Los fascismos europeos del siglo pasado pueden ser definidos como una
contrarrevolución radical contra la revolución socialista que desde 1917
“amenazaba” Europa. No podemos establecer un paralelismo exacto entre
la crisis de entreguerras y la que estamos viviendo ahora -la derrota
del comunismo y la dictadura tecnológica lo impiden-, pero ello no debe
llevarnos a ignorar las similitudes. Y hay una a la que deberíamos
prestar alarmada atención a fin de que sus consecuencias no vuelvan a
sorprendernos completamente desprevenidos. Hoy se prepara también una
contrarrevolución radical, una contrarrevolución “preventiva” que
combina, como en los años 30 del siglo XX, las leyes, la movilización y
la violencia. En el marco de la crisis capitalista y de las resistencias
sordas ya efervescentes, esta contrarrevolución implica a gobiernos
democráticos, medios de comunicación, grandes multinacionales y
organizaciones para-institucionales o militantes. Breyvik, el terrorista
de Oslo, es el resultado de esta combinación.
No es un bello producto, no es un fruto perfecto... pero alguna vez esto tenía que empezar. Todo corre prisa, el tiempo se encoge como la piel de zapa. Por eso lo importante se hace urgente y lo urgente cobra importancia. Ahí va eso. Irá cambiando, se desarrollará, pero no se puede esperar más. Época rara ésta. ¿Lo habrán sido todas? Posiblemente, pero no en tan alto grado. Ahora todo es apariencia. Intentemos descubrir juntos qué hay detrás del decorado.
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