martes, 2 de noviembre de 2021

Hay que verlo todo y saberlo ver

Anna María Dalí mira por la ventana, aparentemente distraída. Se puede mirar sin ver demasiado bien, pero para ver bien hay que mirar. Y mirarlo todo, tanto lo que nos gusta como lo que no.

Dice aquí Umpiérrez que si nos encerramos en nuestro mundo sin asomarnos fuera de él podemos caer en el pensamiento sectario, relacionarnos sólo con nuestros afines y dejar de ver la globalidad. Estoy de acuerdo. Hay que conocer lo que hay fuera de nosotros, porque nosotros sí estamos dentro de ello.

Este riesgo es menor para el pensamiento crítico, al que los poderosos medios enseñan continua y forzosamente ese mundo que de forma consciente rechaza. Salvo que cierres todas tus ventanas, llegas a conocer bastante bien lo que piensa y cómo actúa ese mundo existente fuera de ti, porque te lo meten por las narices.

No ocurre lo mismo con el pensamiento dominante (en el que domina en los dominados, no el de los dominadores cupulares), que pocas veces se asoma al conocimiento de otros datos y otras formas de pensar.

Pensar a contracorriente enseña lo que no se puede conocer si se piensa "corrientemente".


Mundos pequeños y cerrados

Todas las personas pertenecen a mundos pequeños o desenvuelven su vida diaria en mundos pequeños: su núcleo familiar, su círculo de amigos y conocidos y su ámbito de trabajo. Y todos esos mundos pequeños pueden ser más ricos o pobres en términos de cultura científica, lingüística y cultural, en términos de relaciones fraternales y de lucha, en términos de pasiones y emociones, y en términos de acciones y reflexiones.

Todos esos pequeños mundos tienen puertas y ventanas abiertas al mundo global, pero esas puertas y ventanas pueden estar muy abiertas, semiabiertas o cerradas. Pero no basta con tener las puertas y ventanas de tus pequeños mundos abiertas; hay que saber qué entra por ellas. Ahora bien, cada cual elige su vida y decide qué quiere que entre en su mundo. Si tu mundo pequeño lo abres a las grandes fuerzas, tendencias y causas del mundo global, tu mundo pequeño estará integrado en los grandes mundos. Pero si, por el contrario, dejas que por tus ventanas y puertas solo entren las fuerzas marginales y las ideas de los que piensan y sienten como tú, tu mundo se hará aún más pequeño.

Y por último, si mantienes tus pequeños mundos cerrados a las grandes fuerzas y tendencias, tu vida espiritual se empobrecerá sin que te percates de ello e inevitablemente caerás en el pensamiento sectario, que te aislarán del mundo global aunque te rodeen cientos de personas. Se puede estar rodeado de muchas personas y vivir aislado del mundo global, y se puede estar aparentemente solo y estar muy integrado en el mundo global.

(...)

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