domingo, 30 de octubre de 2016

¿Las cosas se arreglan solas?

En la disparatada y simpática zarzuela arrevistada La chacha, Rodríguez y su padre, hace sesenta años (tenía yo diez y la radio la anunciaba a todo trapo, por eso me acuerdo), Queta Claver, notable actriz que hoy pocos recordarán (lo nuevo que se renueva vertiginosamente hace rapidísimo el olvido, aunque conceda a todos los cinco consabidos minutos de fama), cantaba así:

Salomón
decía con tesón:
Las cosas se arreglan solas;
es cuestión
de hacerse el remolón
y no sufrir sin ton ni son.

Según este tan recomendado modo de actuar, no hay para qué actuar.

Algo parecido sentencia, con su habitual ironía, El Roto:


De alguna manera es cierto, aunque el "arreglo" sea muchas veces poco satisfactorio. Al fin y al cabo, dentro de cien años todos los inicuos estarán congelados en su época (y los más santos también, claro). Son las consecuencias de la estructura del espacio-tiempo.

Pero no parece que todo pueda dar lo mismo en este fugaz "aquí y ahora".

Por esta razón vital creo que sí hay que actuar. Y para actuar hay que saber. Sin estas premisas no estaríamos "aquí y ahora".

Como dice Immanuel Wallerstein: 
He aquí el peligro de no ir lo suficientemente lejos en el análisis crítico del sistema. Sólo si uno mira con claridad que no hay salida del estancamiento persistente uno puede de hecho volverse lo suficientemente fuerte para ganar la batalla política y moral.
Que va de veras es algo que los bien informados nos dicen todos los días y que trata de ocultarnos el ensordecedor ruido mediático. Así, Michael T. Klare, hablando sobre la creciente amenaza de avance del cambio climático:
En un año de calor sin precedentes en un planeta abrasado, con océanos que se calientan velozmente, casquetes polares que se derriten velozmente y niveles del mar que aumentan velozmente, la ratificación del acuerdo de la Cumbre del Clima de París en diciembre de 2015 –endosado ya por la mayoría de las naciones- debería ser de una obviedad total. Eso no les dice gran cosa sobre nuestro mundo. La geopolítica global y el posible vuelco hacia la derecha en muchos países (incluida una potencial elección de última hora en EEUU que podría colocar a un negador del clima en la Casa Blanca) implican malas noticias para el destino de la Tierra. Merece la pena explorar qué es lo que podríamos encontrarnos.
De una entrada reciente en ese blog copiaré dos citas. En la primera, el lamento:
El fallo cognitivo es probablemente más flagrante, pero también más desapercibido, en materia de energía, el Rey Dragón del Petróleo Evanescente o las cuestiones asociadas a la energía ganada por energía invertida (Tasa de Retorno Energético). Lo que podemos observar es un fallo triple del Business As Usual, pero también de la mayoría de las alternativas actuales "verdes" (...):
(1) la trayectoria de desarrollo del BAU desde los años 1950 falló
(2) ha habido un fallo para prestar atención a más de 40 años de advertencias; y
(3) se ha producido un fallo en el desarrollo de alternativas viables.
En la segunda, una esperanza:
(...) la humanidad ha pasado por una serie de cambios semejantes en los últimos 6 millones de años más o menos. Cada cambio ha conllevado:
(1) un nexo de innovaciones revolucionarias que abarcan la termodinámica y técnicas relacionadas,
(2) la innovación social (la institución imaginaria de la sociedad de Cornelius Castoriadis) e
(3) innovaciones relativas a la psique humana, es decir, nuestra forma de pensar, decidir y actuar.
Más que en las innovaciones técnicas (que también) la esperanza está en las innovaciones sociales, y sobre todo en los cambios mentales que, esperémoslo, puedan cambiar a tiempo el modo de pensar, decidir y actuar.

Porque por sí solas, las cosas no se arreglan de verdad.

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