viernes, 30 de mayo de 2014

Definir un espacio seguro y justo para la humanidad

Nos encontramos situados entre un umbral y un dintel. Hay un umbral por debajo del que es imposible acceder a los recursos necesarios para llevar una vida digna. O simplemente para sobrevivir. El dintel lo constituyen los recursos y los indicadores ambientales, para los que hay niveles críticos insostenibles.

Si dentro de un círculo situamos sectores representando las necesidades sociales mínimas y en otro concéntrico los límites impuestos por la naturaleza a los recursos necesarios para satisfacerlas, es evidente que la vida humana necesita desarrollarse dentro de los límites impuestos por ambos círculos. Únicamente será viable el futuro mientras el círculo de la sostenibilidad sea más amplio que el de las necesidades mínimas.

Dentro de esa corona circular, que es el donut al que se refiere la autora, tenemos que permanecer. Ni es posible estar debajo del suelo de la subsistencia humana, ni por encima de la supervivencia de la vida del planeta.

En los gráficos que incluyo al final se observa que, mientras aún no hemos alcanzado el umbral de la vida humana digna de ese nombre, hay indicadores del dintel sobrepasados y otros próximos a estarlo, mientras algunos ni siquiera han sido evaluados.

La investigadora Kate Raworth ha abordado el tema en la página de Oxfam, en un artículo titulado "¿Podemos vivir dentro del donut? Por qué es necesario establecer límites planetarios y sociales". El documento en PDF puede descargarse aquí.

FUHEM ECOSOCIAL también se hace eco del tema. Así comienza su reseña:



Fuhem



Todo piloto conoce la importancia de la brújula para volar: sin ella correría el riesgo de perder el rumbo. No es extraño que las cabinas de mando de los aviones modernos estén equipadas con toda una serie de diales e indicadores —desde brújulas e indicadores del nivel de aceite hasta altímetros y velocímetros. Es una lástima que los responsables de las políticas económicas no hayan empleado nada semejante para guiar el rumbo de la economía en su conjunto.

La excesiva atención prestada en las últimas décadas al producto interior bruto (PIB) como indicador del rendimiento económico de un país e como intentar pilotar un avión sirviéndose únicamente del altímetro: te indica si estás subiendo o bajando, pero no aporta ninguna información sobre adónde te diriges, o sobre cuánto gasóleo queda en el depósito. Este empeño por centrarse en el resultado económico monetario no ha sabido reflejar la creciente degradación de los recursos naturales, ni el trabajo inestimable pero no remunerado de quienes se encargan de cuidar a los demás y del voluntariado, ni las desigualdades salariales que condenan a la gente a la pobreza y a la exclusión social en todas las sociedades. Hace mucho que el predominio del PIB ha perdido su legitimidad: ya es hora de fabricar un panel de mandos mejor con el que pilotar la travesía del siglo XXI hacia la igualdad y la sostenibilidad. La buena noticia es que ya se están desarrollando formas de medición más adecuadas.

Los economistas galardonados con el premio Nobel, Joseph Stiglitz y Amartya Sen, dirigieron en 2009 una comisión de expertos en economía para estudiar la mejor manera de medir el rendimiento económico y el progreso social. Su conclusión fue que «Cuando los sistemas de medición en los que se basa una acción están mal concebidos o son malinterpretados, andamos prácticamente a ciegas. Necesitamos indicadores más adecuados por muchos motivos. Afortunadamente las investigaciones de los últimos años nos han permitido mejorarlos, y ahora es el momento de incorporar algunos de estos avances a nuestro sistema de medición.»

Se están desarrollando ya indicadores con los que evaluar la sostenibilidad ambiental —desde el cálculo de huella ecológica (...) hasta la cuantificación del capital natural. Pero un marco nuevo de medición centrado únicamente en registrar la sostenibilidad ambiental dejaría fuera los aspectos sociales, y pasaría por alto las implicaciones de la búsqueda de sostenibilidad en términos de equidad. Pues cuando la disponibilidad de recursos es limitada, siempre surge la pregunta de cómo deben distribuirse y utilizarse tales recursos. No abordar ese interrogante puede conducirnos a un callejón sin salida política, a la injusticia y al sufrimiento. Resulta crucial por lo tanto introducir explícitamente la cuestión de la justicia social internacional en la distribución de recursos en el marco de cualquier debate de lo que se requerirá para lograr la sostenibilidad ambiental global, inclusive en el análisis de los indicadores que se utilizarán. El concepto de «límites planetarios» es un potente punto de partida para ello.

(...)

























Fuente: Oxfam. Las once dimensiones de los límites sociales son ilustrativas y se basan en las prioridades de los gobiernos para la Cumbre Rio+20. Las nueve dimensiones del techo medioambiental se basan en los límites planetarios establecidos por Rockström et al (2009).


Gráfico 2. Por debajo de la base social: una valoración ilustrativa basada
en las prioridades de Rio+2.


























Fuente: Oxfam. Las dimensiones sociales con dos indicadores están representadas por cuñas divididas, mostrando ambas las brechas de privación. Las tablas en que se basan pueden analizarse en el documento. Obsérvese la insuficiente satisfacción de necesidades básicas. Tres variables no han sido estimadas.


Gráfico 3. Sobrepasar los límites planetarios.




















Fuente: Rockström et al (2009). Gráfico basado en las tablas del documento de Oxfam.
Sobrepasando el techo medioambiental:
  • cambio climático
  • tasa de pérdida de biodiversidad
  • ciclo del nitrógreno
A punto de alcanzarlo:
  • ciclo del fósforo
Aún por debajo:
  • agotamiento de la capa de ozono
  • acidificación de los océanos
  • consumo de agua dulce
  • cambios en el uso del suelo
Por determinar:
  • emisión de aerosoles a la atmósfera
  • contaminación química

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