jueves, 27 de mayo de 2021

El tiempo ensimismado

Para celebrar la Semana del Libro de este año, El laboratorio de ideas para el comunismo del Partido Comunista de Castilla-la Mancha presentó esta novela. A través de la videoconferencia, el autor explicó, desde su conocimiento como historiador de la Unión Soviética, algunas claves importantes para entender acontecimientos históricos, más allá de interpretaciones interesadas que el tiempo transcurrido debería dejar atrás.

Las vicisitudes que rodearon el traslado a la URSS del "oro de Moscú", para desde allí negociar su venta, en el despiadado mundo especulativo de las finanzas internacionales, como único medio posible para adquirir armamento y suministros, ante el aislamiento internacional (que solo afectaba a la República, porque los sublevados contaban con todo el apoyo de Alemania e Italia), están presentes a lo largo del relato.

Se entremezclan estas intrigas con los enfrentamientos, dentro del campo republicano, entre anarquistas, trotskistas y comunistas, cuando cada grupo tenía prioridades sin duda incompatibles: ganar la guerra o hacer la revolución. La hipótesis es que todos querían gestionar ese oro para su causa.

No cabe duda de que existió una lucha entre agentes de todas las partes, unos por razones ideológicas, otros como negociantes sin escrúpulos. Operación Cicerón, El Tercer Hombre o El espía que surgió del frío debieron ser muy reales en aquel tiempo de guerra y preguerra (como en este mismo, desde luego).

Los documentos que aparecen intercalados en el relato, fieles o novelados, son muy plausibles, sobre todo teniendo en cuenta el acceso del autor a los archivos desclasificados tras la desaparición de la URSS.

La novela se desarrolla en tres planos: el fantástico de la casa de Pepín o las misteriosas cabras blancas, el de los personajes de ficción y sus particulares enfrentamientos y el histórico, con actores reales e hipotéticos. Todos ellos interactúan en capítulos que podrían ser relatos separados. El lector los debe enlazar y tendrá una visión de un tiempo y de un país.

En su charla, Antonio dejó muy claro que ya es hora de abandonar cualquier explicación sectaria de la Historia. El tiempo transcurrido pone a cada uno en su lugar, explica sus razones y permite entender la complejidad de los hechos, los aciertos y los errores que ya no podemos cambiar.

En El Mono Azul, suplemento cultural de Mundo Obrero, aparece este mes una reseña de Gema Delgado que copio a continuación.



Donde transitan los vivos y viven los muertos

o la física elástica de Espartal

Gema Delgado

Realismo mágico en un pueblo de Murcia, Espartal, tierra limítrofe entre arterias que lo unen con el resto del mundo y senderos que acaban en montes y riscos. Espartal no tiene límites, es universal. En este pueblo tan peculiar cabe toda la geografía del mundo y las gentes que la pueblan, ya sean vivos o muertos. Limítrofe entre lo que pasó, lo que pudo haber pasado, lo que el autor recrea con sus personajes históricos y autóctonos, reales y ficticios, y lo que juega con nosotros cuando intentamos despejar la ficción de la vasta documentación que maneja un historiador que lleva tres décadas viviendo en Moscú, de donde provienen algunos personajes de la historia: conocidos consejeros, espías, corresponsales de prensa como Koltsov y Ehrenburg y hasta el embajador Rosenberg. Hechos, fantasía, intrigas, juegos y guiños de humor en un mundo de revolución, de sueños truncados y tragedias. Todo eso y más es "El tiempo ensimismado".

Y es que por Espartal pasó mucha gente y muchas cosas: Las Grandes Princesas rusas, la Segunda República, el Quinto Regimiento, los anarquistas, los comunistas, el golpe de Estado, la guerra, los convoyes cargados con las reservas de oro del Banco de España con las que Negrín quería intentar salvar la República, los espías soviéticos, los corresponsales de guerra, los fantasmas, los falangistas, los arribistas, la venganza y la codicia, los traidores, los sindicalistas que no torcieron su brazo y los amos de las fábricas, de los campos, de las vidas y las muertes... que fueron muchas, y todas prematuras y violentas. Por eso los muertos se reúnen en casa de Pepín el de las Cartas a la espera de hablar con los vivos sobre aquellos asuntos que les quedaron pendientes. Mientras charlan, se reencuentran y desvelan historias inconclusas que sólo ellos saben y que ya no necesitan ocultar.

Allí, a la casa de Pepín, llegó, después de salir por última vez de la cárcel, Juan el Lagarto, el comunista que cuando comenzó la guerra se unió al Quinto Regimiento. Fue a que el visionario del pueblo le leyera el porvenir, como hacían los vivos, pero se quedó sorprendido cuando Pepín le contó que ya no tenía porvenir porque estaba muerto. Resulta que, después de haber burlado tantas veces a la muerte, se había muerto sin darse cuenta, o al menos él no recordaba ni cuándo, ni cómo, ni dónde. Andaba desmemoriado porque llevaba poco tiempo muerto, según decía Pepín. Pero poco a poco fue recordando y sumando con los otros muertos pedazos de vida con los que se ha construido esta historia coral de héroes, heroínas y anti héroes.

El escritor e historiador Antonio Fernández Ortiz nació en Cieza (Murcia), en una comarca que vivía del esparto y en una familia que subsistía con la agricultura. Estudió Historia y se fue con una beca a Moscú, en 1991. Desde entonces vive allí sin olvidar su pueblo. En 2008 escribió Historias de Espartania, sobre la vida en aquellas tierras, con unos paisanos que vuelven a salir ahora en su última novela "El tiempo ensimismado" ubicada ahora en Espartal.

Especialista en Rusia, Antonio ha recreado también la trama de conspiraciones entre trotskistas y comunistas de Stalin en la España de la guerra civil y la implicación de todos en el traslado de las reservas de oro del Banco de España a Moscú y poder comprar armas, municiones y alimentos para salvar la República. Con este fantástico libro Antonio nos invita a emprender un viaje a través de la física elástica hasta Espartal y a compartir tertulia en casa de Pepín, donde transitan los vivos y viven los muertos.

Antonio Fernández Ortiz colabora en Mundo Obrero, desde las páginas culturales de El Mono Azul, con la sección Literatura y Revolución. Desde ellas hace un recorrido por la literatura y la implicación política de los escritores rusos, porque, como nos explica cada mes, la literatura rusa y después soviética del siglo XIX y XX está marcada por la revolución.

2 comentarios:

  1. Quienes eran los "stalinistas"? Los que seguían en el frente combatiendo el fascismo hasta la traición de Casado y Cipriano Mera?.
    Los que no aceptaban un mando unificado y hacían sus "revoluciones" cuando el fascismo avanzaba?
    Los que como mis abuelos fueron fusilados por ser campesinos afiliados a la CNT, mientras los dirigentes trotskistas como Maurín eran recompensados por el franquismo, dejándolos en libertad con pasaporte estadounidense?.
    Artús Quintela

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  2. Entiendo que el artículo llama "estalinistas" a los miembros del PCE, dado que los trotskistas también se consideraban comunistas, así como los anarquistas ("comunistas libertarios"), y que los primeros se encuadraban en la Tercera Internacional, cuyo máximo exponente era entonces Stalin.

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