Dentro del programa de Cursos de Verano de la Universidad Autónoma de
Madrid, se celebró en julio de este año el titulado
"Transiciones a la sustentabilidad: alternativas socioecológicas",
dirigido por Jorge Riechmann y coorganizado por FUHEM Ecosocial, Ecodes,
Fundación de Investigaciones Marxistas (FIM) y FYL.
Asistí al curso. Muchas cuestiones de interés se suscitaron, pero hubo dos ponencias que me impresionaron más que las otras, porque al carácter de aviso sobre lo insostenible de nuestras sociedades añadían la nota de urgencia para cambiar de rumbo. Estas ponencias fueron la de Pedro Prieto y la de Alica Valero.
Pedro Prieto tituló la suya "La espinosa cuestión de la energía neta en las transiciones hacia la sostenibilidad". La ilustró con datos y gráficos bien conocidos
Tan previsible como la carestía energética es la de los materiales. Ya pasó el tiempo en que parecía tener algún significado la expresión "criadero de mineral" como sinónima de yacimiento. Si el petróleo y el carbón existen en cantidades limitadas, lo mismo ocurre con el níquel o el wolframio. Y especialmente escasos con los lantánidos, metales que por algo son llamados "tierras raras".
En realidad, ambos agotamientos van parejos, y cuando más escaso es un material, más difícil y costoso (en términos energéticos) es extraerlo, máxime cuando precisamente escasea esa energía.
Asistí al curso. Muchas cuestiones de interés se suscitaron, pero hubo dos ponencias que me impresionaron más que las otras, porque al carácter de aviso sobre lo insostenible de nuestras sociedades añadían la nota de urgencia para cambiar de rumbo. Estas ponencias fueron la de Pedro Prieto y la de Alica Valero.
Pedro Prieto tituló la suya "La espinosa cuestión de la energía neta en las transiciones hacia la sostenibilidad". La ilustró con datos y gráficos bien conocidos
La otra ponencia la presentó Alicia Valero, investigadora en CIRCE, el Centro de Investigación
de Recursos y Consumos Energéticos de la Universidad de Zaragoza. Titulada, la acompañó de una concluyente presentación.
Tan previsible como la carestía energética es la de los materiales. Ya pasó el tiempo en que parecía tener algún significado la expresión "criadero de mineral" como sinónima de yacimiento. Si el petróleo y el carbón existen en cantidades limitadas, lo mismo ocurre con el níquel o el wolframio. Y especialmente escasos con los lantánidos, metales que por algo son llamados "tierras raras".
En realidad, ambos agotamientos van parejos, y cuando más escaso es un material, más difícil y costoso (en términos energéticos) es extraerlo, máxime cuando precisamente escasea esa energía.
Ahora encuentro este otro artículo sobre el mismo asunto. Que aumenta la preocupación, porque esos metales raros se usan en microelectrónica, y son por eso mucho más difíciles
de separar, para reutilizarlos, de los desechos tecnológicos:
Los metales que dan vida a nuestros smartphones son imposibles de reemplazar
La Universidad de Yale tiene ya algo de experiencia con estudios en metales raros, y recientemente han publicado los resultados de uno que demuestra que es imposible encontrar materiales que cumplan la función de los metales raros en nuestros gadgets.
No le estamos dando la debida atención al reciclaje. Y no, no me refiero al reciclaje tradicional de productos como cristal, plástico, papel y metales comunes. Me refiero a un reciclaje mucho más importante, el de los metales que forman las entrañas de la mayoría de los aparatos modernos, como smartphones, tablets, televisores y ordenadores.
La mayor parte de los mentados metales son irreemplazables. Al menos así lo demuestra un estudio recientemente realizado por la Universidad de Yale, donde han estudiado los 62 metales que son más utilizados para la fabricación de los componentes que dan vida a todos los gadgets modernos, dentro de los que se incluyen procesadores, memoria RAM, placas de circuitos, pantallas y demás órganos vitales para el funcionamiento de nuestros terminales.
El objetivo del estudio en cuestión era evaluar si sería fácil reemplazar el uso de un metal determinado por otro material, en caso de que por algún motivo dejara de estar disponible. Los resultados son muy poco alentadores.
Con una posible clasificación que iba desde el "excelente" hasta "pobre" evaluaron la viabilidad de reemplazar un metal en determinado por otro material. El resultado fue que ni siquiera uno solo de los metales bajo evaluación puede ser sustituido por otro tipo de material que pueda cumplir con su función igual de bien. Lo que es peor, solamente doce de los sesenta y dos metales estudiados encontraron sustitutos que harían su trabajo, mal, pero lo harían en caso de ser necesario.
Con una posible clasificación que iba desde el "excelente" hasta "pobre" evaluaron la viabilidad de reemplazar un metal en determinado por otro material. El resultado fue que ni siquiera uno solo de los metales bajo evaluación puede ser sustituido por otro tipo de material que pueda cumplir con su función igual de bien. Lo que es peor, solamente doce de los sesenta y dos metales estudiados encontraron sustitutos que harían su trabajo, mal, pero lo harían en caso de ser necesario.
Esto pinta realmente mal para el futuro, puesto que la gran mayoría de tales materiales también están en la clasificación de metales raros, lo que quiere decir que en algunos años, para cuando se nos agoten las fuentes de donde son obtenidos, podríamos ver que las cosas se ponen realmente difíciles en la industria de consumo. Lo que es peor, las estimaciones apuntan al año 2020 como fecha tope.
La solución, claro, es comenzar a reciclar desde ya, y tratar de recuperar estos materiales de los gadgets que ya no utilizamos, de modo de poder estirar un poco más el tiempo con el que contaremos con estos elementos. Quizás es momento de ponerse a guardar todos los aparatos tecnológicos que se nos van averiando, un día podríamos hacer algo de dinero con ellos como material de reciclaje.
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