Sobre ese mecanismo que perpetúa la incómoda (pero tan cómoda para algunos) sociedad actual trataba la anterior entrada de este blog. Y prolongo mi reflexión con esta canción de Javier Krahe.
Casualmente, hace muy pocos días se celebró en Pontevedra una festa do libro en la que encontré sus zozobras completas. Entre ellas hallé esta, que viene como anillo al dedo para la denuncia de una reforma política, forjadora de un "aparato irreformable" que una y otra vez nos obliga a elegir entre lo malo y lo peor, nuevamente lo malo, otra vez lo peor...
El libro es un homenaje al desaparecido cantautor (el prefería el término "cantante letrista"). Sus calidades humana y literaria quedan bien reflejadas en el prólogo de Miguel Tomás-Valiente.
Sus letras y el modo de interpretarlas, entre la inocencia y la sorna, son muestras de una clara conciencia de la necesidad de decir las verdades sin "ponerse estupendo". Dialéctico como pocos, con sus dobles sentidos pasaba continuamente de lo profundo a lo trivial, de lo trágico a lo cómico, de lo culto a lo popular, del respeto a la completa irreverencia. Y especialmente de lo rotundo a lo inseguro, a veces con vacilaciones y escalas, como en aquella estimación, en el tío Marcial, de la conducta de un hijo pródigo que se le escapa:
Y el hijo que me dio
mi adorada mitad
nos salió inconformista
o quizá intelectual
o emigrante quizá
o, en fin, quizá turista...
En el principio de la canción que sigue vemos un ejemplo de manejo intencionado de una cita literaria, recurso muy de su gusto, cuando sustituye por "democracia" el "cuando callas" de Pablo Neruda.
A fin de cuentas, viene a ser lo mismo...
Javier Krahe interpreta "Ay, Democracia", en la sala PALO PALO de Marinaleda, el 10 de Abril de 2010
Me gustas, Democracia, porque estás como ausente
con tu disfraz parlamentario,
con tus listas cerradas, tu Rey, tan prominente,
por no decir extraordinario,
tus escaños marcados a ocultas de la gente,
a la luz del lingote y del rosario.
Me gustas, ya te digo, pero a veces querría
tenerte algo más presente
y tocarte, palparte y echarte fantasía,
te toco poco últimamente.
Pero, en fin, ahí estás, mucho peor sería
que te esfumaras… como antiguamente.
Los sesos rebozados de delfín
que Franco se zampaba en el Azor
nos muestran hasta qué grado era ruin
el frígido y cristiano dictador,
el frígido y cristiano dictador.
Fue un tiempo de pololos, tinieblas y torturas...
volvamos al aquí y ahora
donde tú, Democracia, ya sé que me procuras
alguna ley conciliadora,
pero caes a menudo en sucias imposturas,
fealdades que el buen gusto deplora.
Como el marco legal siempre le queda chico,
y a eso el rico es muy sensible,
si tirando, aflojando, empleando un tiempo y pico,
se hace un embudo más flexible,
que tú apañes la ley a medida del rico
al fin y al cabo… es muy comprensible.
¿Pero qué hay del que tiene poca voz,
privado de ejercer tantos derechos,
porqué al nudista pones albornoz,
qué hay de los raros, qué hay de los maltrechos?
¿qué hay de los raros, qué hay de los maltrechos?
Y tus representantes selectos, Democracia,
tus güelfos y tus gibelinos,
cada día que pasa me hacen menos gracia,
sus chistes son para pollinos.
A enmendar tus carencias te veo muy reacia
y están mis sentimientos muy cansinos
y como ya me aburre decir continuamente
"eso no estaba en el programa"
no cuentes con que vaya hacia ti cuatrianualmente,
no compartamos más la cama,
vamos a separarnos civilizadamente.
Y sigue tú… viviendo de tu fama.
Cuando veas mi imagen taciturna
por las cívicas sendas de la vida
verás que no me acercan a tu urna.
No alarguemos ya más la despedida.
No alarguemos ya más la despedida.
Habría que empezar por reconocer (sin que ello implicara resignación, sino todo lo contrario) que somos una colonia del capital, administrada por su máximo representante yanqui. Eso sería un buen comienzo de cara a posicionarnos ante nuestra "realidad real".
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