martes, 10 de marzo de 2020

Argumentos

No busquéis aquí: ha desaparecido.

Había extractado algunas ideas de ese blog, y de un día para otro no existe. Puede que el autor lo haya eliminado en un arranque de nihilismo, convencido de que no servía para nada.

Yo aún no he llegado a ese punto, pero...








2019 / Diario


“Reflexionemos antes lo que corresponde hacer y no imitemos a los atenienses, que primero atacan y luego discurren”.


(PANTAGRUEL)


Leo que Walter Benjamin, testigo de la Gran Crisis de 1929, concluyó: “La experiencia de nuestra generación: el capitalismo no morirá de muerte natural”. La experiencia histórica nos dice que el capitalismo, hasta ahora, ha logrado sobrevivir tanto a sus ‘achaques naturales’, es decir las crisis cíclicas, como a las más graves enfermedades llamadas crisis estructurales. Otra cosa es que a estas alturas del siglo XXI todo apunta a que el capitalismo, cierto que con la complicidad en mayor grado pasiva o en menor activa de la mayoría social narcotizada, ha decidido morir matando, pero matando esta vez a la totalidad de la especie humana a escala planetaria: ecocidio.

Y no se trata de que el capitalismo tenga esa vocación suicida, sino más bien que la cosa va en su autónoma naturaleza e indomable dinámica, en su incontrolable lógica irracional. Por ejemplo ‘el ahora como fin en sí mismo’, y ya luego si, por ejemplo, efectivamente los combustibles fósiles resultan ser finitos, pues ya veremos ‘cómo salimos de esa’ y a partir de ahí qué otro ‘renovado negocio’ lo sustituirá… ¿Renovables? Puede… pero hoy por hoy, lo que imperativamente interesa por muy ‘irracional’ que parezca es hacer caja, para alimentar la permanente tendencia a acumular capital…

Además eso de la irracionalidad, sostienen tanto los capitalistas como sus fieles voceros, es asunto más que discutible. Desde cuando, plantean ellos, la creación de riqueza, el desarrollo económico y en definitiva el progreso social son ‘conquistas’ irracionales. Lo irracional, argumentan sin argumentar (‘como si ellos y nosotros lo trajéramos ya sabido del claustro materno’), sería más propiamente el decrecimiento y la consecuente creación de pobreza y regresión económica y social (ideas perfectamente convencionales adquiridas y asimiladas por la gente de bien en el trato social).

Y en cierto sentido ‘no parece’ que les falte razón. Cualquier militante del sentido común no dudaría ni un solo momento en ‘votar’ la opción de ‘Crecimiento económico’ frente a ‘decrecimiento’ o ‘Progreso’ en vez de ‘retroceso’. Y es que los estereotipos convencionales: ‘Progreso’, ‘Desarrollo’ etc… no están ahí, implantados en nuestras mentes, como mero adorno, sino más bien como ‘síntesis o compendio conceptual’ que, cuando toque, nos ayude a ‘pensar y actuar’. O más bien a ‘no pensar y actuar sin pensar’ porque ya al ser adquirido, el estereotipo, venía muy bien ‘pensado’ de fábrica (‘Han preferido ser ellos siempre los que tienen la primera, la última y la palabra y el significado de en medio’). Y, vamos a ver, por qué razón me voy yo a estrujar el magín sobre el significado de palabras como ‘Progreso’ (¿a costa de qué o de quién?), ‘Desarrollo’, ‘Disciplina financiera’ o el lamentable ‘decrecimiento’ (¿a favor de qué o de quién?) cuando se trata de algo que nadie, con un mínimo de sentido común bien estibado (‘los que siempre han sido de la opinión de los demás’), puede desconocer (¡Cosas más difíciles se aprenden aun cuando no sobren entendederas!). De tal manera que el ejercicio de pensar por cuenta ajena se iguala, por lo que tiene de acto de automutilación, con la participación política (¿o más bien deserción? nadie parece recordar aquella fórmula del derecho civil romano antiguo: "Lo que le concierne a todos debe ser debatido y aprobado por todos") que se limita al mero hecho de introducir cada cuatro años una papeleta en una urna, para así cimentar el circo ('estanque de ranas', lo llamó Rosa Luxemburgo (*), del 'cretinismo parlamentario' (consulten el libro de memorias de Bono con su azucarado relato de la violación parlamentaria de la Constitución del 78, más la guinda de las lagrimitas del sacralizado Rubalcaba, el mismo que fue portavoz del GAL, Amedo dixit).


Por abundar sobre la ‘trampa’ de la mediación de los ‘representantes’, Jean-Jacques Rousseau escribió en El Contrato Social:
“La idea de los representantes es moderna: nos viene del gobierno feudal, de ese inicuo y absurdo gobierno en el cual se degrada la especie humana, y donde se deshonra el nombre de hombre. En las antiguas repúblicas, e incluso en las monarquías, el pueblo jamás tuvo representantes”.
(...)
“Si un pueblo está obligado a obedecer, hace bien… pero en el momento en que puede sacudirse el yugo, hace todavía mejor.”
A lo más que puede llegar, legal e institucionalmente, y me refiero al personal digamos más quisquilloso, es a objetar ciertas formas y maneras que se le antojen claramente perfectibles (y que se demuestren totalmente compatibles con la intocable lógica del sistema). Pero para eso los capitalistas, que ellos sí aprenden de la historia -y para la defensa de sus intereses emplean  el sentido dialéctico- y por eso preventivamente se dotan de los recursos adecuados para mejor abordar cada ‘proceso presumiblemente conflictivo’, tienen cómodamente integrada en su ‘chiringuito’ político, vulgo instituciones democráticas, a la socialdemocracia (seleccionan y cooptan a los ‘progresistas’ más presentables aunque venales, a los más mediocres aunque resultones, a los más sumisos aunque vocingleros), organizaciones diversas, digo en su embalaje no en su contenido, que con mucho esmero se dedican (cuando ya el populacho empieza a mosquearse y se le erizan las púas y comienza a perder la santa paciencia), a reformar o pulir las aristas más sangrantes de la sacrosanta maquinaria explotadora y opresora, o sea a parchear, el por otra parte incuestionable, sistema capitalista…

¡…y vamos viviendo!
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(*) Por cierto que conviene no olvidar que fue en el marco de una respetable democracia burguesa constitucional donde Rosa Luxemburgo fue detenida, violada y asesinada por las llamadas fuerzas y cuerpos de seguridad, vulgo perros uniformados. Y todo ello con un gobierno socialdemócrata presidido por un 'ex marxista' que, lo que son las cosas, había sido alumno suyo en unos cursos organizados por el propio Partido Socialdemócrata Alemán...

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