viernes, 17 de enero de 2014

Izquierdas y derechas




En el programa de debate televisivo Vía V se planteaba ayer mismo lo que significan estos términos para la gente, y se comprobó una vez más la imprecisión y el despiste que sobre ellos impera.

La interpretación más inmediata del fenómeno, primera que se le ocurre a una mente crítica, es que son conceptos manipulados, desvirtuados y oscurecidos hasta su nulidad práctica, confluyendo en ello intereses espurios, tanto "de derechas" como "de izquierdas".

Sin ignorar el hecho cierto, se me ocurre que eso ha sido posible por la existencia de otros factores históricos, relativos tanto a la evolución de las luchas sociales, como a las inercias de las formaciones políticas.

Desde luego, ambos términos tienen, con independencia de sus atribuciones políticas, mucho más recientes y casuales, una carga que relaciona la localización con factores simbólicos positivos y negativos. Lo cual ha sido aprovechado de antiguo, de modo un tanto simplón, por la derecha política.

La etimología diversa, en las lenguas de España, de ambas palabras, ha contribuido también a cargarlas de contenido emocional.

Derecho es un término claramente latino, ligado al buen hacer (destreza) que se atribuye a la mano que no por casualidad se llama diestra, porque lo es en la mayoría de las personas. Puede asociarse fácilmente al buen hacer de la justicia y de la ley, y da nombre a la ciencia y la práctica que las hacen posibles. Por esto se asocia a otros conceptos de valoración positiva, como recto, directo, erguido, justo, y a traves del carácter deseable de la moderación, a sus significados de moderado y conservador, que ya adquieren per se una carga política.

Izquierdo, por el contrario, es un término prerromano, seguramente vasco-celta (de "esku", mano, y del celta "kerros", torcido). En euskera, "eskerre" significaría pues algo así como "mano tuerta" o "mano torpe". Yo me quedaría con "la mano tonta". Como término ajeno al latín, para la mayoría de los hablantes ibéricos carece de asociaciones positivas o negativas. Cosa que no ocurre con el término latino siniestro, que ya ha perdido su significado original, conservado en italiano, y que como mínimo se asocia a perverso y oscuro. Fácil asociación, pues, para un uso político tendencioso.

Pero al margen de estos significados, esos usos políticos proceden de una casualidad: De la colocación de los representantes de estas tendencias en el local de la Asamblea Nacional Constituyente de 1789. Los situados a la derecha de la presidencia defendían el veto real de las leyes, a lo que se oponían los situados a la izquierda, porque eso suponía el mantenimiento del absolutismo.

Es entonces cuando se empieza a asociar a la derecha con el caracter conservador, reaccionario, enemigo de los cambios, en el sentido social del término. Y a la izquierda con las tendencias innovadoras, progresistas o revolucionarias, decididas de algún modo a propiciar cambios sociales.

A partir de aquí intervienen los factores que cité al comienzo para contribuir a desdibujar los significados reales de estas palabras en el imaginario colectivo.

La evolución de las luchas sociales cambia los términos del debate. Si en un principio la derecha era conservadora frente a una izquierda liberal, eso era en un contexto de emancipación política de la burguesía frente a los privilegios de la nobleza. Haciendo la salvedad de que esa nobleza era ya una "nobloburguesía" (perdón por el palabrote), en la que se mezclaba la nobleza más rancia con advenedizos burgueses privilegiados y ennoblecidos, claramente capitalistas ambos. Y junto a los burgueses demócratas, que querían eliminar esos privilegios, se alineaban entonces campesinos pobres, artesanos urbanos y un incipiente proletariado industrial.

Aún, en los Estados Unidos, se llama "liberales" a los más o menos izquierdistas que defienden las políticas del Partido Demócrata, empleando una denominación que en Europa es ya un cajón de sastre en el que caben incluso conocidos y reconocidos fascistas.

El triunfo burgués frente al absolutismo del Antiguo Régimen, produce nuevas situaciones y recrea viejos enfrentamientos. Ahora la gran burguesía triunfante vuelve a ser una "nobloburguesía" que acoge en su seno a los miembros supervivientes de la vieja nobleza y a los burgueses recién enriquecidos. Y enfrente estan otras "clases populares", con el predominio indiscutible del proletariado. Ya, en buena ley, derecha e izquierda significan otra cosa, aunque se siguen utilizando, segun quien lo haga, con variable geometría.

Incluso el viejo proletariado cambia, y con la evolución social aparecen términos confusos, como el de "clases medias". Otro cajón de sastre que propicia ideologías confusas y una nueva posición, carente de significado propio, identificando con ellas: el "centro" político. En la medida en que ese centro no quiere cambios de fondo en el sistema, puede identificarse estrictamente con el concepto original de "derecha".

Los vaivenes de la historia dejan en parte inservibles los conceptos "situacionistas", y son altamente manipulables, con usos ideológicos que no resisten un análisis mínimamente serio.

La inercia de las formaciones políticas es el otro factor que desdibuja estos conceptos. Porque viejos partidos revolucionarios evolucionan y se instalan en la comodidad del sistema, en un proceso ya sesquisecular, con un goteo contínuo de posturas oportunistas y acomodaticias que los va transformando verdaderamente en "partidos de orden" o "partidos conservadores". De facto, en partidos "de derechas". 

Ya no luchan por cambios significativos de la sociedad, más allá de la evolución, a la que quiero creer que son ajenos, que propician incesantemente los poderes económicos, en su búsqueda incesante de beneficios.

Siglo y medio de escisiones políticas "posibilistas" van arrastrando y desgajando de la izquierda a sectores completos de la sociedad. Y los que se van se llevan con ellos interpretaciones de lo que es "la izquierda", contribuyendo al desprestigio del término, lo que hace que muchos ciudadanos se autodefinan como "ni de derechas ni de izquierdas", postura claramente derechista que los lleva directamente a querer conservar lo que habría que cambiar. Curiosamente se definen así muchos ultraderechistas, contribuyendo a esta Babel.

Pero, sea por la inercia mental, que te hace ver que sigues en el mismo sitio cuando te has ido trasladando a otro, sea por calculado engaño, esos partidos siguen llamándose "de izquierdas", y sus políticas, con matices de alguna importancia frente a las más reaccionarias, "las políticas de la izquierda". Claro que siempre dirán que ellos son "la izquierda posible".

Sólo puedo entender como tal una izquierda solidaria, para la que el valor humanidad sea más importante que cualquier otro, defendiendo la igualdad esencial de los humanos, por encima de barreras nacionales o de clase. Esas barreras de clase, que son las verdaderas, no se eliminan hablando de igualdad teórica mientras no se busque de verdad la igualdad de derechos. De Derechos Humanos.


Mi conclusión es: o somos capaces de deslindar nuevamente la frontera entre los partidarios de cambiar de verdad la sociedad y los que están a gusto en ella, o tendremos que renunciar a unas denominaciones que perpetúan la confusión.



Juan José Guirado

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