martes, 30 de diciembre de 2014

¡Qué calor hace!

En diciembre, hemisferio norte, sería raro decir eso. Pero hoy sabemos de qué hablamos. 

Poco que añadir al artículo. La cosa está que arde. Como el tema no agrada lo apartamos y nos tomamos unas cañas mientras vemos el fúbol. 

Pero hay unos tipos que ven oportunidades en las crisis, saben que no alcanzarán la vida eterna, manejan la nave espacial Tierra y adoran a Mammón (¡pero qué mammones!). Instalados en el corto plazo no quieren ver la otra cara de esta moneda.

Mientras, el tiempo corre a nuestro encuentro.

Rebelión

La última década ha sido la más caliente en los últimos 160 años. Según la NASA y la Agencia Meteorológica de Japón, los meses de mayo, agosto, septiembre y octubre 2014 han sido los más calientes desde que se tienen registros. Según la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration), los primeros 11 meses del 2014 han acumulado más calor que períodos similares anteriores, amenazando con convertirlo en el año más caliente hasta el presente. Todo indica que el 2014 será el año más caliente desde 1850.

 
Evidencias cada vez más contundentes apuntan a un empeoramiento considerable en el futuro inmediato. El más reciente informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambios Climáticos incluye severas advertencias sobre el impacto devastador de las tendencias actuales: “aún con medidas de adaptación, el calentamiento para finales de siglo implica impactos globales severos, generalizados e irreversibles” (IPCC 2014)

Las tendencias actuales conducen hacia un aumento de temperatura entre 3 y 5°C para finales de siglo (IPCC 2014). Una temperatura promedio de 4°C sobre el promedio de la época pre-industrial no se ha registrado desde finales del Mioceno hace 6 millones de años, cuando el nivel del mar se encontraba entre 15 y 24 metros sobre el que conocemos (NASA- Columbia University 2013). Esto no implica un aumento del nivel del mar de esta magnitud para finales de siglo, sino que se provocarían las condiciones conducentes a tal escenario a medida que se restituye un equilibrio energético planetario acorde con concentraciones de CO2 alrededor de las 850 ppm. Las posibilidades de sobrevivencia de la especie humana bajo tales condiciones serían limitadas.

El acuerdo de las negociaciones de la ONU sobre el cambio climático es evitar que la temperatura aumente más de 2°C sobre el promedio de la época pre-industrial. La última vez que se registró tal condición fue en el período interglaciar Emiense, hace 125000 años: el nivel del mar se encontraba entonces entre 4 y 6 metros sobre el que conocemos en la actualidad (NASA 2013).

Por ahora se registra un aumento de temperatura en la superficie del planeta es de 0.9°C, más un desbalance energético planetario de 330 tera-joules por segundo: el planeta continúa absorbiendo más energía de la que emite a un ritmo alarmante. Esto implica un aumento adicional e inevitable de 0.6°C para restituir el equilibrio energético global: aún si se suspendieran de inmediato todas las emisiones de gases de efecto invernadero, para mediados de siglo la temperatura promedio se nivelaría alrededor de los 1.5°C sobre el promedio de la época pre-industrial.

Sin embargo, las emisiones continúan aumentando. En el 2013 superaron las 50.000 millones de toneladas equivalentes de CO2 por año. La concentración actual de CO2 en la atmósfera es de 400 partes por millón (ppm), nivel que no se ha registrado en los últimos 800.000 años. Para evitar que la temperatura aumente más de 2°C como se ha acordado en la ONU, la concentración de CO2 no puede exceder las 450 ppm. A la tasa actual de crecimiento este límite se excederá en apenas 20 años.

Es evidente que se requieren medidas urgentes e inmediatas para detener estas tendencias, en particular la reducción del consumo de combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas natural) en al menos un 70% para el 2050 y 100% para finales de siglo. La mayor parte de las reservas probadas de hidrocarburos debe permanecer bajo tierra. Sin embargo, la economía mundial depende del consumo de combustibles fósiles para el suministro de 87% de la energía que se consume en la actualidad. Superar esta disyuntiva en tan poco tiempo es uno de los más grandes retos que enfrenta la humanidad.

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