jueves, 12 de agosto de 2021

Un siglo de Historia: China (I)

Así como el animal más grande nace de una minúscula célula, el gigantesco Partido Comunista Chino surgió hace cien años en una reunión de trece delegados, tan fecunda como la de los trece que, según cuenta el Evangelio, fueron llamados a otra fundación trascendental.

También nació hace cien años el Partido Comunista de España; y otros muchos, al calor de la Revolución de Octubre. Celebran ahora su centenario, aunque ninguno desde la posición dominante del PCCh. La Historia de la China moderna es inseparable de la de este partido.

El primer interrogante que se plantea, cuya respuesta exige un análisis cuidadoso más que una respuesta rápida, sería: ¿habría sido posible que este enorme y complejo país sobreviviera a conflictos de clase, luchas internas y tensiones centrífugas sin la organización del Estado alrededor de un gran partido único de corte socialista? ¿estamos seguros de que el pluripartidismo liberal es "el menos malo de los sistemas políticos", como dijo Winston Churchill?

Recordemos el caso de Yugoslavia: eran seis repúblicas, con cinco nacionalidades, cuatro idiomas, tres religiones y dos alfabetos; todo ello lo vertebraba un único Partido Comunista. Cuando este se debilitó, el país se vino abajo. Y otro tanto ocurrió con la desmembrada Unión Soviética.

China también sufrió y sufre la presión del modelo occidental de desarrollo, y su estructura, por el momento, ha resistido los embates, aún dejando en el camino algunos logros sociales que pueden minarla. Nadie puede estar seguro del incierto porvenir. La duda que surge es: ¿se impondrá el Capital al Estado, como en Occidente, o podrá el Partido estar por encima de su ciega presión?

Trece hombres determinaron la suerte del mundo es un artículo traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.


De Wereld Morgen. Conmemoraciones en Pekín del centenario de la fundación del Partido Comunista Chino
(EFE/
XINHUA/CHEN YEHUA)]












Hace cien años trece hombres se reunían en secreto para crear el Partido Comunista Chino. Tras muchas errancias y múltiples aventuras el Partido se ha convertido en la mayor agrupación política del mundo. Sin lugar a dudas iba a determinar en gran medida el curso del siglo XXI. Texto y explicaciones de Marc Vandepitte, experto en China.

Contexto histórico

China fue durante siglos un imperio influyente y poderoso. Esta situación cambió radicalmente tras las guerras del opio a partir de 1840 (1). El país se convirtió en una semicolonia. Las potencias extranjeras ocuparon vastas regiones o pasaron a estar bajo su esfera de influencia. Los países imperialistas destruyeron la naciente industrialización. La población se empobreció totalmente y las hambrunas se hicieron frecuentes (2). En ese periodo murieron decenas de millones de personas en China víctimas de privaciones y de violencia política. También en esa época la trata de esclavos negros fue sustituida por la trata de obreros chinos.

La población china se rebeló en muchas ocasiones contra las malas condiciones vida y a favor de la independencia nacional. En 1911 hubo una revolución en la que fue derrocado el emperador. El nuevo presidente, Sun Yat-sen, fue el fundador de la República de China, aunque no logró acabar con la dominación extranjera ni con las estructuras feudales del país.

Este es el contexto en el que diez años después trece delegados se reunieron con el mayor de los secretos para crear un nuevo partido comunista, el Partido Comunista Chino, PCCh). Uno de ellos era Mao Zedong. Su gran modelo era la Revolución rusa de 1917. En aquel momento el partido no contaba más que con 53 miembros.

Un partido centrado en el desarrollo

Los partidos políticos desempeñan un papel importante en la vida política de las sociedades modernas. Históricamente aparecen de dos maneras: en el seno del capitalismo aparecieron partidos electorales o «electoralistas»Tras la desaparición de la posición monopolística de la nobleza, la burguesía ascendente y más tarde el movimiento obrero fundaron sus propios partidos para defender sus propios intereses y facilitar la participación en las elecciones y en la administración del Estado. En esos países ya se había establecido una estructura estatal moderna y fuerte.

El segundo tipo se podría describir como partidos «orientados al desarrollo». Nacieron en un contexto completamente diferente, concretamente en la periferia del capitalismo. Generalmente aparecieron tras la estela de los movimientos de liberación nacional posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Aspiraban a la independencia nacional y al desarrollo rápido de su país. Querían acabar con las condiciones de vida miserables y con la opresión imperialista.

En la mayoría de estos países todavía no existía una estructura estatal moderna. Precisamente lo que hacía falta para conseguir tenerla era la creación de un partido político fuerte y bien organizado (3). Este tipo de partido no se crea para cumplir los ideales políticos por medio de la competición parlamentaria, sino que, al contrario, aspira a un nuevo orden político y/o económico que a menudo se logra a través de una revolución. Los partidos centrados en el desarrollo consideraban que necesitaban una organización sólida y una disciplina estricta para derribar los sistemas antiguos y construir uno nuevo orden.

El sistema del partido único

Tras la revolución de 1911 Sun Yat-sen optó por un sistema multipartito basado en el modelo de Estados Unidos y Gran Bretaña, pero como en la mayoría de los países del tercer mundo fue un fracaso. Pronto se vio que el modelo de la Revolución rusa era más apropiado para hacer progresar China. Sun Yat-sen creó su partido revolucionario, el Kuomintang (KMT) sobre una base leninista (4).

En 1925 muere Sun Yat-sen y Chiang Kai-shek se convierte en el nuevo líder del KMT. Era mucho más conservador y desencadenó una verdadera caza de brujas contra las personas comunistas que provocó muchas muertes. Durante la segunda guerra chino-japonesa (1937-1945) el KMT formó una alianza con el Partido Comunista para luchar contra la ocupación japonesa. En aquel momento Japón era un imperio fascista y una de las potencias del Eje, aliadas de la Alemania hitleriana. Esta guerra se convirtió en un capítulo importante de la Segunda Guerra Mundial. Tras la victoria sobre Japón se reanudó la guerra civil entre el KMT y el PCCh.

El PCCh contaba con muchos menos hombres y recursos que el KMT, pero estaba mejor organizado y era más disciplinado. Los comunistas, además, estaban mucho más en contacto con el campesinado. El pueblo consideraba a los comunistas, y no al KMT, patriotas y abanderados de la lucha contra los japoneses y por la independencia de China (5). En 1949 el PPCh ganó finalmente esa guerra civil y Mao Zedong proclamó la República Popular de China. Los dirigentes del KMT y muchos de sus partidarios se refugiaron en la isla de Taiwan.

El PCCh tuvo que lidiar con un desafío enorme. Tuvo que hacer frente a un Estado roto, una economía destruida y una población totalmente empobrecida. En aquel momento China era uno de los países más pobres del mundo. Contaba con más de una quinta parte de la población mundial, pero su PIB apenas representaba el 4,5 % del total mundial. El nivel de vida, que se expresa como PIB per cápita, era la mitad del de África y una sexta parte del de América Latina. La esperanza de vida media era de 35 años (6).

Para afrontar estos retos se requería un partido fuerte, centralizado y disciplinado. Pero esta no es la única razón. Las proporciones del país son enormes. China tiene las dimensiones de un continente: es 17 veces mayor que Francia y tiene tantos habitantes como Europa Occidental, Europa Oriental, los países árabes, Rusia y Asia Central juntos. Si traspolamos esto a la situación europea, significaría que Egipto o Kirguistán tendrían que ser gobernados desde Bruselas. Teniendo en cuenta estas proporciones, las grandes diferencias entre las regiones y los gigantescos retos a los que se enfrenta el país, se requiere una poderosa fuerza de cohesión para mantener la gobernabilidad del país y dirigirlo con fuerza. Según The Economist, «los líderes chinos creen que el país no puede permanecer unido sin un sistema de partido único tan sólido como el de un emperador y puede que tengan razón».

En resumen, el sistema actual de China está adaptado a la escala del país y se arraiga en la lucha contra la ocupación japonesa del país, contra el reaccionario Kuomintang y contra la espantosa miseria y el atraso en los que entonces estaba sumido el país. De esta lucha surgió el PCCh como líder del país, un líder que se impuso la tarea de restablecer la dignidad, salvaguardar la soberanía de la nación china, sacar al país del subdesarrollo y luchar por una sociedad socialista humana.

(continúa)

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Notas:

(1) Entre 1839 y 1860 se libraron dos guerras del opio entre Reino Unido y China. Los británicos tenían el monopolio del tráfico de opio, que intoxicaba a millones de personas. Cuando China adoptó medidas, los británico emprendieron una guerra contra ella. De hecho, los conflictos servían para doblegar a China con el fin de imponerle unas condiciones comerciales desfavorables.

(2) Sesam Atlas bij de wereldgeschiedenis, Deel 2, Apeldoorn 1989, p. 91; Shouy B., An Outline History of China, Beijing 2002, p. 388 y ss.

(3) Yongnian Z., The Chinese Communist Party as Organizational Emperor, Londres 2010, p. 12-4.

(4) McGregor R., The Party. The Secret World of China’s Communist Rulers, New York 2010, p. 123; Yongnian Z., op. cit., p. 60; Chuntao X. (ed.), Why and How The CPC Works in China, Beijing 2011, p. 107

(5) Jacques M., When China Rules the World. The Rise of the Middle Kingdom and the End of the Western World, Londres, 2009, p. 92.

(6) Angus Maddison, L’économie chinoise. Une perspective historique. Segunda edición, revisada y actualizada: 960-2030, París, OCDE, 2007 ; Hobsbawm E., L’Âge des extrêmes, histoire du court XXe siècle, Ed. Complexe 1999,; Chuntao X. (ed.), op. cit., p. 72.

1 comentario:

  1. "...restablecer la dignidad, salvaguardar la soberanía de la nación china, sacar al país del subdesarrollo y luchar por una sociedad socialista humana".

    Y lo han logrado, como dice Erik Li, sin invadir a nadie ni pegar un solo tiro.

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