jueves, 19 de agosto de 2021

Un siglo de Historia: China (y III)

Tercera y última entrega de trece hombres determinaron la suerte del mundo, el artículo que empecé a comentar aquí.

Para el ideario liberal hegemónico en Occidente, la democracia pluripartidista es la única posible. Un concepto abstracto y direccional de "libertad", que a efectos prácticos no existe para muchos, considera crucial elegir, cada cuatro o cinco años, el rumbo de los países entre candidatos previamente elegidos por partidos dominantes, muchas veces oligárquicos. La disparidad de criterios e intereses frustran cualquier planificación a largo plazo, que se vuelve quimérica. Esto señala Rafael Poch:

Occidente lleva varias décadas contemplando el pujante ascenso de China pero tiene dificultades para explicarlo y diagnosticarlo. Por ejemplo, ante la pregunta ¿cuál es la diferencia fundamental entre el sistema chino y los sistemas occidentales?, la ortodoxia liberal occidental suele responder hablando de “dictadura”, “derechos humanos” y “democracia”. La verdadera diferencia es la superior capacidad de gobierno [...]. 
En todas partes los gobiernos gobiernan más o menos, en el sentido de que frecuentemente es la inercia, la corriente de las cosas y la fuerza de las circunstancias, la que los gobierna a ellos. En China, desde luego, también. Pero menos. Porque el sistema político tiene las riendas de la gobernanza mejor sujetas. El poder político controla los nombramientos de los principales banqueros del país y los multimillonarios están sometidos sea cual sea su fortuna. El país está plenamente inserto en la globalización pero la propiedad extranjera de los principales bancos comerciales tiene un tope establecido, pese a las décadas de presiones occidentales para que se liberalice todo el sector.

(...) 

Aquí son los banqueros, y con ellos el casino, quienes gobiernan a los políticos, por decirlo de una manera esquemática, mientras que en la tradición china mandan los políticos.

El sistema político chino es una mezcla flexible de meritocracia (en la cúspide), democracia (en la base) y experimentación entre ambos extremos, aprovechando su capacidad para limitar los ensayos políticos y económicos a un sector, ciudad o región, ensayando las innovaciones sociales, políticas o económicas, para evaluar luego meticulosamente los resultados antes de generalizarlos.

Se presta especial atención a los sondeos de opinión sobre las políticas (y los políticos). En función de ellos se aplican correcciones. Además, los dirigentes están acostumbrados a admitir y corregir errores, ejercicio autocrítico poco frecuente entre nosotros.

Nada de esto asegura el futuro, porque los problemas mundiales lo son para toda la humanidad. China afronta varios en los planos social, económico y político. Las migraciones interiores, el paso de ser país exportador a satisfacer el mercado interno y la convivencia entre distintas etnias son algunos. Ahora crece la preocupación por temas ecológicos: la contaminación, el cambio climático y la transición energética (y la escasez creciente de materiales y fuentes de energía no renovables).

El mayor problema lo plantea la confrontación con los Estados Unidos, que siguen empeñados en mantener una hegemonía mundial que declina poco a poco, y ven en China un enemigo al que combatir por todos los medios, sin excluir el militar.

Pero a mi modo de ver, hay una cuestión más difícil de manejar, y se plantea en la mente de las personas.

Mientras la prioridad es la lucha por la igualdad, la cohesión social es sentida por la mayoría como una necesidad, y la solidaridad es considerada un valor de primer orden. Cuando pasa a primer plano el desarrollo (y muchas veces es inevitable), para fomentar la productividad se elige la vía de la emulación económica. Entonces, para muchos, el prestigio social y la carrera por la riqueza sustituye a aquellos valores.

Ocurrió en Cuba, cuando en el "periodo especial" apareció el doble mercado y la doble moneda. El señuelo de una prosperidad personal y la libertad para enriquecerse creó un caldo de cultivo para el descontento. Es difícil en esta circunstancia que los "triunfadores" y los aspirantes a serlo se conformen con las ataduras que sujetan al capital. La ideología burguesa puede ganar la partida, si no se es capaz de explicar muy bien que el crecimiento ilimitado es un imposible.

Esto ocurre también, y a mucha mayor escala, en la China actual. Sentirse superior es fácil si logras el ascenso social, y también sentirse inferior si se fracasa en el empeño. Es fácil que la solidaridad sea un valor a la baja.

"Chino rico y poderoso" es el nombre de un bazar de mi ciudad.

Puente en Shanghái. Wallpaper




Centenario del Partido Comunista de China
Marc Vandepitte

Una gran legitimidad

Con todo, los inconvenientes no superan a las ventajas. El partido puede contar con un gran apoyo popular. Casi tres cuartas partes de la población china afirma apoyar el sistema de partido único. En los últimos años el apoyo al gobierno central se ha situado incluso entre el 80 % y el 90 %. Esta cifra supera con mucho la de los países occidentales. Según The Economist, que no es precisamente amigo de China, no es sorprendente: «El Partido Comunista Chino tiene una poderosa historia que contar. A pesar de sus muchos defectos, ha creado una prosperidad y una esperanza que una generación anterior habría considerado impensables». Esto también explica la gran estabilidad política de los últimos 30 años.

Esto resulta difícil de entender desde un punto de vista occidental porque a nuestros ojos la sociedad china no es democrática. Pero para la mayoría de la población china la democracia significa sobre todo gobernar velando por el interés general con una buena gobernanza (17). Damos mucha más importancia a cómo se toman las decisiones y por quién. Las y los chinos dan más importancia a la calidad de sus políticos que a los procedimientos de selección de sus dirigentes.

Según Daniel Bell, experto en China, el sistema político chino es una combinación de meritocracia en la cima, democracia en la base y de espacio para la experimentación en los niveles intermedios. Se selecciona a los líderes políticos en base a sus méritos y antes de llegar a la cima pasan por un proceso muy duro de formación, práctica y evaluación. Hay elecciones directas en el ámbito municipal y para los congresos provinciales del partido. Las innovaciones políticas, sociales o económicas se prueban primero a pequeña escala, en algunas ciudades o provincias, y después, tras una evaluación y ajuste exhaustivos, se introducen a mayor escala (18).

Además, el gobierno central hace muy regularmente sondeos dopinión para evaluar la gestión del gobierno en los ámbitos de la seguridad social, la sanidad pública, el empleo y el medio ambiente; también se sondea la popularidad de los líderes locales. Las políticas se ajustan o corrigen en función de estos sondeos.

Sin duda este sistema político se puede mejorar. Los propios dirigentes chinos lo reconocen explícitamente. No tienen miedo de admitir abiertamente sus errores (19). Está lejos de haber terminado la búsqueda de un sistema mejor de toma de decisión, pero el sistema actual ha dado muestras de eficacia. Según Francis Fukuyama, «la principal fuerza del sistema político chino es su capacidad para tomar rápidamente decisiones importantes y complejas, y tomarlas relativamente bien, al menos en materia económica. China se adapta rápidamente, toma decisiones difíciles y las aplica eficazmente».

Los retos

La lista de los retos a los que se enfrenta el país y el PCCh es larga. Nos limitaremos a los principales. En el plano social está la redistribución de la riqueza y la cuestión de los «migrantes internos». En el plano económico está la cuestión del envejecimiento de la población, la transición a un mercado interior y la reducción de la deuda. En el plano político, la coexistencia armoniosa de las diferentes etnias, el control de los resentimientos nacionalistas, la lucha contra la corrupción, el desarrollo del Estado de derecho, continuar con la democratización del proceso de toma de decisiones, el control de la clase superior capitalista, la restauración de la moral socialista y llenar del vacío ideológico. En el plano ecológico está, por supuesto, la cuestión del cambio climático y, sobre todo, la reducción del carbón, pero también la eliminación de la contaminación ambiental.

El enfrentamiento del siglo

Sin embargo, el mayor reto es la amenaza cada vez mayor que supone Estados Unidos. Tras la caída del Muro de Berlín y el desmantelamiento de la Unión Soviética Estados Unidos se ha impuesto como el líder indiscutible de la política mundial. En 1992 el Pentágono afirmaba: «Nuestro primer objetivo es impedir la aparición de un nuevo rival en la escena mundial. Debemos conservar los mecanismos de disuasión de los rivales potenciales, tanto si están tentados de desempeñar un papel regional más importante como un papel global» (Wolfovitz). Treinta años después China se ha convertido en el principal «rival» que hay que controlar. Como dice Domenico Losurdo, «China sigue siendo el último gran territorio fuera de la influencia política estadounidense; es la última frontera por conquistar» (20).

Esa es a razón de que Estados Unidos considere a la República Popular China su principal enemigo. En el marco de los debates sobre el presupuesto de 2019 el Congreso estadounidense declaró que «la competencia estratégica a largo plazo con China es una prioridad esencial para Estados Unidos». Se trata de una estrategia global que se debe establecer en varios frentes. Estados Unidos trata de contrarrestar el auge económico y tecnológico de China o, como dice, de «embotarlo» (21).

En caso de que sea necesario, se hará por medios extraeconómicos. La estrategia militar respecto a China sigue dos vías: la carrera armamentística y la presión sobre el país (22). Estados Unidos utiliza cuatro puntos estratégicos para avivar el fuego: Taiwán, los uigures, Hong Kong y el Tíbet (23). Por una parte sirven para debilitar a China en el plano interno y, por otra, para volver a la opinión pública mundial contra China (24) con el fin de justificar futuras agresiones.

Estados Unidos tiene el belicismo en su ADN. Los yankees se han peleado 227 de sus 244 años de historia. A lo largo de los veinte últimos años han lanzado una media de 46 bombas al día. Obama, el presidente que obtuvo el Premio Nobel de la Paz en 2009, bombardeó siete países simultáneamente en 2016. China, por su parte, libró su última guerra en 1979, contra Vietnam. Aparte del incidente fronterizo de 2020 con India, el auge de China ha estado notablemente libre de conflictos en Asia Oriental (25).

Mientras tanto, Joe Biden ha convertido las fanfarronadas bufonescas de Trump acerca de China en una doctrina hábilmente preparada, lo cual es muy inquietante. «Las declaraciones y acciones cada vez más agresivas del gobierno estadounidense respecto a China […] amenazan la paz mundial e impiden a la humanidad abordar con éxito los gravísimos problemas comunes a los que se enfrenta, como el cambio climático, la lucha contra las pandemias, la discriminación racial y el desarrollo económico», afirma la declaración «No Cold War» [No a la Guerra Fría].

Más allá de la perspectiva occidental

Huntington escribió en su influyente libro El choque de las civilizaciones: «La emergencia de nuevas grandes potencias siempre es muy desestabilizadora y si se produce la emergencia de China como gran potencia empequeñecerá cualquier fenómeno comparable durante la última mitad del segundo milenio» (26). No podía ser de otra manera. El ascenso de Estados Unidos como superpotencia desde 1870 ya ha modificado profundamente las relaciones mundiales. Pero la China de 1978 tenía una población 24 veces superior a la de Estados Unidos entonces en aquel momento y una tasa de crecimiento de más del doble (27). Tras un siglo de guerras, ocupaciones y humillaciones imperialistas, este país de civilización milenaria recupera su lugar en la escena mundial.

Hasta hace poco Occidente tenía el monopolio absoluto de la tecnología, las armas de destrucción masiva, los sistemas monetarios y financieros, del acceso a los recursos naturales y de la comunicación de masas. Gracias a ese monopolio podía controlar o someter a los países del Sur (28). Actualmente Occidente, con Estados Unidos a la cabeza, corre peligro de perder este monopolio. Un mundo unipolar da paso a un mundo multipolar. China, y tras ella la India y otros países emergentes, revolucionan rápidamente las relaciones internacionales y transforman el mundo como nunca antes.

Por primera vez en la historia reciente, un país pobre y subdesarrollado ha ascendido en muy poco tiempo a la categoría de superpotencia económica. China ha demostrado al mundo que el modelo occidental no es la única forma de modernizarse (29). La crisis financiera de 2008 y la desastrosa gestión de la crisis del COVID por parte de Occidente han puesto aún más en tela de juicio nuestro modelo capitalista.

Nos parece una idea provocativa, por lo que nos resulta difícil mirar a China con un espíritu abierto. Martin Jacques se expresa así: «Cualquier discusión casi siempre está teñida de un juicio de valor según el cual, como China tiene un gobierno comunista, ya conocemos las respuestas a todas las preguntas importantes. Se trata de una mentalidad de guerra fría, que no nos permite comprender la naturaleza de la política china ni del régimen actual (30)».

En cualquier caso, el proyecto chino está lejos de haber terminado. Está lejos de haberse alcanzado el ideal comunista, todavía comporta demasiados desequilibrios graves. Es un proceso largo, que está en su punto álgido de su evolución. Se han obtenido resultados extraordinarios, pero el camino todavía es largo y difícil, y está lleno de contradicciones, de riesgos y de desafíos. El resultado es totalmente imprevisible. Después de muchos errores, experimentos y guerras sangrientas, la Revolución francesa tardó más de 80 años en formar una república parlamentaria estable. En cualquier caso, los dirigentes chinos consideran que su proyecto es un proyecto de larga duración. Nuestra evaluación también tiene en cuenta esta perspectiva a largo plazo.


Fuente original: De Wereld Morgen

Traducido del neerlandés al francés por Anne Meert para Investig’Action, una iniciativa editorial de Michel Collon.

___________________________

Notas:

(17) Shambaugh D., China’s Communist Party. Atrophy and Adaptation, Washington D.C. 2009, p. 37.

(18) Bell D., The China Model. Political Meritocracy and the Limits of Democracy, Princeton 2015, p. 179-188. (la «meritocracia vertical democrática»).

(19) Así, por ejemplo, se establece una lista de los principales problemas del país, se discuten y se traducen en puntos de acción antes y durante el XVIII Congreso.

(20) Losurdo D., op. cit., p. 18.

(21) Rush Doshi, nuevo director para China en el Consejo de Seguridad Nacional del presidente Biden, compara esta estrategia de zapa con un «asymmetric blunting» (embotamiento asimétrico).

(22) Para un análisis detallado, véase Vandepitte M., Trump y China: ¿Guerra caliente o fría?

(23) Losurdo D., op. cit., p. 219.

(24) Este objetivo ya ha tenido bastante éxito. Según un reciente estudio del Pew Research Center, en 14 países las opiniones desfavorables sobre China han aumentado considerablemente en el último año. Los cuatro puntos estratégicos mencionados y los informes sobre ellos tienen mucha importancia al respecto.

(25) Jacques M., op. cit., p. 315.

(26) Huntington, The Clash of Civilizations and the Remaking of World Order, New York 1996, p. 216.

(27) Maddison A., op. cit.; Herrera R. & Long Z., op. cit., p. 53.

(28) Amin S., Obsolescent Capitalism, Londres 2003, p. 63-4.

(29) McGregor R., op. cit., p. 272

(30) Jacques M., op. cit., p. 206.

2 comentarios:

  1. "Por primera vez en la historia reciente, un país pobre y subdesarrollado ha ascendido en muy poco tiempo a la categoría de superpotencia económica."

    Yo diría que por segunda vez, la primera en realizar tan extraordinaria transformación fue la URSS. A no ser que dicha transformación no se incluya en la "historia reciente".

    ResponderEliminar
  2. Cierto. Fueron los primeros en someter a su control las fuerzas ciegas del mercado capitalista.

    ResponderEliminar