarthy extrajo un cilindro de sedimentos en el que se puede leer la historia más reciente de nuestro planeta, desde los isótopos de las pruebas nucleares de los años 50, al aumento de la carbonilla procedente de la combustión y las variaciones bioquímicas producidas por el aumento de temperatura.

Al igual que los anillos de los árboles, la larga vida y crecimiento lento y regular de los corales proporcionan a los científicos datos ambientales muy valiosos. Recientemente, el equipo de Diego Kersting, del Instituto de Acuicultura de Torre de la Sal (IATS-CSIC), ha encontrado contaminantes procedentes de la quema de combustibles fósiles en esqueletos de coral, un registro que se extiende a lo largo de décadas y muestra una imagen clara de lo extensa que es la influencia humana en el medio ambiente.

El lugar menos pensado

Además de en paisajes naturales, las pruebas sobre el clima del pasado se encuentran a menudo en creaciones humanas. Como los anillos de los árboles están presentes en materiales como la madera de los violines, las vigas de las catedrales o las cuadernas de los galeones hundidos, estos objetos pueden contener evidencias muy valiosas. La investigadora de la Universidad de Amsterdam Marta Domínguez Delmás, por ejemplo, es especialista en datar la madera de edificios antiguos y barcos hundidos. Hace unos años consiguió ampliar la cronología de los huracanes ocurridos en el Caribe, que hasta entonces llegaba solo hasta el siglo XIX, cruzando los datos de los anillos de los pinos de Florida y las fechas de los naufragios.

El equipo de Ricardo García Herrera analizó los cuadernos de bitácora de los navegantes españoles para caracterizar los sistemas meteorológicos anteriores a 1850

La aproximación del equipo de Ricardo García Herrera, de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), para conocer el clima del pasado es todavía más original. En un proyecto denominado CLIWOC (por las siglas en inglés de Base de Datos Climatológica de los Océanos del Mundo), Herrera analizó los cuadernos de bitácora de los navegantes españoles que viajaban a las Indias y, a partir de sus anotaciones sobre la fuerza y dirección del viento, caracterizó cómo eran los sistemas meteorológicos antes de 1850.

Otras veces, las pruebas aparecen en las obras de arte. En un conocido trabajo de 2003, un grupo de investigadores italianos encontraron una forma muy original de documentar el aumento del nivel del mar en Venecia: examinaron las marcas dejadas por agua en los edificios venecianos que aparecen en los cuadros de Canaletto, pintados en el siglo XVIII, para compararlos con los actuales y documentar cómo ha ido variando el nivel de las aguas a lo largo de los siglos.

Diferencia de la altura del agua en Venecia en los cuadros de Canaletto, del siglo XVIII, y la actualidad. Dario Camuffo, 2003.









Estos son solo algunos ejemplos de la larga lista de evidencias sólidas que prueban que el planeta ha experimentado en los dos últimos siglos un calentamiento sin precedentes y que es la actividad humana la que ha producido estos cambios. Además de los glaciares que desaparecen ante nuestros ojos, las estaciones de esquí fantasma en lugares que antes tenían nieves perpetuas o los acantilados que se come la erosión por el aumento del nivel del mar, las pruebas del cambio están escritas en los testigos de hielo, los anillos de los árboles, los corales y hasta los cuadros que pintaron nuestros antepasados, cuando la maquinaria industrial que calentó la atmósfera aún no se había activado. Y, como pasa con el registro de CO2 de Izaña, las pruebas son tan evidentes que para entenderlo no hace falta ser un experto. Basta con prestar un poco de atención a los detalles.