En su último libro «Bailar encadenados» Jorge Riechmann reflexiona sobre la posibilidad de ser libres en un mundo de múltiples determinaciones. Determinaciones sociales, pero también biológicas, y ambas pueden ser objeto de manipulación, si se dispone de los conocimientos y herramientas para hacerlo.
Ahora mismo vemos como las elecciones pueden ser manipuladas eficazmente a través de herramientas informáticas. Recordemos las incesantes manipulaciones sobre datos a partir del escándalo Facebook-Cambridge Analytica, y la facilidad que ofrece la "inteligencia artificial" para crear falsas realidades, cada vez más difíciles de detectar.
En cuanto a las determinaciones biológicas, tan manipulables como las primeras, los avances en las neurociencias y la psicología cognitiva llevan a algunos investigadores a negar de plano la libertad. ¿Está el ser humano fatalmente determinado por su propia biología o hay todavía un espacio de libertad en su vida biológica?
Así se lo cuestiona el autor en una entrevista. Antes de responder nos presenta un sorprendente experimento que ha demostrado cómo los jueces son más benevolentes cuando acaban de comer. Según esto, si queremos una justicia dura y ejemplarizante deben estar hambrientos al dictar sus sentencias. Si en cambio la queremos compasiva deberán tener el estómago contento.
Se me ocurre que tal vez sea también posible manipular el comportamiento de los policías antidisturbios con otro experimento pavloviano. ¿Serán más eficaces y contundentes si antes de intervenir pasan tensas horas encerrados en un furgón pasando calor, o será mejor que vayan relajados y recién duchados? Chi lo sa?
Para contestar esta pregunta habrá que recordar otra vez a Spinoza. No hay libertad sin reconocimiento de la necesidad. La libertad, o la mera posibilidad de ser parcialmente libres, ha de basarse en el conocimiento. Cuanto mejor conozcamos esas determinaciones externas, y desde luego las crasamente manipuladoras, mejor podremos defendernos de ellas. Jamás dejaremos de estar determinados, pero desde luego nos libraremos mejor de las técnicas de construcción de voluntades.
También deberían saber esto jueces y policías.
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