domingo, 1 de diciembre de 2013

Ciudad y decrecimiento: los retos ecológicos de la urbe del siglo XXI

Parte final de la conferencia de Florent Marcellesi presentada en las jornadas sobre el Plan General de Ordenación Urbana de Bilbao y en el curso “Paisajes productivos” en enero de 2013

Este mismo texto podéis encontrarlo aquí y también aq. Me he decidido por transcribirlo entero, con sus notas y enlaces, subrayando lo que me ha parecido esencial(omás).

Las medidas que el conferenciante aplica a una ciudad concreta pueden ser aplicadas a cualquiera otra, sea grande como sus problemas o una entidad menor, que también los tendrá.

Invito al lector a reflexionar a partir de su propio entorno y comprobar qué tendencias positivas o negativas observa. Puede ser un ejercicio interesantísimo para elaborar propuestas no demasiado genéricas. Pongamos por caso, de cara a los programas de unas futuras elecciones municipales.

De mis subrayados expongo a vuestra reflexión las siguientes consideraciones:

¿Cuánto es suficiente?
¿Cuánto es posible? 
    Actuar imitando la naturaleza, donde los ciclos se cierran 
        Utilizar menos recursos y generar menos impactos por unidad de producto
        Combatir en todo momento el “efecto rebote”
    Herramienta al servicio de sus habitantes para un bienestar sostenible
    Democracia de autolimitación y autogestión colectiva de las necesidades
    Evaluar la capacidad de carga de su territorio
        Calcular la cantidad de tierra agrícola necesaria para abastecer a la población
        Poner fin a la expansión urbana 
            Plan de contención de la urbanización y la artificialización del suelo
            Poner fin a la construcción de grandes infraestructuras de transporte
            No construir más, sino repartir mejor el stock de viviendas actuales
            La rehabilitación, eje prioritario para la reducción de la huella ecológica
    Modelo económico donde primen las distancias cortas
        Reparto modal de los medios de transporte:
            10% para el coche
            30% para el transporte colectivo
            60% para el peatón y la bici
        Construir ciudades policéntricas
            Mezcla de actividades y usos en nuestros barrios 
    Habría un 30% más de trabajo con la agricultura ecológica  que con la industrial
        Reconversión de tierras hoy dedicadas al monocultivo
        Reequilibrio progresivo del reparto de población entre campo y ciudad
    El tamaño desmedido de las ciudades aleja a la ciudadanía de los ámbitos de decisión
        Núcleos urbanos de un máximo de 30.000 habitantes
        Presupuestos participativos, un sistema abajo-arriba donde 
            las asambleas de barrio discuten las propuestas
            sus representantes las acuerdan en asambleas del conjunto urbano.

No habrá disminución radical de la huella ecológica sin un cambio estructural, de mentalidad y de hábitos de consumo



Otros escritos del autor, en su Blog de un activista e investigador ecologista.




Hacia una ciudad del buen vivir

Ante este panorama inquietante y siempre y desde una visión de justicia social y ambiental (6) a nivel local y global, no nos queda otro remedio que iniciar la transición “de la ciudad de la expansión ilimitada a la ciudad adaptada a los límites de biocapacidad glocal” (Informe Global España 2020/2050, 2009: p.30). Esta transición nos tendría que permitir al mismo tiempo alcanzar un decrecimiento “del 45% de la huella media de las ciudades calculada para el año 2005” (7) y mantener un IDH superior a 0.8. Para construir esta ciudad donde somos capaces de vivir bien, de ser felices y autónomos dentro de los límites ecológicos del Planeta y de forma democrática y solidaria, primero son necesarios fijar unos principios de base: (8)
  • Principio de (auto)suficiencia: se trata de responder y definir de forma democrática a preguntas básicas e interrelacionadas para la (buena) vida de una comunidad con los recursos naturales disponibles: ¿Cuánto es suficiente para cubrir nuestras necesidades básicas, tanto colectivas como personales, y garantizar la autonomía individual y la solidaridad? ¿Cuánto es posible según la biocapacidad real de nuestro territorio?
  • Principio de “biomímesis”: significa que una ciudad, al igual que el campo, y el conjunto de sus componentes tendría que actuar imitando la naturaleza. En palabras de Jorge Riechmann, la economía de la naturaleza es “cíclica, totalmente renovable y autorreproductiva, sin residuos, y cuya fuente de energía es inagotable en términos humanos : la energía solar en sus diferentes manifestaciones. (…) Cada residuo de un proceso se convierte en la materia prima de otro: los ciclos se cierran”.
  • Principio de ecoeficiencia: expone la necesidad de utilizar menos recursos y generar menos impactos por unidad de producto. En todo caso, y principalmente a través del primer principio de (auto)limitación, este principio tendrá que tener en cuenta y combatir en todo momento el “efecto rebote” que estipula que por mucho que disminuya el impacto ambiental por unidad producida, las mejoras se encuentran sistemáticamente anuladas por la multiplicación del número de unidades vendidas y consumidas. (9)
  • Principio de rentabilidad social y ecológica: las personas y la T(t)ierra están en el centro de las atenciones. La ciudad no es una megainfraestructura deshumanizada que pone a sus habitantes a su servicio sino, al contrario, es una herramienta al servicio de sus habitantes para que puedan alcanzar bienestar de forma sostenible.
  • Principio de democracia: los principios anteriores, y particularmente el primero de suficiencia, pone de relieve la centralidad de la cuestión democrática. Definir procesos o herramientas democráticos que permitan hacer realidad la democracia de la autolimitación y la autogestión colectiva de las necesidades y los medios para su satisfacción es un eje transversal de la ciudad del siglo XXI. (10)
En la práctica, estos cinco principios pueden declinarse a través de algunas ideas clave, no exhaustivas, pero que marcan la orientación de una ciudad sostenible y que, por ejemplo, encontramos de una forma u otra en diferentes iniciativas como las “ciudades en transición” (11), las “Slow City” o las “ciudades de lo/as niño/as”:
  • Adecuar la ciudad y su territorio a su biocapacidad: cada ciudad, o mejor dicho comarca, tiene el deber de evaluar la capacidad de carga de su territorio en el que se asienta y tener esta realidad ecológica como horizonte y referencia para la reorientación de su organización socio-económica. Por ejemplo, el objetivo de Bilbao debería ser reducir por 3 su huella ecológica o por lo menos tener un consumo de recursos y generación de residuos compatibles con la biocapacidad vizcaína, teniendo en cuenta por supuesto al resto de pueblos de la provincia. En particular, hay que calcular la cantidad de tierra agrícola necesaria para abastecer a la población y compararla con los usos actuales para determinar cuál es la necesidad de superficie agraria y crear una reserva de suelo al respecto.
  • Parar el crecimiento de las ciudades: en la actualidad, la tasa de crecimiento de las ciudades europeas es algo menor del 1%. Es preciso poner fin a la expansión urbana y tener un plan de contención de la urbanización y la artificialización del suelo (Bilbao ya ocupa por ejemplo según el Udalplan más del 50% de su suelo disponible). Al mismo tiempo, también es preciso poner fin a la construcción de grandes infraestructuras de transporte que conllevan el “sprawl” urbano, el uso intenso de energía fósil o del coche. En particular, no se puede permitir más 3 A’s: Autopistas, Aeropuertos (12) o Alta Velocidad. El fracaso (anunciado) de la Supersur indica claramente que la época del ladrillismo y grandes infraestructuras viarias debe dejar lugar a una ciudad del peatón, de la bici y del transporte colectivo.
  • Reciclar y revalorizar las ciudades existentes: la prioridad se encuentra por tanto en reciclar lo existente. Por un lado, se estiman que hay unas 15.000 viviendas vacías en Bilbao, mientras que —a efectos comparativos— las familias desahuciadas en Euskadi fueron 11.000 desde 2008. No existe necesidad de construir más sino de repartir mejor el stock de viviendas actuales, sin aumentar la presión sobre el suelo y además haciendo efectivo el derecho a la vivienda para todas y todos. Por otro lado, ante la crisis ecológica, la rehabilitación se sitúa como un eje prioritario hacia los objetivos de reducción de la huella ecológica, puesto que la mejora de los edificios (aislamiento, recuperación de aguas, calefacción térmica, etc.) puede permitir grandes reducciones del consumo energético y de la emisión de CO2. Además, es una fuente de empleo: según un informe del Conama (13), la reforma de 10 millones de viviendas en el Estado español hasta 2050 —para reducir su gasto de calefacción un 80% y cubrir un 60% de las necesidades de agua caliente— puede generar unos 130.000 empleos nuevos en una primera fase de aquí a 2020. Esta tendencia se vería reforzada si, al mismo tiempo, se incluyera el coste energético de las viviendas en su valoración de mercado.
  • Relocalizar las actividades: dentro de una transición ordenada hacia la sostenibilidad, es preciso construir un modelo económico donde primen las distancias cortas, es decir donde produzcamos localmente lo que consumimos localmente: huertos urbanos (para autoabastecimiento, aprendizaje de la agricultura, recuperación de zonas o solares en desuso o ruralización de la ciudad (14)), descentralización de la producción de energía renovables (para autoconsumo y suministro de viviendas, empresas y transporte colectivo y local), puesta en marcha de monedas locales (15) que favorecen el comercio de cercanía (es decir, el peatón y la bici), cooperativas o grupos de consumo que relacionen sin intermediarios personas productoras y consumidoras a nivel local (es decir independientes de grandes infraestructuras y plataformas logísticas y de transporte altamente energívoras) y privilegien un modo de vida ecológico.
  • Favorecer una movilidad sostenible: como objetivo, el informe Global se marca para 2020 volver a niveles de 0,4 turismos/habitantes y en 2050 reducir esta variable en la mitad. Significa entre otras cosas alcanzar un reparto modal del 10% para el coche, 30% para el transporte colectivo y 60% para el peatón y la bici. De forma combinada con las demás propuestas, se trata de concentrar poco a poco la movilidad doméstica en un radio que permita los desplazamientos a pie (radio de 1km) y en bici (radio de 3 km) y la movilidad profesional en un radio adaptado a los transportes colectivos (5 km). Supone a su vez construir ciudades policéntricas, donde superamos por fin el urbanismo funcionalista (que separa por sus funciones las diferentes zonas de la ciudad entre zonas comerciales, zonas dormitorios, zonas de actividades económica, zonas de ocio y que requiere el coche como elemento vertebrador) y apostamos por la mezcla de actividades y usos en nuestros barrios. (16)
  • Reequilibrar ciudad y campo: según varias hipótesis, se necesitaría en torno a un 30% más de trabajo si se pasara de la agricultura industrial a una agricultura mayoritariamente ecológica (17). Por ejemplo, el colectivo Desazkundea, en su crítica a la propuesta del Gobierno Vasco de las Directrices de Ordenación del Territorio y su apuesta por la soberanía alimentaria (18), recuerda que si se planteara un objetivo de autoabastecimiento agrícola del 20% en Euskadi (hoy es del 5%), esto supondría la dedicación de más de 330.000 Ha y el aumento de la población activa de 1.5% hasta el 5% (25.000 puestos de trabajo). Esto supone por un lado fomentar la reconversión de tierras hoy dedicadas al monocultivo (como puede ser el agroforestal y el negocio del pino-eucalipto-papeleras) en tierras cultivables. Por otro lado, además de ser una fuente de empleo importante, implica revalorizar también el trabajo en el campo y el papel del campesinado en nuestra sociedad, y plantear un reequilibrio progresivo del reparto de población entre campo y ciudad. (19)
  • Democratizar la ciudad: el tamaño desmedido de las ciudades aleja considerablemente la ciudadanía de los ámbitos de decisión. De hecho, Fitopopulos, filósofo e impulsor de la iniciativa Democracia Inclusiva, propone (re)construir núcleos urbanos de un máximo de 30.000 habitantes (al igual que en las ciudades griegas antiguas) para permitir una democracia real. Por su parte, ciudades como Porto Alegre (1 millón de habitantes), han puesto en marcha presupuestos participativos que siguen, en teoría, un sistema abajo-arriba donde las asambleas de barrio discuten las propuestas y sus representantes las acuerdan en asambleas del conjunto urbano. De nuevo, estas conformaciones urbanas requieren de una ciudad o un territorio policéntricos, a escala humana (es decir a pie o en bici) y de democracia directa, que luego se coordine de forma supralocal (comarca, cuenca hidrográfica, región, estado, Europa) a través de mecanismos también democráticos y transparentes.
  • Cambiar de valores y de mentalidad: tan crucial como el diseño urbanístico o el equipamiento de las viviendas es la gente que vive en ellas. No habrá disminución radical de la huella ecológica sin un cambio estructural, de mentalidad y de hábitos de consumo. En el ámbito de la movilidad sostenible, un buen ejemplo es el “Car sharing” (20): muy implantado en países como Suiza, plantea la propiedad compartida de un coche entre varias unidades familiares que luego comparten su uso (lo que conlleva menos unidades producidas, menos espacio requerido para aparcamientos, reparto de los costes vinculados al coche, revalorización de lo común, etc.). De la misma manera y desde una visión global, las cooperativas de viviendas, que practican la cesión de uso, ponen en común espacios y electrodomésticos entre los habitantes, apuestan por la biorehabilitación y fijan precios asequibles y justos. (21)
Sin duda, los retos apuntados aquí son de gran magnitud y eso implica afrontarlos con valor y sobre todo desde abajo y de forma deliberativa. De esta manera, las diferentes iniciativas o planificaciones (como los Planes Generales de Ordenación Urbana) que se pongan en marcha podrán (retro)alimentarse e impulsar principios y buenas prácticas en clave de vivir bien y felices dentro de los límites ecológicos del Planeta.
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Notas:

(1) Para ubicarnos, Bilbao es la capital de Bizkaia fundada en 1300, tiene una superificie de 40,65 km2, una población de 352.700 habitantes (en 2011) y una densidad de 8.676,51 hab./km²

(2) Por ejemplo entre los siglos XVIII y XIX, las “Leyes de cercamiento” inglesas (Enclosure Acts) que establecían “la división, el reparto y el cercamiento de los campos, praderas y dehesas abiertas y comunes y de las tierras baldías y comunes” supusieron la sustitución de los derechos comunales sobre la tierra por los de propiedad privada y la emigración a las ciudades en busca de sustento (principalmente como mano de obra en la industria) o la conversión en jornaleros en el campo.

(3) El techo del petróleo corresponde al punto de inflexión a partir del cual la extracción de una unidad de petróleo por unidad de tiempo ya no puede incrementarse, por grande que sea la demanda.

(4) La biocapacidad o capacidad biológica se refiere a la capacidad de un área específica biológicamente productiva de generar un abastecimiento regular de recursos renovables y de absorber los desechos resultantes de su consumo. Fuente: GreenFacts.

(5) El Índice de Desarrollo Humano (IDH) es un indicador creado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y que tiene en cuenta tres variables: 1) Esperanza de vida al nacer 2) Educación 3) PIB per Cápita (a paridad de poder adquisitivo). El PNUD clasifica a los países en tres grandes grupos: países con alto desarrollo humano con un IDH mayor de 0,80, países con medio desarrollo humano entre 0,50 y 0,80, y países con bajo desarrollo humano con un IDH menor de 0,50.

(6) La justicia ambiental reconoce a todos los seres humanos los mismos derechos de acceso e idénticas opciones a los beneficios de la oferta ambiental y cultural del planeta.

(7) Lo que supondría a su vez una disminución del 29% en su componente de superficie artificial, un 58% de la necesidad de superficie provocada por las emisiones de CO2y un 24% como consecuencia de nuevos hábitos de consumo más saludables.

(8) Estos principios son una adaptación por parte del autor de los principios propuestos por el Informe Global sobre Ciudades.

(9) Por ejemplo, entre 1990 y 2007, y a pesar de mejoras significativas en torno a la intensidad de carbono (-12%), la eficiencia tecnológica no ha compensado el crecimiento de la población (+24,5%) y el aumento del PIB por habitante (+25,5%), y las emisiones de CO2 han aumentado a nivel mundial de 38%. Fuente: Jackson, Tim (2011): Prosperidad sin crecimiento. Economía para un planeta finito. Encuentro Intermón Oxfám-Icaria.

(10) Véase Marcellesi, F. (2011): Las deudas ecológicas de la democracia moderna, Ecología política, nº42, disponible aquí.

(11) Movimiento lanzado por Rob Hopkins en el pueblo inglés de Totnes y hoy presente en centenares de ciudades europeas. De forma pragmática, plantea la necesidad de crear resiliencia, es decir adaptar las ciudades para que sean capaces de absorber los choques que provocarán el techo del petróleo y el cambio climático. En Euskadi, existe Gasteiz en Transición.

(12) Sobre el caso del aeropuerto de Bilbao, véase Marcellesi, F.: “Aeropuertos y ecología: una crisis de alto vuelo”, en la revista de Gesto por la paz. Disponible aquí.

(13) Más información disponible aquí.

(14) Véase en Bilbao el proyecto Baratza de Desazkundea. A pesar de que en Bilbao no haya por el momento poco o ningún interés por parte del equipo de gobierno de desarrollar huertos urbanos, existen buenas prácticas como en Zaragoza, Villena o Altea.

(15) Véase en Bilbao el proyecto de moneda local Ekhi. Por ejemplo, en Bristol, ciudad de más de 400.000 habitantes que ha puesto en marcha la propuesta de “iniciativas en transición”, el alcalde cobra su sueldo en moneda local.

(16) Es de mucho interés constatar que muchas propuestas decrecentistas coinciden con propuestas de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Bilbao. Véase por ejemplo “El Libro Blanco del Transporte de Bilbao y Bizkaia” (VVAA de Bilbao, 2009).

(17) Según The General Workers’ Union in Denmark: For Posterity—For Nature’s Sake—Ecological Farming. El estudio Sustainable Germany del Instituto Wuppertal (1995) da una cifra del 20%. En Riechmann, J. (2003): Cuidar la T(t)ierra. Políticas agrarias y alimentarias sostenibles para entrar en el siglo XXI. Icaria.


(19) Este reequilibrio también se tendría que hacer a mayor escala puesto que obviamente algunas zonas están superpobladas en comparación con la biocapacidad real de su territorio, como puede ser el caso de la costa valenciana y alicantina.

(20) Para más información, véase la asociación vasca de Car Sharing.

(21) En Bilbao, se está creando desde Desazkundea la cooperativa de viviendas Etxecoop. En Cataluña, existe como referencia Sostre Civic.

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