Salvador López Arnal, en El Viejo Topo, hizo una reseña del libro de Costas Lapavitsas, Crisis en la
eurozona. De ella extraigo algunos fragmentos.
En mi anterior entrega de este blog, Guía de los Perplejos, cité de pasada el debate del euro, dentro de esos temas que resultan inciertos para la izquierda de este país, y otros países periféricos, porque el cálculo dudoso sobre los pros y contras de una definición clara retrae la toma decidida de posición. Aunque más que de ventajas e inconvenientes habría que hablar de inconvenientes e inconvenientes mayores.
En mi anterior entrega de este blog, Guía de los Perplejos, cité de pasada el debate del euro, dentro de esos temas que resultan inciertos para la izquierda de este país, y otros países periféricos, porque el cálculo dudoso sobre los pros y contras de una definición clara retrae la toma decidida de posición. Aunque más que de ventajas e inconvenientes habría que hablar de inconvenientes e inconvenientes mayores.
El XIX Congreso del PCE albergó cierto debate sobre esto, y supeditó la salida del euro u otras medidas alternativas sobre la moneda a una actuación conjunta en los países de la periferia de la zona, ante los riesgos de cualquier salida unilateral.
Yo utilizaría la conocida metáfora de la rana hervida para defender también la salida (mejor en formación que solos) de esta moneda-dogal. Convendría saltar cuanto antes.
SLA se pronuncia por la salida, y cita argumentos de otros autores:
(...)
Crisis en la eurozona pretende abonar, pues, la consideración de
Vicenç Navarro en su columna “Dominio Público” del pasado 31 de octubre
de 2013. Este escrito, apunta el profesor de la UPF, “señala la
necesidad y urgencia de debatir los méritos y deméritos de permanecer en
el euro, con el análisis de los beneficios y costes que ello
implicaría, comparándolo con los costes y beneficios de mantenerse en
él.” Es urgente que se abra un debate en España sobre el mérito o
demérito de salirse del euro. Es muy criticable, señala VN; “que apenas
exista debate sobre este tema. Incluso en amplios sectores de izquierda
apenas aparecen artículos que cuestionen la permanencia de España en el
euro. De ahí que tal debate debería darse con especial énfasis entre las
izquierdas, sin insultos, sarcasmos o sectarismos”. Entre nosotros,
Pedro Montes o Alberto Montero Soler (y en ocasiones Juan Torres López)
apoyan la misma consideración.
(...)
En la parte final incluye algunos de los argumentos del libro de Lapavitsas:
(...)
La salida progresista de la zona euro –“una salida sujeta a una
reestructuración drástica de la economía y la sociedad”- es vista en los
siguientes términos (una opción que no se niega que por supuesto
supondría un importante choque económico): “se produciría una
devaluación, la cual descargaría parte de la presión del ajuste al
mejorar la balanza comercial, pero también dificultaría sobremanera el
hacer frente a la deuda exterior”. Serían, por todo ello, necesarias la
suspensión de pagos y la reestructuración de la deuda. “El acceso a los
mercados internacionales se volvería extraordinariamente complicado. Los
bancos se encontrarían bajo una fuerte presión y teniendo que hacer
frente a la quiebra. La cuestión es, sin embargo, que estos problemas no
tienen que ser afrontados de la habitual manera conservadora” (p. 110).
Y no, claro está, no tienen por qué serlo. “La combinación de
banca pública y controles sobre la cuenta de capital plantearía
inmediatamente la cuestión de la propiedad pública sobre áreas de la
economía. Los puntos débiles subyacentes a la productividad y la
competitividad amenazan ya la viabilidad de sectores completos de
actividad económica en los países periféricos”. La propiedad pública,
una vieja identidad de la izquierda transformadora no cooptada por el
neoliberalismo, sería necesaria para evitar el colapso. “Los ámbitos
específicos que se colocarían bajo propiedad pública e incluso la forma
que esta tomaría dependerían de las características de cada país. Pero
los servicios públicos, el transporte, la energía y las
telecomunicaciones serían los principales candidatos, por lo menos con
el fin de respaldar al resto de la actividad económica” (p. 111).
De hecho, tal como se ha señalado, la manera correcta de tratar el
tema del euro no pasa por plantearse los costes económicos y sociales de
la salir de la moneda única. No, no es este el punto. “Ese es el
planteamiento de las fuerzas conservadoras y en particular de los
poderes económicos. Tenemos que empezar por analizar los costes de
permanecer en la eurozona porque después de aceptar la dura medicina de
los recortes salariales, la reducción del gasto público, la subida de
impuestos, las privatizaciones y la destrucción del Estado de bienestar
seguimos con una perspectiva de estancamiento económico a largo plazo”.
Para CL es imprescindible abandonar el euro para evitar este
estancamiento, “el aumento de la pobreza, la pérdida de derechos
democráticos y de soberanía nacional en los países periféricos”. No hay
ninguna duda desde su punto de vista de que el euro es insostenible a
largo plazo. “La Unión Económica y Monetaria representa un fracaso
histórico gigantesco, que se ha intentado mantener asumiendo enormes
costes sociales durante los tres últimos años”. En lugar de seguir
adoptando medidas basadas en la austeridad (neoliberal) y contra el
interés de los trabajadores y trabajadoras, “hay que tomar el control de
la banca y los flujos de capital, lo que es perfectamente posible
porque la propia UE lo hizo en el caso de Chipre”. Se puede, se puede.
Una medida, añade, que evitaría también los ataques de los mercados y la
fuga de capitales, “una amenaza real pero con la que tampoco se debe
exagerar”.
Urge CL a las organizaciones de izquierda que
quieran seguir siéndolo a que se replanteen su visión sobre Europa, así
como también el papel de los Estados modernos y la forma más adecuada
para crear “un internacionalismo más eficaz para enfrentar este ataque,
sin precedentes, del capitalismo”. El internacionalismo, otra noción
clave de la izquierda. Hace más de treinta años, Manuel Sacristán se
expresaba en estos términos:
“El marxismo se ha convertido en un fenómeno universal, más como método de solución a todos los problemas. En estos momentos, la tendencia es hacia una interiorización, hacia una nacionalización de la política... No obstante, el marxismo no ha entendido ni las autonomías, ni los nacionalismos y mucho menos los elementos subjetivos, psicológicos de las sociedades. ¿Cree usted que esta crisis del marxismo es definitiva?” se le preguntó. Su respuesta:“La nacionalización de la política es uno de los procesos que más deprisa pueden llevarnos a la hecatombe nuclear. El internacionalismo es uno de los valores más dignos y buenos para la especie humana con que cuenta la tradición marxista. Lo que pasa es que el internacionalismo no se puede practicar de verdad más que sobre la base de otro viejo principio socialista, que es el de la autodeterminación de los pueblos... Todo lo demás que dice usted en esta pregunta es pura moda neorromántica irracionalista, efecto de la pérdida de esperanzas revolucionarias”.
En la página final del
libro se recoge una cita de David Graeber: “Si la Historia muestra algo
es que no hay mejor manera de justificar las relaciones basadas en la
violencia, de hacerlas que parezcan morales, que redefinirlas en el
lenguaje de la deuda, sobre todo porque inmediatamente hace que parezca
que la víctima es quien está haciendo algo malo”. No está mal, nada mal,
para cerrar este excelente ensayo ni siquiera esta pobre aproximación
que aspira, básicamente, a llamar la atención sobre la importancia de
este trabajo de Costas Lapavitsas y de sus compañeros del RMF (Research on Money and Finance).
_________________________________________
Termina su escrito SLA con este post scriptum:
PS: Me permito recomendar como lectura complementaria, más esencial y
fructífera por supuesto que este comentario, el reciente artículo de
Alberto Montero Soler “Salir de la pesadilla del euro” (http://www.mientrastanto.org/boletin-120/notas/salir-de-la-pesadilla-del-euro),
otro de nuestros economistas esenciales, otro de los
economistas-más-que-economistas hispánicos que navegan lúcidamente
contra la corriente (por el momento) más mayoritaria.
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